Israel rompe el alto el fuego y reanuda el genocidio en Gaza
Por Fabio Bosco
En la madrugada del 18 de marzo, las fuerzas armadas israelíes llevaron a cabo más de 100 bombardeos contra la Franja de Gaza, matando a más de 400 personas, la gran mayoría mujeres y niños. El ejército israelí volvió a ocupar el corredor de Netzarim, que divide la Franja de Gaza en dos. Las milicias Al-Qassam, vinculadas a Hamás, no se vieron afectadas.
La reanudación de los ataques genocidas en Gaza está relacionada con el objetivo de promover la limpieza étnica, la expulsión de los palestinos de Gaza. Para ello, los representantes israelíes están buscando países africanos que acepten colaborar con este plan, acogiendo a la población palestina expulsada de sus hogares.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, fue notificado y dio luz verde a los ataques contra los palestinos en Gaza, rompiendo el acuerdo de alto el fuego que había negociado su enviado. Esta luz verde implica también distanciarse por el momento del plan de reconstrucción de Gaza, sin limpieza étnica pero sin autodeterminación para los palestinos, presentado por la Liga Árabe el 4 de marzo.
Los analistas políticos israelíes atribuyen la reanudación del genocidio en este momento a factores internos.
El 18 de marzo, el primer ministro israelí, Netanyahu, tenía previsto testificar ante el tribunal por tres cargos de corrupción en su contra. El 19 de marzo está prevista la votación del “presupuesto preliminar”, que deberá ser votado antes de finales de mes; de lo contrario, se disolverá el Knesset (el Parlamento israelí) y se convocarán nuevas elecciones. Con la reanudación del genocidio en Gaza, Netanyahu justifica la cancelación de la audiencia judicial y obtiene el apoyo del diputado religioso de extrema derecha Itamar Ben-Gvir y su partido ‘Fuerza Judía’ para votar sobre el «presupuesto preliminar».
Además, Netanyahu impulsó el cambio en la cúpula de las Fuerzas Armadas y del servicio secreto Shin Bet, depositando en ellos elementos de su absoluta confianza. Estos cambios son rechazados por una gran parte de los israelíes que se oponen a Netanyahu, pero la ofensiva militar tiende a limitar las posibles protestas.
Aun así, Netanyahu enfrentará dificultades cada vez mayores en casa. Además del estrangulamiento de grandes sectores de la economía que dependen de una cierta “estabilidad” para sus negocios, está la cuestión del reclutamiento militar y los prisioneros israelíes en Gaza.
El servicio militar obligatorio es rechazado por los haredíes, que son 1,3 millones de israelíes ultraortodoxos, cuya exención para participar en el reclutamiento militar fue revocada por el Tribunal Supremo a mediados de 2024. Desde entonces, se han emitido alrededor de 10.000 órdenes de reclutamiento, pero solo 300 se han presentado. La oposición haredí alimenta la falta de participación militar en otros sectores de la sociedad israelí.
Las familias de los prisioneros israelíes en Gaza también se oponen a la reanudación del genocidio porque los pone en riesgo. Quieren que se cumpla el acuerdo de alto el fuego para poder intercambiar prisioneros israelíes por prisioneros palestinos.
Ampliar la solidaridad internacional
La resistencia palestina por sí sola no es capaz en este momento de derrotar a Israel y a sus aliados imperialistas. La única manera de detener permanentemente el genocidio y avanzar hacia la liberación de toda Palestina, desde el río hasta el mar, es expandir la resistencia dentro y fuera de la Palestina ocupada combinando las luchas obreras y populares dentro de Palestina (nuevas Intifadas), en los países árabes (una nueva ola de revoluciones que derroquen a los regímenes árabes colaboracionistas) y en todo el mundo para obligar a los países a romper las relaciones económicas y militares con Israel, en particular la ayuda militar estadounidense y europea, y las exportaciones chinas y rusas.
En este sentido, la LIT-CI y sus secciones repudian la reanudación de la agresión israelí y mantendrán su participación en actividades unitarias en defensa del pueblo palestino.
