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Colombia

La abolición del toreo: ¡Avanza una larga lucha democrática!

enero 24, 2015

La lucha social por la abolición de las Corridas de Toros en Colombia y en el mundo no es nueva.

Sus huellas se remontan a un paciente trabajo de hormigas y a un persistente camino recorrido por sus promotores regionales desde los años 90, emulando a campañas sociales en otros lugares del mundo –como en Cataluña–, donde esta demanda democrática fue impuesta a los sectores más reaccionarios de los gobiernos capitalistas, defensores a toda costa de los intereses económicos de la burguesía taurina y ganadera, de por sí más preocupados por el “billete” y los jugosos “negocios” de sus compadres que por el bienestar de los animales, el medio ambiente –y cabe resaltar, ante todo– de los trabajadores humanos, que con nuestro “sudor” sostenemos este sistema.

Hoy existen en el mundo alrededor de 8 o 11 países, una minoría, en su mayoría hispanohablante, practicantes de la corrida de toros y relacionados con espectáculos taurinos; no obstante, desde los años 90 hasta nuestra fecha, han surgido paulatinamente muchos municipios anti-corridas en países tradicionalmente taurinos, lo cual es una prueba del progreso dialéctico de la sociedad, en el campo de la cultura.

Recuerdo haber participado por primera vez en una fogosa protesta antitaurina el 27 de febrero de 2005 frente a la Plaza de Toros de la Santa María (Bogotá, D.C.), convocada por la Asociación Defensora de los Animales y del Ambiente (ADA) y Native Fauna, día en que los gendarmes del ESMAD, bajo las ordenes de la Administración “alternativa” del traidor-trepador “Lucho Garzón” (2004-2007) –en ese entonces apoyado por la izquierda reformista tradicional– y los empresarios de la Corporación Taurina, dieron vía abierta para que la Fuerza Pública procediera a desalojarnos, corretearnos y reprimirnos con sevicia: a punta de gases, pimienta, bolillo y detenidos. En efecto, es costumbre del régimen político colombiano reventar las protestas y herir a los manifestantes, judicializar a los luchadores, pues el caso de desalojo de los anti taurinos fue a imagen y semejanza de la Conmemoración del Día Internacional de la Clase Obrera, el 1 de mayo de 2005, cuando los “robocops” asesinaron al joven Nicolás Neira en el Centro de la Ciudad e hirieron a cientos de trabajadores y estudiantes en todo el país, subiéndolos a las “perreras” hasta transportarlos a la Unidad Permanente de Justicia (UPJ), la URI y las salas de retención policiales, como buenos guardianes de los patrones.

En aquel entonces, a finales de los noventa y principios del dos mil, las voces críticas y protestas contra las corridas, eran “una voz en el desierto”. Eran diminutas, desapercibidas, descabelladas. No fue sino hasta mediados del año 2012 que “la cuestión del toreo” dio un “giro inesperado”, pues empezó a ser un problema cultural “notorio” y polémico en Colombia, de debate político y social en la ciudad de Bogotá, a raíz de la suspensión temporal de las corridas en la capital por parte de Petro, y la visibilidad de la protesta, aunque no restringida al centro del país sino también extendida a todas las regiones y ciudades donde existen corridas, como Cali, Manizales, Ibagué, Medellín y Cartagena, entre otras, con varias acciones de protesta.

La reciente y masiva “VII Marcha por los Derechos de los Animales”, el 5 de octubre de 2014, de varias centenas en la capital y las regiones, y de miles a nivel mundial, las primeras bajo las consignas democráticas: “¡Bogotá sin toreo!”, “¡Las corridas de toros no vuelven a Bogotá!”, marcan un “hito” y un “cambio en la balanza”, en suma, un “avance organizativo” con respecto a las movilizaciones sociales anti-taurinas del periodo anterior en nuestro país.

¡Contra las corridas y el capital!

Frente a las corridas de toros en Colombia y en el mundo, ante los recientes hechos como el linchamiento cruel de un toro, por parte de una turba en las Corralejas de Turbaco, Bolívar, el 4 de enero de 2015, así como la protesta simbólica de la mujer antitaurina, Fanny Sánchez, al insertarse 2.500 agujas/espadas en su espalda ante la inminente reanudación de las Corridas en Cartagena, una postura obrera y socialista, de carácter revolucionario, debe defender ante la sociedad la mayoría de estos 8 puntos:

1. En primer lugar, rechazar categóricamente una tradición cultural reaccionaria y cruel, heredada del colonialismo cultural “hispánico” (la “Madre Patria”) mientras fuimos Colonia Española, con la temprana celebración de corridas en la ciudad de Cartagena, en 1760; a su vez, la continuación de esta práctica en la época “republicana”, a partir de 1810, siendo impulsada durante la segunda mitad del siglo XIX y preservada en el siglo XX, en las principales ciudades del país y pueblos; en la actualidad, su vergonzosa vigencia nacional (también en otros pocos países) en pleno siglo XXI, por mor y conveniencia de las clases dominantes tradicionales, la élite cachaca y regional, el conjunto de la burguesía taurina colombiana y ganadera, los sectores populares atrasados y desclasados, así como de todos los gobiernos reaccionarios de turno en el pasado mediato –fuesen estos de derecha o de “izquierda democrática”, en el caso de Lucho/Samuel Moreno/Petro–, los cuales han hecho nada o poco por abolir tan degradante práctica, de sadismo y de tortura.

Por lo anterior, es lícito apoyar el sentir del movimiento democrático que aboga por la Abolición de las Corridas de Toros en Colombia y que invita a la ciudadanía a respaldar el “¡No a la fiesta brava!”.

En sintonía con esto, es menester hacer un llamado a toda la izquierda colombiana y la sociedad a pronunciarse y actuar con coherencia contra el capital taurino y la reacción política y cultural. Por ello, todo debate electoral y político, como el de las elecciones de 2015 de alcaldes y gobernadores, entre otros espacios sociales de lucha, deben involucrar, al menos como punto polémico de propuestas y posiciones políticas, el problema del toreo, sin descuidar los problemas principales y prioritarios, políticos, económicos y culturales, propios de la clase trabajadora, en cada una de las regiones de Colombia.

2. Reconocer que la lucha democrática contra la tauromaquia representa y refleja un importante avance histórico, político-cultural, de carácter progresivo, en la conciencia política de sectores sociales de las masas populares colombianas, de la expresión crítica del arte progresista nacional e hispano (musical y plástico), y las nuevas generaciones “inconformes” de nuestro siglo, en especial, de lo mejor de la clase a la que pertenecemos y por la que luchamos, la clase obrera colombiana, en sus regiones y barrios populares, opiniones y vivencias, los cuales disienten y reprueban las tradiciones culturales reaccionarias como el toreo, cuyo soporte es el régimen político autoritario semicolonial y de atraso cultural de Colombia, sumido en más de 50 años de conflicto armado y en vista a finalizarlo, del cual, la Corrida Taurina, es apenas una de tantas expresiones culturales violentas, reaccionarias y alienadas, promovidas y toleradas por una amplia gama de políticos de derecha del Congreso y las Gobernaciones, funcionarios estatales, empresarios taurinos, ganaderos, comerciantes, medios monopólicos de comunicación y cadenas publicitarias, familias de élite y sectores populares desclasados, que hacen las veces de visitantes y aficionados.

3. Apoyar la demanda que vienen exigiendo el Movimiento Antitaurino, al Alcalde Petro y la nueva Administración del 2015, así como las demás gobernaciones del país, en torno a una “Consulta Popular”, un “Referendo Anti Taurino Colombiano”, “Firmatones”, para abolir las corridas en Bogotá y Colombia, apelando a la voz de las mayorías sociales, no de la imposición de la voluntad de las minorías taurinas empresariales y quienes les apoyan en el Estado, haciendo presión social para que no haya ninguna serie de concesión a los empresarios del toreo a la hora de abolir las corridas. Este objetivo democrático debe ser acompañado de un plan 2015 de movilización en las regiones y la capital, en sincronía con las luchas obreras y populares más apremiantes y prioritarias para nuestra clase en este año; eso sí, teniendo presente toda la “baraja” de “maniobras” arbitrarias y antidemocráticas, a las que nos tienen acostumbrados las instituciones del Estado, el gobierno de Santos y la burguesía taurina, con tal de desobedecer la voluntad popular y perpetuar esta práctica cultural reaccionaria; lo mismo puede decirse de las medidas conciliadoras y capitulaciones del Gobierno petrista de la “Bogotá Humana” a la institución, del oportunismo politiquero y mediático, frente al problema del toreo (entre muchos otros asuntos…). 

4. Mostrarse en contra de que predios culturales de la Nación y el Distrito, como la Plaza Santa María, administrada por IDEARTES, así como las [otras] plazas que operan en el país (La Macarena, Cañaveralejo, Santo Domingo, etc.), ubicadas en más de 15 ciudades, sean usufructuadas y alquiladas por el sector privado taurino, mucho menos que se indemnice a los empresarios taurinos, dueños de plazas o arrendadores de estas, por daños y perjuicios, en vista de la abolición del toreo, o que los recursos públicos, emanados de la sociedad, se destinen a co-financiar las prácticas taurinas y las “empresas culturales” de unos cuantos empresarios del sector taurino.

En consecuencia, hay que respaldar la demanda social, levantada por los antitaurinos: “La Santa María, para la Cultura, no para la Tortura” y el fugaz funcionamiento que tuvo la Plaza Cultural Santa María de Bogotá. Todas las plazas “taurinas” de Colombia, sean privadas o públicas, deben convertirse en Centros Culturales del Estado y el Ministerio de la Cultura, abiertas a todos los proyectos sociales y políticos, bajo control obrero, con autonomía de gestión, independiente de los gobiernos y no proclives a ser privatizados; además, cuyos principales beneficiarios sean la clase obrera y los sectores populares, no las élites.

5. Exigir al Ministerio del Trabajo y al Gobierno de la “Paz, Equidad y Educación”, lo mismo al Distrito, desmontar las corridas, bajo un “Plan de Reubicación Laboral” de todos los toreros, de los jóvenes de extracción popular que están haciendo “carrera de novilleros”, de los “empleados” directos e indirectos que suelen beneficiarse de esta, más en un país donde son más de dos millones los desempleados y donde malviven más de 16 millones de pobres y miles de asalariados precarios, mientras el Gobierno Nacional de Juan Manuel Santos deja a la deriva a los desocupados y los pobres, [con] toda suerte engaños anticientíficos y ocultamiento del DANE. El posconflicto capitalista de Santos y la burguesía colombiana, la llamada “paz” y sus cambios, necesitarán no sólo de garantías para una reubicación laboral y las fuentes de empleo de los miles de guerrilleros desmovilizados y militares, sino también de cientos de  toreros y compañía.

Es por ello que hay que hacer un llamado abierto a que el Movimiento Antitaurino y las Centrales obreras (CUT, CGT, CTC) –que ya han mostrado su rechazo a las corridas, en el caso específico de algunos dirigentes de la Central Unitaria de Trabajadores– contemplen o acojan esta reivindicación unitaria de reubicación laboral, de derechos laborales, contra el capital taurino y social en su conjunto, la reacción política y cultural, como réplica al discurso reaccionario y manipulador de la burguesía taurina, la oligarquía y las instituciones del gobierno, quienes suelen poner a los trabajadores de este sector del entretenimiento “en contra” del movimiento antitaurino, bajo argumentos falaces sobre las “fuentes de empleo” y del “comercio”, apoyados en acciones de hecho, como las que vinieron adelantando los 16 novilleros declarados en “huelga de hambre”, en el año 2014. Tengamos presente que, en materia de política pública, de empleo y trabajo: “¡Nuestra lucha no es contra los toreros, sino contra las corridas de toros, los empresarios taurinos y el Gobierno Nacional!”.

6. Denunciar el acatamiento reaccionario del Gobierno conciliador de Gustavo Petro a la institucionalidad burguesa mañosa y la justicia de los ricos, más específico, a la Corte Constitucional, quien votó en el mes de septiembre de 2014 dar continuación a las Corridas de Toros en Bogotá, fallando a favor de la Corporación Taurina de Bogotá, dándole la razón a los sádicos negocios de los empresarios taurinos, en contravención de la sociedad.

En lugar de haber llamado a una poderosa y confluyente Movilización Social en contra de dicha medida “constitucional”, de tipo reaccionario, Petro la acató y apenas radicó una tutela, yéndose por las vías jurídicas, similar a la situación política en que el éste fue destituido, por mor de un sector reaccionario de la burguesía, en cabeza de Ordoñez-Santos y los operadores privados, coyuntura en la que en un principio “llamó” a la protesta social para después “pactar” con el régimen su continuación en la Alcaldía, bajo el compromiso de apoyar la Reelección de Santos, acatar el capital privado, financiero –y taurino, cabe pensar– en la ciudad bogotana.

Al parecer, Gustavo Petro, está más por la “defensa” y el “respeto” de las podridas instituciones del régimen político y los sectores oligárquicos, por hacer el show tibio de “desobedecer”, que por la movilización social y las demandas democráticas, como las de abolir el toreo.

7. Avocar por una independencia política del Movimiento Antitaurino, respecto del Gobierno saliente de la Bogotá Humana y del entrante, lo mismo en otras regiones del país, luego de las elecciones de 2015. Rechazar toda suerte de cooptación de los movimientos sociales por parte de los “Progresistas” y la nueva administración. Por ende, seguir desarrollando la movilización antitaurina, la campaña contra la práctica del toreo y la Iniciativa Popular de abolición ante los gobiernos reaccionarios de las ciudades y el Nacional, acompañado estas acciones de las demandas más apremiantes y de mayor prioridad de la clase obrera y para la lucha política del país, todo ello sin hipotecar la independencia social que deben tener los sectores movilizados e inconformes frente a los gobiernos patronales, sean estos de derecha o de izquierda.

8. Pese a que se apoyen las movilizaciones unitarias antitaurinas y ecologistas, de tipo progresivo, no obstante hay que conocer y estudiar, discrepar significativamente y delimitarse milimétricamente en el terreno programático y político, de la táctica y la estrategia, del tipo de moral de clase, de la agenda de lucha, de la composición social, etc.; en sí, de la concepción política burguesa del mundo que encarnan “a su modo”, abierto o velado: las candidaturas al Congreso de “animalistas” como Natalia Parra de la Alianza Verde, de Camilo Sánchez Ortega y Juan Carlos Losada del Partido Liberal, etc., las dinámicas de “Bancada Animalista”; lo mismo puede decirse del progresismo petrista, capitulador  y conciliador ante la “cuestión del toreo” y el particular modelo capitalista neoliberal de la Bogotá Humana, en las áreas de movilidad, laboral, basuras, salud y educación, etc.; en Europa, del esquema de los “partidos ecologistas” o “animalistas”, “verdes”, de “capitalismo verde” y “desarrollo sustentable” auspiciados por el aparato imperialista de las Naciones Unidas (ONU), toda una gama de oportunistas de derecha; pero también de las corrientes oportunistas de izquierda, llamadas “izquierda verde”, “renovadas”, “marxistas ecológicas”, como la conocida bajo el rótulo de  “Ecosocialismo” –aunque con aspectos progresivos– defendida en la actualidad por las organizaciones del Secretariado Unificado e intelectuales izquierdistas como Michäel Löwy, el cual tiene eco de simpatías en el país con personajes como Miller Dussan, luchador de la represa de El Quimbo, en contra de los negocios hidroeléctricos; por último, de la moral pequeñoburguesa atrasada y ultraizquierdista  de los colectivos (como el CEALA, del Congreso de los Pueblos; o el REN), de ONG’s como PETA, GreenPeace y Anima Naturalis, toda una serie de doctrinas ideológicas y modas intelectuales universitarias, figuras públicas e intelectuales de clase media al interior del Movimiento Animalista y Ambientalista de Colombia y el mundo.

Una postura socialista revolucionaria, marxista, frente al tema concreto en cuestión, se podría resumir en una frase: “Nuestra lucha es fundamentalmente por la abolición del sistema político y económico de esclavitud asalariada en Colombia y el mundo, no solamente del toreo (una demanda democrática importante, por la que luchar, pero no es nuestra estrategia obrera)”.

Los socialistas esperamos dar inicio a un caluroso y enriquecedor diálogo político, democrático, propio del siglo XXI, y de unidad de acción con los honestos luchadores e inconformes activistas animalistas y ecologistas, de Colombia y el mundo, a la hora de manifestarnos contra las locomotoras pro-imperialistas (minero-energéticas y agroindustriales) de Santos II, las multinacionales provenientes de potencias saqueadoras, europeas y norteamericanas; esperamos ver a los partidarios de los animales y la naturaleza en la barricada de clase más importante, por la defensa de los derechos sociales de los trabajadores y el pueblo colombiano, sus luchas protagónicas más urgentes contra los capitalistas y el gobierno que les sirve; y por supuesto, unidos en el combate –limitado, insuficiente– contra los reaccionarios negocios taurinos de un sector de burguesía criolla y de otros países en abierta complicidad y permisividad por los sectores más retrógrados y mayoritarios de los gobiernos capitalistas, ya que, en efecto, en todos estos negocios: “la sed de lucro es lo que une a los rufianes”.

En vista a estas luchas democráticas y socialistas, los invitamos a conocer el ideario político y luchar junto al Partido Socialista de los Trabajadores de Colombia (PST-C) y la Liga Internacional de los Trabajadores (LIT-CI), por un mundo socialista.

¡Luchemos contra el capitalismo y el gobierno depredador de Santos II!

¡Por una alternativa política de los trabajadores y el pueblo, que salve a la humanidad y a nuestro país de la pobreza, el colonialismo y el desastre ambiental!

¡NO a la fiesta brava en Colombia y otros países del mundo!

¡Contra las corridas y el capital! 

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