Sionismo no es sinónimo de judaísmo
¡No en nuestro nombre! Ese es el grito de los judíos ortodoxos que se movilizan en EEUU y Londres, exigiendo el cese de los bombardeos contra Gaza y el fin del régimen del apartheid israelí. Es también el grito de los jóvenes judíos que ocuparon el Capitolio yanqui, haciendo la misma exigencia.
Por Alicia Sagra
La valiente actitud de esos judíos, que han protagonizado algo inédito, al defender los derechos del pueblo palestino enfrentando no sólo a la represión de sus gobiernos, sino también al repudio de la mayor parte de su comunidad, son una prueba contundente de las mentiras del sionismo. Ellos dicen, “no en nuestro nombre” porque no es un enfrentamiento entre religiones, musulmanes contra judíos, lo que se está desarrollando, desde hace más de 75 años, en Palestina.
Esa es una comprobación actual de algo que relatan viejos exilados palestinos, de cómo en su infancia, antes de la Nakba, niños judíos, cristianos y musulmanes jugaban juntos, sin preocuparse de la religión de cada uno. Sus padres eran mayormente campesinos pobres, muy sufridos, todos soportaban la opresión del colonialismo inglés, pero no tenían problemas entre ellos. Aunque había diferencia de integración entre los judíos nativos de la región (sefaradíes) que estaban totalmente integrados, con los judíos europeos (asquenazis) que venían siendo introducidos por el sionismo (en acuerdo con el imperialismo inglés desde la declaración de Balfour[1]) y que eran colonos armados que disputaban la tierra con los palestinos siempre que podían.
La opresión y explotación colonial era cada vez más violenta y Palestina se transformó en una tierra en ebullición que estalló en la revolución de 1936. A partir de ahí los británicos vieron una importante herramienta en los colonos sionistas. Como dice Schoenman “los sionistas les ofrecieron un recurso único que nunca habían tenido en ninguna colonia: una fuerza local que hacía causa común con el colonialismo británico y que estaba intensamente movilizada contra la población indígena”
Otra gran falsedad es que la construcción de Israel haya tenido una motivación religiosa, “la vuelta a la tierra prometida, de la que fueron expulsados” como dice la propaganda sionista.
El sionismo, al rechazar la lucha por la revolución socialista para resolver la cuestión judía, veía, como única salida para acabar con la discriminación, tener un territorio propio que juntase a todos los judíos del mundo. Pero sus propuestas por muchos años fueron muy minoritarias porque la mayoría de los judíos querían asimilarse en sus respectivos países.
La situación del sionismo cambió después del Holocausto nazi y, fundamentalmente, con la negativa de los países europeos de asumir el contingente de hombres y mujeres que volvían de los campos de concentración con profundas heridas físicas y sicológicas.
Así, para solucionar la “cuestión judía” en sus países, los gobiernos imperialistas pasaron a apoyar la propuesta sionista de “tierra para un pueblo sin tierra”.
Para lograr sus objetivos, los sionistas colaboraron con todos los imperialismos (incluido el alemán), los que, a su vez, los usaron como herramienta para defender sus intereses coloniales, primero los ingleses y finalmente los yanquis que, hasta el día de hoy, los arma hasta los dientes para garantizar que Israel sea su gendarme en el Medio Oriente.
Por lo tanto, la creación de Israel siempre fue una cuestión política, nunca tuvo un motivo religioso, aunque ese fuese el argumento que utilizaban los sionistas para ganar adeptos. Tal es así que en un Congreso sionista se barajó que el territorio que reclamaban podría ser en la Patagonia argentina.
Los cuatro mitos del sionismo
El intelectual y activista marxista, judío-norteamericano, Ralph Schoenman[2], recientemente fallecido, habla de los cuatro mitos en los cuales se apoya el sionismo:
- Una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra– Cuando, en realidad, “en 1947 había 630.000 judíos y 1.300.000 árabes palestinos[3]. De modo que en el momento en que las Naciones Unidas dividen Palestina, los judíos constituían el 31% de la población. La decisión de repartir Palestina, promovida por las principales potencias imperialista y por la Unión Soviética de Stalin, dio el 54% de la tierra fértil al movimiento sionista, Pero antes de que se formase el Estado de Israel, el Irgun y la Haganah[4] se apoderaron de las tres cuartas partes de la tierra y expulsaron virtualmente a todos los habitantes.”[5]
- La democracia israelí– “Innumerables noticias y referencias al Estado de Israel en la TV o la prensa incluyen la muletilla de que se trata de la única “auténtica” democracia de Oriente Medio. En realidad, Israel es tan democrático como pueda serlo el apartheid de África del Sur. Las libertades cívicas, los procedimientos judiciales y los derechos humanos básicos son negados por ley a los que no cumplen los requisitos raciales y religiosos”[6]
- La seguridad – “Los sionistas sostienen que su estado tiene que ser la cuarta potencia militar del mundo porque Israel se ha visto obligado a defenderse de la amenaza inminente de las masas árabes, primitivas y llenas de odio, recién bajadas de los árboles. La ‘seguridad’ ha sido la consigna esgrimida para cubrir la extensa masacre de poblaciones civiles en toda Palestina y el Líbano, para confiscar la tierra palestina y árabe, para expandirse a territorios circundantes y levantar nuevos asentamientos, para deportar y para torturar sistemáticamente a los presos políticos”[7]
- El sionismo como heredero moral de las víctimas del Holocausto. “Es el más extendido y el más insidioso de los mitos del sionismo. Los ideólogos de este movimiento se han envuelto en el sudario colectivo de los seis millones de judíos que cayeron víctimas del asesinato masivo nazi. La cruel y amarga ironía de esta falsa reivindicación estriba en que el movimiento sionista mantuvo desde el principio una activa colusión con el nazismo.
A la mayor parte de las personas les parece extraño que el movimiento sionista que siempre invoca el horror del Holocausto, haya colaborado activamente con el enemigo más acérrimo que jamás tuvieron los judíos. Sin embargo, la historia revela no sólo una comunidad de intereses sino una profunda afinidad ideológica que tiene su raíz en el extremado chovinismo que comparten.”[8]
Esa afinidad ideológica entre sionismo y nazismo que menciona Schoenman, tiene que ver con que los dos movimientos comparten la teoría de la “pureza de sangre”, unos son “la raza superior”, los otros “el pueblo elegido”. El líder sionista Leev Jabotinsky, enfrentando el proceso de asimilación que se desarrollaba en los judíos alemanes y defendiendo sus planteos de que la única solución a la cuestión judía era obtener un territorio propio, señala: “Es imposible que alguien se asimile a gente que tiene una sangre distinta que la suya (…) no puede haber asimilación. Nunca hemos de permitir cosas como el matrimonio mixto porque la preservación de la identidad nacional sólo es posible mediante la pureza racial y al efecto debemos tener ese territorio en el que nuestro pueblo constituirá los habitantes racialmente puros”[9]
Y esa doctrina se convirtió en política de colaboración con los diferentes imperialismos y, aunque parezca increíble también con el dirigido por Hitler. “La Federación Sionista de Alemania envió un memorándum de apoyo al Partido Nazi el 21 de junio de 1933. El mismo señalaba: ‘…un renacimiento de la vida nacional como el que se da en la vida alemana… debe tener lugar también en el grupo nacional judío.
Sobre la base del nuevo estado (nazi) que ha establecido el principio de la raza, deseamos encajar nuestra comunidad en la estructura de conjunto de manera que también para nosotros, en la esfera a nosotros asignada, podamos desarrollar una actividad fructífera por la Patria…’
Lejos de repudiar esa política, el Congreso de la Organización Sionista Mundial de 1933, rechazó por 240 votos contra 43 una resolución que llamaba a actuar contra Hitler”[10]
A lo largo de su obra Schoenman, va dando pruebas de esa colaboración del sionismo con el régimen nazi, siendo cómplice del sufrimiento del pueblo judío, para así ganar apoyo para su propuesta de estado propio. Algunos ejemplos:
En 1933 realizaron un acuerdo comercial del Banco Anglopalestino de la organización Sionista Mundial con el estado alemán, quebrando el boicot judío al régimen nazi.
Sabotearon activamente los esfuerzos por lograr que los gobiernos de EE.UU y Europa Occidental cambiaran las leyes de inmigración para favorecer el asilo a los judíos perseguidos por Hitler. El rabino norteamericano Stephen Weis, líder del Congreso Judío Americano, escribió una carta donde afirmaba “Puede que os interese saber que hace algunas semanas los representantes de las principales organizaciones judías se reunieron en conferencia… Se acordó que ninguna organización judía patrocinase ahora ninguna ley que de algún modo cambie las leyes de inmigración[11]”.
En 1938, Ben Gurión en una asamblea de sionistas laborista de Gran Bretaña, planteó lo siguiente: “Si yo supiese que era posible salvar a todos los niños de Alemania llevándolos a Gran Bretaña y sólo a la mitad de ellos transportándolos para Erstz Israel, optaría por la segunda alternativa”
Como dice Schoenman, la obseción por colonizar palestina y ser más que los árabes, llevó al movimiento sionista a oponerse a cualquier rescate de los judíos amenzados de exterminio, para que no hubiese obstáculos a la desviación de una mano de obra selecta a Palestina.
Así, entre 1933 y 1935, la Organización Sionista Mundial rechazó las dos terceras partes de los judíos alemanes que pidieron un certificado de inmigración. En ese período la OSM había incentivado un plan de emigración de judíos hacia Palestina con el argumento de las amenazas de exterminio. Pero, había judíos alemanes demasiado viejos para procrear en Palestina, sin cualificación profesional para levantar una colonia sionista, que no hablaban hebreo y que no eran sionistas. En lugar de esos judíos amenazados de exterminio, la Organización Sionista Mundial llevó a Palestina seis mil jóvenes sionistas de EE.UU y de Gran Bretaña y otros países en donde no había amenaza.
“En julio de 1944 el dirigente judío eslovaco, rabino Dov Michael Weismandel, en carta a los funcionarios sionistas encargados de las ‘organizaciones de rescate’ propuso una serie de medidas para salvar a los judíos condenados al exterminio en Auschwitz. Ofreció mapas exactos de los ferrocarriles y urgió el bombardeo de los ramales por donde transportaban a los crematorios a los judíos húngaros.
Pidió que bombardearan los hornos de Auschwitz, que lanzasen en paracaídas municiones para 80 mil prisioneros, que se lanzasen en paracaídas zapadores para volar todos los medios de aniquilación y poner fin así a la cremación diaria de 13 mil judíos.
En caso de que los aliados rechazasen la petición, Weismandel, proponía que los sionistas, que disponían de fondos y organización, se agenciasen aviones, reclutasen voluntarios judíos y realizasen el sabotaje” [12]
Como explica Schoenman, Weismandel, no era el único, a fines de los años 30 y en los 40, portavoces judíos de Europa, pidieron socorro, campañas públicas, resistencia organizada, manifestaciones para obligar a los gobiernos aliados, la respuesta fue el silencio de los sionistas. No hubo ningún bombardeo a los hornos por para de los aliados.
En julio de 1944, Weismandel, escribió a los sionistas una carta que decía: “¿Por qué no habéis hecho nada por nosotros hasta ahora? ¿Quién es el culpable de esta terrible negligencia? ¿Nos sois culpables vosotros, hermanos judíos, que teneis la mayor suerte del mundo, la libertad?
(…) Vosotros, hermanos judíos, hijos de Israel, ¿estais locos? ¿No sabeis el infierno que nos rodea? ¿Para quién guardais vuestro dinero? ¡Asesinos! ¡Locos! …[13]
Después de ese accionar sionista durante la II Guerra Mundial, no sorprende que, en mayo de 1935, Reihard Heydrich, jefe del Servicio de Seguridad de las SS, escribiera un artículo en el que dividía a los judíos en dos categorías, apoyando a los judíos sionistas, diciendo que:“Cuentan con nuestros mejores deseos y con nuestra buena voluntad oficial”[14]
Esos son los sionistas que dicen ser los herederos de las víctimas del Holocausto del pueblo judío. Probablemente resulte difícil de creer, pero estás denuncias no están hechas por figuras antisemitas, sino por prestigiosos intelectuales judíos. Todos esos datos están ampliamente documentados en el libro “El sionismo en la era de los dictadores”[15] del escritor judío-norteamericano Lenni Brenner y citados en “La Historia Oculta del Sionismo” del escritor judío Ralph Schoenmen.
Sionismo no es sinónimo de judaísmo. Sionismo es sinónimo de nazi-fascismo
El colonialismo sionista es diferente a otros colonialismos que existieron en el mundo. La diferencia está en que el sionismo se basa en el reemplazo total de la población nativa por colonos judíos traídos de diferentes países. Esto fue expresado con claridad, en 1940, por Joseph Weit, jefe del Departamento de Colonización de la Agencia Judía, responsable por organizar los asentamientos judíos en Palestina:
“Entre nosotros tiene que estar claro que no caben dos pueblos en este país. No conseguiremos nuestro objetivo si los árabes permanecen en este pequeño país. No hay manera más que trasladar a los árabes de aquí para los países vecinos. A todos ellos. No hay que dejar ni una aldea, ni una tribu.”[16]
Y el informe Koenig lo dice más crudamente: Debemos usar el terror, el asesinato, la intimidación, la confiscación de tierras y el corte de todos los servicios sociales para liberar Galilea de su población árabe.”[17]
Y así lo hicieron. Así fue la Nakba de 1948 con bombardeos y asesinatos para lograr la expulsión de los palestinos de sus tierras. Y eso se continuó, con las sucesivas masacres; con la guerra de los 6 días; con las cárceles llenas hombres, mujeres, adolescentes y niños palestinos; con la tortura; con las humillaciones permanentes; con los bombardeos cotidianos. Y con la matanza diaria de miles de niños palestinos que se está realizando en estos momentos.
Así han llegado a reducir el territorio palestino al 22% y a imponer un régimen de apartheid peor que el de Sudáfrica, no son pocos los igualan a Gaza con el Gueto de Varsovia que sufrieron los judíos polacos aniquilados durante la ocupación nazi. Y hoy están jugados a la ‘solución final’ de la cuestión palestina, tal como lo estuvo Hitler en 1942-43 con la ‘cuestión judía’
El sionismo no sólo comparte la ideología racista de los nazis, no sólo colaboró con ellos, sino que incorporó sus terribles métodos de exterminio usados sobre los judíos, aplicados ahora contra la población árabe palestina.
Esa realidad es que explica el deterioro del sionismo entre los jóvenes judíos, que hoy gritan ¡No en nuestro nombre! y se levantan contra los criminales bombardeos sobre Gaza Bombardeos que cuentan con el apoyo descarado de EE.UU, de la mayoría de los gobiernos del mundo y con la complicidad de la prensa internacional que multiplica la propaganda mentirosa del sionismo.
Esa realidad es lo que explica el posicionamiento de intelectuales judíos como Brenner, como Shoenman que vienen denunciando esas atrocidades desde hace tiempo, y como el historiador israelí Illan Pappe, que ha publicado un reciente un artículo justificando y reivindicando a la resistencia palestina y a su contraofensiva militar del 7 de octubre.
Y, al mismo tiempo, esa realidad hace inexplicables, posiciones de los que se dicen amigos de Palestina, como el diputado Boulos del PSOL de Brasil, que iguala la violencia del opresor con las del oprimido al decir que rechaza tanto la violencia de Hamas como la de Israel.
¡Rechazamos esas posiciones! Hasta la ONU reconoce que los pueblos bajo ocupación colonial, tienen derecho a la defensa, inclusive militar.
Y rechazamos con mucha más fuerza, cuando posiciones similares las toman quienes se reivindican revolucionarios marxistas, como es el caso de Mirian Bregman, diputada y candidata a presidente del FIT-U de Argentina quien, en medio de un correcto rechazo del antisemitismo de la derecha, reivindicó con fuerza el haber participado en el homenaje a las víctimas israelíes, realizado en el parlamento argentino [18].
En esta guerra nosotros tenemos un lado, el de la resistencia palestina y no rendimos homenajes a los muertos del enemigo. En toda guerra, como decía Lenin, hay horrores, niños y ancianos pueden morir en los bombardeos. No celebramos esos horrores, pero no son esos los muertos que nosotros lloramos.
En relación a este tema, nuestra corriente siempre reivindicó la actitud principista de Hugo Blanco cuando siendo diputado en Perú, permaneció sentado en momentos en que todos se ponían de pie para hacer un minuto de silencio por un policía que había muerto en un atentado. Después explicó que no le era indiferente el dolor de la mujer y los hijos de ese policía, pero que él no rendía homenaje a los que morían defendiendo los intereses de los explotadores.
Lo mismo podemos decir nosotros de los que mueren por ser parte de la población colonial que obtiene sus privilegios del robo y del exterminio de la población palestina.
Somos muchos los revolucionarios que tenemos origen judío y que hemos perdido a parte de nuestras familias en las persecuciones antisemitas. En los Pogroms durante el imperio zarista, como es mi caso, mi bisabuela paterna murió de hambre después de uno de esos Pogroms; en Auschwitz, en el Gueto de Varsovia…, como es el caso de muchos otros camaradas. Pero esa historia familiar no nos hace ser solidarios con las víctimas israelíes, sino con las víctimas palestinas que están sufriendo de parte del nazi-fascista Estado de Israel por los mismos métodos de exterminio que sufrieron nuestros familiares.
¿No estamos siendo antisemitas al comparar al sionismo con el nazismo?
A Nahuel Moreno le hicieron una pregunta similar y respondió de la siguiente manera:
“La izquierda sionista me acusa de antisemita, sobre todo porque sostengo la necesidad de la destrucción del Estado sionista.
Como marxista, parto de la base de que el proletariado de una nación que explota y oprime a otra, como Israel a los árabes y palestinos, no puede liberarse. La clase obrera judía es heredera de una gloriosa tradición en la lucha de clases: el camino del proletariado occidental, incluido el argentino, está sembrado de una multitud de heroicos luchadores judíos. Pero ese proletariado no podrá seguir hasta el fin, ni reverdecer y superar su gloriosa tradición, mientras no se ponga de parte de los palestinos y los árabes, que son reprimidos, perseguidos y esclavizados por el Estado de Israel. (…) la pregunta a responder con respecto a las relaciones entre pueblos, razas, naciones y clases, es muy sencilla: ¿quién oprime y quién es oprimido? Para un marxista revolucionario la respuesta es tan sencilla como la pregunta: estamos contra los opresores y a favor de los oprimidos. Defendemos a muerte a estos últimos, sin dejar de señalar, cuando sea necesario, los errores de su dirección (…)”[18]
Otra pregunta que se hace actualmente es si se debe tener una política hacia los obreros israelíes en la pelea contra el estado sionista. Incluso hay quienes justifican su posición de homenajear a las víctimas de Israel como parte de una política hacia la clase obrera israelí. Moreno también respondió a eso, a partir de la pregunta realizada por un camarada chileno:
“Si el propósito decisivo y fundamental es la destrucción del Estado sionista, se trata de establecer cuáles son las fuerzas objetivas que en este momento están embarcadas en esa tarea progresiva, histórica, (…). ¿Acaso lo están haciendo los explotados y discriminados sabras y sefardíes de Israel? ¿O son los trabajadores asquenazis? En este momento, esas fuerzas son baluarte del Estado sionista y no la vanguardia de su destrucción. La aristocracia obrera asquenazi, a través del Partido Laborista, está con todo en el sionismo. Los sabras y sefardíes le dieron la base electoral a Begin y apoyan con entusiasmo sus planes de colonización de las tierras árabes. Esto deja actualmente como único sector social en lucha permanente contra Israel al movimiento árabe y musulmán, a cuya vanguardia indiscutida están los palestinos, arrojados de su patria por los sionistas.”[19]
Esa respuesta de Moreno de 1982, conserva total actualidad. Por eso no puede haber dudas de cual es el lado cierto de la historia. Tal como dice Illan Pappé en su reciente artículo: “Hay una alternativa. En verdad, siempre la hubo: una Palestina des sionizada, libre y democrática del rio al mar; una Palestina que acoja de vuelta a los refugiados y construya una sociedade que no discrimine por la cultura, religión o etnia.”
Y para conseguir esa alternativa de “un estado palestino único, laico, democrático y no racista” es necesario la destrucción del Estado sionista de Israel. La política de “los dos estados que vivan en paz”, fue la política de la partición hecha por la ONU y siempre fue injusta. Además, es algo imposible, una utopía reaccionaria, ante el estado expansionista de Israel que actúa con el apoyo y como punta de lanza del imperialismo yanqui en el Medio Oriente.
Tampoco puede haber dudas sobre quienes son los únicos capaces de encarar esa tarea histórica: las masas árabes, encabezadas por los palestinos.
Puede parecer que esa tarea es imposible de lograr, ya que se trata de derrotar a la cuarta potencia militar del mundo, que cuenta con el total apoyo de la primera, el imperialismo yanqui. También parecía imposible que los yanquis fueran derrotados en Vietnam. Pero eso se logró con la combinación de la heroica resistencia de las masas vietnamitas, dispuestas a todo, al igual que hoy las masas palestinas, con la movilización internacional, en especial en EE.UU.
A pesar de la mentirosa campaña de guerra de la prensa internacional, la respuesta de las masas contra el genocidio de Israel ya comenzó, no sólo en el Medio Oriente, sino también, con diferente fuerza, en diferentes países del mundo, en especial en Europa y EE.UU. En esa respuesta internacional cobra una fuerza importante el accionar de los judíos antisionistas que destacamos en este artículo.
Todo eso nos hace decir, que la lucha será muy dura y costará mucho, pero que no se puede decir que la victoria palestina sea imposible.
[1] Los sionistas consiguieron arrancar del imperialismo inglés, lo que venían intentando desde hacía mucho tiempo con los antiguos colonizadores (el imperio otomano y el Imperio Alemán) El 2 de noviembre de 1917 se publicó la Declaración de Balfour que entre otras cosas decía: “El gobierno de su Majestad ve favorablemente el establecimiento en Palestina de un hogar nacional para el pueblo judío y hará cuanto esté en su mano para facilitar la realización de ese objetivo…”
[2] Ralph Schoenman, quien acaba de fallecer el 30 de setiembre, fue una de las figuras más destacadas de la izquierda marxista norteamericana. Nació en 1935 y en 1958 se dirigió a Gran Bretaña donde se formó en Economía. Trabajo con el filósofo liberal pacifista Bertrand Russel, participó de actividades contra el armamento nuclear, fue acusado de actividades antinorteamericanas por denunciar los crímenes yanquis en Indochina. Le retiraron el pasaporte norteamericano por haber visitado Vietnam del Norte. Por instigación del gobierno yanqui fue preso en varios países. Por haber denunciado las relaciones del sionismo con el nazismo, fue acusado de antisemitismo, a pesar de que se había negado violentamente a participar de una Conferencia de los “historiadores revisionistas” (los que niegan el Holocausto). Su obra “La historia oculta del sionismo”, un serio trabajo de investigación, que cobra relevancia al ser escrita por un judío, es de lectura obligatoria para quien quiera conocer al sionismo y su relación con el judaísmo.
[3] Eso después del movimiento de envío, por la organización sionista mundial, de jóvenes judíos de diferentes países para asentarse en Palestina como colonos.
[4] Haganah, principal organización paramilitar de los colonos judíos en Palestina, que se reivindicaba “socialista” fundada por Leev Jabotinsky. Irgun, organización armada clandestina de ultraderecha, fundada por Begin. Fue considerada organización terrorista.
[5] Ralph Schoenman, Historia Oculta del Sionismo
[6] Idem
[7] Idem
[8] Idem
[9] Jabotinsky, “Carta sobre la Autonomía”, 1904, citado en la Historia Oculta del sionismo.
[10] Schoenman, obra citada
[11] Rabino SalomónnSchonfeld, Faris Yahya, Zionist Relations with Nazi Germany, Centro de Investigaciones Palestinas, 1978
[12] Schoenman, obra citada
[13] Idem
[14] Idem
[15] Este libro fue publicado en 1984 en inglés y en 2007, ampliado y actualizado, fue publicado en alemán.
[16] Idem
[17] Al Hamishmar (periódico israelí), 7 de set, 1978. Citado por Schoenman
[18] Parece ser que ese acto no se realizó. De cualquier manera, la crítica al posicionamiento de la candidata del FIT-U continúa válido a partir de que ella manifiesta, (como consta en el video adjunto), que nunca se negó a participar de un homenaje a las víctimas de Israel. Ver: https://www.resumenlatinoamericano.org/2023/10/10/argentina-contundente-intervencion-de-myriam-bregman-en-el-parlamento-repudiando-el-macartismo-de-las-fascistas-villarruel-y-bullrich-video/
[19] Conversaciones con Nahuel Moreno, 1986
[20] “Carta de un camarada chileno”, y la respuesta de Nahuel Moreno fueron publicadas en Correo Internacional, año 1, nro. 8, de septiembre de 1982