Las raíces profundas de la crisis bancaria internacional
Para tratar de comprender los recientes acontecimientos que han golpeado al sector bancario global, con la quiebra de dos bancos estadounidenses de mediana dimensión (SVB y Signature Bank), el rescate de emergencia de un histórico banco suizo, el Credit Suisse, adquirido a su rival suizo Union Banque Suisse, las tensiones que golpean al Deutch Bank, el banco más importante de lo que se conoce como la locomotora económica de Europa, Alemania (locomotora con motor ligeramente atascado), hay debemos intentar analizar el estado de la economía mundial y cuáles son sus perspectivas a mediano y largo plazo. Esto es así porque si nos limitásemos a evaluar sólo el colapso y el crecimiento de los mercados accionarios, el fracaso de tal o cual empresa capitalista, correríamos el riesgo de quedar presos del entusiasmo fácil o de visiones catastróficas del fin del mundo.
Por: Alberto Madoglio, Italia
Mercados financieros mundiales: una estabilidad de fachada
Por supuesto, los movimientos bursátiles reflejan la tendencia más general de la economía de tal o cual país, así como es cierto que las caídas de las acciones no sólo causan daños teóricos (basta pensar el caso en que las acciones se dan como garantía para obtener de los préstamos y las caídas repentinas del valor impongan mayores tasas de interés al deudor o garantías adicionales a suscribir, o el caso en que los fondos de pensiones reduzcan el monto a pagar a los trabajadores en función de las tendencias del mercado). Pero sobe todo en un corto período, estos «altibajos» pueden ser engañosos. Por ejemplo, si hoy miramos el índice europeo de los títulos bancarios, el Euro Soxx Bank, notamos cómo se está recuperando de los mínimos pos quiebra del SVB. Lo mismo ocurre con el índice de la Bolsa de Valores de Nueva York que casi ha alcanzado el nivel del 6 de marzo, una semana antes de los hechos que todos conocemos.
Si solo observamos estos datos, podríamos llegar a la falsa conclusión de que todos los problemas están resueltos o en vía de resolverse, y lo que hemos visto en el último mes ha sido solo una de las periódicas turbulencias bursátiles y que eso no indica que hay problemas en la economía «real».
De verdad, como recordamos desde hace mucho, la economía mundial ha estado en una situación extremadamente difícil durante mucho tiempo, y los eventos que involucran al SVB, el Credit Suisse y otros hacen sonar las alarmas de futuros y más serios problemas: son los clásicos canarios que se utilizan en las minas para ver si hay fugas de gas que puedan causar explosiones devastadoras.
No podemos aquí extendernos mucho sobre el tema, pero como se informa en una publicación de blog de Michael Roberts (1), desde 1997, la tasa de plusvalía para los miembros del G20 ha aumentado poco respecto del aumento en la composición orgánica del capital. Esto quiere decir que desde hace unos 25 años los factores que pueden contrarrestar la tendencia a la baja de la tasa de ganancia no han actuado en este sentido. Esto también explica la aparente irracionalidad de algunas decisiones muy impopulares como la del gobierno de Macron de aumentar la edad de la jubilación y la negativa a hacer la más mínima concesión a pesar de las imponentes manifestaciones de masa. Es la situación objetiva en la que se encuentra el capitalismo en general, no tanto la insensibilidad de cualquier gobernante, incluso presente en el caso del primer ministro francés, así como de su homólogo británico Sunak, lo que empuja hacia una actitud de absoluta intransigencia.
Una crisis de una década
Comencemos con la situación en Europa. Según algunas estadísticas del Banco Mundial, las inversiones fijas brutas (es decir, en capital invertido para reponer el que se ha depreciado con el tiempo sumado a nuevas inversiones, lo que Marx definía como la reproducción ampliada del capital) en el Viejo Continente entre 2008, cuando estalla la crisis ligada a las hipotecas subprime en EE. UU., y 2021 se mantuvo sustancialmente estable (3.200 millones de dólares) en términos absolutos y como porcentaje del PIB en el continente (14,26-14,56). Estos datos demuestran que después de lo que ahora se conoce como la Larga Depresión no ha habido un ciclo de recuperación de las inversiones lo suficientemente grande como para garantizar un crecimiento robusto de la economía.
Otros datos apoyan nuestra conclusión.
La fuerza de trabajo ocupada pasó de 162 millones a 164 millones entre 2008 y 2021.
El crecimiento de la productividad fluctuó entre más 1,2% en Italia a más 8,6% en Alemania y Francia, con un promedio continental de 7,8.
En cuanto a este último ítem, el hecho que mejor demuestra las dificultades que atraviesa el sistema capitalista mundial es que entre 2013 y 2018, 60% de las economías mundiales se encontraban por debajo del nivel histórico de crecimiento de la productividad laboral del período 1981-2018. Para las economías avanzadas, el porcentaje sube a 75% y a partir de 2010 el crecimiento casi se ha detenido (2). Los datos se detienen hace cinco años, pero todo apunta a suponer que entre la pandemia de Covid 19 y la guerra en Ucrania la tendencia no se ha invertido, sino que seguramente ha empeorado.
¿Qué nos muestra todo este conjunto de datos? Los capitalistas no invierten, por lo tanto, tienen menos necesidad de proletarios para valorizar el capital, y si languidecen las inversiones, la productividad se estanca ya que, en general, hay menos innovaciones que permitan producir más en el mismo tiempo. Vale explicar, de manera muy simple, lo que ha estado sucediendo durante más de una década.
Si ampliamos nuestra mirada fuera de Europa, y dejamos de lado por un momento lo que sucede en Estados Unidos (3), notamos que otra potencia imperialista de primer nivel, Japón, se encuentra en una situación que parece no tener salida.
Desde la década de 1990, el Sol Naciente atraviesa una fase de estancamiento económico para la que no se vislumbra el final. Entre 1998 y 2013, el país, a pesar de una política monetaria muy expansiva, experimentó un período de deflación, es decir, caída de precios en términos absolutos. A pesar de que entre 1989 y 2019 las ganancias de las grandes empresas se triplicaron (en el mismo período los salarios disminuyeron 11 %), su porcentaje sobre el total del capital disminuyó de manera constante, confirmando una vez más la tendencia a la caída de la tasa de ganancia que, como Marx sostenía, es la ley principal de la economía capitalista.
En tiempos más recientes, el PIB sigue siendo alrededor de 3 % más bajo respecto del pico de 2021 y 20 % inferior a la media de los países del G7 para lo que se refiere al PIB per cápita.
La tasa de desocupación es particularmente baja, en torno a 2%, pero en el país abundan los contratos de trabajo a tiempo parcial y, además, un descenso de la población de cerca de 500.000 al año permite, por un lado, mantener bajo el porcentaje de desocupados, pero, por otro lado, si este fenómeno no se revierte, el futuro de la isla se ve más sombrío que el de muchos de sus competidores (4).
Así que ahora es más simple, al menos creemos eso, comprender los eventos de las últimas semanas e intentar hacer predicciones para el futuro.
Para tratar de contrarrestar la tendencia a la caída de las ganancias, el capitalismo ha ampliado el recurso de la especulación, de cualquier tipo (5), y una vez que afloran los problemas en el sector especulativo y estallan las crisis, estas por su parte impactan violentamente sobre un sector productivo en grandes dificultades, que a raíz de estas situaciones empeora aún más, y que vuelve a impactar negativamente en la rama especulativa de la economía, dando vida a un auténtico círculo vicioso que parece no tener fin.
Las mismas decisiones tomadas por las autoridades financieras en las últimas semanas han logrado en parte evitar males mayores, pero en realidad solo han pospuesto en el tiempo el ajuste de cuentas, que cuando se verifique tendrá sin duda una ampliación mucho mayor de la que podamos imaginar.
La decisión tomada por las autoridades estadounidenses de garantizar también los depósitos bancarios superiores a 250.000 dólares de los titulares de cuentas del SVB, con la excusa de que el banco era demasiado grande para que a sus clientes pudieran aplicárseles las reglas normales de liquidación bancaria, evitó de inmediato los peores problemas pero, al mismo tiempo, ha desencadenado una salida de depósitos de los bancos regionales pequeños y medianos hacia los gigantes crediticios.
Sin embargo, si uno de estos gigantes se encontrara en la situación del SVB, incluso las arcas de la mayor potencia económica del planeta tendrían dificultades para replicar el comportamiento que hubo para con el SVB.
Además, esto podría empujar a los clientes de los bancos cuyos países no pueden disfrutar de las mismas garantías que los estadounidenses, a transferir los propios capitales al extranjero. Este podría ser el caso de Italia, donde frente a más de 700.000 millones en depósitos formalmente garantidos, el fondo de protección nacional dispone solo de 3.000 millones, y el gobierno de Roma estaría imposibilitado de replicar las decisiones tomadas en Washington.
El rescate del Credit Suisse protegió en parte a los accionistas, pero penalizando una clase particular de obligaciones, les congeló el mercado, superiores los 200.000 millones, e insinúa la duda de que incluso en el futuro, no sólo en Suiza, se pueda privilegiar antes a los accionistas que a otros acreedores, violando las normas bancarias internacionales.
La posibilidad de que el banco central del Japón siga también a sus homólogos de EE. UU., Europa y Gran Bretaña aumentando las tasas de interés, podría empujar a los bancos del país a deshacerse de obligaciones extranjeras que han estado entre los mayores compradores en el pasado. Esto podría generar más tensiones en el mercado internacional de las obligaciones emitidas por empresas privadas (como negocios, bancos, compañías de seguros, etc.) (6).
Solo una victoria del proletariado puede representar una esperanza para el futuro
Una fuga se cierra en un punto del casco del sistema capitalista, e inmediatamente se abren otras en lugares diferentes y cada vez más grandes. Que las nubes se están acumulando en el futuro del planeta lo confirma una institución de la que ciertamente no se puede sospechar que albergue simpatías revolucionarias.
En su informe titulado “Falling Long – Term Growth Prospects: trends, expectations and policies”, el Banco Mundial pronostica que hasta 2030 el crecimiento global estará en su nivel más bajo de las tres décadas precedentes, con un aumento promedio del PIB de 2,2 %. anual (salvo que aparezcan acontecimientos que, como la pandemia y la guerra en Ucrania, puedan empeorar aún más la situación). Afirma que, sin correcciones, lo que estamos viviendo será una década desperdiciada.
Falta en el informe, como no podía ser de otra manera, un hecho que puede marcar la diferencia: la lucha de clases entre el capital y el trabajo.
Esto es lo que viene ocurriendo desde hace meses y últimamente trastorna el corazón del imperialismo mundial: Gran Bretaña, Alemania y, sobre todo, Francia.
Incluso el diario La Repubblica, propiedad de la familia Elkann, grupo Stellantis, tuvo que reconocerlo. “París, Berlín, Lisboa. Europa redescubre las ganas de salir a las calles”, así es el título de la página 17 del lunes 3 de abril. Se habla de «primavera europea» haciéndose eco de las revueltas árabes de 2011. Se admite que los que querían sustituir la lucha entre generaciones a la lucha de clases está desmentido con lo que está pasando en Francia, donde jóvenes y adultos están al lado a lado para protestar no solo por las pensiones, sino contra un sistema que no da ninguna esperanza a jóvenes y menos jóvenes. Las protestas asumen reclamos anticapitalistas y marcan lo que el autor llama el fin del “encierro del desencanto”.
Eso sí, el diario de una de las familias más grandes de la burguesía italiana mira con cierta simpatía los acontecimientos del otro lado de los Alpes porque la situación en Italia hoy, desafortunadamente, es menos efervescente.
Será el curso de los acontecimientos en Londres, París, Berlín, y, con suerte, pronto en Roma, lo que determinará si los años veinte del siglo XXI serán una década perdida.
Por nuestra parte, esperamos que lo sea para la burguesía de todos los países, y que el triunfo de las luchas obreras, presentes y futuras, abra una época de nuevas esperanzas para los oprimidos y los explotados del planeta.
(1) M. Roberts, ”More on a world rate of profit”, https://thenextrecession.wordpress.com/2020/09/20/more-on-a-world-rate-of-profit/
(2) “Global Productivity: Trends, Drivers, and Policies”, disponible en https://www.worldbank.org/en/research/publication/global-productivity
(3) Para aquellos que deseen refrescar la memoria sobre el estado de la economía de las barras y estrellas, sugerimos leer el reciente artículo «Silicon Valley Bank: la irracionalidad de un sistema basado en las ganancias» de A. Madoglio, https://www.partitodialternativacomunista.org/politica/internazionale/silicon-valley-bank-l-irrazionalita-di-un-sistema-basato-sul-profitto
(4) M. Roberts, “Japan: the ‘new capitalism’ updated”, https://thenextrecession.wordpress.com/2022/07/06/japan-the-new-capitalism-updated/
Traducción: Natalia Estrada.