Jue Mar 28, 2024
28 marzo, 2024

Lula regresa de China con más capitalismo en su equipaje

El viaje de Lula a China generó grandes repercusiones. El propio gobierno trató de alardear el resultado de la visita como una gran victoria no sólo de su política exterior, sino también de sus planes para impulsar un nuevo ciclo de crecimiento económico en el país.

Por: Júlio Anselmo

Varios activistas simpatizan con este movimiento. Téngase en cuenta que, en el gobierno anterior, Bolsonaro se movió con una agenda de alineamiento automático con EE.UU. en general y con el trumpismo o la ultraderecha en particular.

El hecho de que Bolsonaro fuera un paria y se aislara a nivel internacional, principalmente después de la derrota de Trump, no puede hacernos perder de vista que la política exterior de Lula es apoyarse en otras alas burguesas e imperialistas de los países centrales del capitalismo mundial, buscando cierta localización para el Brasil, respetando la lógica explotadora y opresiva del funcionamiento del sistema mundial de Estados hoy.

El complejo escenario mundial

La situación internacional es compleja por la profundidad de la crisis económica y social del capitalismo, marcada por la disputa entre EE.UU. como potencia imperialista decadente y China como potencia capitalista en ascenso. Hay una crisis en el sistema de Estados, que se expresa en la “guerra comercial entre Estados Unidos y China” y la guerra de Ucrania. Además, todavía hay divisiones en los sectores burgueses del imperialismo estadounidense entre la ultraderecha trumpista y la derecha tradicional de Biden. Mientras tanto, sectores de la Unión Europea históricamente más alineados con EE.UU. intentan aparecer como un tercer polo, que muestra ciertas grietas. Por eso, Macron fue a China y dijo que defendía una autonomía estratégica de la UE frente a EE.UU. y China.

El bloque burgués dominado por China no tiene nada de anticapitalista o socialista, como afirma parte de la izquierda. China es un asunto rodeado de cierto aire de misterio. La explicación es que hubo una revolución victoriosa en 1949 que expropió a la burguesía, y la propia burocracia restableció el capitalismo en los años }70, convirtiéndose y creando una nueva burguesía. Esto generó un país curioso, donde el partido se denomina comunista, el modelo que dice defender se llama “socialismo de mercado”, pero en realidad se trata simplemente de un capitalismo con una dictadura feroz, con muchos multimillonarios y grandes monopolios capitalistas.

El equilibrismo de Lula entre EE.UU. y China

Lula, lejos de tener una postura antiimperialista, en realidad busca aprovechar esta realidad de disputa entre las grandes naciones capitalistas para ganar espacio económico (con los acuerdos con la burguesía china y norteamericana) y político (con la defensa reaccionaria de paz con anexiones en Ucrania). Transita entre todos los sectores burgueses, buscando garantizar los intereses de los monopolios capitalistas de cualquier país dispuesto a invertir en el Brasil. Por eso, tras visitar China, inmediatamente arroja pannos calientes en su relación con EE.UU. y dice que no le interesa ningún tipo de ruptura con EE.UU.

El exsecretario del Tesoro, Lawrence Summer, revela que “alguien de un país en desarrollo me dijo una vez: ‘Lo que obtenemos de China es un aeropuerto. Lo que recibimos de Estados Unidos es una conferencia ”. Esto no es del todo cierto, porque EE.UU. dominó todo el mundo exportando capitales, guerras, explotando países enteros y oprimiendo por el poderío militar cuando era necesario. Pero hoy, el argumento sirve perfectamente para explicar la estrategia de Lula y el motivo de este movimiento entre EE. UU. y China: quiere disputar quién puede «abrir más su billetera».

Brasil es un país reprimarizado, en reversión colonial, subordinado a todas las potencias capitalistas, pero, sobre todo, está dominado por los Estados Unidos. Lula lo sabe y lo acepta; no en vano voló a los Estados Unidos tan pronto como pudo. Lula no quiere acabar con la sumisión del país a EE.UU., sino subordinarse más a China también, presionando a ambos para que «ofrezcan más».

Nada antiimperialista. Los objetivos del viaje de Lula a China

La pretensión de Lula es que China, además de ser el mayor socio comercial del Brasil, incremente sus inversiones asociados con las empresas brasileñas. Fueron firmados veinte acuerdos que pueden sumar R$ 50.000 millones. Uno de los objetivos centrales fue fortalecer la exportación de productos primarios. Por eso, su comitiva estaba repleta de representantes del agronegocio y demás sectores de los grandes empresarios brasileños.

También se trataron temas como inversiones en energía verde, autos eléctricos y tecnología. Lula se reunió en China con la State Grid, que ya domina parte del sector eléctrico brasileño, pero también estaban en juego los intereses de las automotrices locales, como Cherry, GWM y BYD, además de la Huawei, que tiene intereses mayores en el 5G brasileño.

Varias declaraciones de Lula y Xi Jinping fueron dirigidas a EE.UU. Sobre todo cuando hablaron en contra del dólar y anunciaron que ya no utilizarán la moneda estadounidense para intermediar en las relaciones comerciales entre ambos países. Esto es parte de una política para reducir la dependencia del dólar.

Este es un tema caro e importante para Estados Unidos, en su lucha por seguir dominando y hegemonizando el capitalismo mundial. Mantener el dólar como moneda de referencia le da un gran poder para controlar y chupar la riqueza mundial. Además, claro, del control político de, por ejemplo, sancionar económicamente a cualquier país del mundo a través del acceso o no a la moneda y al sistema de pagos.

La medida declarada durante la visita al país asiático es una victoria del sector burgués liderado por China contra EE.UU. No tiene nada de antiimperialista en el sentido de fortalecer la soberanía general de los pueblos. Mucho menos de anticapitalista. Se trata realmente de la lucha de China por la preminencia de su moneda nacional, el Yuan, y también por fortalecer su bloque capitalista.

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Lo que no se dijo: el significado de las inversiones capitalistas chinas en el Brasil

Está claro que la política de crecimiento económico de Lula significa garantizar las condiciones para que las multinacionales chinas extraigan cada vez más ganancias en territorio nacional. Usan como excusa que estas inversiones pueden traer empleos y salarios, claro, esa es la forma capitalista de explotar y absorber las riquezas nacionales. Lo que no se dice es que habrá una profundización de la explotación, la opresión y el sometimiento a los intereses de capitalistas extranjeros.

Durante mucho tiempo, la inversión extranjera, ya sea de Estados Unidos o de Europa, se ha presentado como una salvación para el país. Con China, la nacionalidad e incluso el continente cambiaron, pero la naturaleza capitalista de estas inversiones sigue siendo la misma. Este país es ahora uno de los principales inversores en el Brasil. Entre 2007 y 2021, el stock de inversión alcanzó los US$ 70.300 millones, ubicando al país como el cuarto destino de capitales chinos en el mundo y el mayor en Sudamérica.

Fue precisamente en ese período que creció la reprimarización de la economía brasileña, la desindustrialización relativa y la degradación de nuestro nivel de desarrollo económico.  Convertirnos en especialistas en la exportación de materias primas y commodities de bajo valor agregado fue la otra cara de la industrialización china, producto de la subordinación del Brasil a la división mundial del trabajo.

Debate: relación entre Brasil y China: ¿independencia o subordinación?

De las dos, una: o el capitalismo chino es benévolo y entrega ríos de dinero e inversiones sin contrapartida económica alguna (de aumento de la explotación, dominación y ganancias), o reproduce la misma lógica del capital cuando alcanza un alto nivel de acumulación, como en cualquier país capitalista del mundo.

Lo que mueve a China es la necesidad de valorizar su capital más allá de sus fronteras como forma de mantener el nivel de lucratividad de su capital. Los capitalistas invierten para obtener ganancias. No les preocupan los intereses del pueblo de su nación, y mucho menos de otra. Abrir las puertas a una mayor explotación y dominación de las mayores economías del mundo, incluso diversificando la cantidad de países, no es algo que ayude a un proyecto de desarrollo; por el contrario, es un proyecto de asfixia.

Las propias declaraciones de Lula explican la verdadera naturaleza de esta relación, que a veces es vendida como una relación entre iguales, relación sur-sur, multipolar, anticapitalista o antiimperialista.

Consultado sobre el supuesto colonialismo chino, a pesar de argumentar negativamente, dice que “China se ha comportado en Brasil de la manera que los empresarios brasileños aceptan”. En una breve entrevista posterior a la visita expresó el deseo de que “nuestros empresarios sean socios de los empresarios chinos”.

Es decir, para Lula no sería una relación “colonialista”, utilizando como escudo a la burguesía brasileña. Como si la burguesía brasileña fuera a enfrentarse a la burguesía china. Pero lo que se diseña es precisamente la asociación de la burguesía brasileña como socia menor de los grandes monopolios capitalistas chinos, como ha ocurrido durante mucho tiempo y en gran escala con su relación con Estados Unidos y Europa.

Como sucedió con los otros países ricos, si hay alguna industrialización en el Brasil a través de China, siempre será subordinada y dependiente. La relación que intenta establecer Lula con China, en nombre de una supuesta reindustrialización del país, aunque pueda ocurrir algún tipo de inversión industrial, no será en tecnología de punta, sino puntual y en el marco de los intereses de los capitales, préstamos, y de las multinacionales chinas.

Algunos utilizan como argumento que la relación de China con el Brasil no sería de desigualdad o dependencia cada vez mayor porque las economías serían complementarias o por el hecho de que supuestamente China no interviene en los asuntos internos de los países.

Olvidan que, desde cierta perspectiva, toda economía dominada complementa la economía dominante, de otro modo ni siquiera sería dominada. Pero esto no quita el carácter de dominación. Que China no intervenga hoy en los asuntos internos de los países que domina es relativo al peso de su dominación. También hubo un período de consolidación del poderío de EE. UU. en el que interfería poco en los asuntos internos, antes de las guerras mundiales (no es que China sea necesariamente el próximo EE. UU., sino solo para mostrar la insostenibilidad del argumento).

Si todavía tenemos dudas, deberíamos mirar el papel de las multinacionales chinas en África y en el sur de Asia. En Djibouti, China incluso ha instalado una base militar. En Sri Lanka completamente endeudado, tomó el control del puerto del país como forma de pago.

Salida para los trabajadores: lucha contra la dominación de los diferentes bloques capitalistas

Aquí estamos en la curiosa situación en que parte de los sectores dominantes de la izquierda brasileña acusa al PSTU de estar junto con el imperialismo en la guerra de Ucrania. Cuando en realidad estamos apoyando la resistencia del pueblo ucraniano, cuyo país fue invadido por Putin. Esa misma izquierda celebra el encuentro de Lula con Biden, porque este sería del ala imperialista supuestamente “democrática” contra Trump y Bolsonaro. Pero cuando denunciamos el papel nefasto de los acuerdos de Lula con China, nos acusan de hacer el papel del imperialismo estadounidense, que es dirigido por Biden, con quien Lula se reunió un mes antes y a quien, hasta ayer, esta izquierda defendía.

Para estos sectores de la izquierda, Lula, cuando está con Biden, está justificado por ser anti-Trump. Cuando está con Xi Jinping, por ser supuestamente antiimperialista. Y, así, la izquierda brasileña capitula ora a un bloque burgués, ora a otro, perdiendo por completo el sentido y el tamiz de las clases sociales para analizar la realidad.

Mientras tanto, los trabajadores brasileños sufren, los de Europa están en huelga, los de EE. UU. han estado en pie de guerra durante algún tiempo, y los de China podrían despertar. Como siempre, el destino de las naciones será sellado por la lucha de clases.

Bajo el capitalismo no hay forma de que todos los países puedan ser como EE.UU., la UE o China; de hecho, estos países ricos solo existen sobre la base de la dominación y la explotación que ejercen sobre el mundo entero. Para que Brasil realmente se desarrolle, para dar un salto, es necesario enfrentar la dominación de las naciones ricas y de sus monopolios. Esta es el camino para asegurar que los trabajadores tengan más empleos, mejores salarios, y que mejore la vida de del pueblo.

Artículo publicado en www.pstu.org.br, 26/4/2023.-

Traducción: Natalia Estrada.

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