Mié Oct 16, 2024
16 octubre, 2024

La guerra en Palestina y la crisis del orden mundial

Por: Eduardo de Almeida

Existe una crisis en el orden mundial imperialista, en el que ahora se inserta la guerra en Palestina. La crisis del orden impacta sobre la guerra y, al mismo tiempo, es fuertemente alimentada por ella. Se trata de un nuevo centro de la lucha de clases mundial.

El marco general de la crisis

La ola descendente de la economía mundial, presente desde la recesión de 2007-2009, se expresa en este momento en un crecimiento anémico de la economía internacional, con un proceso recesivo en partes de Europa, una reducción del comercio mundial y crecientes problemas de deuda en los países semicoloniales. Hay desigualdades pronunciadas de un país a otro, en el marco de una decadencia global.

El conflicto entre el imperialismo estadounidense decadente de Estados Unidos y el imperialismo emergente chino reduce el crecimiento mundial e impone estándares de competencia aún más duros para las burguesías de cada país, obligadas a competir con los padrones aún más duros de competencia para las burguesías de cada país, obligadas a competir con los padrones chinos.

Cada vez hay más crisis políticas, con fuertes divisiones en las burguesías, como la actual en el Congreso de Estados Unidos, así como en muchos países del mundo.

El crecimiento de la ultraderecha en nivel internacional es otra expresión de esta decadencia.

Existen durísimos reflejos en las condiciones de vida de las masas, que llevan a explosiones en diversas regiones del mundo, a veces inesperadas o incluso inéditas. Esto tampoco es homogéneo, ya que muchos países impera un reflujo del movimiento.

La crisis del orden mundial se traduce en una polarización política y social, con una intensificación desigual de la lucha de clases. Se trata de un proceso sumamente heterogéneo, con diferentes ritmos e intensidades en cada país. Pero hay una tendencia creciente a los enfrentamientos entre revolución y contrarrevolución.

La crisis –y a veces la inexistencia– de direcciones revolucionarias limita el desarrollo de estos procesos y a menudo los conduce a nuevas derrotas.

Las movilizaciones en Francia contra la reforma de las pensiones fueron las mayores en décadas, y acabaron siendo frenadas por las direcciones reformistas. Las huelgas en Inglaterra y ahora en las empresas automovilísticas de Estados Unidos han golpeado a parte de los países imperialistas con un ascenso directamente obrero. El ascenso contra el imperialismo francés en el Sahel africano, con golpes contra gobiernos títeres, también trae consigo elementos sin precedentes de movilizaciones de masas antiimperialistas, que no habían ocurrido en muchos años.

La guerra en Ucrania expresa esta crisis del orden mundial y, por otro lado, la agrava. El imperialismo ruso intentó recomponer su área de influencia ocupando Ucrania. Pero el resultado es que se metió en un atolladero de grandes proporciones.

Ahora es el imperialismo norteamericano el que asume el papel central en la defensa de Israel, con todo el peso de desgaste que esto puede producir.

Una región desgarrada por la revolución y la contrarrevolución

Se trata de una región históricamente polarizada entre revolución y contrarrevolución en procesos convulsivos.

La dominación de las potencias imperialistas, particularmente la norteamericana, ese apoya en burguesías locales asociadas que solamente pueden intermediar en los ingresos petroleros a través de dictaduras sangrientas.

En primer lugar, allí están las mayores reservas de petróleo del mundo, estratégicas para el imperialismo.

En segundo lugar, por la presencia del Estado israelí. Por un lado, este asegura la dominación militar del imperialismo. Pero, por otro lado, es un factor de radicalización política permanente, de conflictos y de guerras. Israel no puede coexistir democráticamente con una marea humana árabe contraria a la usurpación de los territorios palestinos.

En tercer lugar, los contrastes sociales son brutales. La riqueza del petróleo y la pobreza de las masas hacen de la región, literalmente, un barril de pólvora. Tras el período marcado por el nacionalismo burgués, como el nasserismo egipcio, y el partido Baath en los años ’50 del siglo XX, vino la recolonización del imperialismo, con la capitulación y asociación de las burguesías locales.

Estas burguesías corruptas y represivas tienen un nivel de vida extremadamente lujoso, frente a la miseria de las masas.

El cuarto elemento es que la región está marcada casi por completo por dictaduras odiadas, que existen desde hace décadas.

El gran ascenso de la “Primavera Árabe”, un proceso revolucionario masivo entre 2010 y 2013 contra estas dictaduras, fue en general derrotado. Como parte de estas luchas, la guerra civil en Siria, que comenzó en 2011, fue aplastada por la dictadura de Assad con apoyo directo de la aviación de Putin. Ahora, comienza a haber señales de reactivación de las luchas.

En Egipto, el general Sisi dio un golpe en 2013 contra el gobierno de Morsi, de la Hermandad Musulmana, el primero elegido en la historia egipcia. Ahora, la dictadura comienza a dar señales de una crisis importante, con la reanudación de algunas movilizaciones.

Los brutales antagonismos de clase y la opresión nacional no se resuelven en el marco de las democracias burguesas.

El mantenimiento de las odiadas dictaduras y la existencia de Israel renuevan cada día la radicalización política del proceso.

Por otro lado, la revolución tiene severos límites para profundizarse. En general hay un peso pequeño de la clase obrera, las direcciones revolucionarias están prácticamente ausentes. Esta combinación impide que el movimiento de masas pueda avanzar y abrir un momento superior de las revoluciones. Esto está presente en la heroica historia del pueblo palestino, así como de toda la región.

En Israel, el gobierno ultraderechista de Netanyahu enfrentaba una importante crisis política al intentar imponer una reforma judicial que anulaba la Suprema Corte del país. Junto con esto, apostaba en ataques aún más duros contra los palestinos, alentando la acción de los colonos judíos sobre Cisjordania.

La acción palestina del 7 de octubre fue un importante golpe político a la arrogancia del Estado de Israel y, en particular, a Netanyahu, que pregonaba el control absoluto de la situación. Después de eso, tuvo que apelar a un gobierno de unidad con la oposición para recomponerse políticamente y pasar a la contraofensiva.

Las disputas interimperialistas en la región

El imperialismo norteamericano es hegemónico en nivel mundial, así como en Medio Oriente. Sin embargo, incluso aunque se siga ejerciendo, hay una decadencia explícita de la hegemonía estadounidense. Las derrotas y el retiro de tropas de Irak (2011) y Afganistán (2021) son expresiones de ello.

Sin embargo, sigue siendo hegemónico y principal pilar del Estado de Israel, que ya recibió 3.800 millones de dólares en ayuda militar en 2023, ahora reforzados por otros 2.000 millones ofrecidos por Biden. Estados Unidos también tiene lazos directos y una asociación con las dictaduras de Arabia Saudita y de los Emiratos Árabes Unidos. Antes del ataque palestino del 7 de octubre, Estados Unidos patrocinaba el reconocimiento de Israel por parte de Arabia Saudita, similar al que hicieron los Emiratos Árabes Unidos y Bahrein hace tres años.

El imperialismo ruso tiene intereses económicos y políticos en la región, esencialmente apoyado en un bloque con Siria, Irán y Hezbollah (en el Líbano). China tiene intereses económicos importantes y crecientes en toda la región. Es la mayor importadora de petróleo de Irán (87% de las exportaciones de petróleo de ese país el mes pasado) y de Arabia Saudita. Pero también tiene negocios con Israel. Buscaba asumir un papel de garante de la estabilidad burguesa en la región e incluso patrocinar una reaproximación entre Arabia Saudita e Irán, en un movimiento contrario al de la diplomacia estadounidense.

A pesar de las disputas, la alianza entre estos bloques contra los procesos revolucionarios se mostró con fuerza en Siria, siendo parte fundamental de la derrota de la guerra civil en ese país.

En cuanto a Palestina, existen acuerdos entre los dos bloques contra la causa palestina. Pero también diferencias políticas importantes. Mientras el imperialismo norteamericano y el europeo apoyan abierta y militarmente a Israel, los imperialismos ruso y chino apuestan por la estrategia reaccionaria de los “dos Estados”, de los acuerdos de Oslo, que ya han demostrado su fracaso. Son partidarios de una “paz negociada”. No defenderán la causa palestina, como muchos reformistas pueden pensar. Pero no estarán en la línea de frente militar de la crisis como los imperialismos norteamericano y europeo.

Si la guerra de Ucrania puso al imperialismo ruso en una crisis importante, ahora es el imperialismo norteamericano y el europeo los que tendrán que asumir abiertamente su papel contrarrevolucionario, asumiendo sus consecuencias.

Una crisis creciente que recién se inicia

La guerra en Palestina puede acelerar y polarizar aún más la crisis del orden mundial. Tanto en su incidencia en la crisis económica como en la radicalización política en nivel internacional.

Ya están empezando a producirse importantes movilizaciones en apoyo a la causa palestina. En Estados Unidos se produjeron manifestaciones muy importantes en Chicago, San Francisco, Nueva York, así como en Europa (Italia, Francia y otros países). Hubo grandes movilizaciones en países árabes, como Jordania, Yemen, Egipto, y otros.

Por otro lado, crece la ultraderecha en todo el mundo, a menudo asociada a sectores evangélicos.

Las reacciones bonapartistas de los gobiernos imperialistas son otra expresión de esta polarización. Hay persecuciones explícitas contra los simpatizantes de la causa palestina en Estados Unidos y en Europa. Hay prohibiciones de manifestaciones pro Palestina, y amenazas de ilegalidad para los partidos que apoyen esta causa en Francia.

En el momento en que escribimos este artículo, Israel ultima los preparativos para una invasión terrestre sobre Gaza. Esto ampliará la polarización y la radicalización política en todo el mundo, aumentando el desgaste que ya existe del sionismo.

La posibilidad de una nueva primavera árabe y/o de una tercera Intifada también puede aumentar en mucho la crisis en el orden imperialista mundial.

Existe una nueva y explosiva coyuntura mundial que acaba de comenzar y que puede tomar múltiples direcciones.

Traducción: Natalia Estrada.

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