Sáb Jul 27, 2024
27 julio, 2024

Stalin: El intento de resucitar un cadáver político

El 5 de marzo se cumplieron 70 años de la muerte de Stalin, el gobernante de la Unión Soviética durante 30 años. La Unidad Popular (UP), partido de izquierda de reciente fundación, conmemoró la fecha en Twitter exaltando los “70 años de la inmortalidad de Joseph Stalin”.

Por: Bernardo Cerdeira

En algunos tuits hay afirmaciones como estas: “la vida y obra del ‘mariscal de acero’, como se le conocía, siguen vivas y ganan fuerza cada día”. O incluso: “El legado de Stalin ilumina el camino de la lucha de clases y refuerza la necesidad de hacer la revolución y aplastar el capitalismo”.

A la UP solo le faltó llamar a Stalin Guía Genial de los Pueblos, como hacían los estalinistas en la época “aurea” cuando todos los Partidos Comunistas se sometierom vergonzosamente al culto a la personalidad y a la adulación burocrática.

Stalin y el estalinismo quedaron completamente desprestigiados cuando las burocracias gobernantes restauraron el capitalismo en la URSS, en China y en los demás antiguos Estados obreros burocratizados y cuando las masas se levantaron y derrocaron los regímenes dictatoriales que las oprimían. Por eso, aquellos que quieren resucitar a Stalin solo pueden hacerlo llevando a cabo una enorme falsificación histórica.

‘Sepulturero de la Revolución’

En realidad, Stalin fue el máximo dictador de un régimen contrarrevolucionario con métodos similares al fascismo, que asesinó a más de un millón de comunistas opositores, para defender los privilegios materiales de su camarilla burocrática. Fue un régimen que masacró a millones de campesinos y miembros de nacionalidades minoritarias de la URSS, persiguió a las personas LGBT y retrocedió en derechos que las mujeres habían conquistado con la Revolución Rusa.

El estalinismo fue lo opuesto al bolchevismo y al marxismo. Esta burocracia fue producto de la derrota de la revolución mundial y del retroceso y aislamiento de la URSS. Para afirmarse en el poder y defender sus privilegios, tuvo que juzgar y ejecutar en los Juicios de Moscú a toda la Vieja Guardia del Partido Bolchevique, es decir, a los dirigentes que habían estado al frente de la Revolución Rusa.

En palabras de Trotsky, Stalin fue el «Sepulturero de la Revolución».

Stalin y la Segunda Guerra Mundial

Pero la exaltación de la UP a esta nefasta figura no se queda ahí. Afirma que el “importante papel que desempeñó Stalin en la construcción del socialismo en la Unión Soviética y en la derrota del nazifascismo en la Segunda Guerra Mundial son hechos innegables que insisten en rebatir las versiones burguesas de la historia” . Esta leyenda es también una falsificación muy difundida. En verdad, la lucha heroica del pueblo soviético que derrotó al nazifascismo se dio a pesar y en contra de Stalin, cuyo papel en la Segunda Guerra fue desastroso; por ejemplo, la ejecución criminal de 40.000 oficiales del Ejército Rojo, incluidos sus mejores generales, solo tres años antes de la invasión de las tropas de Hitler. O el pacto Stalin-Hitler y la confianza que Stalin depositaba en las promesas de Hitler, lo que dejó desprevenida a la URSS en el momento de la invasión alemana.

Padre de la restauración del capitalismo

La UP también llega a decir que “durante los más de 30 años de gobierno de Stalin, los pueblos de la URSS terminaron con el desempleo, el hambre, el analfabetismo y las crisis económicas, a través de la construcción del socialismo”.

¿“Construcción del socialismo”? ¿Quieren hacernos creer esa farsa? Los 30 años de gobierno de Stalin, más otros 30 años de gobierno de sus colaboradores y discípulos, enterraron las conquistas de la Revolución Rusa y prepararon la restauración del capitalismo en la década de 1980.

Basta con mirar la trayectoria de Stalin y de la camarilla estalinista que él formó. La burocracia gobernante de la URSS y las de los nuevos Estados obreros burocratizados que se formaron después de la Segunda Guerra Mundial fueron socavando las bases sociales de estos Estados y terminaron por restaurar el capitalismo en todos ellos. Los exestalinistas se convirtieron en burgueses. Este es el ejemplo de China y de Rusia. Y muchos Partidos Comunistas se transformaron directamente en partidos burgueses, como la mayoría del PCB [del Brasil] que se convirtió en PPS (hoy Ciudadanía) o el ex Partido Comunista Italiano que, después de rupturas y fusiones, hoy forma parte del Partido Democrático, un partido burgués. Esta historia no se puede borrar.

Por qué la lucha contra el estalinismo sigue siendo importante hoy

Muchos compañeros jóvenes, comunistas sinceros, opinan que la lucha histórica de los trotskistas contra el estalinismo, desde la Oposición de Izquierda que se formó en la URSS en 1923, hoy ya no tiene sentido. Algunos estalinistas y neoestalinistas afirman que la lucha entre trotskistas y estalinistas es una “pelea de fanáticos” como en un partido de fútbol.

El tema merece una respuesta política y teórica que ayude a las nuevas generaciones a sacar sus propias conclusiones. El combate ideológico, político, teórico y programático contra la herencia del estalinismo es fundamental hoy porque el papel que jugó el estalinismo, apoyándose en el peso de la URSS y en la usurpación de la herencia de la Revolución Rusa, fue tan violento y tan nefasto para el movimiento obrero mundial que influye hasta hoy en todas las corrientes oportunistas, traidoras y burocráticas.

Teoría de los campos

Por ejemplo, el estalinismo fue el responsable de sistematizar y dar un cuerpo teórico a la política de colaboración de clases y unidad con la burguesía, a través de la política de Frente Popular aprobada en el VI Congreso de la Internacional Comunista, en 1935.

La política de Frente Popular se basaba en la “Teoría de los campos” o “campo burgués progresista”, que sustituía la idea de la lucha de clases entre la burguesía y el proletariado por la concepción de la lucha entre dos campos: de un lado, el campo de la burguesía reaccionaria, la ultraderecha y el fascismo; del otro lado, el campo “progresista” formado por la clase obrera, los sectores populares y la burguesía “progresista”.

Según esta teoría, los revolucionarios deberían luchar para que los gobiernos progresistas lleguen al poder y gobernasen con su apoyo o participación. Es lo opuesto de lo que decían los maestros del marxismo: que los revolucionarios nunca pueden participar ni apoyar los gobiernos burgueses porque estos llevarán al movimiento obrero a terribles derrotas.

En los días de hoy

Actualmente, la unidad con la burguesía para gobernar es prácticamente unánime en la izquierda mundial. Basta ver el Frente Amplio Lula-Alckmin y sectores del centrão en el actual gobierno. O los llamados gobiernos “progresistas” de América Latina. O los gobiernos socialdemócratas en Europa. Y todos ellos llevaron y llevan a derrotas.

La teoría de los campos está íntimamente ligada a la falsa teoría del “socialismo en un solo país” que pregonaba que el socialismo podía alcanzarse en la URSS por las condiciones excepcionales del país, es decir, por su extensión territorial y riquezas naturales. Por eso, la tarea fundamental de los comunistas de todo el mundo sería defender a la URSS, subordinando la revolución socialista mundial a los intereses de la URSS. Esto también es contrario a los principios del marxismo sobre que el socialismo solo puede ser un sistema internacional, lo que implica que la clase obrera tome el poder en los países capitalistas avanzados, de lo contrario terminaría prevaleciendo la economía mundial capitalista.

La mayor evidencia del fracaso del “socialismo en un solo país” es que los países del llamado “socialismo real” sucumbieron totalmente a las presiones del capitalismo mundial, y la burocracia estalinista decidió restaurar el capitalismo y transformarse ella misma en una nueva burguesía, como Rusia y China.

Falsificando la historia

El estalinismo, para justificar su dictadura, generó una falsificación histórica de que el régimen político del socialismo sería un régimen de partido único, el Partido Comunista, que debería eliminar totalmente la democracia obrera en los Soviets (Consejos), transformándolos en organismos decorativos e instaurando una dictadura burocrática que se convirtió en dictadura unipersonal, la de Stalin. Y esta dictadura se asentaba en un partido monolítico, sin derecho a ningún debate democrático y en el que cualquier crítica podía ser castigada con el fusilamiento.

Para justificar la persecución y el asesinato de los revolucionarios que se le oponían, el estalinismo introdujo la degeneración moral en el movimiento obrero. Creó una verdadera escuela de calumnias y falsificaciones. Impuso la regla del vale todo contra las corrientes revolucionarias críticas. Y justificó, como nunca antes, la violencia y los asesinatos dentro del movimiento obrero y revolucionario. Esos métodos ahora son aceptados como válidos y justificados por burócratas, traidores y oportunistas de diferentes corrientes en todo el mundo.

Esas falsificaciones de lo que sería el socialismo, de la independencia de clase, del régimen político de un Estado obrero, del partido revolucionario y de la moral de los revolucionarios siguen presentes hasta hoy entre la vanguardia. Por eso, lejos de ser una “pelea de fanáticos”, la lucha contra esas falsificaciones y contra esa herencia del estalinismo encierra problemas centrales para el movimiento obrero y es de fundamental importancia para las nuevas generaciones de comunistas.

Balance histórico. ¿Es importante la crítica de los trotskistas?

Muchos dicen que esas críticas al estalinismo pueden ser correctas, pero las minimizan, tratando de restar importancia a quienes las hacen. Un “argumento” típico de este sector de la vanguardia es que el trotskismo no habría dirigido ninguna revolución, por lo que no tendría la autoridad política para hacer esas críticas.

Este es un argumento muy pobre. La justeza de la crítica teórica y política no depende de si sus autores dirigieron una revolución o un Estado. Marx y Engels no pudieron dirigir ninguna revolución porque la época histórica en la que vivieron no les dio esa oportunidad, pero ningún socialista serio pondrá en duda su papel como fundadores del socialismo científico o sus críticas a los reformistas y anarquistas. Solo el papel histórico del trotskismo como corriente opositora al estalinismo ya demuestra su importancia en la historia.

Pero, sobre todo, se trata de un argumento erróneo en su contenido. ¿Cuál fue la mayor revolución de la historia, la primera, la más completa y consecuente? ¿No fue la Revolución Rusa? ¿Quien la dirigió? Después de Lenin, quien fue su máximo dirigente, Trotsky fue sin duda quien más se destacó y fue presidente del soviet de Petrogrado. ¿Quién fue el fundador, organizador y principal dirigente del Ejército Rojo que derrotó la contrarrevolución? Fue Trotsky. Stalin desempeñó un papel secundario en la revolución.

Otros dirigentes que después integraron la Oposición de Izquierda jugaron un papel destacado, como Rakovsky, presidente del Consejo de Comisarios del Pueblo de la Ucrania Soviética; Ivan Smirnov, quien fue considerado el Lenin de Siberia por su papel dirigente en esa región durante la guerra civil. Preobrazhensky, Comisario del Pueblo para Asuntos Económicos; Piatakov, quien según Lenin era el miembro más destacado del Comité Central. Antonov-Ovseenko, quien dirigió la toma al Palacio de Invierno en octubre de 1917.

Los trotskistas en la URSS fueron presos, enviados a campos de trabajos forzados y luego fusilados, incluidos estos dirigentes. Los trotskistas tuvieron que enfrentar no solo la contrarrevolución nazi e imperialista en todo el mundo, sino también la acción contrarrevolucionaria del estalinismo que hizo un frente único con la reacción mundial. Fueron derrotados y masacrados, pero sus críticas y su diagnóstico se mostraron correctos y mantienen toda su fuerza y ​​actualidad.

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Artículo publicado en www.pstu.org.br, 15/3/2023.-

Traducción: Natalia Estrada.

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