Israel rompe el alto el fuego y redobla su ofensiva genocida

El alto el fuego pactado entre Israel y Hamás, con mediación de Qatar, Egipto y Estados Unidos, ha terminado. El Estado sionista retomó, con más fuerza que antes, los bombardeos indiscriminados en Gaza, cuya sanidad denuncia que, por lo menos, 200 personas murieron el viernes y otras 600 resultaron heridas.
Por Daniel Sugasti
Más de 400 ataques aéreos, de norte a sur, castigaron a los habitantes de la Franja, la mayor cárcel al aire libre del mundo. La Media Luna Palestina denuncia que los sionistas prohibieron la entrada de ayuda humanitaria por el paso de Rafah “hasta nuevo aviso”.
Netanyahu declaró que las negociaciones están en “punto muerto” y retiró sus negociadores de Qatar. Reafirmó, además, su “compromiso” con tres objetivos: “liberar a los rehenes, eliminar a Hamás y asegurarse de que Gaza nunca vuelva a suponer una amenaza para los residentes de Israel”. Sin embargo, la delicada cuestión de los presos israelíes en manos de Hamás y otras milicias palestinas sigue siendo un factor de crisis interna. Las familias acusan al gobierno de indiferencia y negligencia. De hecho, los intensos bombardeos sionistas costaron la vida de muchos israelíes detenidos en Gaza.
Por su parte, Hamás declaró: “Lo que no lograron antes de la tregua no lo lograrán después de ella”. Medio centenar de proyectiles fueron lanzados desde Gaza hacia el centro y sur de Israel, hecho que muestra que Hamás mantiene cierta capacidad militar. Esta cuestión también generó polémicas dentro de Israel. La crisis interna, por otra parte, se avivó con el reportaje del New York Times que reveló que las autoridades y servicios de inteligencia israelíes conocían los planes de un ataque en gran escala desde Gaza hace más de un año. Sin embargo, esos informes fueron desestimados. No es exageración decir que Netanyahu y su gabinete repleto de nazis apuestan todo su destino político en la ofensiva contra los palestinos.
La tregua permitió el canje de 105 israelíes en manos de Hamás por 240 mujeres y menores de edad presos en cárceles de Israel. Además, el acuerdo incluía la entrada de 200 camiones de ayuda humanitaria al día, incluyendo combustible, aspecto que, según Hamás, no se cumplió cabalmente.
Estados Unidos, evidentemente, echó la culpa del fin de la tregua a Hamás. Sin embargo, es posible advertir la crisis en las declaraciones del secretario de Estado, Antony Blinken, que advirtió, con cierto tono de reprimenda, que es “imprescindible que Israel actúe de acuerdo con las leyes humanitarias internacionales y las leyes de la guerra” y añadió que “no puede repetirse” en el sur las “perdidas masivas de vidas de civiles” ni el “desplazamiento de la escala” que se produjo en el norte. El gobierno de Biden, presionado por las críticas domésticas que alcanzan incluso sectores del partido demócrata, intenta incorporar el elemento “humanitario” en sus declaraciones, sin que eso signifique ningún obstáculo real a la ofensiva genocida de Israel.
Hasta el 24 de noviembre, más de 15.000 personas, entre ellas más de 6.150 niños y cerca de 4.000 mujeres, habían muerto en Gaza. Casi la mitad de los 2,3 millones de habitantes de la Franja fueron forzados a dejar sus hogares y huir hacia el sur.
El alto el fuego, aceptado forzosamente por parte de Israel, fue un alivio fugaz para los palestinos. Como alertamos, la ofensiva israelí fue retomada con intensidad redoblada. La única alternativa para el pueblo palestino, en unidad con los demás pueblos árabes, es la derrota político-militar del Estado sionista. Mientras exista ese Estado nazi, no habrá paz ni en Palestina ni en la región. El gobierno sionista pretende el control directo de Gaza, como parte de un plan de exterminio de los palestinos, tildados de “animales humanos”.
La limpieza étnica, más cerca de ser una “solución final”, continuará. Por eso, es fundamental no dar tregua en la campaña y en las movilizaciones contra el genocidio en Gaza. Hay que plantear la salida de una Palestina única, laica, democrática y no racista, una bandera que, a su vez, presupone la destrucción, el desmantelamiento completo, del Estado sionista de Israel.