¿Por qué bombardea EEUU a Irak otra vez?
Por Carlos Sapir
Estados Unidos lanzó una serie de ataques aéreos contra objetivos en Irak y Siria, matando a decenas, con civiles entre los muertos y heridos entre las víctimas. El gobierno de Biden ha declarado que estos ataques fueron en respuesta a los ataques contra las fuerzas estadounidenses en Jordania e Irak, una explicación que exige la siguiente pregunta: ¿Qué están haciendo las fuerzas estadounidenses en el territorio Jordania, Siria e Irak?
A pesar del fin oficial de la invasión estadounidense de Irak, en 2011, que dejó tras de sí un Estado iraquí disfuncional, dividido en líneas sectarias y sumido en la pobreza, la corrupción y la violencia, Estados Unidos ha mantenido fuerzas militares que suman miles de soldados en Irak y en los países vecinos, cuya misión es proteger los intereses estadounidenses en la región. Estas fuerzas son los brazos del imperialismo estadounidense y sirven tanto de obstáculo a cualquier autodeterminación genuina de los pueblos de Irak, Jordania y Siria como de plataforma de lanzamiento de amenazas contra Irán.
Si bien esto ya es motivo suficiente para denunciar la maquinaria de guerra de Estados Unidos y exigir que los soldados vuelvan a casa de todos los destacamentos en el extranjero, vale la pena señalar la particular inutilidad y falta de sentido de la actual ronda de bombardeos, incluso desde la perspectiva del propio imperialismo estadounidense. Al igual que en Yemen, donde Biden ha admitido abiertamente que los ataques aéreos de su gobierno continuarán a pesar de la comprensión de que no van a lograr su objetivo táctico declarado de poner fin a los ataques de militantes Houthi contra el transporte marítimo internacional, los bombardazos en Irak y Siria no tienen ningún plan real detrás de ellos, más allá de causar destrucción cerca de aquellos que se han atrevido a oponerse a los aliados del imperialismo estadounidense.
Cuando el gobierno estadounidense afirma que está defendiendo el orden en Yemen, Siria o Irak, es importante recordar el verdadero motivo de sus maniobras militares: mitigar las consecuencias de la invasión genocida de Gaza por Israel. Lejos de proteger la paz, los ataques aéreos estadounidenses están protegiendo una guerra; son una represalia a la represalia contra el desmedido asalto de Israel contra los palestinos. El ejército estadounidense no lucha contra la inestabilidad en Oriente Medio, es su causa principal. Su apoyo a Israel es incompatible con cualquier forma de democracia en el mundo árabe, y los crímenes de Israel contra los palestinos inspirarán continuamente una justa resistencia armada contra él.
El plan de batalla del gobierno estadounidense es bastante claro: espera ahogar el grito palestino de libertad con una violencia sin sentido contra cualquiera que se atreva a contrariarlo, todo ello mientras se acerca cada vez más a un conflicto militar directo con su principal rival regional, Irán. Cuando se considera que Rusia también ha manteniendo activos militares en Siria y lleva a cabo periódicamente sus propios ataques aéreos imperialistas allí, las maniobras militares de Estados Unidos en Siria amenazan aún más la posibilidad de una confrontación interimperialista directa y con ella todas sus desastrosas consecuencias.
Como vivimos en Estados Unidos, debemos oponernos ferozmente a los intentos del gobierno estadounidense de encubrir un genocidio con más violencia, así como denunciamos a cada uno de los intentos de imponer o mantener la dominación imperialista estadounidense sobre otros países. Nos corresponde a nosotros construir un movimiento de masas amplio y de principios que se oponga al militarismo estadounidense. Para detener esta agresión, no podemos confiar ni siquiera en los demócratas más izquierdistas del Congreso, que habitualmente respaldan el presupuesto militar que permite a Estados Unidos llevar a cabo estos ataques. Es nuestro poder para movilizar a la gente en las calles lo que obligará al gobierno a ceder, como ocurrió con el gobierno pro-guerra de Nixon, que sin embargo se vio obligado a abandonar Vietnam.
Los trabajadores y todas las personas concientes debemos reconocer nuesrtra propia fuerza, fuera de los órganos de nuestro gobierno corrupto e irresponsable, y exigir un fin a los intentos de Estados Unidos de mantener una hegemonía violenta sobre el Oriente Próximo. Al hacerlo, podemos plantar las semillas de un movimiento obrero capaz de desafiar el dominio capitalista desde Washington hasta Bagdad.
– ¡Alto a los bombardeos en Yemen, Irak y Siria!
– ¡Fuera Estados Unidos del Medio Oriente!
– ¡Fin al apoyo estadounidense al genocidio israelí contra los palestinos!