Huelga General Indeterminada en Guayana Francesa
Desde el lunes 27 de marzo, la Guayana Francesa, colonia francesa en Sudamérica, se encuentra en huelga general indeterminada. Los motivos son el alto desempleo y la inseguridad, las terribles condiciones de vivienda, educación y salud públicas, la alta inflación y los bajos salarios. Básicamente, los mismos problemas que afectan al conjunto de América Latina, con el agravante de depender de forma directa de la Unión Europea, a más de 7.000 km de distancia.
Por: Ari Russo
La chispa europea en Sudamérica
Guayana Francesa es un territorio de 92.000 km2 (comparable al tamaño de Portugal), de los cuales 90% son selva ecuatoriana; localizado en la costa norte de América del Sur sobre el Océano Atlántico; limítrofe con Brasil (Estado de Amapá) y Surinam. Cuenta con 260.000 habitantes aproximadamente, en su mayoría indígenas, criollos y negros, con una minoría blanca (10%).
Desde el 27 de marzo, estalló en el país una huelga general indeterminada, votada por los 37 sindicatos de la región, agrupados en la central UTG (Unión de Trabajadores Guayaneses). Su principal demanda es una inversión por parte del gobierno francés de 2,500 millones de euros en plan de emergencia para responder a las terribles condiciones de vida de la población, así como más autonomía para definir su propia política económica interna y externa.
El eje de la economía del país es el Centro Espacial de la Guayana, que emplea a menos de 2.000 personas (en su mayoría técnicos especializados y profesionales venidos de la metrópoli), y que aporta entre 15 y 16% del PIB. En segundo lugar, las exportaciones (especialmente minería y pesca).
El desempleo ronda 22% (entre la juventud llega a 40%), y los salarios promedio rondan los US$15.000 anuales (menos de la mitad del salario mínimo en la metrópoli). Gran parte de la población vive sin agua potable y sin energía eléctrica, y la inseguridad crónica (apenas en 2016 hubo 42 asesinatos en el territorio; un número altísimo considerando el total de la población) se mantiene y profundiza con el carácter colonial actual, el alto desempleo y las terribles condiciones de vida. El deplorable estado de la red de saneamiento y la falta de acceso a servicios básicos, a trabajo, salud y educación de calidad son las bases de este conflicto extremadamente radicalizado en sus métodos.
La huelga general y las negociaciones fallidas
La semana anterior a la huelga general ya se veían piquetes y protestas a lo largo del país, con decenas de accesos bloqueados, escuelas cerradas, etc. A lo largo de los siguientes días, el conjunto de la población se fue sumando a las protestas, hasta que el lunes 27, entre 10 y 15 mil personas salieron a las calles demandando una respuesta inmediata por parte del gobierno francés. Frente a la falta de esta respuesta, la UTG votó la huelga general indeterminada, contando con el amplio apoyo de la mayoría de la población, que comenzó a organizarse en comités para garantizar comida, gasolina, etc., necesarios en el marco de la huelga y los bloqueos; así como la seguridad, garantizada por el grupo 500 Hermanos: un grupo de hombres adultos “musculosos” que funcionan como una especie de comando auto-organizado de seguridad a la vez que se denominan pacifistas, y que hoy son parte de la dirección del movimiento y de las negociaciones con Francia, junto con la Central.
Inicialmente, la metrópoli francesa calificó la protesta de “muy tensa” y llamó a la calma, pero se negó a iniciar negociaciones en territorio Guayanés, así como a discutir “con un grupo de hombres encapuchados”. Producto de esto, la huelga continuó, forzando al gobierno francés a ceder en cuanto a tener que negociar en la Guayana, así como a presentar una contrapropuesta a los pedidos: un paquete del US$1,085 millones para medidas de emergencia pero escalonados a lo largo de 10 años, además $60 millones de forma inmediata para el Hospital de Cayena (principal hospital de la capital) y la contratación de más policías para responder al problema de seguridad.
El movimiento no aceptó la propuesta, alegando que era insuficiente y estaba centrada en seguridad.
Un poco de historia
Para entender la raíz histórica de la inseguridad y marginación estructural de la Guayana Francesa, es necesario conocer la línea de desarrollo de la colonia a lo largo de los siglos.
Guayana Francesa, históricamente habitada por tribus indígenas, fue colonizada por Francia en el siglo 17. Sin embargo, los colonos en su gran mayoría no sobrevivieron a la expedición, producto de la resistencia de las tribus indígenas así como de las mortales enfermedades a las que se vieron expuestos. Los pocos sobrevivientes emigraron inicialmente a tres islas del territorio, llamadas Islas de La Salvación, hasta poder finalmente retornar a Francia para informar del fracaso.
En el siglo 18, una nueva colonización fue organizada, esta vez más preparada y con el objetivo de imponerse definitivamente en la región. Esta segunda colonización fue victoriosa, y comenzó poco tiempo después a trasladar esclavos africanos con los cuales desarrollaron grandes plantaciones en la ribera, dando a la colonia una cierta prosperidad.
Luego de la abolición de la esclavitud (1848), los esclavos africanos huyeron hacia la selva, estableciendo tribus para rescatar y mantener sus tradiciones. De esta forma, la economía de “plantación” perdió fuerza como eje de la actividad económica.
Apenas unos años después (1852), Francia definió a la Guayana como “colonia penal” del país, aumentando de esa manera el número de colonos a través del traslado de bandidos y criminales relegados, los cuales permanecían seis meses en prisión para ser posteriormente liberados y convertirse en habitantes de la colonia.
Este juego colonialista tenía en realidad dos caras: por un lado, sacarse de encima “la lacra de la sociedad” –pues la mayoría de los bandidos, después de liberados, acababan muriendo rápidamente de hambre o por enfermedades–, y por otro, los sobrevivientes se convertían en colonos duros y resistentes que garantizaban mantener el dominio colonial francés en la región.
Ya en el siglo 20 (1946-1951), la Guayana fue declarada Departamento de Ultramar por la metrópoli, y las “colonias penales” fueron formalmente cerradas. La mayoría de los presos no tenían condiciones económicas para volver a Francia, pero muchos de ellos ya no morían como anteriormente por enfermedades brutales y desnutrición; sobrevivían así en condiciones extremadamente difíciles y absolutamente marginados, sin ningún tipo de derechos básicos.
Esta situación histórica es la que explica el alto grado de pobreza, marginación y delincuencia que azota a la Guayana Francesa desde siempre.
Tenemos que decirlo con todas las letras: le pongan el nombre que le pongan, la Guayana Francesa sigue siendo una colonia de Francia en América, dependiente política, económica e institucionalmente de ese país imperialista. Y es en este carácter colonial, histórico y actual, que se explica el empobrecimiento extremo de la población y la falta de alternativas reales para los trabajadores y el pueblo Guayanés.
El peso intercontinental de la huelga
La preocupación del gobierno francés está más que justificada: las elecciones presidenciales francesas son en menos de dos semanas, y el impacto de tener una colonia entera paralizada en huelga general plantea una situación de extrema desventaja para el gobierno en Francia (en donde la coyuntura de luchas contra el ajuste sufre actualmente un reflujo pero sin derrota de la clase, y la situación de inestabilidad política y económica continúa profundizándose[1]).
Tampoco podemos dejar de lado el hecho de que la Guayana no es cualquier territorio: está físicamente localizado en América Latina, un continente que viene estallando por todas sus puntas (Argentina, Brasil, Paraguay, Chile, Venezuela, etc.), lo que coloca no solo en riesgo al propio gobierno francés sino que afecta de forma directa al conjunto del imperialismo: Guayana Francesa es la única “puerta directa” europea en territorio americano, y está bloqueada. Adicionalmente, los viajes aéreos a la Guayana se encuentran cancelados (siendo que el turismo es parte de la economía de la región); y cabe también mencionar especialmente que el 21 de marzo estaba programado el lanzamiento de un cohete Ariane, que pondría en órbita dos satélites, brasileño y surcoreano (sí, porque pese a la pobreza el territorio Guayanés, cuenta con una estación espacial de primera línea en la región de Kurú), el cual tuvo que ser postergado por la situación de movilización constante (y esta semana incluso ha habido movilizaciones al propio Centro Espacial, directamente). Estas son apenas algunas de las implicancias de la huelga.
Y esto sin siquiera mencionar las consecuencias indirectas de lo que la chispa europea en territorio latinoamericano puede provocar: sin ir más lejos, en el Brasil –cuya huelga general forzada por las bases está llamada para el 28 de abril–, la población del Estado de Amapá se manifestó en solidaridad con la huelga general, sumándose a un acto organizado por 500 Hermanos. Es decir, la situación de Latinoamérica en su conjunto y la huelga general indeterminada en la Guayana Francesa se retroalimentan, aumentando el riesgo de explosión, y dando origen a una solidaridad internacional que ya comienza a hacerse sentir de forma concreta.
Las tareas y el programa para Guayana
Apoyamos categóricamente la movilización de la población Guayanesa, pues es objetivamente progresiva en sus reivindicaciones (mayor empleo, salud, educación, seguridad, saneamiento básico, y todas las demandas inmediatas) así como en sus métodos y organización (huelga general, piquetes y movilizaciones, a través de las centrales sindicales y con comités de huelga para la organización de la sociedad). La Huelga General cuestiona, en los hechos, la relación colonial que marca la vida del país.
Como dijimos al comienzo de la nota, las reivindicaciones del movimiento son un plan de inversiones de 2.500 millones de euros, así como mayor autonomía política y económica de la metrópoli. Creemos que esa salida que la dirección del movimiento propone es equivocada. Implica reconocer la relación colonial y el dominio de la economía y la política por parte de la metrópoli.
Las contradicciones que la población Guayanesa enfrenta hoy en día siendo un supuesto “departamento” francés en territorio latinoamericano, sin ningún grado de soberanía territorial, política y económica –condiciones por las cuales salen a la huelga–, son consecuencia del carácter colonial de un país que nunca se independizó del imperialismo francés.
Los intereses imperialistas en las colonias nunca son por el bien de las propias colonias sino, por el contrario, se basan en la superexplotación de sus recursos y con mano de obra barata, en pos de sus propios intereses imperialistas. Ha sido así históricamente, particularmente en el caso de la Guayana, y lo seguirá siendo.
Por eso, incluso si el gobierno francés se ve obligado a hacer concesiones con relación a las demandas de los guayaneses, y a responder a algunas reivindicaciones inmediatas, forzado por la propia movilización y por la frágil condición en la que se encuentra, esas valiosas conquistas del pueblo Guayanés en lucha no darían una salida estratégica a los problemas estructurales que azotan el país. Por lo tanto, la tarea central que está planteada para Guayana Francesa es la independencia del imperialismo francés y la declaración como país soberano y latinoamericano. Esa es la única forma en que la población guayanesa puede tener, de hecho, soberanía sobre su propio territorio e independencia en relación con su economía y política para dar una respuesta real a los problemas que la población enfrenta día a día.
No pretendemos aquí elaborar el programa definitivo para dicha independencia, pues cabe hacer un análisis más profundo de los elementos en juego para desarrollar la política, que nunca se elabora de forma abstracta. Sería irresponsable de parte nuestra intentar dar una respuesta superficial y desde afuera a un problema tan complejo como la independencia nacional de un país. Sin embargo, sería poco serio no plantear la única salida estratégica posible, que es la independencia. En este marco, sí creemos que sería correcto plantear, entonces, la expropiación de todas las empresas francesas en territorio guayanés (incluyendo el Centro Espacial en Kurú), comenzando por el Banco Central y la implementación de una moneda local nacional que garantizara independencia económica (la cual existía y fue reemplazada por el euro en 2002); así como un plan de obras públicas desde el Estado Independiente, que garantizara trabajo al conjunto de la población a la vez que resolviera los problemas básicos de agua potable y energía eléctrica, salud, educación y seguridad, entre otros, ya que estas son condiciones básicas de vida, y sabemos que el imperialismo francés jamás lo va a llevar a cabo. Hay que dejar de pagar cualquier tipo de “deuda” con la metrópoli y acabar con cualquier atisbo de monopolio comercial. Es necesario estudiar en profundidad los elementos en juego para poder desarrollar el programa de la independencia guayanesa de conjunto con el programa por la Segunda y definitiva Independencia Latinoamericana, que, como sabemos, en la actualidad solo puede ser obra de la clase obrera y los sectores explotados.
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[1] http://litci.org/es/mundo/europa/francia/francia-un-balance-de-la-baja-en-la-ola-de-protestas/
Fuentes:
http://es.euronews.com/2017/03/27/huelga-general-en-la-guayana-francesa-para-denunciar-el-abandono-del-estado
http://www.nacion.com/mundo/latinoamerica/Huelga-Guayana-Francesa-protestar-inseguridad_0_1624037649.html?utm_source=rss%3D&utm_medium=rss%3D&utm_content=2017-03-28%3D&utm_campaign=rss-mundo%3D
https://www.aporrea.org/internacionales/n306536.html
http://www.t13.cl/noticia/mundo/bbc/que-hay-detras-de-las-protestas-en-guyana-francesa-el-unico-territorio-de-la-union-europea-en-america-latina