Harris contra Trump: ¿Quien es el vocero más orgulloso del fracking?
El debate presidencial del 10 de septiembre mostró claramente que las políticas de los dos grandes partidos capitalistas tienen varios puntos de connivencia bipartidista, como el apoyo a Israel (y, por extensión, a sus crímenes de guerra perpetrados con armamento estadounidense), el aumento de la fuerza militar de EEUU en general y la competencia contra China en los sectores tecnológico y manufacturero. Este acuerdo incluye, como vimos, el apoyo bipartidista a la expansión del fracking (fracturación hidráulica subterranea para extraer los combustibles fóssiles) en lugares como Pensilvania.
Por Cooper Bard
Cuando le preguntaron por su política sobre el fracking, Harris dijo con orgullo: «No prohibiré el fracking, pues no lo prohibí cuando era vicepresidenta». Continuó: «Fui el voto de desempate en la Ley de Reducción de la Inflación, que abrió nuevos arrendamientos para el fracking». Esto se incluyó para reducir la dependencia estadounidense del «petróleo extranjero». Por desgracia, las emisiones no obedecen las leyes de impuestos.
Trump, en su típica forma de divagar, replicó: «Si ella ganara las elecciones, el fracking en Pensilvania se acabaría el primer día», dando a entender que esto sería algo malo. «Yo apoyo el negocio del petróleo como nadie más», se jactó.
Tanto los candidatos demócratas como los republicanos a la presidencia quieren vender la ilusión de que el fracking es bueno porque aporta actividad económica. Pero lo que en realidad promete es el agotamiento de la tierra, el envenenamiento del aire y del agua, y el llenado de los bolsillos de los grandes intereses empresariales, la primera prioridad verdadera de los partidos capitalistas .
Está claro que gane quien gane las elecciones, al fracking como industria le irá bien. Lamentablemente, esto no es un buen augurio ni para el clima ni para la clase trabajadora.
¿Qué es el fracking y por qué es peligroso?
El fracking es la práctica de excavar profundamente en el lecho rocoso de esquisto e inyectar líquido a presión (compuesto de agua y otras sustancias químicas que describiremos más adelante) en el agujero para formar grietas, de las que se puede extraer petróleo y «gas natural».
La continua extracción y producción de combustibles fósiles supondrá una catástrofe continua para la Tierra, ya que la emisión de gases de efecto invernadero (sobre todo CO2, así como metano, óxido nitroso y otras sustancias) sigue aumentando. Los efectos sobre el clima ya están aquí y son numerosos, incluyendo olas de calor mortales, hambrunas y extinciones masivas. Tienen el potencial de socavar la red de la vida en este planeta hasta tal punto que un número extraordinario de personas podrían morir en un futuro no muy lejano, por no hablar del grave sufrimiento humano y animal que estamos presenciando ahora mismo.
Además, las sustancias químicas del fluido de fracking tienen efectos inmediatos sobre la calidad del aire, el agua y la tierra, que pueden causar cáncer y otros problemas de salud a las comunidades locales y a los aguiferos que quedan abajo.
Las principales operaciones de fracturación hidráulica en EEUU incluyen emplazamientos en Pensilvania, Ohio y Virginia (la formación Marcellus Shale), la Cuenca Pérmica de Texas, la zona alrededor de Dallas y Fort Worth, Texas, así como muchos otros emplazamientos. En Canadá, el fracking ha sido una realidad constante en Alberta, Quebec, Columbia Británica y Saskatchewan, y -como la mayoría de los ejemplos de extractivismo industrial- sigue siendo un ataque directo para las comunidades indígenas.
Mientras el «debate» sobre el fracking centraba la atención en Pensilvania -especialmente por su posición como «estado pendular» en las elecciones de 2024-, la industria petrolera está planeando aumentos masivos del fracking en la Cuenca Pérmica. Esto tiene el potencial de causar lo que los activistas llaman la «bomba climática del Pérmico», que garantizaría por sí sola la liberación de miles de millones de toneladas de nuevas emisiones de CO2, prácticamente prometiendo que sobrepasaremos nuestro «presupuesto de carbono» y condenaremos a la civilización humana.
El metano es una amenaza de primer orden
Las emisiones del fracking incluyen las que se producen en la extracción, producción y el uso final de los combustibles fósiles. Las zonas próximas a los lugares de perforación suelen registrar mediciones más elevadas de contaminación atmosférica por hidrocarburos e incluso sustancias tóxicas como el benceno. Pero la principal amenaza del fracking procede del metano liberado durante el proceso de extracción.
Los seres humanos producimos más CO2 que metano, por lo que el CO2 sigue siendo el gas de efecto invernadero más peligroso por mero volumen; además, permanece en la atmósfera más tiempo que el metano. Pero el metano es un gas de efecto invernadero más potente y tiene importantes efectos a corto plazo: calienta la atmósfera casi 90 veces más rápido que el dióxido de carbono.
Los científicos han determinado que la producción de combustibles fósiles libera una pequeña cantidad de metano, sea cual sea la fuente. Pero la fracturación hidráulica, en particular, libera mucho más gas metano durante el proceso de extracción y producción que la mayoría de los demás métodos de perforación. Debido al aumento de la fracturación hidráulica en Estados Unidos y Canadá, las emisiones de metano han aumentado en 61 millones de toneladas o un 20% en las dos últimas décadas. Esto se traduce en un aumento del calentamiento planetario en un periodo de tiempo mucho más corto. También es importante señalar que el metano generado por la producción de petróleo y gas tiene un mayor contenido de carbono que el metano liberado por fuentes biológicas.
La contaminación provocada por el fracking no termina incluso después de que haya cesado la producción directa, ya que los pozos huérfanos tienen problemas de fugas que contribuyen considerablemente a la creación global de gases de efecto invernadero en EE.UU. Cientos de miles, posiblemente millones, de pozos siguen sin ser taponados adecuadamente.
Peligros de los fluidos de la fracturación hidráulica
Como ya se ha mencionado, el fracking tiene un problema adicional causado por el líquido utilizado en el proceso. Este líquido es una mezcla de arena y productos químicos destinados a aumentar la eficacia del proceso (haciendo que el líquido sea menos viscoso, aumentando la acidez, etc.). Se sabe que estas sustancias químicas tienen propiedades cancerígenas y también pueden causar defectos congénitos.
A pesar de que los productores de petróleo han presionado al Congreso para mantener en secreto el contenido de los fluidos de fracturación hidráulica, aún sabemos algunas cosas. Como subproducto, el líquido de fracturación produce PFAS, compuestos cancerígenos también conocidos como «sustancias químicas para siempre». Estas «sustancias químicas para siempre» también se generan por la descomposición de los plásticos.
Hay muy pocas salvaguardias, en algunos casos ninguna, para impedir que este líquido penetre en la capa freática. La contaminación del agua, el aire y el suelo por la fracturación hidráulica supone graves riesgos para la salud de las comunidades locales, y la profanación del suelo y el agua tendrá consecuencias desastrosas para la agricultura en el futuro.
Cuanto más pobre seas, más probabilidades tendrás de sufrir las consecuencias de la fracturación hidráulica (mientras los magnates del petróleo cosechan todos los beneficios). Centrándonos en Pensilvania, un estudio de Scientific America descubrió que las comunidades rurales y más pobres tienen muchas más probabilidades de verse directamente afectadas por la fracturación hidráulica. Múltiples pueblos de la Pensilvania rural han visto envenenada su agua por las operaciones de fracking. El agua se envenenó en pueblos de Wyoming cercanos a explotaciones de fracking, y también en Dallas, Texas. Podríamos seguir durante páginas con otros ejemplos de daños directos a comunidades pobres y rurales de Pensilvania, Dakota del Norte, Texas, Wyoming, Ohio y otros estados.
Como el gas puede filtrarse a la capa freática, algunas personas que viven cerca de las operaciones de fracturación hidráulica han tenido agua del grifo inflamable. Esto también puede provocar temblores de tierra como consecuencia de la degeneración del lecho rocoso.
La producción para la exportación es clave para la expansión de los combustibles fósiles
La adicción de nuestra civilización a los combustibles fósiles y la consecuente alteración del clima es un problema internacional. Uno de los principales factores que impulsan la expansión del petróleo y el gas en EEUU es el afán por sustituir los suministros rusos de petróleo y gas a Europa. EEUU se ha convertido en uno de los principales exportadores mundiales de petróleo y gas como consecuencia de este cambio en la situación internacional.
Ni se tiene que decir que «nuestros» magnates del petróleo se han aprovechado esta oportunidad para aumentar su cuota de mercado a escala mundial. El gobierno estadounidense, que les servirá sea cual sea el partido capitalista que lleve la antorcha en 2025, está encantado de facilitar su afán de lucro.
Por supuesto, la adicción de Europa al petróleo es un problema tan grave como el nuestro. La invasión imperialista rusa de Ucrania no ha hecho más que acelerar la tendencia existente hacia el aumento del consumo de petróleo y la producción bélica.
La administración Biden y la mentira del «capitalismo verde»
En este contexto, podemos ver por qué los dos partidos capitalistas apoyan incondicionalmente la expansión de la producción de petróleo. El apoyo a ultranza de Harris al fracking debería echar por tierra cualquier ilusión de que la administración Biden o el Partido Demócrata pongan los intereses del planeta en primer plano. Más bien, sus intereses primordiales son los de los magnates del petróleo, los fabricantes de armas, los fabricantes de plásticos, etc.
Las políticas climáticas y medioambientales de la administración Biden pretenden sostener el sistema capitalista al tiempo que le dan una envoltura «verde». El «capitalismo verde» de Biden -encarnado con más fuerza en la Ley de Reducción de la Inflación (IRA)- es una estratagema impulsada por el mercado. La idea es impulsar las materias primas «verdes» producidas en Estados Unidos y el uso de la energía, manteniendo al mismo tiempo la rentabilidad de los combustibles fósiles. Así, mientras se gastan miles de millones en tecnologías e infraestructuras ecológicas, la extracción, producción y uso de combustibles fósiles continúa de todos modos.
Esto es especialmente evidente en la desgravación fiscal concedida a las empresas petroleras por el secuestro de carbono (una estafa diferente que queda fuera de nuestro alcance aquí). Los activistas ambientalistas ya se han dado cuenta de que, sin ningun mecanismo de supervisión real, las empresas podrían utilizar con el dado dinero para ampliar las operaciones de petróleo sucio, como el fracking.
Del mismo modo, la IRA obligó al gobierno a ofrecer al menos 60 millones de acres de arrendamientos en alta mar a las empresas de petróleo y gas un año antes de que se pudiera conceder ningún arrendamiento para parques eólicos marinos. Este paso de vincular la energía eólica a una expansión de las perforaciones en busca de combustibles fósiles demuestra claramente la debilidad del gobierno para oponerse al dominio de los magnates del petróleo.
En otro ejemplo de esta perspectiva, la Oficina de Administración de Tierras sigue dando prioridad a la explotación de petróleo y gas en las tierras federales que gestiona frente a otros usos, como las instalaciones de energía solar o eólica, el ocio y la conservación. El 90% de las tierras de la Oficina están abiertas al arrendamiento de combustibles fósiles.
A pesar del aumento de la inversión en energías renovables, la inmensa mayoría del transporte y de la red eléctrica sigue funcionando con combustibles fósiles (aproximadamente el 60%). El gobierno de Biden aprobó nuevos oleoductos, como el tristemente famoso proyecto Willow Pipeline en Alaska, nuevas fracturaciones hidráulicas (como atestiguó Harris) y nuevas perforaciones en alta mar. Biden, por tanto, no es un presidente verde desde ningún punto de vista. Así pues, aunque los partidarios liberales de Biden insisten que la IRA es la «legislación más ecológica de la historia» y citan aumentos fácticos de las energías renovables, se trata de una perspectiva profundamente teñida de rosa. La Ley de Reducción de la Inflación, a pesar de sus éxitos, sencillamente no es suficiente.
La realidad es demasiado sombría para permitir medidas tan parciales. En los tres años transcurridos desde la aprobación de la IRA, las emisiones de CO2 se han seguido aumentando en todo el mundo. Esto se debe al modelo de crecimiento del capitalismo impulsado por el mercado (así como a las nuevas guerras en Ucrania y Gaza), que no cambiará ni se ralentizará cuando haya unos cuantos aerogeneradores adicionales o nuevos vehículos eléctricos en las carreteras. ¡Estos pocos elementos «verdes» son una gotita de agua en el mar mientras se tolere la exploración de nuevos combustibles fósiles! A menos que se tomen medidas inmediatas para detener la nueva producción de petróleo y realizar una transición ecológica de forma sistemática y planificada, es dudoso que la humanidad pueda superar el desastre climático.
El fracking forma parte de la industria dominante de los combustibles fósiles, que los políticos que gestionan los intereses del Estado capitalista no pueden abolir, porque los combustibles fósiles están totalmente integrados en todos los aspectos de la economía mundial. No hay forma de que EEUU pueda mantener cientos de operaciones militares en todo el mundo, ni de que las empresas de Fortune 500 puedan seguir funcionando como hasta ahora, sin una inversión sustancial en la infraestructura existente de combustibles fósiles. Los magnates del petróleo de cada potencia imperialista dominan la economía del mundo en virtud de su dominio de las infraestructuras, incluidos los automóviles, la red eléctrica, los envases y las operaciones militares.
En efecto, perseguir realmente una economía verde (y evitar la posible muerte masiva de miles de millones de personas) exige acabar con los medios esfuerzos. Los beneficios deben pasar a un segundo plano, y deben emprenderse restricciones hasta ahora inauditas de los derechos de propiedad de los multimillonarios y del sector privado. Esto significa poner fin a las «libertades» de la industria del fracking: ¡sus libertades son para envenenar nuestra agua y poner en peligro la civilización humana con su temeraria contaminación por metano!
Los demócratas y los republicanos no harán nada que perjudique a sus verdaderos amos, los capitalistas. Por eso a ambos les encanta el fracking. La clase obrera necesita romper con el sistema capitalista para salvar a nuestro propio bienestar y, de hecho, toda la vida en la Tierra.
¡Acabemos con el fracking! ¡Detengan todas las prospecciones petrolíferas! ¡Que se queda en la tierra!
¡Medidas de emergencia para revertir la destrucción medioambiental! ¡Cierra los pozos! ¡Haz que las petroleras paguen los costes!
¡Nacionaliza la energía, el transporte y los bancos bajo el control de la clase obrera!
¡Organiza la reconstrucción ecológica! Aplique miles de millones de dolares a la reforestación y la restauración de las tierras arruinadas por los residuos industriales.
¡Por el control obrero, indígena y comunitario de la tierra!
¡Acabar con la economía de guerra! ¡Alto a la ayuda a Israel! ¡Fuera Rusia y la OTAN de Ucrania!
Fuentes y notas
https://workersvoiceus.org/2023/11/07/environmental-racism-and-climate-solutions-in-canada/