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Nahuel Moreno

Nahuel Moreno: Viejos recuerdos muy actuales

enero 25, 2024

Por Eduardo Almeida Neto

Publicado originalmente en 2017, en la Edición especial de Homenaje a los 30 años de su muerte, de Conversaciones con Nahuel Moreno.

Buenos Aires, una tarde de octubre de 1985.

En una discreta casa de dos pisos frente al parque Centenario, funcionaba la sede de la LIT-CI. Yo estaba en el Secretariado Internacional, para trabajar junto a nadie menos que Nahuel Moreno.

Para mí el “viejo” era un mito. No voy a hablar de su trayectoria política, de las polémicas que acompañé. Voy a hablar de la persona con quien conviví, del hombre detrás del mito.

El “viejo” era una simpatía. Uní un conocimiento enciclopédico con una simplicidad y un sentido del humor siempre presente. Hacía la fila del almuerzo junto con nosotros. Se sentaba a la mesa y muchas veces teníamos una clase sobre la historia africana o sobre las características biológicas de alguna especie. Casi siempre concluía con algún chiste. Me sorprendí viendo a Moreno reírse de sí mismo. Él sabía hacer eso, como cuando contaba que en la primera elección que participó se presentó con el programa de la Comuna de París.

Ese rasgo de su personalidad estaba ligado a algo profundo. Moreno hacía de la autocrítica un instrumento decisivo. En eso seguía a Lenin. El “viejo” se reía de los dirigentes que “nunca se equivocaban”, lo que era una marca registrada de casi todos los dirigentes de izquierda, por su carácter de clase.

Quien interviene en la lucha de clases, inevitablemente se equivoca. Debatir colectivamente los propios errores es importante en al aprendizaje y para la corrección. Quien no aprende de sus errores no se enriquece.

Conocí, aunque superficialmente, otros grandes dirigentes trotskistas de la generación de moreno, como Mandel y Lambert. Eran muy diferentes.

Mandel era un típico intelectual de las universidades europeas, inteligente y arrogante. Hizo interesantes aportes sobre economía marxista. E hizo grandes barbaridades políticas y teóricas como la capitulación al guerrillerismo o la afirmación de que la burocracia soviética nunca dirigiría la restauración del capitalismo. Errores gravísimos, con consecuencias desastrosas para generaciones de militantes. No conozco ninguna autocrítica de Mandel.

Lambert, además de pedante era grosero, como un burócrata sindical. Fui invitado a un congreso del OSI (la organización en Brasil. Ligada a Lambert), donde él hizo un contrainforme que destruyó el documento presentado por el dirigente nacional. En ese congreso, la OSI giró de una política sectaria hacia el PT (progresivo en sus inicios) a una capitulación abierta a su dirección. Eso acabó por destruir esa organización. Nunca hubo alguna autocrítica.

La autocrítica es tan parte del legado leninista como el centralismo democrático. La dirección del PSTU, que aprendió con Moreno, vive haciendo autocríticas, muchas veces duras. Fue así con la poca importancia que dimos a la lucha contra las opresiones en el pasado, a la elaboración de la teórica, a la proletarización. Esas autocríticas nunca generaron crisis, siempre ayudaron a fortalecer el partido, a encaminar sus rutas.

La mayoría de la izquierda ni siquiera hace balances serios. Pasan de una actividad a otra sin siquiera intentar entender losa ciertos y los errores. El Partido Obrero de Argentina es dirigido por Altamira, típico dirigente “que no se equivoca”, que se cree Lenin resucitado. O el PTS, que giró de un partido sectario a la adaptación electoral sin ninguna discusión profunda, ninguna autocrítica. Esas organizaciones no aprenden de sus errores. Hoy están en ascenso, pero preparan grandes crisis.

Moreno y la moral

Acompañé a Moreno en muchas polémicas, internas y externas, mayores y menores. Jamás lo vi calumniar a alguien. Eso también tiene que ver con una característica de la corriente. El “morenismo” no incluye sólo la defensa de un programa, la audacia en la disputa de la dirección. Incluye la moral proletaria. Esa moral solidaria que nace espontáneamente en los piquetes de huelga y lleva a los activistas a defenderse mutuamente de la policía y de los patrones, independientemente de las corrientes políticas que cada uno apoye. La moral revolucionaria que educa a los nuevos militantes en que “no vale todo” en la lucha política. Aún en la lucha contra el reformismo o la burguesía no vale la calumnia.

La calumnia fue introducida como método de lucha política por el estalinismo. Infelizmente, se incorporó a la práctica de la mayoría de las corrientes de izquierda. Ese veneno cobra su precio, porque se educan nuevos militantes en es “vale todo”, y después es usado en las luchas internas típicas de las sectas estériles. Con una calumnia se puede ganar una discusión, ayudar a destruir un cuadro o una organización. Pero no se construye nada sólido en términos revolucionarios.

El “viejo” daba su ejemplo personal, formaba a los cuadros con una moral. Existen valores simples y humanos como decir la verdad, ser solidarios con los compañeros, que son negados cotidianamente por el capitalismo. Moreno traía la educación moral como un contrapunto a eso en la vida de los militantes.

Saber escuchar

El “viejo” me impresionó por otra característica: sabía escuchar.

A veces me preguntaba sobre el Brasil o mi opinión sobre algún tema. Y me oía, muchas veces sin decir nada. Solo escuchaba, Hacía eso con varios cuadros. Muchas lo vi en uan discusión, reivindicando explícitamente lo que había dicho un compañero, a veces de base. En una polémica, siempre buscaba escuchar, entender la posición contraria. Cuál era su centro, para evitar falsas polémicas, o si existía algo que pudiese ser incorporado.

El proceso de elaboración política de un partido es colectivo o es muy débil y unilateral. Más en una época como la que vivimos.  No tenemos ningún Lenin, ni Trotsky, ni Sverdlov en ninguna de las organizaciones que se reivindican revolucionarias. La elaboración colectiva es aún más importante. Saber escuchar es fortalecer lo colectivo. Saber escuchar hace que los que son oídos se sientan integrados.

Cuánta diferencia en relación con los dirigentes que adoran ser oídos, pero no saben escuchar. Que se irritan al oír una intervención mejor que la suya. A los que adoran decir palabras difíciles para que las personas admiren su inteligencia, sin preocuparse de si fueron entendidos o no.

Una relación seria con la teoría

Acompañé parte de la discusión de Moreno sobre las revoluciones que derribaron las dictaduras de América Latina. Moreno tenía una relación con la teoría que es un ejemplo para nosotros. En primer lugar, por la importancia dada al estudio, a la elaboración teórica.

Creo que fue la relación de Moreno con la teoría lo que posibilitó que el partido argentino, bajo la dirección de Moreno, sobreviviese a la presión del peronismo, así como la LIT sobrevivió a la presión del chavismo y de los gobiernos del PT. Se engañan los que ven en Moreno solo la audacia en el aprovechamiento de las oportunidades de las oportunidades, en la disputa de la dirección política. El “viejo” fue, en primer lugar, un apasionado por la teoría y el programa. Fue eso lo que dio solidez a la LIT mientras él vivía.

Hoy, domina en la izquierda una brutal indigencia teórica. Muchas de las corrientes se contentan con buscar citas de los clásicos para justificar su política. No es casual que los reformistas no elaboren nada nuevo. Solo terminan reeditando a los reformistas clásicos como Kautsky y Berstein, aunque no lo reconozcan.

Basta ver las “elaboraciones” de Pablo Iglesias o las del PSOL para verificar eso.

Esa indigencia alcanza también al trotskismo. El PTS argentino tiene en el CEIP un punto fuerte, por la publicación de los libros de Trotsky. Pero su elaboración teórica propia es nula. Ahora está comenzando a transitar el camino del gramscianismo. Ese fue el camino seguido por el 99% del reformismo.

Existen corrientes que toman los clásicos como inmutables, sin elaborar nada nuevo. Moreno no hacía eso. Si era el caso, decía que Trotsky estaba equivocado, sin ninguna vacilación. El coraje intelectual se unía a la seriedad en la discusión teórica. Fue así en la interpretación de las revoluciones de la posguerra.

Al mismo tiempo tenía la seriedad de preservar la estructura básica de los clásicos, tan renegados por los “modernos” reformistas.

La ubicación teórica de Moreno es uno de sus mayores aportes. No solo sus aportes al marxismo, como su interpretación de las revoluciones de las posguerras y su elaboración sobre las revoluciones democráticas que derribaron dictaduras, sino su metodología para elaborar teoría, sin miedo de corregir a los clásicos, sin la impaciencia de los que buscan lo “nuevo” reeditando lo más viejo que existe, el reformismo.

Recuerdos de una triste marcha

Contagem, Brasil, enero de 1987. El timbre toca insistente. Abro la puerta. Un viejo camarada, llorando, me dice “murió, él murió”. Intento entender, pero él solo repetía “murió, murió”. Después de algunos minutos, conseguí entender que Moreno estaba muerto. Mi mundo cayó. Tuve una dura sensación de orfandad.

En el mismo día conseguimos viajar a Buenos Aires. El clima en la dirección del MAS argentino y de la LIT era de perplejidad y temor en relación con el futuro. Nuestro dirigente había muerto. Y no estaba construida una alternativa de dirección.

Durante la madrugada, por algún tiempo hice parte de la guardia de honra. Miré hacia el cajón y pensé en el futuro. Nada bueno me surgió.

Mirando para atrás, ahora se puede ver claramente el motivo de la aprensión de todos nosotros. Moreno se iba en un momento delicado en la izquierda mundial. El MAS argentino era la principal organización trotskista del mundo. Pero ya se preanunciaba toda la confusión ideológica causada por el proceso en curso en el Esta europeo. Atravesar ese período sin Moreno era un salto en el oscuro.

En las calles de Buenos Aires, una marcha trotskista cantaba: “somos los troscos, los troscos de Moerno, somos los troscos del movimiento obrero”. Caminábamos en dirección al cementerio de Chacarita con un sentimiento doble: orgullo de ser “morenistas” y duda sobre el futuro.

La duda mostró ser un preanuncio de lo que iba a suceder. Los efectos de la confusión pos Este y la adaptación a la democracia burguesa destruyeron el MAS y casi destruyeron la LIT. Sin Moreno, la nueva dirección de la LIT y del MAS no pasaron la prueba de la lucha de clases en momentos difíciles.

Sin embargo, el legado de Moreno sobrevivió. Su posición de combate al reformismo. Su posición de construcción en la clase obrera, su moral, su actitud en relación a la teoría, posibilitaron que la LIT se reconstruya.

A pesar de la crisis, la LIT está viva y se está fortaleciendo. Ver a la nueva dirección obrera del PSTU, con cuadros políticos obreros capaces al frente del partido. Ver una nueva sección construyéndose en Pakistán y usando un texto de Moreno (Problemas de Organización) como texto fundacional.

La LIT se está reconstruyendo a partir de los cimientos construidos por Moreno.

Hoy a 30 años de su muerte, puedo mirar críticamente varias de las elaboraciones de Moreno. No siempre tengo acuerdo ahora, como no lo tuve en el pasado. Pero podemos decir al “viejo” que todo lo que existe hoy e la LIT se debe a él.

El mejor homenaje que podemos hacer a Moreno es constatar que él fue la expresión de la continuidad del marxismo. La ruptura de es hilo provocaría serias consecuencias para el futuro. El mejor homenaje que podemos hacer al “viejo” es dar continuidad a su lucha por la construcción de la LIT-CI.

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