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8M 2020

La lucha de las mujeres es parte de la lucha por la Revolución Socialista

marzo 8, 2020

Las organizaciones feministas que van a participar en la preparación de este 8M, defienden que esta es una lucha contra el patriarcado o contra el capitalismo patriarcal. Hay una vivencia de que desde las instituciones no se está acabando con el machismo y que estas son de hecho, parte del problema. Pero también hay un rechazo a las organizaciones políticas, inclusive de la izquierda, puesto que todas ellas tienen, según dicen, una “estructura patriarcal” de “relaciones jerárquicas”.

Por Laura R.

Esta visión tiene parte de apoyo en la realidad ya que sabemos que, por desgracia, la influencia del estalinismo, que alcanza a toda la izquierda, trajo consigo el desprecio a los derechos democráticos de las mujeres y el machismo generalizado dentro de las organizaciones, lo que también alcanzó a muchas de las organizaciones trotskistas, pagando un alto precio por ello.

Como consecuencia, muchas teorías feministas que se desarrollaron en los años 60 y 70, tendieron injustamente a identificar el marxismo y el socialismo o el comunismo en general, con el estalinismo, rechazándolos por igual. Al no tener una perspectiva de clase, muchas de estas organizaciones feministas o sus dirigentes, acabaron siendo cooptadas por el imperialismo, con lo que fueron limitando la lucha de las mujeres a una rebelión para lograr la igualdad dentro de los marcos de la democracia burguesa, cada vez más imposible en la medida que el capitalismo en crisis, para implementar sus planes, necesita aumentar todas las formas de opresión.

También está muy presente la influencia del postmodernismo como ideología, que influencia directa o indirectamente a buena parte de la izquierda. El postmodernismo niega la lucha de clases y la necesidad de la organización, defendiendo lo coyuntural y lo espontáneo.

El patriarcado, es un concepto que puede tener distintas definiciones. Es un término que se usa de forma común o coloquial como sinónimo de machista o sexista, para indicar que la opresión de las mujeres se da en todas las esferas de la vida pública y privada y de forma cotidiana. En ese sentido, todas las organizaciones hablan de Patriarcado o de que vivimos en una sociedad patriarcal. Nosotros tenemos acuerdo con esta definición de uso común.

Pero además de este significado descriptivo de una realidad obvia, que no hay forma de negar, esta definición encierra un componente teórico: El patriarcado- para muchas teorías feministas- es la sociedad donde las relaciones de poder están puestas al servicio de los hombres o del sexo masculino en su conjunto, donde todos los hombres, dominan, oprimen y/ o explotan a las mujeres y esta división jerarquizada entre hombres y mujeres y no las clases sociales sería, según estas teorías, la división principal que estructura la sociedad.

Partiendo de esto, hablan de patriarcado bien como ideología, como estructura social o incluso como modo de producción. De este modo, para la mayor parte del movimiento feminista, la lucha contra la violencia y la desigualdad de las mujeres, pasa por la destrucción del patriarcado.

Es cierto que las organizaciones feministas que se consideran marxistas o socialistas, sí denuncian los planteamientos reformistas de que no es posible llegar a la igualdad sin combatir el capitalismo y en su explicación de la opresión a las mujeres, combinan las relaciones de clase del capitalismo con las relaciones patriarcales. Pero aún cuando acuerden con la necesidad de acabar con el capitalismo, no sostienen la centralidad de la clase obrera como sujeto social de la revolución ni la estrategia de la unidad de la clase obrera combatiendo todas las opresiones, sino la unidad de las mujeres en la lucha contra su opresión. Su objetivo es unificar y coordinar todas las luchas (la del movimiento feminista, la el movimiento obrero, el movimiento ecologista, el movimiento estudiantil, etc.), situando en el mismo plano de jerarquía, por decirlo así, a todas ellas.

Como las relaciones patriarcales son anteriores al capitalismo, para todo el feminismo, nos encontramos con dos luchas que son paralelas, pero diferentes.

Nuestra posición frente a las opresiones

Nosotros, como organización revolucionaria,  retomamos la tradición marxista leninista en relación a la opresión que es opuesta por el vértice al estalinismo, pero también a todas esas posiciones que terminan siendo reformistas. Defendemos que no habrá emancipación de las mujeres sin hacer la revolución socialista pero también que esta no es posible sin la participación de las mujeres trabajadoras en igualdad de condiciones. Defendemos la unidad y la centralidad de la clase trabajadora en esa revolución socialista, porque es la única clase social capaz de llevar a cabo una revolución de ese tipo, que vaya hasta el final en expropiar a la burguesía y acabar con las clases sociales y toda forma de opresión. Esto significa que defendemos que la lucha contra el machismo es necesaria antes, durante y después de esa revolución.

Nosotras, socialistas, no creemos que haya varios sistemas paralelos contra los que hay que luchar. Para los marxistas hay un único sistema: el capitalismo, que se constituyó en un sistema de saqueo y rapiña imperialista hace ya más de 100 años y que hoy, ante la crisis económica mundial, intenta recolonizar países y continentes. Un capitalismo que efectivamente es machista o patriarcal, es imperialista, es racista y un montón de cosas más.

La opresión de la mujer y las demás opresiones son anteriores al capitalismo, pero este ha potenciado más que ninguno en la historia el uso de las todas las opresiones, incluso ha creado nuevas formas de opresión, al servicio del fin que lo mueve: la explotación de la clase trabajadora para obtener ganancias. Es decir, las opresiones están subordinadas a la explotación, que es el pilar del sistema capitalista. Diferenciamos entre opresión y explotación como categorías distintas porque ambas tienen una existencia social propia y semiautónoma. Pero para nosotras, las relaciones dominantes, las que estructuran la sociedad son las clases sociales y son las que deciden en última instancia qué opresiones son necesarias y cuales no y que además pueden ir cambiando dependiendo de las necesidades de la clase dominante en un determinado modo de producción. La lucha contra la opresión de las mujeres y contra todas las opresiones es parte y se subordina a la lucha de clases y a la revolución socialista.

¿Unidad de todas las mujeres o de la clase trabajadora?

¿Es posible que un movimiento de todas las mujeres, de las ricas que nos explotan con las obreras explotadas, obtenga la liberación de las pobres, de la mitad de la humanidad trabajadora?

Desde Corriente Roja y la LIT-CI lo cuestionamos. Frente a la “sororidad” o hermandad de las mujeres” del movimiento feminista, defendemos, la “hermandad de clase”: organizar a las mujeres  trabajadoras como vanguardia de una lucha del conjunto, contra la opresión de estas, con un programa independiente de la burguesía.

Y el mejor ejemplo de ello lo encontramos en la historia. Clara Zetkin, precursora del movimiento socialista de mujeres, miembro del Partido Socialdemócrata alemán y una de las fundadoras de la Segunda Internacional, luchó toda su vida por organizar a las mujeres trabajadoras, cuando en Alemania y otros lugares, las mujeres tenían prohibido incluso participar en política. Ella y otras socialistas dieron una batalla muy fuerte para que sus partidos, luchasen por el sufragio femenino y por las demandas que unían a todas las mujeres en la lucha. Y para ello se apoyaron en la mejor tradición teórica del socialismo, en las obras de Bebel o Marx y Engels que afirmaban que no hay posibilidad alguna de lograr la emancipación de la humanidad, si no luchamos al mismo tiempo, por la emancipación de las mujeres.

Todas ellas y así se puede comprobar en los escritos de Zetkin y otras revolucionarias, tenían muy clara la frontera de clase entre las obreras y las mujeres de la clase propietaria. Tenían muy claro hasta donde podían llegar en su lucha, haciendo unidad de acción en la calle con las mujeres de la burguesía –que nunca apoyaron los reclamos laborales de las trabajadoras-, pero formando parte de organizaciones separadas.

Nosotras llamamos a todas las mujeres trabajadoras, desempleadas o en precario, estudiantes o jubiladas, a construir con nosotras Corriente Roja y la LIT-CI, un partido y una Internacional que esté al lado de la mujer trabajadora, que haga parte de sus luchas. Y si nos llamamos con orgullo revolucionarias, es porque sabemos que la lucha por nuestros derechos no termina el 8 de Marzo, sino que tenemos una tarea cotidiana enorme por delante, la tarea de todos los días para construir en cada lucha, en cada batalla, el camino hacia una revolución socialista como la que encabezaron las mujeres un 8 de Marzo de 1917 en Rusia, para liberar al conjunto de la clase obrera de la explotación y a la mujer de la opresión.

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