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Brasil

Sobre las razones de una separación en el PSTU y la LIT-CI

septiembre 24, 2025

Por Partido Socialista de los Trabajadores Unificado – Brasil

Ante los enormes retos que plantea la lucha de clases, el PSTU y la Liga Internacional de los Trabajadores (LIT-CI) han llevado a cabo un proceso de actualización programática, de continuidad y superación, basado en nuestro ADN obrero, de lucha y oposición de izquierda y socialista al gobierno de colaboración de clases de Lula y los demás gobiernos, al imperialismo, a la ultraderecha y al reformismo.

Este esfuerzo forma parte de la preparación concreta para que el partido y la Internacional estén a la altura de las tareas revolucionarias de nuestro tiempo.

En los últimos años hemos realizado seminarios sobre temas centrales de la teoría y la práctica marxistas: opresiones, materialismo histórico, relación partido-sindicato, agitación y propaganda, programa de transición, revolución brasileña, balance de la restauración capitalista en el Este y en China, entre otros. Seminarios y debates que han permitido aprobar resoluciones fundamentales en los últimos congresos y abrir un balance crítico de nuestros 35 años de experiencia, afrontando aciertos y errores con el método marxista para fortalecernos como organización obrera y revolucionaria.

Este movimiento nos ha permitido aprobar resoluciones de gran importancia en los últimos tres congresos de la LIT-CI y del PSTU. Avanzamos en una tesis sobre las opresiones y las nacionalidades oprimidas, y profundizamos nuestra comprensión sobre el imperialismo, en especial el papel desempeñado por China y Rusia. Más recientemente, incorporamos al debate una elaboración marxista en profundidad sobre la cuestión ambiental y desarrollamos nuestras elaboraciones sobre la Dictadura del Proletariado. Al mismo tiempo, iniciamos un proceso de balance de nuestra propia experiencia en los últimos 35 años, enfrentando aciertos y errores de manera crítica y marxista.

Contra este proceso de actualización y avance, se levantó lo que vendría a ser la dirección de la Fracción por la Defensa y Reconstrucción de la LIT-CI (FDR). Un sector minoritario, compuesto por parte de la antigua dirección de la Internacional, que no aceptó ser minoría. Su política no fue solo la de discrepar de las resoluciones, sino la de impedir el debate, paralizar la vida del partido e instalar un régimen de fracción permanente, marcado por amalgamas, escándalos, mezcla de discusiones políticas con ataques morales, destruyendo la confianza e inviabilizando la convivencia interna. Representan el 10 % de los delegados en los congresos de la LIT-CI y del PSTU. Hemos celebrado tres congresos ampliamente democráticos en los últimos cinco años, pero lamentablemente la antigua dirección no acepta ser minoría.

En los últimos seis meses, hemos llevado a cabo un proceso congresual amplio y democrático. Ha habido decenas de boletines de discusión interna, cientos de plenarias abiertas en todo el mundo, con delegados elegidos por la base con proporcionalidad directa. Todas las posiciones han sido ampliamente conocidas y debatidas. La FDR tuvo todo el espacio para defender su política en la base, pero fue derrotada por la inmensa mayoría de la militancia. La propuesta de la dirección fue llevar a cabo una experiencia separada, como intento de salida fraternal. La FDR, sin embargo, se negó a aceptar la legitimidad del congreso, acusándolo de burocrático. Ante esto, el congreso optó por la separación.

No se trató de una expulsión, sino de una medida para preservar el partido y la Internacional. No negamos a los compañeros el derecho a seguir con sus elaboraciones, pero no aceptamos que esto se haga sobre la base de la destrucción del régimen leninista.

Los partidos revolucionarios pueden convivir con diferencias programáticas y políticas hasta cierto punto, siempre que se mantenga el respeto a la soberanía de los organismos colectivos y la unidad de acción. El problema surge cuando esas diferencias se combinan con una metodología que corroe la democracia interna e imposibilita la vida colectiva.

Nuestro objetivo con esta carta es explicar al activismo las razones de la separación de estos compañeros del PSTU y de la LIT-CI. Queremos mostrar:

  1. Cuáles fueron las diferencias políticas acumuladas a lo largo de los últimos años.
  2. Por qué el factor decisivo de la separación no fueron las divergencias politicas en sí, sino la ruptura de la FDR con el centralismo democrático.
  3. Por qué consideramos que la separación no es una expulsión, sino una medida para preservar la democracia y la unidad revolucionaria.
Divergencias políticas

En Brasil, seguimos siendo la oposición de izquierda, revolucionaria, obrera y socialista al gobierno de Lula-Alckmin, que caracterizamos como burgués de conciliación de clases. Pero junto con esto también luchamos contra la oposición ultraderechista Bolsonarista.

Denunciamos sistemáticamente el Ajuste fiscal, los recortes presupuestarios, los beneficios para las grandes empresas, llamando a los trabajadores a enfrentarse a la política económica capitalista del gobierno que ataca a los trabajadores mientras garantiza los intereses de las empresas multimillonarias. También hemos expuesto los acuerdos del gobierno con el centrismo y la derecha con la entrega de ministerios y cargos.

Pero la dirección de la FDR ignora todo esto y considera erróneamente que el PSTU capitula ante el reformismo y el gobierno del PT. Cuando, en realidad, son ellos los que tienen una visión sectaria y equivocada de la realidad.

Cuando Trump atacó a Brasil, la tarea de movilizar a la clase contra el imperialismo era fundamental. Exigimos al gobierno medidas efectivas para combatir a Trump y desenmascarar su política de subordinación al imperialismo. La posición de la dirección de la FDR fue otra: convocar movilizaciones para «derrotar a Lula» en el momento del ataque imperialista.

Además de sectaria, es una política profundamente errónea, que minimiza, o incluso ignora, el ataque del imperialismo, y que no ayuda a desenmascarar el papel nefasto del gobierno del PT. Lo mismo ocurre con la caracterización de la extrema derecha. Para nosotros, el bolsonarismo no es solo una fuerza electoral, sino que conscientemente llevó a cabo un intento de golpe de Estado el 8 de enero de 2023.

Por eso defendemos enfrentarlo con independencia de clase, sin capitular ante el gobierno. Para la FDR, por el contrario, no hubo intento de golpe, la extrema derecha en Brasil es residual, y combatir el bolsonarismo en ese terreno sería «capitulación». Esta visión minimiza el peligro real de la extrema derecha y debilita a la clase trabajadora.

También acusan a la dirección del PSTU de haber engañado a la militancia, argumentando que el llamado al Polo Socialista y Revolucionario en las elecciones de 2022 era un intento de construir un «partido amplio», siguiendo el modelo del PSOL o del NPA (Nuevo Partido Anticapitalista, en Francia). Afirman además que la política de ceder la candidatura a varias organizaciones y activistas (a los que consideran todos reformistas) confirmaría esta supuesta orientación de partido amplio. Defendemos que tales iniciativas son importantes para ofrecer una alternativa de clase frente al frente amplio y al reformismo, dialogar con la vanguardia y disputar sectores de la clase trabajadora.

En la lucha contra las opresiones, la diferencia es aún más nítida. El PSTU y la mayoría de la LIT-CI defienden que la lucha contra las opresiones es parte inseparable de la lucha revolucionaria. El machismo, el racismo y la LGBTfobia son mecanismos que el capitalismo utiliza activamente para dividir a la clase trabajadora y aumentar la sobreexplotación de sus sectores más oprimidos. Cuando una trabajadora negra gana menos que un trabajador blanco, cuando una compañera es discriminada en el sindicato por ser mujer, cuando un joven LGBTI sufre violencia y exclusión, eso no sucede por casualidad. Es el sistema capitalista el que fomenta estas divisiones para debilitar a la clase en su conjunto.

La dirección de la FDR, sin embargo, adopta una visión muy diferente. Para ellos, las opresiones, salvo la opresión imperialista, son fenómenos meramente «superestructurales», ideas heredadas del pasado vinculadas solo indirectamente al funcionamiento actual del capitalismo. Esta visión, aparentemente más «pura», en la práctica conduce a un economicismo estrecho: opone la lucha contra las opresiones a la lucha de clases, las luchas democráticas a las económicas y socialistas, como si no debieran combinarse y llevarse a cabo de manera revolucionaria, u organizando a las mujeres trabajadoras con independencia de clase.

La dirección de la FDR combate el feminismo de manera abstracta, tratando todas sus expresiones como reformistas, burguesas o pequeñoburguesas. Pero cuando millones de mujeres de la clase trabajadora y de la juventud se levantan contra la opresión y se reivindican feministas, lo que están afirmando, en la mayoría de los casos, es su compromiso con la lucha justa contra el machismo y por derechos democráticos elementales, como el derecho al aborto, la igualdad salarial o el fin de la violencia. Al negar este sentimiento y no diferenciar la base militante de las direcciones que actúan en los movimientos con programas reformistas, la FDR termina clasificando como «desviación» lo que, en realidad, es una de las formas más dinámicas de la movilización actual de la clase. El resultado es un sectarismo que aleja a los revolucionarios de las luchas concretas que mueven a millones de trabajadoras y trabajadores, y que podrían ganarse para un programa de independencia de clase y para la perspectiva socialista.

En el terreno internacional, también seguimos teniendo divergencias importantes. Aunque estamos de acuerdo en los dos principales procesos de la lucha de clases internacional actual, Palestina y Ucrania, tenemos diferencias teóricas, programáticas y políticas sobre varios temas.

La dirección de la FDR insiste en caracterizar a China y Rusia como países semicoloniales, mientras que los hechos demuestran que se han convertido en potencias imperialistas.

Reconocer esto no es un mero detalle, sino que nos ayuda a comprender la naturaleza de la disputa económica y comercial entre China y Estados Unidos, o las razones de la invasión de Ucrania por parte de Rusia. Condición para mantener la independencia de clase: no apoyar a un imperialismo contra otro.

También en el balance sobre la restauración capitalista hay diferencias importantes. Reivindicamos el gran acierto de la LIT-CI al caracterizar y explicar la restauración del capitalismo en Europa del Este. Así como mantener la centralidad de la Dictadura del Proletariado cuando gran parte de la izquierda se adaptaba a los límites de la democracia burguesa y al electoralismo. Este balance permitió a la LIT-CI y al PSTU mantener la continuidad revolucionaria cuando gran parte de la izquierda abandonaba el socialismo y se adaptaba al neoliberalismo triunfante.

Reivindicamos igualmente la elaboración sobre la restauración capitalista en Cuba, contra todos los sectores que, en nombre de una supuesta defensa de las conquistas de la revolución, se negaron a denunciar esta restauración. Nuestro programa siguió siendo la defensa de Cuba contra el embargo de EE. UU., al tiempo que denunciábamos y combatíamos a la burocracia castrista —hoy burguesía— responsable de la restauración y la sumisión de una Cuba capitalista al resto de imperialismos. Esta posición nos diferenció tanto de los defensores acríticos de Fidel como de aquellos que celebraron la restauración como una «democratización».

Reconocemos, sin embargo, que había unilateralidades en nuestras elaboraciones sobre el Este. Sobreestimamos las victorias democráticas parciales, como el derrocamiento por las masas del primer gobierno restauracionista y la caída del aparato estalinista en la antigua URSS, como si esa victoria, por sí sola, pudiera revertir el problema de la crisis de dirección y la correlación de fuerzas mundial para la implementación del neoliberalismo en la que se producía la restauración. Subestimamos la derrota en Tiananmen, nos costó y tardamos en comprender el ascenso del imperialismo chino y la consolidación del bonapartismo ruso, así como de Rusia como imperialismo regional.

La dirección de la FDR, en lugar de actualizar este balance a la luz de las transformaciones de la lucha de clases mundial, se cristalizó en una lectura dogmática y unilateral, que solo ve el avance de la revolución sin tener en cuenta las contradicciones, las dificultades de organización y los límites en el desarrollo de los procesos revolucionarios post-orientales. Nuestro método, por el contrario, es el del análisis concreto de la realidad concreta, siempre apoyado en la teoría marxista y en el programa revolucionario acumulado a lo largo de la historia.

Las diferencias de régimen y metodología

Ante este panorama, hay que insistir: el factor decisivo de la separación no fueron las diferencias políticas en sí, sino la ruptura de la dirección de la FDR con el régimen leninista del centralismo democrático. El centralismo democrático es la síntesis del debate amplio, la decisión soberana de los congresos y la unidad de acción. Eso es lo que garantiza la democracia de la mayoría, la confianza entre los militantes y la disciplina revolucionaria necesaria para intervenir en la lucha de clases.

La dirección de la FDR rompió con este régimen al convertirse en una fracción permanente, negándose a aceptar ser minoría, exigiendo un precongreso permanente, mezclando acusaciones morales con debates políticos y apostando por paralizar la vida del partido y de la Internacional. Al atacar la confianza mutua entre militantes, destruyeron la camaradería revolucionaria e hicieron imposible la convivencia interna.

Aquí es donde se conecta otro de nuestros mayores patrimonios: la metodología de lucha contra las opresiones dentro del partido. A lo largo de más de 15 años, en el marco de la tradición trotskista, hemos desarrollado una práctica que se ha convertido en referencia en el movimiento obrero brasileño: separar claramente los debates políticos de los casos de ruptura de la moral revolucionaria, con el fin de garantizar que las divergencias de ideas no se conviertan en persecuciones personales y que toda acusación moral sea tratada con seriedad y pruebas. Todos los casos de violación de la moral se tratan adecuadamente, y las medidas tomadas tienen un doble carácter: punitivo, porque defienden al partido de conductas incompatibles con la militancia revolucionaria; y educativo, porque reafirman los lazos de confianza y fortalecen nuestros instrumentos de lucha contra el machismo y otras opresiones.

Fue precisamente esta metodología —que sigue vigente y es motivo de orgullo para nosotros— la que atacó la dirección de la FDR. Al mezclar acusaciones morales con divergencias políticas, la FDR intentó socavar uno de los pilares de nuestra tradición e impedir el debate político franco. Este método no solo es antimarxista, sino que es destructivo para cualquier organización revolucionaria. Por eso, reafirmamos: si hay alguna duda sobre nuestra metodología, estamos dispuestos a someterla a un tribunal moral del movimiento obrero, confiados en que será reconocida como un avance para toda la clase trabajadora.

La separación no es expulsión

También hay que dejar claro que la decisión tomada no fue la de expulsar a la FDR, sino la de separar, en el Congreso Internacional, a cuatro compañeros de su dirección. Tampoco hubo «expulsiones póstumas», como afirman en su carta de ruptura. La expulsión burocrática es un acto de la cúpula, autoritario y administrativo.

Lo que ocurrió fue exactamente lo contrario: una decisión colectiva, tomada tras meses de debate democrático, con pleno derecho de expresión para todas las posiciones. La propuesta inicial ni siquiera era la separación, sino una experiencia separada para que cada corriente pudiera desarrollar libremente su política, permitiendo que la práctica concreta confirmara o refutara las posiciones en disputa, y dejando abierta la posibilidad de un reacercamiento. Sin embargo, la dirección de la FDR rechazó dicha propuesta, declarando de antemano que no aceptaría la legitimidad del Congreso, acusándolo de burocrático. Mantuvo su práctica sistemática de fracción permanente, negándose a reconocer las instancias colectivas y apostando por un clima continuo de crisis. Por lo tanto, no se trata de un castigo, sino de una defensa.

Defensa de la democracia de la mayoría, de la vida partidaria y del régimen leninista que es la condición de existencia del partido y de la Internacional. Contrariamente a lo que afirman los compañeros, no hay dispersión ni destrucción de la LIT-CI y del PSTU. Lo que hubo fue una salida principista y leal para defendernos contra métodos que lo corroen y hacen inviable la vida colectiva.

A modo de conclusión

Compañeras y compañeros, nosotros, desde el PSTU y la LIT-CI, seguiremos avanzando en el proceso de elaboración y actualización programática, priorizando la inserción en la clase obrera y en sus luchas, para que podamos, junto con el proletariado y los sectores oprimidos, derrotar este sistema. También seguiremos avanzando en el rejuvenecimiento del partido y de la Internacional. Y también en el fortalecimiento de la lucha contra todos los gobiernos capitalistas, la conciliación de clases, la derecha y la extrema derecha y el reformismo. Invitamos a todos los activistas a conocer nuestras elaboraciones y estudios, disponibles en nuestro Portal, en el Portal de la LIT-CI y en nuestra revista teórica, Marxismo Vivo. Los invitamos a luchar con nosotros para colaborar con nuestra clase y avanzar en la lucha, la conciencia y la organización para transformarnos en una clase para sí.

Seguiremos firmes en la construcción de un partido revolucionario para poder luchar por el poder de los trabajadores. Y por la construcción de una Internacional revolucionaria, la LIT-CI, como parte de un proyecto de reconstrucción de la IV Internacional.

Sigue siendo más necesaria que nunca una organización revolucionaria mundial de la clase trabajadora para derrotar al capitalismo en todo el planeta y conquistar un futuro socialista para la humanidad.

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