La prensa mundial ha reflejado el prolongado proceso de masivas movilizaciones en Georgia –Sakartvelo[1] en georgiano–, con centro fundamental en su capital, Tiflis. Para lograr una correcta ubicación política ante este conflicto proponemos enfocarlo desde el proceso de la lucha de clases que vive este pequeño país del Cáucaso desde antes y especialmente después de la disolución de la Unión Soviética. Y hacerlo en el marco de la creciente crisis del viejo orden mundial, hegemonizado por EEUU en disputa con las potencias imperialistas emergentes, como China y Rusia. Porque la actual polarización en Georgia tiene la misma génesis que la invasión, ocupación y guerra en Ucrania.
Por Pavel Polska
La región del Cáucaso y su cordillera, que separa geográficamente a Europa de Asia, ha sido los últimos casi 40 años un centro permanente de convulsiones sociales y guerras. Incluso en el marco de la URSS, se iniciaron el prolongado conflicto de Nagorno-Karabaj entre Armenia y Azerbaiyan desde 1988. Después de la disolución de la URSS, también dentro de la Federación de Rusia se dieron las dos guerras por la independencia de Chechenia. La primera desde 1994 al 96, con el temporario triunfo de Chechenia y la proclamación de la República independiente de Ichkeria y la segunda, desde 1999 al 2009, con la destrucción de Chechenia y el aplastamiento de su pueblo por parte de las tropas de Putin, que fue denominada “operación antiterrorista”. La cifra exacta de bajas de este conflicto es aún desconocida. Las estimaciones no oficiales indican hasta 50 000 muertos o desaparecidos –la mayoría civiles en Chechenia–. Las bajas rusas fueron alrededor de 11 000, según el Comité de Madres de Soldados de Rusia.
Independencia, guerra civil georgiana y guerra de Abjazia (1992-1993)
Como parte del estallido de las aspiraciones nacionales y movilizaciones independentistas en varias repúblicas soviéticas, se da la declaración de Independencia de Georgia el 9 de abril de 1991, poco antes de la disolución de la URSS. El 26 de mayo de 1991, Zviad Gamsajurdia, líder del movimiento nacional, fue elegido en las primeras elecciones pluripartidarias dentro de la Unión soviética, como el primer presidente de la Georgia independiente. Sin embargo, Gamsajurdia fue destituido entre el 22 de diciembre de 1991 y el 6 de enero de 1992, mediante un sangriento golpe de Estado, instigado por parte de la Guardia Nacional y una organización paramilitar, apoyada por unidades militares rusas con base en Tiflis. Gamsajurdia intentó sin éxito exilarse en Azerbaizhan. Finalmente, a partir de negociaciones, encontró asilo en Chechenia, gobernada por el general Zhojar Dudaev.
Se inició así una prolongada guerra civil que duró casi hasta 1995. Eduard Shevardnadze, último canciller de la URSS, impulsor de la Perestroika junto a Gorbachov y miembro del buró político del PCUS retornó a Georgia en 1992 y se unió a los líderes del golpe —Tengiz Kitovani y Dzhaba Ioseliani— para encabezar un triunvirato llamado «Consejo de Estado». Gamsajurdia regresó clandestinamente para intervenir en esa guerra civil. El 31 de diciembre de 1993 fue encontrado muerto con un disparo en la cabeza. Hasta hoy son contradictorias las versiones sobre si se suicidó o fue asesinado y por quién.
En 1995, Shevardnadze fue oficialmente “elegido” presidente, al mismo tiempo que en Abjazia y Osetia del Sur continuó la guerra y violencia interétnica, apoyadas por Rusia. Hasta ahora Abjazia y Osetia del Sur se mantienen de facto independientes de Georgia y reconocidas por el régimen de Rusia. Más de 250 mil georgianos fueron étnicamente depurados de Abjazia por separatistas abjazos 1992 y 1993. Más de 2 mil georgianos también fueron expulsados de Tsjinval en Osetia del sur. Y muchas familias osetias fueron forzadas a hacer abandono de sus hogares en la región de Borjomi y fueron desplazadas a Rusia. Se calcula que murieron cerca de 10 mil personas, la mayor parte de ellos civiles, asesinados en operaciones de limpieza étnica.
La “Revolución de las Rosas” en el 2003
Un masivo proceso movilización de masas destituyó al viejo jerarca del PCUS, Shevardnadze a fines de 2003. Como el cambio no fue por vía electoral, hasta el día de hoy diversos medios de prensa hablan de “golpe de estado pacífico y sin derramamiento de sangre”. Pero este suceso es reconocido mundialmente como la «Revolución de las rosas». El proceso de movilizaciones fue capitaneado por Mijeíl Saakashvili y su partido Movimiento Nacional Unido, que después de doctorarse en derecho en Kiev, en 1992, se integró como ministro del gobierno de Shevardnadze.
Sin embargo, el poder interino lo asumió, otra dirigente de MNU, Ninó Burdzhanadze, hasta la posterior elección de Saakashvili, quién tomó posesión como presidente el 25 de enero de 2004. Las promesas pre-electorales de Saakashvili fueron restaurar la integridad territorial nacional, revertir los efectos de la limpieza étnica y el retorno de los refugiados a sus hogares.
Después de la revolución, fueron puestas en marcha mayores reformas económicas neoliberales. Durante su mandato avanzó la colonización por parte de la UE y de EEUU. Y también medidas para reforzar las fuerzas armadas. Los esfuerzos del gobierno para restablecer la centralización de Georgia en las regiones autónomas desembocaron en crisis mayores. No tuvo éxito en la separatista Osetia del Sur. En el terreno del régimen georgiano, con la pretensión de “lograr la recuperación de la concordia y la estabilidad necesarias” hubo especulaciones delirantes, como la del líder de la Iglesia ortodoxa sobre restablecer la monarquía con el advenimiento de un aristócrata georgiano exiliado en España, como medio “para que las regiones secesionistas se sintieran seguras en una Georgia diversa pero fuerte y unida”. A finales del 2007 incluso esta quimera contó con gran aceptación. Pero finalmente se diluyó con la muerte del “heredero” en el año 2008.
La guerra ruso-georgiana
Más preciso es denominarla invasión de Rusia a Georgia. El 7 de agosto de 2008 se inició el conflicto armado de muy corta duración entre Georgia, de un lado, y Rusia con el apoyo de las autoproclamadas repúblicas prorrusas de Osetia del Sur y Abjasia por el otro. Los combates se iniciaron en Osetia del Sur, con la batalla de Tsjinval, y se extendieron posteriormente a otras regiones de Georgia y a la costa del mar Negro.
Los primeros enfrentamientos se produjeron cuando el presidente georgiano Mijeíl Saakashvili ordenó a su ejército recuperar el control del enclave osetio, independiente de facto desde 1992, pero calificado por Georgia como rebelde y perteneciente de iure a su territorio. Durante años estaban presentes en la república separatista “fuerzas de paz” de Rusia, en virtud de los acuerdos de paz que pusieron fin a la guerra civil georgiana en 1995. Por supuesto, estas tropas rusas tomaron las armas de lado osetio al poco de desencadenarse los combates. Inmediatamente, nuevas divisiones del ejército ruso cruzaron la frontera internacional. En el mismo bando que rusos y surosetios para combatir a los georgianos participaron fuerzas de la república separatista de Abjasia, tanto en Osetia del Sur, como en la propia Abjasia.
El 12 de agosto de 2008 el gobierno ruso decretó el fin de sus operaciones militares en territorio georgiano. Y posteriormente Rusia aceptó el plan de paz propuesto por la Unión Europea, que implicaba la retirada de ambos bandos a las posiciones anteriores al comienzo del conflicto. El 26 de agosto de 2008, en respuesta al reconocimiento de Abjasia y Osetia del Sur, por parte de Rusia, Georgia anunció que había roto las relaciones diplomáticas con Rusia.
Procesos análogos en el espacio postsoviético: Ucrania, Georgia, Kirguistán
A pesar de las diferencias y diversidad de condiciones en las 15 repúblicas que integraban la URSS, existen algunos procesos análogos de la lucha de clases. Y en todos los procesos, tanto el imperialismo ruso –y también el chino– como las potencias imperialistas occidentales, aprovechan los conflictos para disputan la influencia y dominación por diversos métodos.
En los años que precedieron y sucedieron inmediatamente a lo que llamamos “procesos del Este”, donde la restauración capitalista y procesos democráticos que conmovieron a los regímenes tenían una interacción recíproca, la onda de movilizaciones abarcó fundamentalmente a Rusia, Ucrania y Bielarús. Y, por otro lado, en el Cáucaso a Georgia y en Asia Central tocó a Kirguistán. En el resto de los países se mantuvieron regímenes dictatoriales, como Kazajstán, Uzbequistán, Tadzhiquistán, Turkmenistán, Azerbaiyán, o con fuertes rasgos bonapartistas como Armenia. En Moldavia incidió e incide hasta hoy el conflicto irresuelto con la región separatista prorrusa de Cisniester. Y eso se refleja en una crónica situación pendular entre Rusia y la UE.
Tanto en Rusia como en Bielarús, por distintas vías se impuso la reacción hasta llegar hoy a constituir dictaduras contrarrevolucionarias. En Rusia el bonapartismo de Putin dio un salto a partir de la masacre del pueblo checheno y la derrota de los pueblos del Cáucaso Norte dentro de la Federación Rusa. En Bielarús fue a partir de la intervención del régimen e Putin en el 2020, que lograron derrotar y desarticular el proceso revolucionario contra el régimen de Lukashenko y que Rusia avanzó en casi convertir a ese país en su colonia. Y en Kazajstán fueron sofocados con intervención de tropas de choque rusas dos procesos insurreccionales con epicentro en regiones obreras en 2011 y 2021.
Ucrania y Georgia: convulsiones sociales recurrentes
Entre muy diversas condiciones y características, las mayores analogías de los procesos se han dado en Ucrania y Georgia. En Ucrania se vivieron tres procesos de ascenso obrero y popular que fueron canalizados y desviados por la “reacción democrática”. La huelga general minera de 1993 con epicentro en el Donbass, que catalizó la renuncia del presidente Kravchuk y la elección de Leonid Kuchma; la “Revolución naranja”, que consistió en un proceso de masivas movilizaciones y huelgas, detonadas por el fraude en la elección presidencial, desde noviembre de 2004 hasta las nuevas elecciones de enero del 2005, que llevaron a la presidencia a Víktor Yushenko y el proceso semiinsurreccional en toda Ucrania, con gran polarización social y epicentro en el “Maidan” de Kiev desde fines del 2013 a marzo del 2014, que culminó con el derrocamiento de Viíktor Yanukovich. Todo este proceso fue calificado por Putin como un “golpe de estado” y tomado como pretexto para anexar Crimea en una operación comando de fuerzas especiales y el inicio de las actividades separatistas en el Donbass, con desembarco de paramilitares y mercenarios rusos para autoproclamar las “repúblicas populares” de Donetsk y Luhansk. Hasta llegar a la invasión rusa en gran escala el 24 de febrero de 2022.
Y vemos que lo mismo en Georgia, se combinaron –con características propias del Сáucaso– hasta el día de hoy las movilizaciones, los desvíos reaccionarios y las invasiones y guerras por procesos separatistas. Y no es casual que un político burgués aventurero de origen georgiano, como Saakashvili, que durante su mandato fue acusado de favorecer a su familia en las privatizaciones de propiedad estatal y de manejar el poder en beneficio personal, haya buscado asilo en Ucrania ante la persecución penal en su país, e incluso, que haya recibido la ciudadanía ucraniana y efímeros pero importantes cargos políticos regionales, por parte del gobierno del presidente Poroshenko, después del Maidán.
Por otro lado, Bidzina Ivanishvili, fundador del partido “Sueño Georgiano” (SG), devenido en el mayor oligarca de Georgia hoy, fue amasando sus capitales ligado a empresas en Rusia. Mientras, SG fue creciendo, presentándose como un partido de “defensa de la soberanía”. Sin embargo, en enero de 2008, en un proceso electoral atravesado por movilizaciones opositoras y brutales represiones a las mismas y denuncias de torturas y violaciones a los DDHH, Saakashvili fue reelecto para un segundo mandato. Los años quesiguieron se caracterizaron por una mayor entrega de la economía y “modernización” europea, acompañada de un mayor sector de poblaciónviviendo bajo el nivel de pobreza y un salto de la corrupción oficial.
La presión contra Saakashvili se intensificó desde 2009. La oposición lanzó manifestaciones masivas contra su gobierno. En mayo de 2009, la policía dijo que se planeaban desórdenes a gran escala. Incluso, que formaban parte de estos planes un motín fallido del ejército y el asesinato de Saakashvili… La oposición denuncia que el supuesto “motín” era que las tropas rechazaron una orden ilegal de usar la fuerza contra los manifestantes de la oposición. En los años 2011 y 2012 las protestas contra Saakashvili se extendieron por toda Georgia.
El 2 de octubre de 2012, Saakashvili sufrió la derrota del MNU en las elecciones parlamentarias a manos del SG deBidzina Ivanishvili. El nuevo parlamento le prohibió a Saakashvili buscar un tercer mandato en las elecciones presidenciales del 2013. Una vez más, bajo la presión combinada de la lucha de las masas empobrecidas por la explotación, el saqueo de las riquezas y las disputas interimperialistas, hubo un desenlace distorsionado en el terreno electoral y se agudizó la dualidad de poderes burgueses entre el parlamento y la presidencia. Como resultado de esta situación Saakashvili dejó la presidencia en noviembre de 2013 y abandonó Georgia poco después. En diciembre de 2013, Saakashvili aceptó el cargo de “conferencista y estadista sénior en la Universidad de Tufts” en los Estados Unidos.
La actual expresión del enfrentamiento: La “ley de agentes extranjeros”
Actualmente Saakashvili está en prisión desde octubre del 2021. Fue arrestado inmediatamente al regresar a Georgia, proveniente desde Ucrania, después de 8 años de exilio –y con pedido de captura y extradición por graves cargos de abuso de poder–. Volvió en vísperas de las elecciones presidenciales, especulando incidir en ellas. En estos últimos años viene denunciando desde la cárcel que su vida está en peligro. Y el presidente de Ucrania ha solicitado su liberación “porque el Kremlin planea asesinarlo”.
Como ha descripto y analizado Carlos Sapir en su nota del pasado 21-06 en esta misma página, ( https://litci.org/es/las-verdaderas-amenazas-de-la-ley-georgiana-son-distintas-de-las-denuncias-de-la-union-europea/ ) , esta ley es la actual expresión del prolongado enfrentamiento de sectores burgueses y bloques imperialistas en el convulsionado marco de la lucha de clases de un país semicolonial.
Sin embargo, podemos enfatizar que tanto los diversos clanes oligárquicos enfrentados como los bloques imperialistas que disputan la hegemonía en la colonización del país, coinciden tanto en sofocar las aspiraciones de soberanía nacional de la mayoría popular, como cambiar drásticamente la correlación de fuerzas entre la burguesía y las masas, que proviene de los grandes levantamientos y movilizaciones contra las penurias y las guerras. La ley de “agentes extranjeros” tiene ese objetivo profundamente reaccionario. Y las masivas manifestaciones contra ella un carácter progresivo.
Además, la coyuntura mundial, marcada por la guerra en Ucrania y el genocidio Palestino, coloca a Georgia y al Cáucaso Sur –el Cáucaso Norte es parte de la Federación de Rusia, que también es una caldera de nacionalidades y religiones oprimidas como Daguestán–comouna vía preciada para el tránsito de hidrocarburos y comercio entre China y Europa. Francia y China están especialmente activos en esta región. La economía ha crecido en el último año, pero el nivel de vida y condiciones de las masas y los servicios públicos de salud han empeorado. Cientos de miles de familias apenas subsisten, dependiendo de las remesas de sus parientes emigrados.
Desde diciembre de 2018 hasta hoy la presidente, es Salomé Zurabishvili. Es la primera mujer en ocupar este puesto elegida por votación directa –antes fue Ninó Burdzhanadze designada interinamente–. Salomé nació en París, hija de exiliados georgianos desde 1921, en la época de la revolución. Toda su carrera fue diplomática francesa. Desembarcó en Georgia en 1986 y en 2003 fue designada ministro de Relaciones Exteriores bajo la presidencia de Saakashvili. Años después rompió con él, llamando a su mandato “parodia de democracia”. A partir de eso, fundó el partido “Camino Georgiano”. Es interesante señalar que Saakashvili fue encarcelado y sigue en prisión bajo la presidencia de Salomé Zurabishvili.
Bidzina Ivanishvili es un oligarca georgiano que amasó su capital a inicio de los años noventa en Rusia, a través del holding Metalloinvest, que gestiona sus intereses industriales en minería y metalurgia, en construcción inmobiliaria y grupos financieros. Desde 1990, como presidente del «Russian Credit Bank» con matriz en Moscú y continúa como miembro del Directorio. La revista Forbes estima su fortuna en 6400 millones de dólares. Desde octubre de 2012 hasta noviembre de 2013 fue Primer ministro de Georgia.
Sin embargo su principal rol político fue y es controlar el poder parlamentario desde la coalición Sueño Georgiano, SG, que designó al Primer Ministro, Irakli Garibashvili y fue ministro del interior en el gobierno de Ivanishvili. E incluso influir sobre diputados del MNU, el partido de Saakashvili. Actualmente dirige al joven Primer ministro actuante, Irakli Kobajidze, ex diputado de SG, graduado en la universidad de Düsseldorf y autor de varios trabajos en alemán. Kobajidze respondió duramente a las críticas del embajador de EEUU al acuerdo de Georgia con China para construir el primer puerto de gran calado en Anaklia, en el marco de una creciente interrelación económica chino-georgiana.
No es mera coincidencia, sino una muestra de la preocupación burguesa por la correlación de fuerzas favorable a las masas, que Irakli Kobajidze acusó al partido MNU de Saakashvili, de querer ver en el país «la misma situación que se desarrolló, lamentablemente, en Ucrania». Esa acusación del primer ministro –que se parece más a una amenaza– fue porque uno de los líderes del MNU, declaró que «la sociedad georgiana está esperando la aparición de un Vladímir Zelenski local«. Y Kobajidze remató: «Quiero asegurar a los representantes del Movimiento Nacional que el escenario ucraniano no se desarrollará en Georgia y que la ucranización de Georgia no se producirá bajo ninguna circunstancia»… «Haremos todo lo posible para evitarlo».
¿A qué se refiere Kobajidze? A que “hará todo lo posible” para evitar que las actuales movilizaciones masivas contra la ley de agentes extranjerosse conviertan en un “Maidán del 2014” en Georgia.
Nuestro programa y política
Por lo dicho y muchas otras razones, nuestro apoyo a las movilizaciones de masas contra esa la ley que está en vigencia a pesar del veto presidencial, se combina con la más tajante denuncia de todas las fracciones burguesas y bloques imperialistas y rechazar la utilización de las justas aspiraciones de derechos democráticos de las masas y por la real soberanía georgiana y su integridad territorial, para desgarrar al pueblo en violentos enfrentamientos como los que vienen sucediendo desde hace más de 30 años.
No se puede lograr la unidad e integridad de Georgia con la ocupación tropas rusas en Abjazia y en Osetia, situación que de hecho avala Sueño Georgiano. Tampoco se logrará por la imposición de militar ni limpiezas étnicas del ejército de Tiflis, bajo el amparo de la OTAN como pretendía el MNU de. La libre autodeterminación de esos pueblos e incluso su derecho a la independencia, no se concretará bajo el dominio de ninguna potencia imperialista.
¡Las políticas de “Sueño Georgiano” o “Camino Georgiano” o “Movimiento Nacional” son las de los verdaderos “agentes extranjeros” Saakashvili, Zurabishvili, Ivanishvili! Estos oligarcas y personeros, tanto de la UE y EEUU, como de Rusia o China, sólo continuarán explotando y oprimiendo a georgianos, abjasios, osetios y adzharios. Y obligando a la emigración a miles de jóvenes trabajadores con aspiraciones de una vida mejor. Nuestro programa está centrado en impulsar la independencia política de los trabajadores y explotados para recuperar la independencia georgiana proclamada pero no conquistada en 1991.
[1] El nombre oficial del país es Sakartvelo, tal como se especifica en la Constitución de Georgia. Tiene alfabeto propio .«Georgia» es utilizado en Occidente desde la época medieval. (1170-1240). Ese nombre es una referencia a San Jorge, debido a la especial reverencia de los georgianos hacia ese santo. Los reinos georgianos estuvieron entre los primeros que asumieron el cristianismo desde el año 317 DC.