Hay vida fuera del euro
El “europeísmo de izquierda” se basa en la visión de que no hay otra alternativa, algo así como “no hay vida fuera del euro”. Es lo mismo que decir que no hay otra alternativa que intentar mejorar el capitalismo imperialista tal cual se expresa hoy.
Por: Alejandro Iturbe
Esta concepción la expresó con claridad Yanis Varoufakis, ex ministro de Economía del gobierno de Syriza (a pesar de que salió “por izquierda” de ese gobierno y votó correctamente contra el último acuerdo con la Troika). En un libro publicado en 2013, Varoufakis afirma que una salida de Grecia, Portugal y/o Italia de la eurozona produciría la fragmentación del capitalismo europeo, y que esa situación no beneficiaría a la izquierda progresista sino a los nazis de Amanecer Dorado y a los diversos neofascistas y xenófobos europeos.
Esta visión de la realidad es profundamente derrotista y lleva a políticas desastrosas. En primer lugar, la “fragmentación del capitalismo europeo” no es el factor principal que hace crecer y ganar base popular a Aurora Dorada y las otras organizaciones de extrema derecha europea, sino la falta de presentación de una alternativa clara y firme por parte de la izquierda.
¿Cuál sería esa alternativa? Para que los trabajadores no paguen la cuenta de quedarse en el euro –o incluso si Grecia sale del euro–, hacen falta verdaderas medidas anticapitalistas. En el caso de Grecia y otros países europeos en condiciones similares, comienza por dejar de pagar la fraudulenta deuda externa. Por ende, es imprescindible la nacionalización y estatización de la banca y el comercio exterior para crear un único banco centralizado que pueda emitir su propia moneda y, con ello, recuperar (al menos en parte) su soberanía política y financiera. Al mismo tiempo, es una medida imprescindible para evitar la fuga de capitales que ya están haciendo las empresas imperialistas y las de la gran burguesía griega.
Las empresas imperialistas y la gran burguesía griega intentarán con seguridad que esta política fracase. Por eso, también será necesario expropiar y estatizar esas empresas.
Así, con el control del conjunto de las palancas principales de la economía, el Estado podrá aplicar un plan económico de emergencia al servicio de resolver las necesidades más urgentes de los trabajadores y el pueblo.
Ningún gobierno burgués (aunque se diga de “izquierda”) puede ni quiere aplicar este plan. Por eso, es necesario un gobierno de los trabajadores y el pueblo para llevarlo adelante. Un gobierno que solo puede surgir de la lucha que los trabajadores y el pueblo griego ya mostraron que son capaces de llevar adelante, y que deberá avanzar hacia la conquista del poder. Una lucha que hoy deberá desarrollarse contra el gobierno de Syriza y el bloque de poder que ha conformado con la Nueva Democracia y el PASOK.
Para nosotros, un gobierno de este tipo debe estar basado en organismos democráticos de los trabajadores y el pueblo (como fueron los soviets en la Rusia de 1917). En otras palabras, el camino a recorrer es el de la revolución obrera y socialista.
No estamos diciendo que este sea un “camino de rosas”. Por el contrario, es una alternativa muy dura y difícil porque parte de la destrucción y la decadencia de la economía griega –que la pertenencia a la UE y la aplicación de los planes de la Troika han dejado–, y que no puede ser resuelta preservando las ganancias de los bancos y las grandes empresas.
Si algo han demostrado los últimos años (contra lo que dicen las organizaciones como Syriza) es que “la vida de los trabajadores y el pueblo se muere dentro del euro”. El aumento exponencial de la pobreza, la desocupación, los salarios de miseria y la decadencia completa de la salud y la educación públicas están allí para demostrarlo. Este es el verdadero desastre.
Tal como respondía Albert Einstein a quienes lo acusaban de “loco”: “Locura es esperar resultados diferentes si se hace siempre lo mismo”.
Una lucha europea
Sabemos también que es muy difícil la supervivencia aislada de una economía como la griega. Por eso, lo que proponemos es que, si Grecia fuera el punto de partida, el proceso debe imprescindiblemente extenderse a nivel continental, contra el imperialismo europeo (expresado en la UE) en su conjunto. No hay solución a la crisis capitalista que pueda ser solo nacional.
El “efecto demostración” que provocaría un proceso de este tipo en Grecia se debe intentar expandir, en primer lugar, a los países más castigados por la pertenencia a la UE y la zona euro, y a las cadenas de la deuda externa, como Irlanda, Portugal, Lituania y Bulgaria. E incluso a países un poco más fuertes, como España e Italia.
En los países centrales, como Alemania, Francia e Inglaterra, lo que estaría planteado de modo inmediato para sus trabajadores y sus pueblos sería la solidaridad con los países más débiles, y la lucha contra sus propios gobiernos, que intentarán por todos los medios políticos, económicos, e incluso militares, derrotar a los “rebeldes”. Se trata de “la lucha contra el propio imperialismo” que planteaba Lenin, lo que exige, en primer lugar, la disolución de la UE.
Frente a la Europa del capitalismo imperialista (la que construyó y utiliza la “máquina de guerra” de la UE) oponemos el europeísmo de los pueblos, en la perspectiva de la construcción de una Unión libre de los Estados europeos.
La destrucción de la UE, lejos de llevarnos hacia el retorno de “nacionalismos retrógrados”, debe ser el punto de partida del verdadero internacionalismo, uniendo a los trabajadores y los pueblos de todos los países del continente.
La consigna de ruptura con la UE
“El problema de la consigna de Ruptura con la UE encierra temas cruciales en los programas de los partidos y refleja el debate teórico acerca del carácter y la dinámica de la revolución europea. La teoría de la Revolución Permanente plantea que las revoluciones en cada uno de los países forman parte de la revolución socialista internacional que combina distintas tareas y revoluciones en la marcha hacia la revolución mundial[1]. La existencia de países imperialistas y semicoloniales, en el interior de la UE, combina las distintas tareas nacionales y las unifica como parte de la revolución socialista internacional. Ante el falso dilema entre plantear una salida nacionalista o negar la dominación imperialista en la UE, hay que reafirmar la alternativa internacionalista y revolucionaria.
El rechazo a la UE es un paso hacia la consigna de Ruptura, que en los países dominados es un puente para disputar la conciencia de los trabajadores y hacerla avanzar hacia las medidas anticapitalistas de transición necesarias para defender el país: suspender (no pago) de la deuda, expropiar la banca y estatizar las ramas y empresas estratégicas bajo control de los trabajadores. La dominación imperialista es parte estructural del capitalismo y su expresión en los países dominados. El programa marxista revolucionario no separa la tarea de liberación nacional de la lucha contra la austeridad y los ataques a los trabajadores, puesto que su explotación por parte de la burguesía periférica se combina y supedita al dominio imperialista. Si en lugar de defender la Ruptura con la UE vamos a reñir a los trabajadores diciéndoles que están planteando el problema al revés y que de lo que se trata [es] de “luchar contra el capitalismo”, entonces entregamos la lucha contra la UE a la ultraderecha, los nacionalistas y los populistas.
La lucha contra la UE expresa el carácter internacional de la revolución socialista en el continente europeo, pues unifica los intereses de los trabajadores de todo el continente. Mientras el proletariado de los países dominados e intervenidos debe plantear la ruptura con la UE, en los países imperialistas centrales se trata de poner en primer plano la lucha contra el propio imperialismo, lo que significa defender la disolución de la UE, que es la maquinaria que centraliza e instrumentaliza los ataques imperialistas. Los intereses de clase deben expresarse en tareas comunes para el momento presente, sobre la base del internacionalismo obrero. Lejos de replegarse hacia el “nacionalismo”, la disolución/ruptura de la UE es el punto de convergencia que puede aunar en su lucha común contra el ajuste estructural al proletariado de las dos orillas de la cadena de dominación imperialista europea.”
(Documento de la LIT-CI, aprobado en el XI Congreso – abril de 2014)
[1] MORENO, Nahuel. Actualización del Programa de Transición, Tesis XXXIX. Actualidad de la Teoría de la Revolución Permanente y de la Ley del Desarrollo Desigual y Combinado.