Preparando la lucha contra la política anti-inmigrante de Trump
Por Carlos Sapir – Voz de los Trabajadores
Aunque aun no quedan claros los detalles específicos de los planes de Donald Trump para su segunda administración, uno de los puntos retóricos clave de su campaña fue un ataque retórico generalizado y brutal contra los inmigrantes. Según la campaña de Trump, la de los políticos cercanos a él, e incluso la de algunos de sus oponentes demócratas, los inmigrantes representan hoy una «invasión» militar literal, además de amenazar supuestamente con destruir la economía y ahogar a EEUU en drogas, tráfico sexual y otros delitos.
Por supuesto, esta «invasión» no existe: los inmigrantes no son elementos antisociales y, al contrario de perjudicar a la economía, son un pilar vital de la clase trabajadora estadounidense. Pero el hecho de que las acusaciones de Trump contra los inmigrantes sean mentiras no cambia la realidad de que está prometiendo públicamente utilizar todos los recursos del Estado para llevar a cabo deportaciones masivas. No se sabe si en verdad va a conseguir utilizar el ejercito para aumentar las deportaciones, pero debemos prepararnos para hacer frente a estos posibles ataques enormes contra nuestras comunidades.
Aunque las amenazas a las que nos enfrentamos son grandes, existe una larga historia de organización comunitaria y sindical para proteger a los inmigrantes indocumentados en este país, una historia que incluye el primer mandato de Trump entre otras administraciones. A lo largo de su primer mandato, los descarados ataques de Trump contra los inmigrantes fueron recibidos con manifestaciones de solidaridad masiva, no sólo de las comunidades inmigrantes que en gran medida dirigieron y soportaron el peso de esta lucha, sino también de la población en general, con momentos como el intento de prohibición musulmana que dieron lugar a movilizaciones masivas espontáneas que ocuparon aeropuertos. Se formaron redes de respuesta rápida que crecieron por todo el país, al mismo tiempo cumpliendo tareas de apoyo inmediato a los inmigrantes y preparando un marco para la organización política más profunda.
Sin embargo, quizá el momento más significativo del movimiento estadounidense por los derechos de los inmigrantes sigue siendo las movilizaciones masivas del «Día sin Inmigrantes» del 1 de mayo de 2006. En respuesta a una demonización similar por parte de la administración Bush (que a su vez se basaba en las políticas de militarización de las fronteras ampliadas enormemente por Bill Clinton), millones de personas salieron a la calle y demostraron el tamaño y el poder de la comunidad inmigrante trabajadora. Estas movilizaciones no sólo pusieron fin a las políticas y la retórica reaccionarias, sino que revitalizaron todo el movimiento obrero: tras décadas de represión anticomunista, el Primero de Mayo volvió a su lugar de nacimiento en el movimiento obrero estadounidense como día de celebración, solidaridad y lucha, y desde entonces ha sido reconocido anualmente por los sindicatos y otras organizaciones norteamericanas de la clase obrera.
Ahora es el momento de discutir concretamente cómo nos defenderemos a nosotros mismos, a nuestros compañeros de trabajo y a nuestros vecinos. En los sindicatos, tenemos que prepararnos para responder a las redadas que atacan nuestros sitios de trabajo. Se trata de una tarea vital no sólo para defender a los inmigrantes, sino también para que los sindicatos puedan funcionar: un sindicato que no pueda defender a sus miembros de la deportación arbitraria no podrá defender de forma creíble a ninguno de sus miembros cuando se enfrente a la patronal. Las resoluciones de solidaridad pueden ayudar a educar a los compañeros de trabajo sobre la importancia de esta lucha, y también pueden proporcionar una base para movilizar al sindicato hacia nuevas acciones políticas en defensa de los inmigrantes. Paralelamente a este esfuerzo, debemos formar y reforzar grupos comunitarios de respuesta rápida que vigilen la actividad de la migra, presten ayuda a las personas perseguidas y permitan a la gente vivir tranquilos con cierta seguridad. Reuniendo a decenas o cientos de personas frente a los intentos de ataques antiinmigrantes, podemos proteger a nuestras comunidades contra las redadas. Organizando más allá las grandes protestas para exigir el fin de las deportaciones y por plenos derechos para todos los trabajadores, pasamos a la ofensiva. Así demostramos el peso económico y político que tienen realmente los inmigrantes como columna vertebral de la economía, que son nuestras comunidades las que el gobierno está atacando, y que no permitiremos que nuestras comunidades sean destrozadas sin luchar.
También es muy posible que la próxima oleada de ataques contra los inmigrantes se dirija contra comunidades que no han sufrido tanta persecución en el siglo XXI. En particular, los inmigrantes chinos ya están siendo denunciados como supuestos «agentes extranjeros» por Trump, como parte de una marcha bipartidista hacia una posible guerra con China. Las redes existentes de defensa de los derechos de los inmigrantes deben ampliar su alcance y establecer vínculos con todas las comunidades de inmigrantes para fortalecernos y prepararnos para las posibles amenazas que se avecinan.
Aunque quedan importantes obstáculos por delante y mucho trabajo por hacer, estos retos se han superado en el pasado y los podemos superar de nuevo. Tanto el movimiento obrero estadounidense como el movimiento obrero internacional no existieran si no fuera por las incansables contribuciones de los trabajadores inmigrantes de todo el mundo, que trabajan, se organizan y luchan en condiciones de feroz represión estatal y xenofobia antiinmigrantes. Ahora nos enfrentamos de nuevo a una terrible amenaza contra nuestra existencia. Pero movilizándonos de manera masiva, con el apoyo de nuestros sindicatos y de la capa más amplia de personas dispuestas a levantarse y enfrentarse a los ataques racistas contra personas inocentes, no sólo podemos hacer retroceder estos ataques, sino también, al mismo tiempo, construir un movimiento dispuesto a ejercer su poder y luchar por el cambio político.