Vie Abr 19, 2024
19 abril, 2024

Imperialistas sienten nostalgia del pasado

Entre las organizaciones de izquierda que se consideran marxistas, corre una larga discusión sobre el significado de la caída del Muro de Berlín y sus consecuencias en la situación mundial hoy.

Por: POI – Rusia

La mayor parte de estas, haciendo coro al estalinismo, se tragó aquel cuento de que las masas, “confundidas por la propaganda imperialista”, derribaron el “socialismo” hacia finales de los ’80 e inicios de los ’90, y que a partir de entonces se abrió un período “reaccionario” en la lucha de clases mundial, que imposibilitaría hoy la lucha por el socialismo y por la toma del poder por la clase trabajadora. Una minoría, entre las cuales se incluye la LIT-CI, considera que lo que las masas derribaron en el final del siglo pasado fueron las dictaduras burocráticas estalinistas que, después de usurpar el poder de los trabajadores y de décadas de colaboración con el imperialismo, finalmente habían restaurado el capitalismo en todos aquellos Estados en los que un día las burguesías habían sido expropiadas, tornándose estas mismas burocracias parte de las nuevas burguesías y gobiernos de estos países. Y que el fin del aparato estalinista mundial abre entonces nuevas y mejores posibilidades para la reconstrucción del proyecto socialista revolucionario.

Secretario General de la ONU deja escapar la verdad

Pero, a veces ocurre que los mejores argumentos en tales discusiones vienen justamente de los más calificados enemigos del marxismo, en aquellos raros momentos cuando ellos llaman las cosas por sus nombres, de forma clara y simple. Recientemente, el Secretario General de la ONU, António Guterres, en entrevista al canal de TV sueco SVT, definió con las siguiente palabras la diferencia entre la situación mundial hoy y en el período anterior a la caída del Muro de Berlín (https://www.svt.se/nyheter/utrikes/guterres-i-agenda ):

“Hay una diferencia entre lo que había durante la Guerra Fría y lo que hay hoy. En primer lugar, los EEUU y Rusia ya no controlan a todos, como hacían durante la Guerra Fría. Está claro que no hay más dos bloques homogéneos y bien controlados… Y en segundo lugar, durante la Guerra Fría había mecanismos de diálogo, de control, de comunicación, para garantizar que, incluso en casos de riesgo de enfrentamientos e incidentes, la situación no saldría de su control. Estos mecanismos ahora ya no existen”.

De esta forma clara y objetiva, el alto burócrata del imperialismo explicó el verdadero papel del aparato estalinista mundial (y de los aparatos de las burocracias sindicales asociadas a él) de sostener, luego de la Segunda Guerra Mundial, el control del imperialismo sobre los trabajadores y pueblos del mundo. El Secretario General también definió claramente las grandes dificultades actuales del imperialismo. Y todo al contrario de las teorías de aquellas organizaciones de izquierda como el Secretariado Unificado, que intentan enseñar, siguiendo los pasos del estalinismo, que con la caída del Muro de Berlín la lucha de clases entró en una época reaccionaria, cuando la revolución no está más planteada a la orden del día.

Y de pasada, el alto mandatario de la ONU aún desmontó los argumentos de los defensores de las teorías de la conspiración, que intentan explicar toda la actual inestabilidad del mundo y las situaciones revolucionarias que de tiempos en tiempos sacuden a países y continentes como siendo todas controladas y orquestadas por el imperialismo.

Claro, cuando Guterres afirma que los mecanismos de control ya no existen, eso no es exactamente verdad: las burocracias sindicales siguen limitando el movimiento de los trabajadores, tanto en Europa Occidental como en los Estados Unidos y en América Latina. Ya el nuevo reformismo, como el PSOL brasileño, el Podemos español, o el Syriza griego y la “izquierda” francesa, sigue esforzándose para desviar la lucha de las masas a la vía muerta de las elecciones burguesas. Todos colaboran con el Estado burgués en los marcos de la “democracia” parlamentaria, la fuente de sostén de sus aparatos. Exactamente en esta burocracia sindical y en el reformismo, comprados con el dinero del Estado burgués, se apoya hoy el imperialismo, en especial en los países imperialistas. Sin embargo, las burocracias sindicales hoy son cualitativamente más débiles que hace cincuenta años, los trabajadores más y más les dan la espalda con odio, y los nuevos reformismos de moda, fundamentalmente de composición clase media, rápidamente se desgastan, no llegando ni cerca de cumplir el papel que jugaba el aparato estalinista mundial, con control político estricto sobre la clase obrera hasta justo antes de su destrucción bajo los golpes de las masas del Este europeo hacia finales de los años ’80. Y exactamente por eso el señor Secretario General de la ONU no consigue esconder su sincera nostalgia en relación con el pasado.

Si hoy el imperialismo aún consigue contener a las masas es gracias a la ayuda de las debilitadas burocracias sindicales y de los charlatanes reformistas, y tan solamente porque la crisis de estos avanza aún mucho más rápido que la reorganización sindical y política de la clase trabajadora. O sea, fundamentalmente debido a la ausencia entre los trabajadores de una alternativa sindical, o sea, organizaciones masivas e independientes, y especialmente, en el nivel político, la ausencia de un partido revolucionario mundial de la clase obrera.

La tarea fundamental de los revolucionarios reside justamente en la construcción de estas alternativas, en la práctica inseparables entre sí y siendo de hecho dos lados de la misma lucha, aquella por la transformación de la clase obrera de “clase en sí” a “clase para sí”.

Traducción: Natalia Estrada.

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