Los marxistas y la revolución libanesa
La Revolución de Octubre trajo el pensamiento marxista árabe de nuevo al escenario político.
Por: Hassan al-Barazili
Es claro que no es el caso del Partido Comunista y de otras organizaciones de “izquierda” que abandonaron cualquier perspectiva de lucha de clases y, luego de la guerra civil mantuvieron un alianza permanente con Hezbollah alegando combatir el sionismo. Ese mismo Hezbollah que fue uno de los principales apoyadores de la permanencia de las fuerzas sirias en el Líbano, un gran fuerza militar contra la revolución siria, y hoy es un enemigo de la actual revolución en el Líbano.
Es, sí, el caso de los intelectuales marxistas árabes que no se aliaron a ninguna fuerza burguesa y se solidarizaron con las revoluciones árabes y con la resistencia palestina a lo largo de sus vidas políticas.
En entrevistas y artículos recientes, Ziad Majed[1], Gilbert Achcar[2] y Joseph Daher[3] abordan las perspectivas de la Revolución Libanesa.
Coherentes con sus trayectorias, todos ellos apoyan la Revolución.
No obstante, dos cuestiones críticas no fueron abordadas en su plenitud en sus artículos.
¿Es una revolución?
¡Ninguno de ellos llama a la revolución actual de revolución! Dependiendo del motivo, eso puede no ser un detalle menor.
La Revolución de Octubre de 2019 en el Líbano no es la misma que la Revolución de Octubre de 1917 en Rusia. En 1917, en Rusia, la clase obrera industrial fue la principal clase social; se formaron consejos de trabajadores, campesinos y soldados; un partido revolucionario –los bolcheviques– tuvo un papel fundamental.
En el Líbano, tenemos una especie de revolución“ sin líderes”, pues no hay una organización nacional que haya asumido la dirección. En ese sentido, es un poco semejante a la Revolución de Febrero de 1917 en Rusia, cuando no había consejos obreros ni un partido revolucionario al frente de la revolución.
El revolucionario ruso León Trotsky, en su prefacio de la Historia de la Revolución Rusa, escribió su visión sobre una revolución:
“El rasgo característico más indiscutible de las revoluciones es la intervención directa de las masas en los acontecimientos históricos. En tiempos normales, el Estado, sea monárquico o democrático, está por encima de la nación; la historia corre a cargo de los especialistas de este oficio: los monarcas, los ministros, los burócratas, los parlamentarios, los periodistas. Pero en los momentos decisivos, cuando el orden establecido se hace insoportable para las masas, estas rompen las barreras que las separan de la palestra política, derriban a sus representantes tradicionales y, con su intervención, crean un punto de partida para el nuevo régimen. Dejemos a los moralistas juzgar si esto está bien o mal. A nosotros nos basta con tomar los hechos tal como nos los brinda su desarrollo objetivo. La historia de las revoluciones es para nosotros, por encima de todo, la historia de la irrupción violenta de las masas en el gobierno de sus propios destinos”[4].
Desde el 17 de octubre, las masas libanesas efectivamente realizaron “irrupción violenta de las masas en el gobierno de sus propios destinos”, como define León Trotsky.
Esa definición es fundamental para tener una evaluación adecuada de la dinámica de clase a nuestro frente. Pero eso no significa que León Trotsky subestime la necesidad de un partido revolucionario.
En su “Teoría de la Revolución Permanente”, él escribió:
“ 4. Sean las que fueren las primeras etapas episódicas de la revolución en los distintos países, la realización de la alianza revolucionaria del proletariado con las masas campesinas solo es concebible bajo la dirección política de la vanguardia proletaria organizada en Partido Comunista. Esto significa, a su vez, que la revolución democrática solo puede triunfar por medio de la dictadura del proletariado, apoyada en la alianza con los campesinos y encaminada en primer término a realizar objetivos de la revolución democrática”[5].
Por el contrario, León Trotsky creía que la existencia de un partido revolucionario es una precondición para la victoria de la revolución.
Así llegamos a la segunda cuestión: el partido revolucionario.
La cuestión del partido revolucionario
Ni Ziad Maged ni Joseph Daher mencionan el partido. Gilbert Achcar lo menciona, pero no lo considera necesario en el momento:
“Movimientos “sin líderes” son buenos en la fase inicial de un levantamiento, pero para avanzar, el movimiento debe organizarse de alguna forma. Dirección es necesaria –no en el sentido de algún dirigente carismático o de un “partido de vanguardia”, sino en el sentido de una red de organizaciones de base que puedan coordinar y orientar el movimiento en el sentido de cumplir sus aspiraciones. Desde este ángulo, no espero que algún cambio radical ocurra en el Líbano en breve. Lo mejor que espero, en esta fase aún inicial, es que ese primer levantamiento de masas en todo el país resulte en la construcción de estructuras organizacionales capaces de desempeñar un papel de dirección en una futura onda de lucha popular con objetivos claros y radicales”[6].
En otra parte de la entrevista, Gilbert Achcar menciona qué tipo de organización nacional tiene él en mente:
“En el Sudán, por otro lado, la fuerza motriz del movimiento es la Asociación Sudanesa de Profesionales (SPA), formada en 2016 con una red subterránea de asociaciones de profesores, periodistas, médicos, abogados y otras profesiones. El SPA fue decisivo para preparar el terreno para el levantamiento popular. Ellos entonces reunían una coalición de fuerzas que incluía, además de la asociación, grupos feministas, algunos partidos políticos y algunos de los grupos armados que entablan luchas étnicas contra el régimen. Esa coalición se tornó la dirección reconocida del levantamiento y los militares no tuvieron elección a no ser negociar con ellos”[7].
Obviamente, una organización nacional siempre desempeña un papel importante. Cualquier verdadero revolucionario debe defender su formación. Pero, ¿y el “partido de vanguardia” revolucionario?
En el caso del Sudán, existe un partido comunista que es una fuerza dirigente dentro del SPA (Asociación de Profesionales del Sudán). No es el caso discutir aquí si este es un partido revolucionario o reformista. La cuestión es, no obstante, si un “partido de vanguardia” es necesario o no.
Además de la opinión de León Trotsky sobre la necesidad de un partido revolucionario, veamos otras dos.
En su artículo “Problemas de Organización”, el revolucionario marxista argentino Nahuel Moreno escribe sobre la necesidad crucial de un partido revolucionario y de una vanguardia revolucionaria para formarlo, pues ese partido no se genera espontáneamente:
“El problema de la organización del partido, en cambio, está en nuestras manos. Las masas pueden hacer prodigios de heroísmo y forjar magníficas organizaciones revolucionarias para tomar el poder. Pero si nosotros no acertamos con nuestra propia forma organizativa, que nos permita construir el estado mayor de esas luchas y organizaciones, si no logramos organizar firmemente, estructurar con vínculos de hierro nuestra influencia y la simpatía que despierte nuestra política y programa entre las masas, nosotros y la revolución estamos perdidos”[8].
Mona Khneisser también contribuyó para el debate sobre las perspectivas de la revolución. En su artículo “El movimiento de protestas en el Líbano está solo comenzando”[9], ella desarrolla una crítica profunda sobre los límites de los movimientos “horizontales“ y “sin líderes”, y defiende una “organización duradera” y una “agenda política coherente y abarcadora que pueda cambiar radicalmente el actual estado de cosas”. Pero, ¿sería posible alcanzar estos objetivos sin un “partido de vanguardia”? Ella escribe:
“El movimiento en el Líbano, como en otros lugares, tendrá que construir organizaciones duraderas y formular estrategias comunes que puedan aprovechar el poder extraordinario de las calles para realizar reformas radicales y concretas”[10].
“Lo que es necesario no es “conocimiento técnico” (de hecho, especialistas tecnócratas estuvieron presentes en gobiernos anteriores), sino una agenda política coherente y abarcadora que pueda cambiar radicalmente el actual estado de cosas –una agenda política y económica sustantiva que va más allá de las discusiones sobre corrupción como prácticas individuales y ataque a las profundas desigualdades estructurales incorporadas en el modelo económico neoliberal y en el régimen político sectario de compartimiento del poder”[11].
Un verdadero “partido de vanguardia” revolucionario es fundamental para tiempos de paz. En tiempos de revolución, se torna crucial para luchar por el poder obrero con base en consejos democráticos.
“Vladimir Lenin, dirigente de otra revolución de octubre, la rusa de 1917, escribió que fuera del poder todo es ilusión. Él quiso decir que cualquier conquista arrancada de la burguesía está en riesgo mientras la burguesía esté en el poder. Es necesario sacar a la burguesía, es necesario poner a los trabajadores y el pueblo pobre en el poder. Eso es una revolución socialista”[12].
Existen revoluciones en curso en muchos países: Líbano, Irak, Argelia, Sudán, Hong Kong, Chile, Colombia, Cataluña, y probablemente otras les seguirán. El desafío planteado a los marxistas es construir partidos revolucionarios de vanguardia, y todos los esfuerzos en esa dirección deben ser plenamente apoyados.
[1] https://www.alquds.co.uk/%d8%b9%d9%86-%d8%a8%d8%b9%d8%b6-%d9%85%d8%a7-%d9%8a%d9%88%d8%a7%d8%ac%d9%87-%d8%a7%d9%84%d8%a7%d9%86%d8%aa%d9%81%d8%a7%d8%b6%d8%a9-%d8%a7%d9%84%d8%b4%d8%b9%d8%a8%d9%8a%d8%a9-%d8%a7%d9%84%d9%84%d8%a8/
[2] https://roarmag.org/essays/arab-spring-achcar-interview/
[3] https://jacobinmag.com/2019/10/lebanon-protest-movement-inequality-austerity
[4] https://www.marxists.org/espanol/trotsky/1932/histrev/tomo1/prologo.htm
[5] Tesis 4: https://www.marxists.org/espanol/trotsky/revperm/rp10.htm
[6] https://roarmag.org/essays/arab-spring-achcar-interview/
[7] Ídem.
[8] http://www.nahuelmoreno.org/escritos/problemas-de-organizacion-1984.pdf, p. 3
[9] https://www.jacobinmag.com/2019/11/lebanon-protest-movement-saad-hariri-arab-spring
[10] Ídem.
[11] Ídem.
[12] https://litci.org/es/menu/mundo/medio-oriente/los-desafios-de-la-revolucion-de-octubre-en-el-libano/
Traducción: Natalia Estrada.