Perspectivas en El Salvador para el 2022.

Hemos cerrado el 2021 con importantes sucesos en nuestro país que han afectado directamente a la clase trabajadora. Entre los más importantes podemos mencionar: El aumento galopante del costo de la vida y la inflación además de la imposición del bitcoin como moneda de curso legal; el aumento en la cantidad de desaparecidos y el control permanente de las pandillas en las comunidades; los efectos de la pandemia no solo en cuanto a luto y dolor en tantas y tantas familias (además del pobre acceso a datos reales de la afectación de la pandemia en el país) sino también en las graves denuncias de abusos y corrupción en la compra de insumos y distribución de ayuda económica o en paquetes alimentarios de parte del gobierno; las denuncias de negociaciones entre el gobierno y las pandillas; la toma de las instituciones y las amenazas a las libertades democráticas de parte de Bukele y el aparente pleito Bukele-EEUU.
Por Plataforma de la Clase Trabajadora – El Salvador
En cada una de estas situaciones podemos leer con claridad la hipocresía que el presidente de la Republica practica pues mientras vocifera estar del lado de la gente y no alinearse y hasta distanciarse del imperio del norte, reivindicando la soberanía nacional, por otra parte, se constituye en el valedor e impulsor de las políticas imperialistas no solo estadounidenses sino también del gigante asiático chino. Lo que debemos entender es que Bukele solo representa a un grupo oligárquico distinto al que conocíamos, que era minoría en el pasado y que ha venido consolidando su influencia y su poder hasta nuestros días. Resulta obvio también que estamos ante un régimen político autoritario, unipersonal, en el que se nos presenta un personaje alrededor del cual gira todo el gobierno y que se ofrece a sí mismo como salvador y que busca aprobación popular mediante su presencia constante en los medios de comunicación tradicionales y nuevos, haciendo que su versión de la realidad sea aceptada y entendida como la única verdad, eludiendo el poder de los demás órganos del Estado, en el caso particular de nuestro país, incluso, cooptándolos, pero que además rinde culto y se apoya en el aparato represor del estado: ejército y policía. Lo que acabamos de describir tiene un nombre, se llama Bonapartismo que es el régimen en el cual la clase económicamente dominante, no cuenta con los medios necesarios para gobernar con métodos democráticos y se ve obligada a tolerar (para preservar la propiedad privada) la dominación incontrolada del gobierno por un aparato militar y policial, es decir, por un personaje que bien podría llamársele “salvador”, es este un régimen personal que se eleva por encima de la sociedad y concilia con ambas clases sociales, pero al mismo tiempo, protege los intereses de la clase dominante. En un futuro articulo profundizaremos en el estudio y entendimiento del bonapartismo.
Esta caracterización nos permite comprender también el camino que hasta hoy ha recorrido Bukele. Las medidas autoritarias impulsadas por este personaje encuentran explicación justamente en su empedernida necesidad de control. Para ostentar el poder debe ejercer control. Hablamos de un control sobre la conciencia de las personas. Por eso su despilfarro en la llamada “comunicación”. Es sumamente preocupante darse cuenta del costo económico que tiene para el bolsillo de los salvadoreños cada una de sus puestas en escena, que son meticulosamente cuidadas, pero que ya resultan cada vez menos convincentes por la escasa naturalidad con las que se suceden los hechos. El carácter represivo que empezó a mostrar al inicio de la pandemia COVID-19, resulto ser la punta de un iceberg que a medida ha ido avanzando en su sed de control total, se han mostrado con mayor claridad y, si bien aun presume de no haber lanzado ni una lata de gas lacrimógeno contra los que no piensan como él, lo cierto es que sí ha desatado una verdadera cacería de brujas contra todo lo que huela a oposición (no hablamos aquí nada mas de partidos políticos sino también de personas u organizaciones que han elevado su voz denunciando los desmanes del régimen).
A pesar de todo lo dicho hasta aquí, las últimas encuestas del 2021 mostraban el fuerte apoyo popular que aun ostenta Bukele. Esto es fácilmente explicable al comprender que sigue encumbrado en sus diatribas contra los mismos de siempre y este mensaje sigue calando hondo en la conciencia de las masas hartas de tantos años de engaños, miseria y robo por parte de los partidos tradicionales en nuestro país. Aunado a esta realidad, no hay que olvidar que tiene un gran control de la narrativa del día a día del salvadoreño y es especialista en montar cortinas de humo cuando aparece algún tema que no le es favorable. Un tercer elemento que ayuda a entender ese gran apoyo es que las medidas de ajuste crudo y duro que tiene que realizar, las ha podido ir posponiendo y a fuerza de deuda pública cada vez más cara, ha podido hacer llegar a las personas del país algunas medidas, si bien insuficientes y hasta cosméticas algunas, lo bastante bien publicitadas y estratégicamente colocadas para ganarse el apoyo del pueblo, que ha visto en esas medidas, cosas diferentes a las que vio por décadas de parte de los políticos tradicionales. Esto no debe distraer a nuestra clase para ignorar o no querer ver que también existen muchísimas otras medidas que son el calco y el perfeccionamiento de las que se usaron antes para trasquilar el aparato estatal en obvio detrimento de los intereses de las grandes mayorías. Pero el 2021 dejo también ya varias medidas que resultaron tremendamente impopulares como fueron la imposición del bitcoin, la falta de una reforma digna de pensiones, la inmensa cantidad de despidos en las municipalidades con la concentración del FODES y la galopante inflación con la que cerramos el año. Ninguna de las mencionadas medidas es de beneficio para la gente y han comenzado ya a calar en el bolsillo y en el estomago de los que están sufriendo las consecuencias del despilfarro y de la deuda.
De ahí es que surgieron precisamente los primeros esbozos esperanzadores de lucha. Por eso volvimos a ver a miles protestando en las calles. Esos miles representaron a una diversidad de sectores que incluso piensan y actúan de diferentes maneras, pero que decidieron marchar juntos ante el enemigo común: el régimen de Bukele y todo lo que representa en retrocesos y ataques a la clase trabajadora salvadoreña. Las protestas de septiembre 2021 fueron las más llamativas, pero también encontramos focos de resistencia y protesta en el interior del país, entre los estudiantes, los vendedores, los veteranos de guerra, los trabajadores públicos en las municipalidades y en los 3 órganos del Estado. Es verdad que los políticos tradicionales han querido ensuciar la legitimidad de estas protestas, y es por eso importante que no olvidemos la traición del FMLN, que desmonto y desactivo toda la organización social cuando fueron gobierno y en lugar de llevar adelante las medidas necesarias para el cambio de régimen, se ocuparon nada mas de engordar sus bolsillos y sus estómagos con lo que el mismo régimen les daba. Especial atención nos merecen también la importante cantidad de dirigentes sindicales que han comprometido a sus organizaciones en apoyo al gobierno de turno. Si bien es cierto esta no es una política nueva, si resulta preocupante que no solo comprometan el apoyo al gobierno, sino que además se constituyan en verdugos y atacantes de aquellos sindicalistas independientes que se atreven a cuestionar el rol que estos pseudo dirigentes están jugando contra la misma clase a la que dicen defender. Por eso es que las luchas de hoy no deben ser abanderadas por ninguno de esos políticos obsoletos que han demostrado no estar preocupados más que de su propio beneficio ni por los falsos dirigentes sindicales que han vendido su conciencia y a sus hermanos de clase. Debemos darles la espalda, romper con ellos y con sus trampas y cantos de sirena. A su vez se les tiene que exigir que rompan con el gobierno y se sumen a las luchas contra todas esas medidas que no benefician a la gente. Deben verse empujados a la unidad de acción frente al verdadero enemigo que es el régimen autoritario que golpea a la clase. La clase trabajadora salvadoreña no puede volver a confiar en el FMLN, ni en ninguno de los partidos electoreros, que solo vienen a ensuciar y a dar excusas al actual gobierno para justificar el hecho de ignorar el clamor de las protestas. Tampoco puede confiar en aquellos dirigentes sindicales que privilegian sus propias posiciones a costa del sufrimiento de sus bases, aunque el nombre de sus organizaciones sea aun recordado como organizaciones que lucharon en el pasado o que fueron muy representativas del sentir de la gente pero que hoy se han plegado al gobierno (STISS y AGEPYM son solo dos celebres malos ejemplos de lo que aquí estamos denunciando).
Justamente es este el gran reto que tenemos en el 2022: dejar de confiar en quienes nos traicionaron y comenzar a confiar más en la fuerza de la clase trabajadora luchadora, independiente de políticos y dirigentes fracasados e interesados en su propio lucro a quienes les tenemos que exigir romper con el gobierno y llamar a luchar, unidos, contra cada acto en contra del pueblo. No podemos descuidarnos, pues si algo es cierto es que vamos a experimentar la agudización de las medidas contra la gente en este nuevo año. El margen de maniobra de Bukele es cada vez menor y para que su régimen pueda subsistir solo quedan dos caminos: o deja de gastar o comienza a apretar al pueblo con mas impuestos regresivos. Y cuando el descontento aumente, veremos aumentar también la represión, tal cual lo explicamos en artículos pasados. La gran tarea de los luchadores para este nuevo año es ser fieles a la base, superar a quienes traicionaron a la clase, unificar las luchas y llamar a la unidad de acción en frentes de luchas para frenar las medidas de ajuste que se avecinan. En ese esfuerzo saltara la imperiosa necesidad de construir el instrumento político de la clase trabajadora, no para ganar elecciones sino para que, llegado el momento, dejemos de poner nuestras esperanzas en los candidatos burgueses que solo llegan a oxigenar al sistema y engordar sus bolsillos, trasquilando al pueblo, y nos decidamos a confiar única y exclusivamente en la fuerza de la clase trabajadora a la que orgullosamente pertenecemos y acompañaremos decididamente en sus luchas en este 2022.
BASTA DE MEDIDAS ANTIPOPULARES
BASTA DE ENGAÑOS Y MANIPULACION CONTRA LA GENTE
BASTA DE TRASQUILAR NUESTROS BOLSILLOS PARA ENGORDAR LOS DE ELLOS
A MAS REPRESION MAS LUCHA
POR LA CONTRUCCION DEL INSTRUMENTO POLITICO DE LA CLASE TRABAJADORA
ENERO 2022.