Mié Oct 16, 2024
16 octubre, 2024

Palestina: Las mentiras del sionismo y la complicidad de los grandes medios de comunicación preparan el terreno para la “solución final” de Israel en Gaza.

Por: José Welmowicki

El 7 de octubre quedará en la historia de la lucha por la liberación nacional en Palestina y en Medio Oriente. Fue el día en que la resistencia palestina logró infligir una derrota al ejército de ocupación y romper por un período el cerco a que los palestinos son sometidos diariamente por Israel desde hace 16 años. Una incursión preparada y coordinada logró romper la valla que rodea Gaza en varios puntos, valla que impide la salida de cualquier palestino. Las cámaras y los dispositivos de vigilancia no funcionaron porque los combatientes los inutilizaron. Hasta ese día, la fama acumulada por Israel en varias guerras contra sus vecinos árabes y la guerra permanente contra los palestinos le había otorgado un prestigio macabro, hasta el punto de que su tecnología de vigilancia, sus vehículos blindados de represión a la población venían siendo exportados a muchos países.

Fue un fiasco para el ejército israelí. En general, los especialistas del área señalan centralmente una falla del aparato de inteligencia, como el Mossad. En nuestra opinión, este no fue el único fracaso. La reacción de las tropas de la brigada que vigila a Gaza fue fácilmente derrotada por los militantes de Hamás. Según la información difundida, muchos oficiales e incluso coroneles y generales fueron encarcelados. La reacción del resto del ejército fue tardía y lenta. Lo que podría estar detrás de esta derrota son dos factores: 1) toda ocupación colonial lleva a un desgaste de las tropas involucradas y genera una creciente incapacidad para combatir. Es lo que pasó con las tropas francesas en Indochina y Argelia, las norteamericanas en Vietnam. Su actividad cotidiana es reprimir de manera perversa y cobarde a la población desarmada. 2) Cuando los oprimidos se rebelan y se enfrentan a esas tropas, estas no tienen confianza en sus fuerzas, se asustan por la reacción de los rebeldes oprimidos. En el caso de los soldados sionistas en Gaza, los vídeos grabados muestran este tipo de reacción de las tropas de guarnición encargadas de la represión en Gaza.

Pero lo que nos dicen y se ve abrumadoramente en los medios de comunicación es que todo se trató de un ataque terrorista de Hamás contra la población civil de Israel. No tiene otra causa a no ser la ‘saña asesina’ de esta organización.

Y como ocurrió en la guerra de Irak, y en muchas otras de Medio Oriente, se fueron difundiendo una serie de noticias falsas. La falsa historia de la supuesta decapitación de bebés llegó a ser publicitada por el presidente de EE.UU., Biden, quien incluso mintió diciendo que vio esas fotos, cuando era sólo una invención de un blogger ultraderechista israelí, sin ninguna comprobación. Esto terminó siendo desmentido, pero sin ningún destaque. Vídeos difundidos como evidencia de ‘ataques a civiles’ mostraban en realidad un ataque a una base militar israelí en que soldados sorprendidos intentaron esconderse de una columna de Hamás, que acabó invadiendo, y, posteriormente, esos mismos soldados aparecieron muertos. En otras palabras, fue una batalla militar. Y las invasiones de aldeas y barrios en ciudades israelíes vecinas a Gaza son presentadas como ataques premeditados contra civiles, cuando en una guerra asimétrica como esta entre el Estado de Israel y la Franja de Gaza, rodeada y sistemáticamente bombardeada, las aldeas y ciudades cercanas a Gaza son parte del dispositivo militar del ocupante, en este caso Israel, y, por lo tanto, tienen que ser enfrentadas cuando realizan una incursión militar en respuesta al cerco, son objetivos militares. Al menos, es así como Israel ha tratado durante décadas tanto a la propia Gaza como a Cisjordania, que es fuente de toda la violencia. Pero esos mismos medios de comunicación no dicen una palabra de condena cuando los colonos y el ejército sionista invaden aldeas, destruyen las casas de la población y matan a sus habitantes.

Lo que resulta sorprendente es que para los medios de comunicación y los gobiernos y partidos de EE.UU. y de la UE, los bombardeos masivos sobre Gaza, que matan a una cantidad impresionante de civiles, ¡son sólo “una represalia” por parte de Israel! Por lo tanto, según ellos, justificada. En otras palabras, siguen el mismo guion que el ministro de Defensa israelí, que clasificó a los habitantes de Gaza como “animales humanos”. Lo máximo que hacen algunos es sugerir “contención” a los genocidas.

Los medios de comunicación no muestran nada del sufrimiento de los niños palestinos, ni antes ni después de los ataques. No dan ninguna importancia a hechos como el de nueve empleados de la ONU en Gaza que fueron asesinados por el ejército israelí cuando intentaban socorrer a los habitantes heridos. Pero Israel declara que todos sus objetivos son militantes terroristas que “se esconden en las casas de los palestinos” y, por lo tanto, cualquier objetivo residencial o incluso instalaciones médicas y escuelas en Gaza son parte de sus objetivos de guerra.

Asistimos en tiempo real, a través de los medios de comunicación mundiales y las redes sociales, a escenas idénticas a la Nakba de 1948. El gobierno israelí, no contento con el desplazamiento forzado de más de un millón de personas en pocas horas, declara que deben salir del territorio inmediatamente para no ser alcanzados por sus bombardeos. E incluso ordenó bombardear un convoy de palestinos que intentaba salir del Norte para llegar al Sur de la Franja. ¿Y qué dicen los medios? Es parte de la “contraofensiva” de Israel, que en principio está justificada, y no muestra fotografías ni imágenes de las atrocidades y de los asesinatos de civiles palestinos en Gaza.

Hay otra omisión vergonzosa más de los medios de comunicación mundiales: la televisión y los periódicos están inundados de declaraciones de entidades judaicas sionistas y vinculadas a Israel, todas ellas defendiendo los ataques del Estado racista de Israel (llegan incluso a decir que un Estado que nació de una limpieza étnica, que mantiene una ocupación por décadas y que trata a los palestinos como ciudadanos de segunda clase o prisioneros en sus ciudades ¡es la única democracia en Medio Oriente!).

Pero no dan una línea a los movimientos judaicos que se oponen a la línea genocida de Israel. Algunos de ellos son bastante fuertes, como Jewish Voices for Peace (Voces Judías por la Paz) de Estados Unidos, que cuenta con más de 440.000 miembros y simpatizantes. Movimientos como este ya habían estado haciendo campaña contra el apartheid israelí y el racismo colonial. Y en este momento mantuvieron su postura frente al proceso en Gaza. A continuación, reproducimos un fragmento del comunicado de Voces Judías por la Paz (JVP) del 7/10/2023:

“El gobierno israelí puede haber acabado de declarar guerra, pero su guerra contra los palestinos comenzó hace más de 75 años. El apartheid y la ocupación israelíes –y la complicidad de Estados Unidos en esa opresión– son la fuente de toda esta violencia. La realidad es montada según cuando usted ponga en marcha el reloj.

Durante el año pasado, el gobierno más racista, fundamentalista y de extrema derecha de la historia de Israel intensificó sin piedad su ocupación militar sobre los palestinos en nombre de la supremacía judaica, con violentas expulsiones y demoliciones de viviendas, asesinatos en masa, ataques militares a campos de refugiados, cercos implacables y humillaciones diarias. En las últimas semanas, las fuerzas israelíes han atacado repetidamente los lugares musulmanes más sagrados en Jerusalén. Durante 16 años, el gobierno israelí sofocó a los palestinos en Gaza bajo un draconiano bloqueo militar aéreo, marítimo y terrestre, encarcelando y matando de hambre a dos millones de personas y negándoles atención médica. El gobierno israelí masacra rutinariamente a palestinos en Gaza; los niños de diez años que viven en Gaza están ya traumatizados por siete grandes campañas de bombardeos en sus cortas vidas”.

En Estados Unidos hubo encuestas recientes que muestran que más de 50% de la juventud judaica de ese país no se siente identificada con Israel, dato que asusta a los líderes sionistas locales y a la Organización Sionista Mundial. Existen otros movimientos que unen a estos sectores con movimientos progresistas y comunidades de origen árabe o musulmán en EE.UU., como muestra la carta escrita por el Comité de Solidaridad con Palestina de Graduación de Harvard, que afirmaba que los estudiantes «responsabilizan enteramente al régimen israelí de toda la violencia en curso», carta que fue firmada por 33 grupos de estudiantes. Que haya sido Harvard, la universidad de élite del país, sorprendió a su cúpula. La rectoría se pronunció diferenciándose de la carta, al igual que varios exalumnos, que fueron o son hoy ejecutivos de grandes empresas o ministros en el gobierno estadounidense. También en la Universidad de Nueva York (NYU), los estudiantes se pronunciaron en una declaración contra el genocidio de Israel.

Los medios tampoco dan cobertura sobre las protestas de los judíos ultrarreligiosos que viven en Jerusalén, en el barrio Mea Shearim, son antisionistas y colocaron una bandera palestina en su templo para mostrar su repudio a la masacre. Por eso fueron duramente reprimidos, golpeados por la policía israelí, y su templo fue invadido para retirar de allí la bandera palestina[1]. Sólo hay una verdad y un punto de vista válido para los medios y el establishment imperialista: el del gobierno genocida de Netanyahu y su defensor incondicional, el imperialismo norteamericano, a través del gobierno de Biden.

¿Cuál es la situación de los palestinos en Cisjordania?

En Cisjordania hay tres «áreas» destinadas una para palestinos y otras para colonos judíos, que suman ya 750.000. Estos tienen total libertad para entrar y salir tanto en Cisjordania como en Israel. Jerusalén Oriental, que según la propia partición de 1948 debería pertenecer al Estado palestino que se crearía, fue anexada en 1967 a la Jerusalén judaica bajo control de los sionistas. Para los palestinos circular de un área a otra sólo a través de numerosos checkpoints (puestos de control), donde a menudo pasan horas sometiéndose a registros humillantes por parte de las tropas israelíes. Los colonos tienen un comportamiento abiertamente racista y agresor sobre los palestinos y son protegidos por el ejército. Lo mismo ocurre con los palestinos que viven en la ciudad de Jerusalén.

Uno de los argumentos falaces esgrimidos por los defensores de Israel en los medios de comunicación es que se trata de una “guerra contra Hamás”, no contra todos los palestinos. Por tanto, la cuestión está en Gaza. Esa es otra mentira. La guerra contra los palestinos se centra hoy en Gaza, pero al mismo tiempo está sometiendo a Cisjordania a un cerco similar y a asesinatos de civiles. Este proceso se venía produciendo desde mucho antes, pero ahora se ha multiplicado de forma macabra desde el 7 de octubre. Según los informes de agencias de noticias, de la Media Luna Roja (Cruz Roja de los musulmanes) y de organizaciones de derechos humanos, del 7 al 14 de octubre, 55 palestinos fueron asesinados y 1.100 heridos en Cisjordania por ataques de colonos sionistas, con la complicidad o participación de las fuerzas armadas israelíes. Todos eran civiles, familias que se trasladaban de una ciudad a otra, trabajadores o pequeños comerciantes que intentaban abrir sus negocios. Incluso un cortejo fúnebre fue atacado a tiros, matando al menos a cuatro palestinos que participaban de él. En ninguno de esos ataques había militantes de Hamás. Sólo tenían una característica en común: eran árabes palestinos. Esta es una demostración más de que la política es de guerra y expulsión de todos los palestinos.

El Estado racista de Israel nació en 1948 con la Nakba, la limpieza étnica que expulsó a 750.000 árabes de sus tierras. Pero como no pudo deshacerse completamente de los palestinos, continuó sus acciones durante estos 75 años. A partir de 1967, con la ocupación de Gaza y Cisjordania, mantuvo a sus habitantes sometidos a un régimen militar, que los trataba como prisioneros y se beneficiaba de su trabajo esclavo, sin tener siquiera cualquier derecho. Al mismo tiempo, colonizaban nuevas tierras expropiando a los palestinos, ya sea en Jerusalén Oriental o en Cisjordania, con colonos judíos.

Debido a la resistencia permanente, las dos Intifadas, en 1987-1992 y la de 2000, sumada a la persistente resistencia, su estrategia ha cambiado. Ahora, frente a la resistencia armada, esa estrategia se ha vuelto explícita: la limpieza étnica de todo el territorio de Palestina. Para ellos, o abandonan Palestina o mueren. Por eso, se ve a los colonos de Cisjordania gritando: “Muerte a los árabes” y actuando de acuerdo con sus palabras, es decir, ejecutando pogroms. Tal como hacían los antisemitas contra los judíos en Europa del Este. Los últimos fueron en Huwara y Turmus Ayya, en Cisjordania.

Netanyahu presentó un «nuevo mapa» de la región en la sesión de la ONU del pasado setiembre. En él, ya no hay Palestina, ni siquiera territorios ocupados. Sólo existe Israel, que ocupa todo el territorio entre el mar Mediterráneo y el río Jordán. (foto del mapa presentado en la ONU por Netanyahu).

Una analogía con la resistencia judaica contra los nazis: el Levantamiento del Gueto de Varsovia

Tras la invasión nazi a Polonia en 1939, el ocupante alemán decidió concentrar a los judíos de todo el país en una pequeña región de la capital, que pasó a ser conocida como “Gueto de Varsovia”[2]. Los nazis hicieron esto para poder controlarlos como en una prisión, tenían muros y cercas alrededor del gueto, para que solo aquellos que tuvieran una determinada tarjeta pudieran salir, con el propósito de utilizar su trabajo de manera similar a la esclavitud. La comunidad judaica en Polonia era la más grande de los países ocupados por Hitler.

Esta política de los nazis hacia los judíos polacos concentrados en Varsovia duró hasta que decidieron buscar la ‘solución final’ en 1942: construir los campos de concentración con cámaras de gas para exterminar a todos los judíos. A partir de ahí, capturaron a los que aún sobrevivían en el gueto y los enviaron a la muerte. De los primeros 380.000 residentes en los inicios del gueto, alrededor de 300.000 fueron enviados a la muerte entre 1942 y 1943.

Cuando se dieron cuenta de que ese era el destino que les esperaba a todos, los judíos supervivientes resolvieron resistir armados, a pesar de que se encontraban en una enorme inferioridad militar y logística. Formaron una organización de resistencia unida, la ZOB, y organizaron un levantamiento en abril de 1943 que consiguió enfrentar a los soldados alemanes durante más de 30 días, causando importantes bajas a las tropas nazis. Sabían que había una decisión de llevarlos y matarlos en las cámaras de gas de los campos de exterminio nazis. Optaron por resistir y morir luchando. Los nazis llamaban “terroristas” a los combatientes judíos.

Como afirma Haidar Eid, profesor de la Universidad de Al Aqsa en Gaza, en su artículo “Gaza 2023: Nuestro momento semejante al Levantamiento del Gueto de Varsovia”[3], una claridad del destino que Israel impuso a los palestinos de Gaza y también de Cisjordania los llevó a asumir el mismo tipo de decisión: “En Gaza y Jenin, nos negamos a marchar hacia las cámaras de muerte de Israel. En Gaza y Jenin[4] –de hecho, en toda la Palestina histórica– hemos dejado absolutamente claro que resistiremos al régimen de colonos, al régimen colonial y de apartheid entre el río Jordán y el mar Mediterráneo”.

Es en este marco que debe entenderse la lucha armada desatada por los residentes palestinos.

Del lento genocidio al exterminio

Lo que está sucediendo hoy, frente a la resistencia armada palestina y el fracaso del intento sionista de esclavizar al pueblo palestino y obligarlo a vivir en condiciones infrahumanas para siempre, es la decisión de Netanyahu de arrasar toda Gaza, transformar el genocidio en marcha lenta de los últimos 30 años en genocidio directo mediante bombardeos contra todos los habitantes, cortar definitivamente el suministro de agua y de energía.

El gobierno israelí hizo un cínico llamado a todo aquel que quiera sobrevivir a que abandone la Franja inmediatamente, al mismo tiempo que Israel bombardea el pasaje entre Gaza y Egipto, el único que sigue abierto. Como denunciaron los médicos de la Cruz Roja y los funcionarios de la misión de la ONU en Gaza, así como la propia Organización Mundial de la Salud, vinculada a la ONU, se trata de una orden imposible de cumplir por una población de más de un millón de personas y equivale a una condena la muerte de enfermos y heridos hospitalizados en Gaza. En otras palabras, bajo la excusa de «tomar represalias» contra los ataques de Hamás, Israel condenó a muerte a toda la población residente con el pretexto de destruir a los «terroristas». De forma similar a lo que hizo Hitler contra los judíos a partir de la ‘solución final’ de 1942 y, ante la revuelta, decidió acabar con el Gueto de Varsovia destruyéndolo.

Con la cobertura de los gobiernos occidentales, la abrumadora mayoría de los medios de comunicación y la complicidad de gobiernos que dicen ser ‘amigos de los palestinos’, como Lula en el Brasil, Israel argumenta que tiene “derecho a defenderse”, para declarar la guerra y llevar a cabo una masacre de todo un pueblo en Gaza y en Cisjordania. El representante israelí en la ONU estaba irritado porque algunos embajadores sugirieron que intentase salvar a los civiles palestinos en Gaza. Reafirmó que no era el momento de preocuparse por los ‘daños colaterales’, sino de liquidar a Hamás, aunque eso significase demoler y destruir completamente la ciudad. Es decir, no les importan los más de 2,2 millones de habitantes, entre los que obviamente se incluye una gran mayoría de civiles, de los cuales más de la mitad son mujeres y niños. Y este gobierno tiene el cinismo de hacerse la víctima y llamar terrorista a Hamás. Otra característica copiada del régimen nazi: la propaganda mentirosa de Goebbels, que tenía una frase definitoria: “una mentira repetida innumerables veces se convierte en verdad”.

Un gobierno que tiene entre sus ministros a defensores de matar o expulsar a los árabes de todo el territorio palestino. Como Itamar Ben Gvir, que ya fue procesado como terrorista incluso por los tribunales israelíes, pero fue liberado y hoy es ministro de Seguridad Nacional. Él declaró públicamente que hay que matar a todos los árabes, detal forma que hasta los liberales israelíes lo tildan de “fascista”. O su ministro de Defensa, Yoav Gallant, quien declaró abiertamente que mantendrá un cerco total sobre Gaza y cortará todos los suministros de agua, combustible y energía, porque así destruirá a Hamás. Y, obviamente, matará a decenas, si no cientos, de miles de civiles, especialmente niños. Lo que constituye un crimen de guerra para el ICIC. Amnistía Internacional y Human Rights Watch ya habían clasificado el régimen de Israel como apartheid.

Netanyahu es un sucesor político de Vladimir Jabotinsky y Menachem Begin, quienes fueron dirigentes del ala directamente fascista del sionismo, que mantuvo su propio grupo terrorista llamado Irgun Zvai Leumi, que atacaba a los árabes, tratándolos como un pueblo inferior; este grupo fue responsable por la masacre de Deir Yassin, en la que asesinaron a todos los palestinos que pudieron para crear un pánico que llevase a la retirada de los árabes de Palestina, como parte de la Nakba[5].

Por lo tanto, es de un cinismo abyecto que Netanyahu afirme estar vengando el asesinato en masa de judíos por parte del nazismo mientras practica la misma metodología que Hitler, cuando ellos son hoy el nazi-fascismo sionista. La diferencia con el nazismo original es que esta vez es contra los palestinos. No sorprende el cinismo de Netanyahu, pero el mayor cinismo proviene del coro que incluye a los dos partidos norteamericanos, Demócrata y Republicano, el gobierno de Macron en Francia, Scholz de Alemania, Sunak de Inglaterra. Quienes se ponen públicamente del lado de este genocida, proyectando la bandera israelí en sus edificios simbólicos, como la Torre Eiffel en París o la Puerta de Brandenburgo en Berlín y, al igual que la Unión Europea, se alinean apoyando “el derecho de Israel a defenderse”. O sea, los fascistas sionistas quieren licencia total para liquidar al pueblo palestino, y la están consiguiendo.

Solidaridad con la resistencia palestina

El repudio a la acción genocida de Israel y esta campaña para demonizar a los palestinos calificando a Hamás de “terrorista” y clasificando a todos aquellos que apoyan la resistencia como terroristas o partidarios de terroristas está generando indignación e importantes manifestaciones.

Hubo muchas manifestaciones en diferentes países, las más grandes en Medio Oriente, como Jordania, Yemen, Irak y Egipto. En Jordania cantaron “somos Hamás, si Hamás es terrorista, somos terroristas”. También hay movilizaciones en Estados Unidos, Inglaterra, Francia, en otros países asiáticos, como Corea del Sur, y en Australia e Indonesia. A pesar del apoyo incondicional a Israel por parte de gobiernos como el de Macron en Francia, Sunak en Gran Bretaña, la resistencia del movimiento no se curvó y, aunque reprimida, salió a las calles contra el genocidio del pueblo palestino.

En París, la policía utilizó gases lacrimógenos y cañones de agua para dispersar una manifestación en apoyo a los palestinos, después de que el gobierno francés prohibiera cualquier protesta de este tipo. A pesar de la prohibición, miles de manifestantes se reunieron en París, Lille, Burdeos y otras ciudades el jueves 12 de octubre.

En Inglaterra, la policía británica advirtió que cualquiera que muestre apoyo a Hamás, organización considerada «terrorista» por el gobierno británico, o que se desvíe de la ruta, podría ser arrestado. Aun así, miles de personas salieron a las calles en Londres, Manchester, Liverpool, Bristol, Cambridge, Norwich, Coventry, Edimburgo (Escocia) y Swansea.

En Alemania, Scholz dijo a los diputados del Bundestag (Parlamento alemán) que la seguridad de Israel era una política del Estado alemán. Y prohibió las manifestaciones pro Palestina.

Ahora, ante la continuación de la guerra genocida de Israel contra Gaza, se abre un espacio para intervenir con valentía en los organismos del movimiento sindical democrático, proponiendo que se pronuncie contra el genocidio sionista en Gaza y convoque a manifestaciones de apoyo en todo el el mundo. Apoyamos al BDS, un amplio movimiento de boicot a cualquier inversión e intercambio artístico y deportivo en Israel hasta que termine el régimen del apartheid, siguiendo el ejemplo del boicot internacional contra Sudáfrica y su régimen de apartheid en los años 1970 y 1980.

Y llamamos a apoyar la resistencia palestina, que es la forma directa de enfrentar al Estado racista de Israel y su régimen de apartheid. Como ha quedado demostrado en más de 20 años de los acuerdos de Oslo, el camino del «diálogo», de la «paz» y de la no violencia no llevó a ningún resultado concreto, salvo el de desarmar la lucha palestina y crear autoridades que no tienen ningún poder, excepto el de obedecer las órdenes del colonizador, como siempre ha hecho la ANP [Autoridad Nacional Palestina] de Mahmoud Abbas.

Cualquier alternativa de buscar un camino intermedio, tipo “dos Estados”, sólo paraliza el movimiento. Incluso se ha vuelto completamente imposible debido a la colonización sionista en toda Cisjordania.

 La salida es el fin del Estado racista de Israel y el surgimiento de una Palestina laica, democrática y no racista, una Palestina libre, del río al mar, como parte de la lucha socialista en todo Medio Oriente.

Nuestras diferencias con Hamás

Apoyamos la resistencia palestina porque es la forma directa y legítima de enfrentar y derrotar el apartheid sionista. Y Hamás estuvo a la cabeza de ese acto de resistencia que mostró un camino para el pueblo palestino. Nuestras diferencias no se refieren a si es justo emprender acciones armadas contra el régimen sionista genocida, como hicieron todas las revoluciones coloniales contra sus opresores.

Pero consideramos que la propuesta que Hamás presenta como salida, la de un Estado Islámico, es errónea y estrecha, alejando a los sectores palestinos seculares, democráticos y socialistas de su proyecto. También tiene una política represiva hacia la lucha de las mujeres y LGTBQI+, como se ve en el Irán actual. Por tanto, su gestión en Gaza, partiendo de estas premisas, tuvo un efecto negativo para la necesaria unidad y la democracia dentro del movimiento palestino.

Pero hoy es fundamental apoyar la resistencia palestina en este combate entre David y Goliat, que hoy es encabezada por Hamás. Y no caemos en las trampas del imperialismo ni de sectores que se dicen democráticos y de una parte de la izquierda que por estos problemas retira su apoyo a la resistencia palestina, cediendo a la presión del imperialismo y del sionismo, al aceptar el argumento de que los palestinos son atrasados mientras Israel es avanzada, debido a algunas leyes como el matrimonio LGTBQI+. Ninguna de estas medidas puede hacernos olvidar que Israel tiene hoy el objetivo de exterminar a todo el pueblo palestino y que debemos estar del lado de la resistencia palestina contra este intento genocida.

Traducción: Natalia Estrada.


[1] “La policía israelí quería retirar las banderas palestinas del barrio judío. Los judíos no lo permitieron y se enfrentaron con la policía. La policía israelí invadió el barrio de Mea Shearim, donde viven los judíos en Jerusalén, y quiso retirar las banderas palestinas del barrio. Los judíos no permitieron esto, se opusieron a la policía sionista, y la policía golpeó brutalmente a los judíos”. Publicado por Torah Judaism (Judaísmo de la Torá), 11/10/2023.

[2] Esta prisión nazi al aire libre fue llamada ‘gueto’ en referencia a los barrios en los que los antiguos reinos europeos de la Edad Media obligaban a concentrarse a los judíos de aquella época, para poder controlarlos mejor y someterlos a masacres (los pogroms) cuando quisieran. Estos barrios eran llamados guetos.

[3] Publicado por Al Jazeera 10/10/2023.

[4] Jenin es una ciudad de Cisjordania que alberga un campo de refugiados que se ha destacado por su fuerte resistencia a las masacres sionistas.

[5] El Irgun incluso llegó a hacer estallar el hotel King David en 1946, matando a ingleses, árabes e incluso judíos durante el mandato británico (para asustar a los ingleses, ya que el Irgun no estaba de acuerdo con reservar ninguna parte de Palestina para los árabes).

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