Vie Abr 19, 2024
19 abril, 2024

¿Qué tenemos que aprender de Plutón?

Sí, la ciencia se equivoca. La sonda New Horizons apenas llegó a Plutón y ya demuestra la importancia de misiones como esta que, para nuestra comprensión sobre el universo y nuestro propio planeta, nos llevan a cuestionar todo lo que pensábamos saber sobre la formación planetaria y los mecanismos que mantienen calientes los núcleos de los planetas.

Turnándose con Neptuno como el cuerpo orbital supermasivo más distante del Sol, confinado a la periferia helada del sistema solar desde los principios de esa formación, sometido a temperaturas medias de -226 ºC en su superficie y peligrosamente próximo al cinturón de Kuiper (región de origen de meteoros y cometas que bombardean el sistema solar), todos esperábamos de Plutón una superficie marcada por impactos y punteado de cráteres.

Para sorpresa general, las imágenes enviadas por la sonda New Horizons nos muettstran que la superficie del planeta-enano es inesperadamente reciente, con picos escarpados de hielo muy altos, tanto como nuestras mayores montañas rocosas, y con muchas menos señales de impacto de lo que podríamos esperar, elementos que sugieren que Plutón mantiene su actividad geológica, renovando su superficie y que aparenta no tener más que algunas decenas de millones de años, un “parpadeo” en la escala del tiempo planetario.

¿Qué explica que un cuerpo tan pequeño (menor que  nuestra Luna y con una densidad muy inferior a la de nuestro satélite natural, impregnada en una región de frío extremo por miles de millones de años) consiga mantener su actividad geológica? ¿De dónde viene la energía que mantiene caliente el núcleo de Plutón y muy, probablemente, mantiene agua en estado líquido en las capas intermedias del planeta, bajo su manto de hielo? Nadie, en la Tierra, sabe explicar esto.

Y las sorpresas no paran ahí, la superficie de Caronte, la principal luna de Plutón, parece seguir el mismo patrón, presentando una superficie increíblemente reciente. Todo indica que Caronte presenta el mismo fenómeno misterioso que mantiene activo al núcleo de Plutón.

Tal descubrimiento parece contrariar todo lo que pensábamos saber sobre los fenómenos radioactivos que mantienen calientes los núcleos planetarios. Todos los pronósticos, hasta ahora, nos llevaban a creer que Plutón debería ser un pedazo completamente congelado e inactivo de hielo y roca, trazando su excéntrico itinerario por la periferia do sistema solar.

Incluso, ni la fricción generada por la interacción gravitacional entre Plutón y sus lunas, ocasionando el fenómeno da fuerza de marea, parece capaz de explicar la actividad geológica enPlutón y Caronte, dada sus masas relativamente pequeñas.

¿Qué nuevos conocimientos nos puede revelar la solución de este misterio? ¿Cuáles son sus desarrollos para nuestra comprensión del cosmos y de la historia de nuestro propio planeta? Nadie parece capaz de responder en este momento.

La exploración espacial, que sufre las consecuencias de los sucesivos recortes de inversiones, desde que la carrera espacial dejó de cumplir su papel como escenario de disputa ideológica entre el imperialismo yanqui y la burocracia estalinista de Moscú, una vez más demuestra su capacidad de expandir la comprensión humana sobre el universo y nosotros mismos, algo que la historia ya demostró puede ser decisivo para nuestro futuro.

Sí, la ciencia se equivoca. Los pronósticos pueden fallar y el conocimiento que pensamos tener sobre la realidad  puede demostrarse fallido o incompleto cuando es confrontado con esa propia realidad, mucho más rica y fascinante de lo que puede soñar nuestra imaginación. Este es el verdadero poder de la ciencia: ser capaz de reconocer sus propias limitaciones, corregir sus fallas y aprender con ellas, para presentarnos una visión cada vez más completa y correcta de los hechos. En este juego dialéctico que confronta la realidad sin negar su carácter objetivo, la ciencia nos permitió emerger de las cavernas de la ignorancia para explorar la inmensidad del Cosmos.

Cuando se equivocan, los científicos, de buena o mala voluntad, se sienten forzados a volver al tablero de dibujo y regresar al trabajo, buscando corregir esos errores. La ciencia reconoce la importancia de descartar viejas certezas y abrazar el cambio, sólo que no está dispuesta a hacerlo de forma ligera.

Si incluso el combatido programa espacial norteamericano de la actualidad (esta sombra lúgubre de lo que ya fue la NASA y que, en el auge de la carrera espacial, fascinó al mundo con la llegada del hombre a la Luna y nos legó conquistas tecnológicas que van desde la tecnología de microondas a las heladeras de teflón) aún es capaz de brindarnos estos descubrimientos fascinantes, imaginen solo qué descubrimientos y conquistas gloriosas nos aguardan si nos mostramos capaces de superar todo el egoísmo y la estupidez impuestos por lo capitalismo a la humanidad, en el actual momento histórico.

Sí, nos equivocamos. La ciencia, como toda creación humana, sólo refleja nuestra propia falibilidad. Pero, de la misma forma como la ciencia, humildemente, es capaz de aprender con sus errores y avanzar, cambiar los rumbos de nuestro futuro solo depende de nosotros mismos. ¡Manos a la obra! Al final, aún hay mucho allá afuera esperando para ser descubierto y hay mucho potencial en la humanidad para que nos dejemos desaparecer de la existencia sin luchar. El futuro nos sonríe con una promesa, solo depende de nosotros tomarla.

Traducción Laura Sánchez

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