Sáb Sep 21, 2024
21 septiembre, 2024

La revolución continúa

Después de acaparar el grueso de la atención mundial entre 2012 y 2013, el curso de la guerra civil siria pasó en cierta forma a un “segundo plano”. La prolongación del conflicto, que en 41 meses aumentó su complejidad política y está prácticamente “enquistado” en el plano militar, ciertamente contribuye a toda una campaña de desprestigio y aislamiento de la revolución siria, impulsada por derecha e “izquierda”.

 

 

Esto sin contar la aparición de otros conflictos que ocupan el debate internacional, como el ucraniano, el avance del Estado Islámico (EI, antes denominado Estado Islámico de Irak y el Levante) y la proclamación de un “Califato” en el noroeste de Irak, o la reciente agresión militar sionista al pueblo palestino.

Sin embargo, la importancia política de la guerra civil en Siria no ha disminuido. La lucha encarnizada entre revolución y contrarrevolución en el país árabe trastoca todos los demás conflictos circundantes y sigue siendo determinante para la dinámica de todo el proceso revolucionario que se desarrolla en Medio Oriente.

En el terreno específicamente militar, los combates continúan con intensidad. La devastación del país, también. Según el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos (OSDH), seis millones de sirios son desplazados internos y tres millones se transformaron en refugiados que sobreviven dispersos en otros países.

La misma fuente cifra la cantidad de muertos en 190.000 personas, siendo un tercio de ellos civiles (de los cuales 9.000 son niños). La ONU, por su parte, en mayo cifraba en 520.000 las víctimas entre fallecidos y heridos durante la contienda. A medida que la guerra se extiende, la política genocida de la dictadura siria se hace más evidente. El uso de agentes químicos[1] como el gas mostaza, bombas de cloro y barriles cargados con explosivos contra la población civil, son sólo algunas muestras de que Al Assad está dispuesto a todo para mantenerse en el poder.

En cuanto a las bajas militares, estas se dividen en alrededor de 65.000 soldados del ejército de Al Assad y 46.000 rebeldes sirios. Hezbolá, que combate al lado de la dictadura, ha perdido al menos 500 hombres desde que comenzó su incursión en Siria[2]. Expertos estiman que el costo de la guerra podría llegar a 170 mil millones de dólares.

La ofensiva de la dictadura

En el último año, el régimen de Al Assad lanzó una ofensiva sobre las zonas que antes habían sido liberadas por las milicias rebeldes, que básicamente están compuestas por el Ejército Libre Sirio (ELS), el Frente Islámico, la principal fuerza insurgente sobre el terreno con cerca de 45.000 soldados, además de una extensa red de comités locales que, en algunos casos, administran las ciudades que fueron tomadas de la dictadura.

En esta ofensiva, como se sabe, el tirano cuenta con la colaboración directa sobre el terreno de la milicia libanesa Hezbolá.

Es así que, en los últimos meses, el régimen retomó todo el corredor oeste desde Kasab (localidad siria situada en el norte con la frontera turca) hasta el sur de la frontera con el Líbano, a partir de una seguidilla de victorias parciales que se iniciaron en junio de 2013 con la toma de Qusair, a la cual siguieron Yabrud, Malula y Zabadani. Estas conquistas garantizaron al déspota el control de la ruta terrestre Damasco-Alepo-costa del Mediterráneo, además de un pasaje seguro al Líbano, asegurándose el suministro de armamento y de milicianos de Hezbolá.

Sin duda, la principal victoria del régimen hasta el momento se dio en Homs, la tercera ciudad de Siria, anteriormente considerada “capital de la revolución”. El 7 de mayo, después de un cerco terrible que duró casi dos años y tras una resistencia heroica, cerca de dos mil soldados rebeldes se retiraron de aquella simbólica ciudad, tras alcanzar un acuerdo con el régimen[3]. El cerco y los bombardeos gubernamentales en Homs comenzaron en marzo de 2011, y los ataques por tierra también contaron con el apoyo de soldados de Hezbolá.

El acuerdo por el cual los rebeldes salieron de Homs contempló que cada combatiente, durante la retirada, podía llevar sus efectos personales y un arma. En cada autobús, además, se podía sacar un lanzagranadas y una ametralladora. También se estableció la liberación de 70 prisioneros en manos de los rebeldes, retenidos en la ciudad de Alepo.

Hablando claro, la reconquista de Homs fue una victoria militar muy importante del régimen, sobre todo por el impacto moral que tiene el haber vencido un simbólico bastión rebelde. Sin embargo, es necesario dar a este hecho su verdadera dimensión. Por ejemplo, los rebeldes que se rindieron fueron transportados en autobuses hasta otras zonas dominadas por los propios rebeldes, a 20 kilómetros al norte de Homs. Otros medios dicen que los rebeldes retomaron posiciones a 10 kilómetros de esa ciudad[4]. Este hecho indica que los insurgentes, si bien abandonaron una plaza importante, no fueron “aplastados” por la dictadura. Aún controlan amplios espacios en los alrededores de esta ciudad estratégica, que es un nudo de carreteras entre Damasco y Alepo en el norte, y entre Damasco y Latakia en el Mediterráneo[5].

“En dos años avanzamos 300 metros”

¿Los éxitos militares de la ofensiva de Al Assad significan que la revolución ha sido derrotada, como afirman Al Assad, parte de la prensa internacional y hasta de la propia “izquierda”? No pensamos que sea así.

Es categórico que la revolución atraviesa uno de sus momentos más difíciles. Las fuerzas rebeldes, mal armadas y sin una dirección revolucionaria, en el último año y medio se vieron combatiendo en dos frentes: contra la coalición Al Assad-Hezbolá-Irán-Rusia y contra las hordas del Estado Islámico y del Frente Al Nusra (rama de Al Qaeda en Siria).

Existe, para empeorar esta situación, una falta de coordinación enorme sobre el terreno, como producto de una dirección burguesa “democrática”, bastante fragmentada, que ha ido perdiendo autoridad entre los insurrectos debido a sus posiciones vacilantes y, sobre todo, porque su programa no contempla, en la hipótesis de derrocar a Al Assad, satisfacer las demandas económicas e incluso democráticas del pueblo sirio. Por otro lado, la posición abiertamente pro-imperialista de estas direcciones, que hace un año estaban clamando a los EEUU para que bombardeen Siria –amenaza que no se concretó debido al escandaloso retroceso de último momento de Obama, producto del escaso apoyo político–, ciertamente contribuyó al desprestigio de los “opositores desde el exterior”.

En este marco, la llamada Coalición Nacional para las Fuerzas de la Oposición y la Revolución Siria (CNFORS) y la cúpula del Ejército Libre Sirio (ELS) se han mostrado incapaces de centralizar las milicias para encarar una lucha unificada contra la tiranía: “Nosotros, hace más de un año que no tenemos contacto con las brigadas del norte. Nos centramos en nuestra zona y [nos relacionamos] con otras brigadas de aquí”[6], tal es la situación según explica Abu Husein, líder rebelde del oeste del país.

No obstante, a pesar su abrumadora superioridad militar, el régimen no ha conseguido aplastar la revolución. La realidad es que, a costa de sacrificios cada vez mayores y de penurias sin fin, las fuerzas antidictatoriales siguen controlando áreas importantes, como partes de Alepo e Idlib, además de “bolsones” en las periferias de Damasco y en las inmediaciones de Homs.

Las tropas conjuntas de Al Assad y Hezbolá, sin condiciones para tomar las posiciones rebeldes simplemente con “asaltos” de infantería, adoptan la táctica de cercar a los insurrectos en las ciudades más importantes, cortando sus líneas de comunicación y avituallamiento. Es la apuesta al “desgaste”.

Actualmente, después de controlar toda la zona lindante con el Líbano, Al Assad se centra en afianzar su control sobre las metrópolis y las principales arterias de conexión con Damasco, intentando expulsar a los rebeldes hacia las periferias de las grandes ciudades. La contrarrevolución concentra sus esfuerzos en retomar Alepo y en atacar, preferentemente por aire, los bolsones insurgentes en la periferia de la capital y otras ciudades, como Hama y Homs.

Cuando tropas regulares sirias se aventuran a adentrarse en las zonas liberadas, se enfrentan a tácticas de guerrilla urbana, en las que los rebeldes se han hecho notablemente diestros. Crearon un complejo sistema de túneles para perpetrar ataques sorpresa o mantener el aprovisionamiento. Es una forma de “burlar” la hegemonía aérea del régimen. Además, en ciudades como Alepo, existen “zonas grises” en los mapas militares, que no están controladas por nadie, debido al enjambre de francotiradores de ambos lados, los cuales, parapetados en los esqueletos de los edificios, aportan lo suyo al “inmovilismo” de la guerra en las grandes ciudades.

El sistema de túneles construido por los rebeldes ha mostrado buenos resultados. Por ejemplo, el pasado 8 de mayo, un día después de la retirada de Homs, una brigada del Frente Islámico en Alepo, que a pesar de su programa islámico tiene como centro el combate a la dictadura y lucha al lado de rebeldes laicos, hizo saltar por los aires el hotel Carlton Citadel y otros edificios aledaños que el gobierno sirio usaba como “base militar”, matando al menos 40 soldados de Al Assad[7][8]. Los insurgentes detonaron un artefacto colocado en un túnel de 75 metros[9], excavado en los cimientos del edificio, configurando una de las hazañas más espectaculares en lo que va de la guerra[10].

Una semana después, en Idlib, el Frente Islámico detonó más de 60 toneladas de explosivos, haciendo volar un campamento entero del Ejército sirio. Otra vez, el medio fue un túnel. Según informó un comandante del Frente Islámico, su brigada “cavó unos 850 metros por debajo del túnel de la base de Wadi al-Deif, que está rodeado por los rebeldes”[11].

Otra acción favorable a los rebeldes se dio el 18 de mayo en la ciudad de Mleiha, en la periferia de Damasco, donde las brigadas rebeldes mataron en combate al jefe de las fuerzas de defensa antiaérea de Siria, el general Hussein Ishaq[12].

Considerando estos hechos y otros similares, afirmar que la revolución acabó y que la dictadura triunfó es un error. La realidad muestra que, a pesar de las condiciones precarias en las cuales combaten los rebeldes, estamos delante de un conflicto de largo aliento, sin visos de solución inmediata, pues en la génesis de la revolución –que adquirió la forma de una guerra civil– están contenidas contradicciones acumuladas por décadas, que no se han resuelto.

Esto es tan así que, recientemente, el propio general sirio Abu Ahmed, que comanda las tropas dictatoriales en Alepo, reconoció que en dos años han avanzado “300 metros”: “La guerra no terminará hasta que no haya una solución política entre potencias internacionales y regionales. Hasta entonces podemos continuar años así”[13].

Abu Hasan, otro general sirio que lidera la temible Guardia Republicana, una fuerza de élite del Ejército, también admite no disponer de la capacidad bélica necesaria para liquidar la resistencia rebelde: “La estrategia clásica de guerra no funciona. Se producen muchos destrozos y pérdidas de vidas civiles. Mantendremos posiciones hasta que llegue una solución política”[14].

El papel del Estado Islámico

Desde el final de 2012 hemos insistido en el papel determinante que cumplen las tropas de Hezbolá en el campo militar contrarrevolucionario. La milicia libanesa entró en escena en el momento más crítico para la dictadura, cuando el Ejército regular se desangraba en deserciones y los rebeldes tocaban a las puertas de Damasco. Prontamente, Hezbolá se mostró indispensable para concretar los últimos avances bélicos del régimen.

A partir de la segunda mitad de 2013, apareció otro actor contrarrevolucionario con igual o mayor peso: el llamado Estado Islámico.

Como hemos explicado anteriormente, el EI es una organización burguesa con un programa teocrático-dictatorial ultra reaccionario. Es un “partido-ejército”, contrarrevolucionario en toda la regla, que actualmente controla importantes territorios petrolíferos en Siria y en Irak, en los cuales instauró un “Califato” islámico.

Desde que formaban parte de Al Qaeda, que en Siria está representado por el Frente Al Nusra, los “milicianos de negro” del EI actuaron como la “quinta columna” del régimen, dedicándose a combatir a los rebeldes del ELS y a fagocitar los territorios que la revolución iba conquistando de la dictadura siria.

Este fue el caso, por citar ejemplos más conocidos, de Deir al Zor, Raqqa o Menbij. Luego de que Al Nusra usurpara estas ciudades a los rebeldes antidictatoriales, estalló la disputa por estos territorios ricos en petróleo entre los propios “yihadistas”, ocasionando furiosos combates entre el EI y Al Nusra que, según cuentas parciales, costaron la vida a más de cuatro mil soldados de ambos bandos.

Finalmente, después del doble parasitismo, el EI consolidó en esas zonas una dictadura teocrática, que se concreta en el “Califato” islámico. En los territorios que ocupan, comenzaron por la persecución y el asesinato de los combatientes del ELS, del Frente Islámico y de los miembros de los comités locales que la población eligió para administrar las zonas liberadas, como fue el caso de la ciudad de Menbij.

De esta forma, fueron avanzando hasta el punto de imponer el terror más completo en las poblaciones locales (decapitaciones, crucifixiones, lapidaciones, entierra de personas vivas, ablación para las mujeres), basándose en una interpretación extrema y fundamentalista de la Sharia (ley islámica). Al mismo tiempo, el autoproclamado “Califa Ibrahim” se dedicó a hacer negocios con la propia dictadura siria, a la que vende crudo y combustible, que Al Assad necesita para masacrar la revolución.

Todo esto sin contar el inestimable favor que las atrocidades cometidas por el EI brindan al fortalecimiento político de Al Assad, que tiene en ellas una posibilidad de “justificar” su “importancia como interlocutor” en lo que él denomina la “cruzada contra el terrorismo” en Siria, ofreciendo su apoyo a las potencias imperialistas.

En este sentido, las crueldades y los horrendos crímenes del EI contra minorías étnicas y religiosas, tanto en Siria como en Irak, sirven para proporcionar justificativas “humanitarias” al imperialismo para atacar por aire el suelo iraquí. Lo mismo pasó con sus lacayos, como el recientemente destituido primer ministro Al Maliki en Irak, y hasta con el propio Al Assad, quienes, respectivamente, “solicitaron” o se mostraron a favor de “coordinar” ataques aéreos de EEUU en sus propios países.

Hasta el momento, como se sabe, EEUU realizó varios bombardeos “limitados y puntuales” contra posiciones del EI en Irak y, a partir del asesinato del periodista norteamericano James Foley, decidió autorizar “vuelos de reconocimiento” de drones [aviones no tripulados] en Siria, como un posible primer paso para futuros bombardeos. Por lo pronto, Obama se mostró más cauteloso en relación a extender los ataques aéreos en Siria y llegó a admitir que “todavía no tenemos una estrategia”[15].

De hecho, Al Assad, supuesto “antiimperialista” según las corrientes castro-chavistas, ya está colaborando con los EEUU. Los “vuelos de reconocimiento” norteamericanos para conocer posiciones del EI comenzaron y, según el OSDH, “La cooperación ya empezó y Estados Unidos brinda información a Damasco a través de Bagdad y Moscú”[16].

La entrada en escena del EI obligó a los rebeldes antidictatoriales, laicos o no, a abrir un segundo frente, debilitando aún más sus recursos. El precio de luchar contra el régimen y contra el EI es muy alto. Algunos grupos rebeldes que luchan contra el EI calculan que la mitad de sus fuerzas han sido desviadas a este segundo enemigo[17].

Es así que distintas brigadas rebeldes declararon al EI como “objetivo militar de la revolución”, declarando que “La revolución siria se basa en valores que tienen como objetivo lograr la libertad, la justicia y la seguridad de toda la sociedad siria y su diverso tejido multiétnico, multirreligioso y social”[18].

En este marco, en mayo pasado se dio una huelga general contra el poder del EI en Menbij (Alepo), que tuvo 80% de acatamiento, según el Comité de Coordinación Local de Menbij[19].

Desde enero, pese a todas las dificultades, según The Economist, el EI sufrió algunos reveses militares a manos de los rebeldes antidictatoriales en Idlib y Alepo, que los forzó a retirarse más hacia el este, a su bastión en Raqqa[20].

Los rebeldes sirios también lograron expulsar al EI de la casi totalidad de la periferia de Damasco, concretamente de los barrios de Mesraba y Maydaa, situados en la región del Ghuta oriental, así como de Yalda y Beit Sahem, según el OSDH[21].

Sin embargo, será difícil expulsar al EI de Siria, ya que se ha fortalecido financiera y militarmente a partir de los territorios que ocupó en Irak. El domingo 24 de agosto, por ejemplo, tomaron el control de la base aérea de Tabqa, a 45 kilómetros de la ciudad de Raqqa, haciéndose con aviones de combate, helicópteros, tanques y artillería, con lo cual amplían y consolidan los territorios del pretendido “Califato”.

Alepo, una batalla crucial

Alepo es en estos momentos el epicentro de la guerra civil. Los rebeldes sirios, conjuntamente con milicias kurdas, controlan el noreste y parte del sureste de la ciudad. La Guardia Republicana, especialmente a través de su destacamento de élite, denominado “los tigres”, y milicianos de Hezbolá, controlan el oeste del antiguo corazón económico de Siria. “Los amigos de Hezbolá aseguran algunas posiciones una vez que las tomamos”, confirma Nesser, un comandante “Tigre”[22].

Los combates más intensos ocurren en la periferia norte y este. La artillería siria bombardea incesantemente las posiciones rebeldes, recurriendo al lanzamiento desde helicópteros, de barriles cargados con explosivos, armas rudimentarias pero altamente mortíferas. Estos “barriles de la muerte”, que detonan en áreas muy pobladas (además de panaderías y hospitales), mataron a cerca de doce mil civiles[23].

Así, barrios enteros fueron borrados del mapa. En medio de este panorama dantesco, cerca de dos millones de civiles atrapados en ese terrible cerco, sin agua potable y con electricidad intermitente, intentan proseguir sus vidas como pueden.

Actualmente, las milicias rebeldes que resisten el avance de la dictadura en Alepo también lo hacen contra las fuerzas del EI, mucho mejor armadas después de su ofensiva en Irak y que avanzan hacia el centro de la ciudad por el noreste[24]. Se encuentran a 25 kilómetros, después de haber arrebatado las localidades de Ajtarin y de Mare al Frente Islámico, hecho que complica aún más la situación de los insurrectos. Pero los rebeldes se preparan para recibirlos: “Los diferentes líderes de las brigadas rebeldes se han reunido para crear una coalición capaz de hacer frente común. Son miles los que se dirigen hasta aquí para frenar el avance”, dice el opositor Abu Ramzi desde la periferia de Alepo[25].

La resistencia siria en Damasco

Si bien se dio un retroceso de las fuerzas rebeldes en comparación con el período 2011-2012, cuando la insurgencia casi rodeaba Damasco, todavía existe una red de milicias rebeldes que mantienen sus posiciones en la periferia capitalina.

Además de sostener intensos combates contra las tropas de élite de Al Assad y del EI, los rebeldes hostilizan la vida cotidiana del centro político del país con ataques de mortero y, eventualmente, con atentados con bombas, mucho de ellos viabilizados a través de los túneles.

La defensa de la capital se ha convertido en la prioridad del régimen. Al igual que en Alepo, la táctica es estrechar al máximo el cerco a los rebeldes y bombardearlos desde el aire.

Recientemente, el comando del Ejército sirio anunció haber tomado el control de la población de Mleha, a tan solo dos kilómetros al sureste de Damasco, después de 18 meses de combates. A partir de este hecho, los rebeldes habrían retrocedido al este de la capital.

No obstante, la situación está lejos de una “limpieza de terroristas”, como prometió Al Assad al asumir su nuevo mandato tras unas farsantes elecciones. Incluso un oficial del Ejército sirio “matizó” la conquista: “En la guerra, cuando se toma un área no significa que esté totalmente limpia. En 10 días todo puede cambiar”[26]. El frente militar en las afueras de Damasco ha demostrado una volatilidad similar a la de Alepo, con avances y retrocesos de pocos metros. De manera que todo aquello que se arrebate al enemigo, bien puede ser perdido en el próximo contraataque.

A pesar de todo, la insurgencia continúa controlando, sobre la base de una resistencia heroica, toda la llamada Ghuta oriental (periferia este de Damasco).

¡Redoblar la solidaridad con la Revolución Siria!

La revolución siria no ha sido derrotada. La guerra civil no está perdida sino en curso y sin visos de resolución rápida.

La resistencia de los rebeldes es heroica; su lucha, ejemplo de entrega a todos los luchadores democráticos y revolucionarios del mundo. Con avances y retrocesos, se baten en dos frentes: contra la dictadura de Al Assad y contra la “quinta columna” del EI.

Por eso, es un completo error “cantar derrota” en estos momentos. A partir del momento que eso es falso, reproducir este tipo de “propaganda”, en medio de una guerra en curso, sólo puede favorecer los proyectos dictatoriales y contrarrevolucionarios de Al Assad y del EI.

La actitud de los revolucionarios debe ser completamente contraria al derrotismo. Su política también. La difícil situación militar debe ser motivo para intensificar la campaña de solidaridad incondicional, de completo apoyo a la victoria militar del pueblo sirio, que se expresa en las milicias rebeldes del ELS, del Frente Islámico, de los comités locales, de los consejos locales, y de un amplio abanico de sectores que, laicos o no, empuñaron las armas para derrocar la dictadura genocida del clan Assad y enfrentar el proyecto bárbaro del “Califato” islámico que quiere consolidar el EI.

Es urgente luchar para romper el aislamiento de la revolución siria, impuesto no sólo por la campaña de desprestigio de la prensa internacional sino también por el apoyo explícito a la dictadura de Al Assad y por la propaganda mentirosa contra los luchadores rebeldes que orquesta una amplia gama de organizaciones stalinistas y castro-chavistas.

Por ello, para pensar seriamente en una contraofensiva rebelde que pueda abrir paso a una victoria militar, sigue siendo fundamental la exigencia a todos los gobiernos de envío de armas a los combatientes sirios. La defensa del derecho que la revolución tiene de defenderse y avanzar se concreta en esta posición.

En este sentido, para tener una idea de la precariedad con la cual los rebeldes se enfrentan a la dictadura y a los “yihadistas” del EI, Salim Idris, ex comandante del ELS, relató: “La mayoría de los combatientes son sirios, militares desertores o civiles que dejaron sus trabajos para unirse a la revolución. Tenemos ahora en el ELS alrededor de 100.000 combatientes. El 50% está armado y el otro no. Comparten las armas (…) Traté con los comandantes del frente y con los países que nos apoyan de unificar a todos los grupos en el terreno y darles un salario, unos 100 dólares al mes a cada combatiente. Les pedí municiones y una asistencia más consistente para distribuir entre los batallones. Pero hemos recibido muy poco, no ha sido suficiente: ni salarios ni apoyo financiero; hay una gran carencia de ayuda médica y humanitaria, y ese sigue siendo hoy unos de los mayores problemas (…) Hasta ahora no hemos recibido armas o munición de calidad. Han llegado algunos misiles antitanque, pero necesitamos manpads (lanzamisiles tierra-aire) porque los cazas del régimen siguen bombardeando a diario las ciudades, pueblos, colegios, hospitales…”[27].

Al mismo tiempo, para cambiar el rumbo de la guerra, es urgente avanzar en la centralización de todas las milicias rebeldes en un comando único, sobre la base de un programa que parta de la necesidad de derrocar a la dictadura pero que responda a los acuciantes problemas sociales, agravados al máximo por la destrucción causada por la guerra. Es fundamental unificar la lucha democrática, lo cual significa centralizar todos los esfuerzos posibles de todas las organizaciones y sectores sociales dispuestos a continuar el combate contra la dictadura siria y el EI.

En el marco de la más amplia unidad de acción antidictatorial, los revolucionarios proponemos como salida de fondo la aplicación del programa de la revolución socialista. Esto se traduce en que, siendo parte incondicional de la lucha democrática y estando en la trinchera contraria a la dictadura siria, es necesario tener clara la estrategia de una revolución de Octubre triunfante, a partir de un programa que comience por responder a las aspiraciones democráticas del pueblo sirio y culmine en la toma del poder por la clase trabajadora. El “punto de partida” del programa revolucionario debe ser categórico: ¡Ganar la guerra para derrocar a Bashar Al Assad!

En este sentido, el programa “para ganar la guerra y hacer la revolución socialista” sólo podrá ser defendido consecuentemente por una dirección revolucionaria e internacionalista, cuya ausencia se muestra más dramática en la medida en que el régimen y el EI arrecian su ofensiva contra el proceso revolucionario sirio.

Tal como enunciamos en la resolución sobre los peligros y sobre las tareas de la revolución siria en el último Congreso de la LIT-CI: “existen profundas limitaciones que amenazan la victoria militar y el avance de la revolución: la falta de centralización militar y política alrededor de un programa revolucionario (que comience por la tarea de destruir al régimen dictatorial), la ausencia de la intervención de la clase obrera organizada en el proceso revolucionario y, la principal de todas las limitaciones, la carencia de una dirección marxista revolucionaria en el proceso”[28]. No existe tarea estratégica más importante en Siria y en todo Medio Oriente.


[1] A pesar de que Al Assad negaba poseer “arsenal químico”, sólo en el último año fueron destruidas 581 toneladas de “precursores químicos” para fabricar gas sarín y 19,8 toneladas de agentes químicos para fabricar gas mostaza.

[7]http://www.aljazeera.com/news/middleeast/2014/05/rebels-bomb-syria-army-hotel-base-aleppo-2014588229832559.html

[8]http://www.aljazeera.com/news/middleeast/2014/05/syrian-troops-hit-aleppo-tunnel-bombing-2014531132635764102.html

[9]http://www.aljazeera.com/news/middleeast/2014/05/rebels-bomb-syria-army-hotel-base-aleppo-2014588229832559.html

[11]http://www.noticias24.com/fotos/noticia/16353/siria-rebeldes-hacen-volar-campamento-del-ejercito-aplicando-60-toneladas-de-explosivos/

[12]http://noticias.terra.com.br/mundo/oriente-medio/siria-comandante-do-exercito-morre-em-combate-em-mleiha,d5fb67ad03b06410VgnCLD2000000dc6eb0aRCRD.html

[17]http://www.economist.com/news/middle-east-and-africa/21603470-rivalry-between-insurgents-helping-him-nowbut-may-eventually-undermine-him#

[18]http://noticias.terra.com/internacional/asia/rebeldes-islamistas-sirios-declaran-a-grupo-yihadista-como-objetivo-militar,8c37d96a02106410VgnCLD2000000dc6eb0aRCRD.html

[19]http://www.dailystar.com.lb/News/Middle-East/2014/May-19/256939-general-strike-challenges-isis-in-aleppo-town.ashx#ixzz32COGn43G

[20]http://www.economist.com/news/middle-east-and-africa/21603470-rivalry-between-insurgents-helping-him-nowbut-may-eventually-undermine-him#

[28] Resolución sobre Siria del XI Congreso de la LIT-CI.

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