¿Qué es Hezbolá?
Los ataques genocidas llevados a cabo por el Estado de Israel contra el pueblo libanés y la organización Hezbolá plantean la necesidad de un análisis más profundo sobre esta importante organización.
Por: Fabio Bosco
Hezbolá es hoy el principal partido burgués del Líbano, con una extensa red de asistencia social, una milicia que es la principal fuerza militar del país, mayor que el propio ejército nacional, y sólidas relaciones con el régimen iraní.
Su origen se remonta a 1982, en plena guerra civil y la invasión del Líbano por tropas israelíes, a partir de la confluencia del despertar político de la comunidad chiita libanesa tras la Naksa (1967) [derrota y segundo destierro palestino, ndt.] y la revolución iraní de 1979.
Otros dos acontecimientos históricos importantes moldearán el perfil de Hezbolá: las políticas neoliberales tras el fin de la guerra civil libanesa (1975-1990) y la intervención en la revolución siria (2011-2016).
El despertar chiita
Marginada social y políticamente desde la independencia del país y el Pacto Nacional de 1943, la comunidad chiita vivió un despertar político a partir de la Naksa (la derrota de los países árabes contra Israel en la Guerra de los Seis Días de 1967). Las corrientes panarabistas (nasserismo, baazismo), marxistas (PCL y otras organizaciones) y las organizaciones palestinas ganaron gran influencia entre los sectores más empobrecidos de la comunidad chiita en el sur del Líbano y en el valle de la Bekaa, en detrimento de los terratenientes tradicionales (za’im ), siendo Kamil As’ad el más famoso de ellos.
Para contrarrestar la creciente influencia del panarabismo y del socialismo, la burguesía libanesa, a través del Estado, anima al líder político y religioso Musa al-Sadr, quien, junto con el presidente del parlamento Hussein al-Husseini, funda en 1974 el movimiento de los desposeídos (mahrumim en árabe), y su brazo armado, AMAL. Su atractivo político estaba dirigido a los sectores más empobrecidos de la comunidad chiita, combinando religión, justicia social y anticomunismo.
Después de la “desaparición” de Musa al-Sadr en Libia en 1978 (atribuida al dictador Muammar Gadafi), el movimiento quedó vinculado política y financieramente al régimen sirio, entonces potencia ocupante del Líbano desde 1976.
En 1982, los vientos de la revolución iraní provocaron una ruptura en AMAL, formándose el Partido de Dios – Hezbolá. Su discurso político se dirige también a las capas chiitas más empobrecidas, y su popularidad crece a partir de su amplia red de asistencia social y de acciones militares contra las tropas estadounidenses y francesas en 1983, las que tuvieron que salir el país, y de las acciones contra la ocupación israelí.
En este momento histórico, las organizaciones comunistas lideraban la resistencia libanesa que logró expulsar a las tropas israelíes de la capital y, por eso, ampliaron su influencia entre el pueblo libanés, particularmente entre los trabajadores y campesinos chiitas.
El primer programa de Hezbolá
La “Carta abierta a los oprimidos del Líbano y de todo el mundo” (mustazafin en árabe) del 16 de febrero de 1985 presentaba una posición fuertemente antiimperialista, antisionista y contraria a la extrema derecha libanesa representada por la Falange. La Carta establecía como estrategia la expulsión de Estados Unidos, Francia e Israel de las tierras libanesas y la sumisión de los falangistas libaneses a la justicia.
Además, declararon como aliados a todos los oprimidos del mundo y a las organizaciones e individuos que luchaban contra los mismos enemigos, y no tenían ningún objetivo de atacar a Hezbolá. También anunciaron a los musulmanes y cristianos pobres del Líbano que, a pesar de defender un sistema de gobierno islámico, Hezbollah acepta la decisión soberana democrática del pueblo libanés sobre el sistema de gobierno.
La declaración de amistad con otras organizaciones antiimperialistas no duraría mucho. A partir de 1987, Hezbolá comenzó a disputar por todos los medios la hegemonía entre la comunidad chiita en detrimento de los comunistas y de AMAL. Durante este período, el principal intelectual marxista libanés, Mahdi Amel, fue asesinado. Al final, las organizaciones comunistas son perseguidas y marginadas. Esta ofensiva anticomunista también fue llevada a cabo por el régimen iraní para erradicar la influencia de varias organizaciones socialistas en la revolución iraní, como el Partido Comunista, los Fedayines del pueblo, los Muyahedines del pueblo y los grupos kurdos. En 1989, el ayatolá Khomeini ordenó el juicio sumario y la ejecución de unos tres mil comunistas presos. AMAL, debilitada, se preserva sobre la base de un entendimiento entre el régimen iraní y el régimen sirio.
Por otro lado, Hezbolá mantuvo su compromiso de no imponer un sistema de gobierno islámico contra la voluntad popular, adhiriendo completamente al régimen confesional y buscando, como se describió anteriormente, una amplia hegemonía entre los chiitas, y una alianza con sectores confesionales y cristianos, sunitas y drusos.
El fin de la guerra civil y la reconstrucción neoliberal del país
El acuerdo de Taif de 1989 selló un acuerdo entre la mayoría de la elite libanesa para poner fin a la guerra civil. Dividió los poderes en partes iguales entre las fuerzas políticas cristianas y musulmanas en el parlamento y transfirió poderes de la presidencia al gabinete del primer ministro. Esta redistribución de poderes benefició particularmente a las burguesías sunita y chiita.
La reconstrucción del país, devastado por 15 años de guerra civil, se basó en políticas neoliberales, como la atracción de capitales extranjeros, la especulación inmobiliaria, las privatizaciones y el libre mercado, que aumentaron la desigualdad y la exclusión social.
En ese momento, Hezbolá, ya el principal partido político chiita, amplía su base social hacia la burguesía chiita (principalmente la burguesía comerciante con negocios en África) y los sectores medios chiitas que comienzan a formarse a partir de una mayor participación en los negocios gubernamentales y de los fondos de reconstrucción.
Desde entonces, las fuentes de financiación se han diversificado. Además del régimen iraní, Hezbolá está financiado por la burguesía y los sectores medios chiitas, y por los negocios establecidas por el propio partido en diversos sectores como supermercados, tiendas, gasolineras, restaurantes, agencias de viajes y empresas constructoras.
Lentamente se va gestando un cambio profundo en la base social y en la composición de la dirección de Hezbolá, inicialmente basada en las capas más pobres de la comunidad chiita y dirigido por religiosos chiitas, hacia la burguesía chiita, y con una presencia creciente de nuevos cuadros educados en universidades de elite en el país. Al mismo tiempo, el sur del Líbano ya no tiene las tasas de pobreza más altas, siendo reemplazado por el norte del país, alrededor de Trípoli y Akkar, donde la comunidad más grande es sunita. En Dahye, sectores chiitas empobrecidos conviven con una adinerada clase media chiita y sus coches de lujo.
La orientación hacia los intereses de la burguesía chiita es visible en la intervención de Hezbolá en el movimiento sindical. La CGTL jugó un papel importante antes de la guerra civil en la superación de las divisiones religiosas y uniendo a los trabajadores en torno a sus intereses de clase. Hezbolá trabajó contra esta orientación clasista y formó sindicatos y asociaciones confesionales, buscando dividir a la clase trabajadora y subordinar los intereses de los trabajadores chiitas a los de la burguesía chiita.
Su apoyo militar a la dictadura siria y la caída de apoyo popular
En marzo de 2011, la clase trabajadora siria se levantó contra la dictadura de la dinastía Assad, como parte de la ola de revoluciones que barrieron los países árabes. La fuerza de la revolución destrozó la base de apoyo de la dictadura y dividió a las fuerzas armadas. Para evitar su caída, el régimen sirio recurrió al apoyo de milicias políticamente vinculadas al régimen iraní, incluido Hezbolá.
Estas milicias han participado en varias masacres contra la población siria. Hezbolá, anteriormente admirado por su lucha contra Israel, comenzó a ser repudiado por la población siria. En el Líbano, comenzó un amplio cuestionamiento sobre la participación de las milicias de Hezbolá en Siria, después de todo, el mantenimiento de las milicias del partido siempre estuvo justificado por la lucha contra el Estado de Israel, y no por matar a sus hermanos y hermanas árabes. Más intensa fue la decepción de las familias de los miles de combatientes de Hezbolá muertos en Siria.
El enorme desprestigio político resultante de la intervención en Siria supuso un salto de calidad respecto de acontecimientos anteriores como el levantamiento libanés de 2005 contra la presencia de tropas sirias en el país, al que Hezbolá se opuso. El desgaste de 2005 fue compensado, en parte, por la invasión israelí de 2006, a partir de la cual Hezbolá recuperó un amplio apoyo popular.
Posteriormente, Hezbolá actuó contra la llamada “Revolución de Octubre” de 2019, un levantamiento popular contra el deterioro de las condiciones de vida y contra el régimen confesional libanés. Su papel en la represión del levantamiento solidificó su desprestigio entre la población en general, aunque mantuvo un apoyo mayoritario entre la comunidad chiita, una de las principales del país (entre 31% y 39% de los libaneses residentes en el país son chiitas).
Ni terrorista ni revolucionario
Hezbolá no es una organización terrorista, como afirman Israel y el imperialismo occidental. Tampoco es una organización revolucionaria. Se trata de un partido político burgués profundamente arraigado en el régimen confesional libanés y principal representante de la comunidad chiita, entre la que prácticamente ha construido un subestado chiita dentro del Estado libanés.
No es correcto decir que Hezbolá es sólo un brazo iraní en el Líbano. Se trata de un partido político libanés vinculado a los intereses de la burguesía chiita libanesa y también un gran aliado del régimen iraní.
La clase trabajadora libanesa tiene muchos desafíos por delante a escala nacional, regional e internacional. La lucha contra las políticas neoliberales que llevaron al empobrecimiento de la clase trabajadora y la lucha por el fin del régimen confesional libanés son estratégicas y se enfrentarán contra los intereses de Hezbolá y de todos los demás partidos políticos burgueses en el Líbano.
En la región, el desafío de la clase trabajadora libanesa es unirse con la clase trabajadora palestina, siria y de todos los países árabes contra el Estado de Israel y contra los regímenes árabes. En la lucha contra Israel, la clase trabajadora debe hacer unidad de acción con todas las fuerzas que forman parte de la lucha antisionista, incluido Hezbolá, manteniendo siempre su organización independiente. En la lucha contra los regímenes árabes, la clase trabajadora no encontrará aliados entre los partidos burgueses.
En escala internacional, la clase trabajadora tendrá que luchar contra la dominación imperialista, ya sea del imperialismo occidental (Estados Unidos, Europa) o de los nuevos imperialismos ruso y chino.
En el camino de la lucha por el fin de la dominación imperialista y por la liberación de Palestina, la clase trabajadora deberá organizarse independientemente de todos los partidos burgueses, incluido Hezbolá, para luchar por el poder para la clase trabajadora en cada país, hacia una federación socialistas de países árabes.
Traducción: Natalia Estrada.