Sáb Jul 27, 2024
27 julio, 2024

Trotskismo y estalinismo, polémicas de ayer y de hoy

La guerra en Ucrania dividió a las organizaciones de izquierda en todo el mundo; pocas fueron las organizaciones que se posicionaron en defensa de la resistencia ucraniana. Algunas se opusieron a la guerra, que en la práctica es defender la capitulación de Ucrania ante Putin, y otros defendieron abiertamente la invasión rusa a Ucrania. Esta posición escandalosa, como hace el PC en Portugal y en otros países, se asienta en las bases ideológicas de la corriente burocrática estalinista –que parecían haber sido arrojadas al basurero de la historia con la caída del Muro y la explosión de la mayoría de los PC en el mundo– ahora está presente en varias corrientes que se presentan como revolucionarias. Por eso, comprender el origen y las bases de la corriente estalinista es parte de la construcción de un programa para actuar hoy.

Por: Joana Salay, Portugal

Estalinismo y trotskismo, corrientes opuestas en el movimiento obrero

La historia de los movimientos revolucionarios se construye a través de polémicas. Ante los nuevos hechos de la realidad, es de esperar que surjan diferencias sobre cómo interpretar y actuar. Así se hizo la historia de las internacionales comunistas, que se construyeron a partir de la experiencia de las luchas de la clase obrera internacional.

Con la degeneración de la URSS y de la Tercera Internacional, surgieron dentro del movimiento obrero dos importantes corrientes que presentaban visiones y programas opuestos para el Estado soviético: el trotskismo y el estalinismo. La IV Internacional, fundada por Trotsky en 1938, es la expresión política de ese proceso.

A lo largo del siglo XX, el estalinismo fue la principal corriente contrarrevolucionaria que intervenía dentro de los procesos revolucionarios para contenerlos y así garantizar el acuerdo de coexistencia pacífica con el imperialismo. Y su influencia teórico-metodológica permanece en buena parte de la izquierda actual.

La LIT se construyó en el combate contra el proceso de adaptación a la democracia burguesa por parte del movimiento trotskista, pero también en la lucha sistemática contra el estalinismo y sus ideas. Por eso, al conmemorar los 40 años de nuestra organización internacional, queremos retomar parte de estas polémicas que sirven no solo como aprendizaje histórico, sino también como lecciones para la actuación del movimiento revolucionario.

Las bases del estalinismo

La burocracia soviética que dio origen a la corriente estalinista no surgió como continuación del programa de la revolución de 1917, sino como resultado de su degeneración. La guerra civil en Rusia, fruto de la contrarrevolución burguesa, fue responsable por la muerte de parte de la vanguardia obrera que hizo la revolución. Por otro lado, el no avance de la revolución obrera en países como Alemania, condujo a un fuerte aislamiento del Estado soviético. La burocracia es consecuencia de las limitaciones que ese proceso impuso a la URSS, ya que una nueva casta social dentro de Rusia comenzó a disputar los rumbos del Estado obrero para garantizar sus propios beneficios. Es, por eso, un sector contrarrevolucionario.

En 1924, Bujarin y Stalin elaboraron la teoría del socialismo en un solo país, defendiendo la posibilidad de alcanzar el socialismo en la esfera nacional. Esta elaboración era opuesta no solo a la de Trotsky sino también a la de Marx y Engels, quienes consideraban imposible la superación del capitalismo solo en el ámbito nacional, y fue la base para varios elementos de la degeneración estalinista. Al frente del Estado soviético, la burocracia creó diversas teorías de justificación para defender sus privilegios. Estas teorías no se restringían a la URSS sino que, a través de la Tercera Internacional también degenerada, eran trasplantadas por los PC en todo el mundo.

Al servicio de la contrarrevolución, la burocracia impuso un régimen represivo en el interior del Estado soviético y de las organizaciones políticas bolcheviques. Los conocidos juicios de Moscú son la expresión de la sanguinaria persecución que Stalin tuvo que realizar contra sus opositores y principalmente contra los principales dirigentes de la revolución de 1917.

Para quitarle los derechos a la mujer en el Estado Obrero, la burocracia creó un culto a la familia que luego fue aplicado por todos los PC. El PC italiano, por ejemplo, a mediados de la década de 1940 fue parte de un proyecto de defensa de la familia como fundamento de la nueva república, comprometido con evitar “cuestiones morales divisorias”. Estaban en contra de la legalización del divorcio[1], afirmando que el país no estaba maduro para “una legislación tan avanzada”. El mismo proceso ocurrió con los derechos conquistados por otros sectores oprimidos, como LGBTI o nacionalidades oprimidas.

En 1935, en el VII Congreso de la Internacional Comunista (IC), se oficializa como estrategia la política de frente popular. La política que surge como respuesta al crecimiento del fascismo en Europa consiste en defender la unidad política de las organizaciones obreras y revolucionarias con sectores supuestamente progresivos de la burguesía. Y es aplicada permanentemente por los PC, lo que lleva al estalinismo a la colaboración con la burguesía y el desarme del movimiento obrero para enfrentar su propio ascenso fascista.

Así resume Trotsky esta teoría: «La conclusión que [los dirigentes estalinistas] sacaron de todo esto es que la unidad sólida de todas las fuerzas ‘democráticas’ y ‘progresistas’, de todos los ‘amigos de la paz’ ​​(esta expresión existe ) es necesaria para la defensa de la Unión Soviética, por un lado, y de la democracia occidental, por otro (…) El eje de todas las discusiones en el congreso fue la última experiencia en Francia bajo la forma del llamado ‘Frente Popular’, que era un bloque de tres partidos: Comunista, Socialista y Radical»[2].

La teoría de los frentes populares ha sido aplicada de diferentes formas alrededor del mundo, pero su esencia siempre ha sido la misma: buscar el campo burgués progresivo[3].

El surgimiento de nuevos Estados obreros

A pesar de la política contrarrevolucionaria del estalinismo, en la posguerra se dieron varios procesos revolucionarios que terminaron por expropiar a la burguesía y crear nuevos Estados obreros, como fueron los procesos cubano y chino, Estados que nacieron sin que la clase obrera ejerciese el poder. En las décadas de 1960 y 1970, estas burocracias adoptaron una estrategia de guerrilla que ganó el apoyo de miles de activistas, llevando incluso a la ruptura del PC chino (PCCh) con el Kremlin. Sin embargo, esta ruptura no fue política, ya que continuaron defendiendo la unidad con sectores progresistas de las burguesías nacionales.

Es incluso Mao Tsé Tung quien dará cuerpo teórico a la teoría del Frente Popular, con la teoría de las contradicciones.

«Cuando el imperialismo desata una guerra de agresión contra un país [semicolonial], las diferentes clases de ese país, con excepción de un pequeño número de traidores, pueden unirse en una guerra nacional contra el imperialismo. Entonces, la contradicción entre el imperialismo y el país en cuestión pasa a ser la contradicción principal, mientras que todas las contradicciones entre las diferentes clases en el país quedan temporariamente relegadas a una posición secundaria y subordinada (…) Así, si en un proceso hay varias contradicciones, necesariamente una de ellas es la principal, la que desempeña el papel protagónico y decisivo, mientras las demás ocupan una posición secundaria y subordinada. Por lo tanto, al estudiar cualquier proceso complejo en el que existan dos o más contradicciones, debemos esforzarnos al máximo para descubrir la contradicción principal»[4].

En esencia, el maoísmo y el estalinismo terminan por servir al mismo proyecto estratégico de conciliación de clases, opuesto al principio revolucionario de independencia de clase como condición para la revolución proletaria.

La restauración capitalista y la explosión del Este

El llamado período de “desestalinización” que se inició tras el XX Congreso del PCUS, en el que Nikita Kruschev presentó su famoso informe secreto que denunciaba los crímenes de Stalin, no significó una ruptura con la esencia del estalinismo: la coexistencia pacífica con el imperialismo, el abandono de la revolución mundial, la negación de la democracia obrera, la política internacional de colaboración de clases a través de los frentes populares y, a partir de todo ello, las sistemáticas traiciones a todas las revoluciones que amenazasen sus intereses y sus acuerdos con la burguesía y el imperialismo.

Caída del Muro de Berlín 1989.

Porque no hubo una ruptura de contenido con el programa estalinista, es que de estas corrientes surgidas del estalinismo no surgió sin embargo ninguna oposición al proceso de restauración capitalista que se estaba dando en la URSS, independientemente de las críticas que algunos pudiesen haber hecho por la falta de democracia interna. Después de convertirse en Secretario General del Partido Comunista de la Unión Soviética en 1985, Gorbachov y la burocracia del PCUS iniciaron la Perestroika y la Glasnot, lo que marcó el comienzo de cambios en la economía y en las relaciones internacionales y profundizó la restauración capitalista. La previsión de Trotsky se confirmó y la burocracia, convertida en agente de la burguesía mundial en el Estado Obrero, destruyó las formas de propiedad socializada y restauró el capitalismo. Y el estalinismo, con años de degeneración y colaboración de clases, fue adaptándose y transformándose directamente en un programa burgués, sin nunca dejar de ser estalinista.

Por lo tanto, la caída del Muro en 1989 provocó la desmoralización de los partidos comunistas en todo el mundo. Quedó claro que la restauración capitalista se había dado de la mano de la propia burocracia, sin ninguna invasión imperialista, como ya había vaticinado Trotsky en 1938: «La extensión de su dominio (de la burocracia) socava, cada día más, los elementos socialistas de la economía y aumenta las posibilidades de restauración capitalista»[5].

El trotskismo se formó como corriente política revolucionaria afirmando que para evitar la restauración capitalista en la URSS sería necesaria una revolución política sacase a la burocracia del poder y volviese a poner el Estado obrero en manos de la clase obrera. Como no se dio la revolución política, la burocracia acabó por restaurar el capitalismo.

El estalinismo hoy

A pesar de que las teorías estalinistas se han demostrado contrarrevolucionarias e ineficaces para la lucha de la clase trabajadora, comienzan a (re)aparecer nuevos grupos que defienden abierta o encubiertamente la esencia del estalinismo.

Domenico Losurdo, historiador italiano, es utilizado como referencia por la mayoría de estos grupos. Losurdo dice que no es estalinista, pero su elaboración se centra en justificar los absurdos cometidos por el estalinismo. Utiliza las represiones imperialistas como forma de justificar la represión estalinista. Es evidente que el imperialismo usó, usa y usará la represión para defender sus intereses. El mismo método fue utilizado por la burocracia estalinista: la represión a la vanguardia proletaria en el mundo para defender los intereses de la burocracia y no de la revolución. Un razonamiento semejante hace Francisco Martins Rodrigues, portugués que rompió con el PCP a partir de sus críticas a la teoría del frente popular, que sigue justificando los métodos y las traiciones estalinistas como un mal necesario.

Creemos que no es posible un programa revolucionario sin tener una apreciación crítica sobre la actuación y la elaboración estalinistas. Y así volvemos al inicio de este texto, las posiciones de algunos grupos de izquierda sobre la guerra en Ucrania, por ejemplo, no es una mera coincidencia. La defensa de Putin y de la invasión rusa a Ucrania se basa en la teoría de los campos progresivos donde, aparentemente, Putin enfrenta los intereses del imperialismo y Ucrania será representante de EE.UU. y de la OTAN. Esta posición simplemente ignora que hay una invasión militar a una nación históricamente oprimida y acaba por capitular a la burguesía rusa, que tiene mucho que ganar con la invasión de Ucrania. No existe un campo burgués progresivo e interesa a la clase trabajadora de todo el mundo defender la resistencia ucraniana que se enfrenta directamente con los diversos campos burgueses involucrados.

Vemos aparecer ahora la misma justificación teórica con el surgimiento de la extrema derecha. Sostienen que, frente a la amenaza fascista, las organizaciones proletarias deberían adherir a un frente amplio que defienda la democracia contra el fascismo. Si bien es correcto construir una unidad de acción contra las fuerzas golpistas, la adhesión política al frente amplio conduce a la derrota estratégica de la clase trabajadora. Como hicieron, por ejemplo, el PCB y la UP en el Brasil, sumándose a la campaña del PT de manera acrítica, ayudando a crear más ilusiones en el frente amplio con la burguesía.

Y, al servicio de los campos burgueses progresivos, si es necesario, el estalinismo puede no solo apoyar acríticamente el frente popular como también adherir a los gobiernos burgueses, como hizo el PCP, que estuvo seis años apoyando un gobierno del PS que mantuvo todos los requisitos de austeridad de la Unión Europea.

En Chile, el PC participó del gobierno neoliberal de Bachelet, y ahora, aún después de la revolución, propone un programa por dentro del régimen y de la institucionalidad burguesa. Su actuación en la Asamblea Constituyente fue de mediador y no de representante de los intereses de los trabajadores. “Amenazó con rodear de movilizaciones la Convención Constituyente y nunca cumplió. Dentro de la convención votaron a favor de algunas propuestas más “radicales” para no perder el contacto con los sectores independientes y no quemarse con la población. Sin embargo, el verdadero papel del PC era funcionar como enlace entre los sectores más radicales y el PS y el Frente Amplio. Cuando las posiciones más radicales eran derrotadas, el PC ayudaba a llevar a cabo negociaciones entre independientes y partidos. Y si bien tuvieron un discurso radical en la convención, hicieron exactamente lo contrario en el gobierno. Mientras votaban a favor de la nacionalización del cobre, su vocera en el gobierno, Camila Vallejo, decía en televisión que no habría nacionalización, tranquilizando a los grandes empresarios”[6].

De contenido, los sectores estalinistas, nuevos y antiguos, mantienen el método de abandonar el criterio de clase para analizar los procesos políticos y defienden a toda costa un supuesto campo progresivo.

La continuidad del trotskismo como oposición a las traiciones estalinistas

La Liga Internacional de los Trabajadores – Cuarta Internacional fue y es parte activa en el combate a las políticas contrarrevolucionarias del estalinismo. Combatimos activamente el guerrillerismo que, con el triunfo de la revolución cubana, fue presentado a la vanguardia latinoamericana como una táctica permanente para todos los países, y terminó por llevar a la derrota a la vanguardia de toda una generación, incluida una parte importante del trotskismo. También combatimos los llamados frentes populares y sus variantes. Tomando como ejemplo el proceso francés de 1981, cuando el PCF adhirió al Gobierno de Mitterrand, combatimos no solo al PC sino también a sectores trotskistas que tenían una política de capitulación frente al gobierno, como la corriente lambertista. Construimos nuestra corriente combatiendo los métodos del estalinismo, de la mentira, la calumnia, la represión y la falta de democracia obrera. Y muchas veces en oposición a los partidos estalinistas, fuimos vanguardia y parte activa de la lucha de los sectores oprimidos.

Pasados 40 años de nuestra fundación, estamos convencidos de que la realidad nos presenta nuevos desafíos que exigen de los revolucionarios una actualización programática. Sin embargo, responder a los nuevos desafíos implica también rescatar y aprender con las lecciones del pasado. Y frente a estos nuevos fenómenos, no vale reeditar políticas que se mostraron equivocadas, sino sí buscar construir, junto con la clase trabajadora, un programa que responda a los problemas de la actualidad y parta de los principios fundamentales del movimiento revolucionario: la independencia de clase y la defensa de la dictadura del proletariado.

Traducción: Natalia Estrada.


[1] https://storicamente.org/italian_divorce

[2] “El Congreso de liquidación de la Komintern”, Escritos, T. VII, vol. 1, pp. 133 y 135-136.

[3] MORENO, Nahuel. La teoría de los “campos burgueses progresivos”, 1982.

[4] Mao, Obras Escogidas, T. 1.

[5] TROTSKY, León. Programa de Transición: la agonía mortal del capitalismo y las tareas de la Cuarta Internacional.

[6] https://www.vozdelostrabajadores.cl/a-3-anos-del-18-de-octubre-donde-estamos-como-seguimos

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