Ribbentrop-Molotov: El pacto Stalin-Hitler para repartirse Europa
El 22 de septiembre de 1939, el 4° batallón de la 29° brigada de tanques livianos soviéticos, entró en la ciudad de Brest-Litovsk. Escoltados por motociclistas alemanes del ejército de Hitler, circulaban bajo los “Arcos de la Victoria” erigidos para la ocasión y decorados con esvásticas y estrellas rojas.
Vanessa C. Valverde
Este desfile militar, supervisado en conjunto por el General del Ejército Nazi Heinz Guderian y el Comandante Soviético Semyon Krivoshein, marca el inicio de la ocupación conjunta nazi-soviética de Polonia y territorios fronterizos.
La cooperación entre Hitler y Stalin para ocupar Polonia y repartirse los territorios en “áreas de influencia”, fue establecida en el Pacto Ribbentrop-Molotov; un tratado de “paz” y cooperación entre la Alemania Nazi y el URsS de Stalin firmado el 24 de agosto de ese mismo año.
Este pacto contenía cláusulas públicas y algunas secretas, que solo se descubrieron al hacerse públicos los archivos del Tercer Reich, luego que su edificio fue tomado por los ejércitos de los Aliados.
Las cláusulas públicas declaraban la paz entre la URSS y Alemania durante 10 años, tiempo durante el cual ninguno de los países podría aliarse con algún otro que atacare a su contraparte.
También la URSS se comprometió a no intervenir ante la eventual invasión de Alemania a Polonia y se establecieron una serie de beneficios comerciales entre ambos países. Stalin se comprometió a abastecer con petróleo y trigo a Hitler, mientras que Hitler suministraría armas para el Ejército Rojo.
Pero en sus cláusulas secretas, se acordaba que Alemania solo ocuparía la mitad de Polonia hasta el rio Bug, ya que la URSS se anexaría la otra parte. Además, Alemania invadiría Lituania y las tropas de Stalin ocuparía Estonia, Letonia, y regiones de Rumania y Bulgaria.
La cooperación entre el Estalinismo y el Nazismo acabaría en 1941, ante la incredulidad de Stalin, cuando su socio invadió la URSS en la Operación Barba Roja. Incredulidad y sorpresa, pese a haber recibido informaciones precisas de sus agentes sobre que esto ocurriría.
“Socialfacistas”: Cómo el socialismo en un solo país ayuda a Hitler a llegar al poder
El pacto Ribbentrop-Molotov es de los episodios más conocidos de la cooperación del estalinismo con Hitler, pero ésta es solo la continuación de una política global de alianza de Stalin con la Alemania conservadora.
Desde antes de la llegada de Hitler al poder, el Partido Comunista Alemán, orientado por el estalinismo cooperó estrechamente con los sectores “pro-orientales” de la burguesía alemana.
Cuando en 1925 Trotsky fue demitido del Comisariado de Guerra, ya se habían iniciado operaciones secretas de cooperación militar entre el Ejército Rojo y la Reichswehr. Estas operaciones contemplaban el rearme y entrenamiento de las fuerzas armadas alemanas, estableciendo fábricas, escuelas militares y prácticas conjuntas con el ejército soviético.
Ambos trabajan de manera simbiótica: la Reichwehr obtiene un espacio seguro para su entrenamiento y rearme, mientras que los oficiales el Ejército Rojo recibe entrenamiento de su contraparte alemana.
Pero esta cooperación militar no hubiera sido posible sin un marco político que la respaldara.
Por una parte, Alemania deseaba rearmar su ejército, pues luego de ser derrotada en la primera guerra mundial, el Tratado de Versalles le impuso limitaciones en el número de efectivos, de territorio y de tipos de armamentos. Cualquier maniobra de rearme dentro de su territorio sería fácilmente monitoreada y frustrada por los países que salieron victoriosos de la última guerra. Su principal motivación, era deshacer lo impuesto por Versalles, como mínimo restablecer sus fronteras a las de 1914, sino que compensar sus pérdidas con una nueva división de Polonia.
Por otro lado, estaba la necesidad de la URSS de reconstruirse después de la devastadora guerra civil. Pero principalmente, las motivaciones de esta alianza surgen después de la muerte de Lenin en 1924, cuando Stalin asume el control del Estado y cambia la política interna y de la III Internacional.
Ya para 1925 Stalin ha proclamado la “construcción del Socialismo en un solo país”, y en 1928 pondrá en marcha el primer plan quinquenal. La Rusia de Stalin necesitaba entonces capital y ayuda técnica para su industrialización, así como recomendaciones militares y profesionales para el Ejército Rojo.
Desde la declaración del Socialismo en un solo país, y sobre todo después del V Congreso de la III Internacional, los demás partidos comunistas dejaron de ser un instrumento para la revolución mundial y se convirtieron en agentes que se limitaban a garantizar los intereses de la URSS en sus respectivos países.
La revolución alemana fue derrotada en 1918 y desde que Stalin asume el control de la URSS, la influencia de la III Internacional disminuye en ese país. Una vez disuelta, Stalin no ve la necesidad de impulsar una revolución comunista alemana, pues los recursos económicos y militares que necesita los obtiene igual de la Alemania conservadora.
Su teoría del Socialismo en un solo país, comienza a demostrar su significado como derrota de la clase obrera mundial.
Sus intereses en Alemania solo se verían amenazados si ahí volvieran a gobernar los sectores “pro-occidentales”, que en este caso eran los Socialdemócratas. Y eso estaba ocurriendo en 1928, pues éstos ganaron la mayoría del parlamento y por primera vez en 8 años estaban a la cabeza del Reich.
Fue entonces que los comunistas de Alemania recibieron una orden directa desde Moscú: el principal enemigo era ahora los socialdemócratas, ahora calificados como “socialfascistas”. Bajo esta orden, desde 1928 hasta 1933, el centro de la política del PC Alemán se concentraba en atacar a la socialdemocracia. El ascenso del nazismo de Hitler era algo secundario, o bien tolerable por los posibles acuerdos que Stalin buscaba obtener.
Lo cierto es que durante ese periodo, el PC Alemán organizó piquetes armados junto a los nazis, para atacar las manifestaciones de los socialdemócratas y matar a sus militantes.
Trotsky, desde el exterior, escribía sobre los peligros del nazi-fascismo para la clase obrera alemana y que el PC debía hacer un emplazamiento a la Socialdemocracia para frenar juntos el ascenso de Hitler. Pero su advertencia, pese a ser la política correcta, no consiguió frenar la línea del estalinismo.
Es así como Stalin y su política del “socialfascismo”, permitió el triunfo de Hitler y el nazismo en Alemania. Es decir, la derrota de la clase obrera en este país y casi inmediatamente, la persecución y exterminio de sus propios militantes comunistas y de los socialdemócratas.
Incluso durante el primer año de gobierno de Hitler, mientras éste exterminaba todo el aparato del PC alemán, los dirigentes del Kremlin consideraban que por motivos de política exterior, seguirían proclamando su “buena voluntad” ante el gobierno alemán, obligando a la prensa soviética a ser sumamente moderada.
Hitler y Stalin: Espacio vital en el este y el socialismo en un solo país
Que Stalin apoyara a Hitler contra los socialdemócratas se explica por su necesidad de mantener las relaciones comerciales y militares con Alemania, que venían desde el Tratado de Rapallo, firmado en 1922 por ambos países. Incluso cuando el mundo sucumbía ante la crisis económica del 29, el acuerdo entre ambos países mantenía sus economías a flote y estables.
Pero Hitler no tenía la intención de mantener esta alianza por mucho más tiempo. Desde que publicó Mein kampf, su manifiesto político, había declarado sus intenciones de conquistar Rusia para crear el “Lesberaum”, o “espacio vital en el este”. Sometiendo a los pueblos de Rusia, y obteniendo sus recursos, podría crear su “Herrensasse”, es decir una “raza de señores” superior.
Hitler era capaz de cometer las acciones más crueles por conseguir el “Lesberaum”, Stalin por defender sus intereses en el “socialismo en un solo país”.
Si bien Hitler tuvo claro en todo momento que Stalin era un obstáculo para su plan, estuvo dispuesto a proponerle una alianza temporal que le permitiera organizar mejor su ofensiva de conquista. Stalin por otro lado, lejos de preparar una “gran estrategia para enfrentar el nazismo” como dicen hoy sus defensores, depositó su confianza plena en la “buena voluntad” de Hitler y no preparó nunca el combate al nazismo.
Para lograr su estrategia del “Lesberaum”, Hitler pensó tres fases: primero, “librarse de las cadenas de Versalles”, es decir poder armar y preparar Alemania a la Guerra; luego llevar de vuelta a casa al “Reich”, a todos los alemanes que estuvieran fuera del país para ampliar su población para la guerra y finalmente acercarse directamente a Rusia. Esto último es tener una frontera directa para iniciar la ofensiva militar, el problema es que en el medio se interponía un cordón de países, Polonia incluida.
Conquistar Polonia fue quizás el problema principal en este esquema, pues una ocupación militar llevaría inevitablemente a una declaración de guerra de Francia e Inglaterra. Y mantener dos frentes de guerra en simultáneo (en occidente contra Francia e Inglaterra y en oriente contra Rusia) no era lo ideal para el gobierno nazi. Por esto, le hace una generosa oferta a la Stalin: una paz de 10 años, la repartición de Polonia y un “glacis”, un grueso manto de protección conformado de países bajo su control. La Alemania de Hitler fue tan generosa, como quien sabe que da para recuperar pronto.
Con este pacto, el gran vencedor era Hitler, pues lejos de renunciar a su objetivo de destruir la URSS, conquistar y someter a sus pueblos, únicamente se garantizaba el tiempo necesario para luchar en el frente occidental antes de su ofensiva principal.
¿Y Stalin? Es inevitable pensar en la ceguera política de Stalin, pero incluso esta tiene una explicación. La burocracia estalinista que gobernaba en la URSS se guiaba únicamente por la búsqueda de sus privilegios materiales, es decir, mantener el status quo que le permitía obtener esos beneficios personales. En el verano de 1939, Stalin tenía una situación que se podría decir privilegiada: tanto Hitler como Inglaterra le ofrecían una alianza.
Una alianza ese año con Francia e Inglaterra posiblemente hubiera derrotado Hitler, pero Stalin huía de la guerra. Porque ella pondría en peligro los privilegios de la burocracia de la URSS. Por el contrario, mantuvo abiertas las conversaciones con ambos sectores, hasta que se decidió por colaborar con Hitler, porque este no solo le ofrecía dividirse una parte de Europa sino además, un acuerdo económico para suministrar de materias primas a Alemania, lo cual era un importante ingreso económico extra que permitiría al gobierno estalinista consolidar sus recientes conquistas en los estados más débiles.
El carácter conciliador, derrotista y chauvinista de la burocracia estalinista terminó por colaborar con la expansión del nazismo y por poco, a la entrega y esclavitud de todos los pueblos de la URSS.
A esto hay que sumarle que en 1939 el Ejército Rojo aun mantenía una fuerza comparable con la Alemania, lo cual hubiera sido suficiente para enfrentarle junto a los demás países; pero que desde 1937 se encontraba cada vez más debilitado por la sangrienta represión y masiva depuración que hizo el estalinismo de los cuadros militares. Las purgas liquidaron a 10 vice-comisarios del pueblo para la defensa, 2 comisarios del pueblo para la marina, 4 comandantes de la aeronáutica, 3 de los 5 mariscales, 13 de los 15 generales del ejército, 8 de los 9 almirantes, 50 de los 57 comandantes del cuerpo del ejército y 154 de los 186 comandantes de división.
La mayor parte de los perseguidos y asesinados por el estalinismo fueron acusados de trotskistas o colaboradores del nazismo; o bien, ambas cosas al mismo tiempo. En 1935 el Consejo Militar del Comisariado de Defensa era compuesto por 85 oficiales, los cuales contaban con la experiencia adquirida en la I guerra mundial y en la guerra civil. Per de estos miembros, 68 fueron fusilados, dos se suicidaron, dos murieron en campos de concentración de prisioneros y cuatro fueron condenados a largas penas.
Finalmente, en tan solo dos años, 45.000 oficiales y comisarios políticos militares fueron apresados, y de estos, 15.000 fueron ejecutados.
Lo cierto es que gracias al Pacto de Hitler-Stalin, la Alemania nazi logró incrementar su capacidad militar mientras que la URSS se debilitaba. En 1941, luego de conquistar 10 países europeos, Alemania había aumentado su capacidad de producción de armamentos en un 75% en relación a 1939, además de aumentar varias veces su capacidad de producción minera, de petróleo y de alimentos.
El “Comandante Supremo” huye frente a Barba Roja
El 22 de junio de 1941, a las 3 de la madrugada, 153 divisiones de Hitler cruzan el rio Bug; el mismo rio que pasa por Brest-Litovsk. Era la llamada Operación Barba Roja, la cual movilizó 2.700 aviones, 3.000 tanques, 600.000 caballos y 4 millones de soldados. En la mayor operación militar de todos los tiempos, Hitler quería asestar un golpe rápido y certero contra el estado obrero.
La operación no debía ser una sorpresa para Stalin, pues los servicios secretos soviéticos que actuaban en Alemania y Japón ya habían proporcionado la información con precisión milimétrica. Sabían con exactitud el día y la hora del ataque, pues el servicio secreto ruso en Alemania, comandado por Leopold Trepper, contaba con el taquígrafo de del alto comando alemán como uno de sus agentes.
Pese a esta información, el ataque fue sorpresivo para el Ejército Rojo. Stalin no creyó en las informaciones de sus propios agentes, y confiaba más en su “aliado”. Cuando empezó el ataque, el “Comandante Supremo” Stalin se escondió durante 10 días, en una profunda crisis, dejando al ya descabezado Ejército Rojo sin ninguna orientación para defenderse ante el ataque nazi.
En tan solo las primeras 3 semanas de combate, fueron destruídos 3.500 aviones de la URSS, 6.000 tanques, 20 mil piezas de artillería. En un mes, los alemanes habían perdido 97.200 hombres y los soviéticos 350.000; los alemanes habían apresado a 819.000 soldados rusos y frente a tan solo 5.335 soldados alemanes prisioneros en la URSS.
Stalin salió de su escondite 11 días después del inicio del ataque de los alemanes. A través de la radio, se dirigió a toda la población:
“Todos los ciudadanos soviéticos deben defender cada centímetro de su piso, deben luchar hasta la última gota de sangre, con la iniciativa y osadía propias de nuestro pueblo”.
A partir de ahí se organizó la verdadera resistencia contra el nazismo. No gracias a Stalin, sino al pueblo soviético, a que las masas lucharon de manera heroica dando “hasta la última gota de sangre”. A pesar de las traiciones de su dirigente, a pesar de la represión que dejó desarmado al Ejército Rojo, los pueblos de la URSS lograron enfrentar al nazismo.
La última gran batalla fue en Stalingrado. El 2 de agosto de 1942 los alemanes cercaron la ciudad con cerca de 300.000 soldados. Pero un millón de soldados rusos, del pueblo, inexperimentados, recién incorporados al Ejército Rojo; rodearon a los cercadores. La batalla se extendió durante 5 meses, hasta el 5 de febrero de 1943.
Fueron 26 millones de vidas soviéticas las que se perdieron durante esta guerra y una terrible destrucción arrasó toda la URSS. La alianza militar de la URSS con Inglaterra y EEUU llegó muy tarde, pero aun así esta no fue del todo lo que determinó la victoria contra Hitler.
La resistencia de los pueblos a pesar y en contra del estalinismo
La miopía de la burocracia estalinista no le permitió prever que los pueblos en Europa se levantarían en una enorme resistencia contra el nazismo. Que los soldados soviéticos, ingleses y estadounidenses combatirían férreamente, y que los pueblos apoyarían este combate. Que en la URSS los pueblos lucharían en el frente de batalla como soldados para defender al estado obrero, que resistirían como partisanos en las zonas ocupadas y que en todos los países se organizaría la resistencia antinazista.
Una vez derrotado Hitler, Stalin junto a sus nuevos amigos Churchill y Roosevelt, posaba como el usurpador principal de la lucha contra el nazismo. Una lucha que fue ganada por los pueblos, muy a pesar de la miopía y la traición de ese organizador de derrotas.
Cuando las cláusulas secretas del pacto Ribbentrop-Molotov quedaron expuestas con la caída del Tercer Reich, el estalinismo negó su veracidad rotundamente. Repitieron durante décadas que estas fueron una invención de los países capitalistas para “desprestigiar la lucha de Stalin” contra el nazismo.
Así se enseñó en los libros de historia de las escuelas en la URSS y esto fue repetido infinidad de veces por los Partidos Comunistas en el mundo hasta las protestas contra la burocracia soviética en los 80’s. En el cincuentenario de la firma del acuerdo Ribbentrop-Molotov se organizó la “cadena báltica” exigiendo la retirada de las tropas de ocupación soviética. Un millón y medio de personas se tomaron de la mano por más de 600 kilómetros y conectando las tres capitales bálticas: Tallin, Riga, y Vilna.
La lucha de los pueblos de Estonia, Letonia y Lituania continuó, ahora por liberarse del yugo del autoritarismo estalinista. Pese a ser una protesta pacífica, fue reprimida por el estado. Aun así, la lucha continuó y el gobierno de la URSS acabó reconociendo la veracidad del pacto.
En 1942, cuando Leopold Trepper regresó a Moscú después de la guerra, se presentó ante su supervisor para solicitar su próxima asignación. El que fuera el agente secreto que arriesgó su vida para indicar con precisión la hora y fecha del ataque de la Alemania nazi, interrumpió a su supervisor para preguntar por qué no se había hecho nada con sus informaciones para preparar las defensas soviéticas.
Sin respuesta, fue detenido y enviado a Siberia durante diez años. El “Comandante Supremo” Stalin, no podría ser cuestionado ahora que nuevamente usurpaba el puesto que le pertenecía a la resistencia y heroísmo de los pueblos.