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28 marzo, 2024

Gobierno Draghi: dinero para el rearme, austeridad para los trabajadores

El parlamento italiano ha aprobado una orden del día que prevé un aumento del gasto militar de los actuales 26.000 millones a 38.000 millones, un crecimiento enorme, que forma parte de un proceso de aumento constante del gasto para fortalecer el poderío militar del imperialismo italiano. Según informa el sitio web del Observatorio Diritti, desde 2017 el Estado italiano ha incrementado los recursos para el gasto militar, cuando en los mismos años se recortó la financiación del estado del bienestar (salud, pensiones, transporte y escuela públicos) y se cortaron a millones de empleados públicos los ya irrisorios aumentos salariales, con la excusa de que no había recursos económicos disponibles. Se ha pasado de 21.500 millones de euros gastados en 2019 a más de 25.500 millones en 2022, un aumento de alrededor de 20%.

Por: Alberto Madoglio

Una política de rearme que no es nueva

La referencia temporal es interesante, porque también contempla los años en que el ejecutivo estaba formado por la llamada mayoría giallorossa [amarillo y rojo], lo que, según cierto tipo de propaganda, habría representado un gobierno de ruptura con las políticas actuales, también en lo que respecta al gasto militar, con los gobiernos del pasado.

Recordemos, de hecho, que en el programa electoral de M5s [Movimiento 5 Estrellas] había un no a la compra de cazabombarderos F35, un no al lanzamiento de un segundo portaaviones y la petición de desmantelar la base de radares a barras y estrellas de Niscemi, los infames Muos.

Obviamente, ninguna de estas promesas electorales se cumplió; así, los «revolucionarios» de Grillo demostraron estar entre los más acérrimos defensores de la política exterior imperialista y belicista italiana.

En la eepoca, algunos de los actuales opositores a la decisión parlamentaria de aumentar el gasto militar, como el portavoz de Sinistra Italiana, Nicola Fratoianni, o el director del Fatto Quotidiano, Marco Travaglio, no dijeron nada al respecto: de hecho, estaban entre los más activos al describir al primer ministro Conte como el paladín de los oprimidos. Demostración de hasta qué punto la distancia actual tomada es resultado de un cálculo político de sectores que se oponen al gobierno Draghi por razones instrumentales.

Pero volvamos a hoy. Sin duda se trata de un salto de calidad en la postura militar y belicista, no solo del Estado italiano sino de todas las grandes potencias económicas del Viejo Continente. La justificación de tal cambio de ritmo proviene de los dramáticos acontecimientos desatados por la brutal agresión militar de Rusia contra Ucrania.

Los objetivos expansionistas y las ambiciones de superpotencia mostradas tan claramente por Moscú han alarmado a las cancillerías de toda Europa que, por lo tanto, han corrido para ponerse a cubierto. Además de la decisión italiana, Francia, potencia nuclear que invierte más en gasto militar que otras del continente, ha decidido invertir 50.000 millones en 2025. Alemania que, también por su papel en las dos guerras mundiales, había mantenido un perfil bajo en cuanto a su rearme, ha decidido financiar un fondo ad hoc igual a 100.000 millones, el doble que el vecino francés.

Lo que preocupa al gobierno italiano, como a otras potencias mundiales, es que la lucha por el reparto de cuotas del mercado mundial es cada vez más encarnizada, y que el reparto «pacífico» realizado vía la competencia económica tendrá que apoyarse siempre más en fuerza militar. De hecho, será cada vez más probable que las disputas por la supremacía en los negocios requieran la intervención de divisiones blindadas. Hoy los países imperialistas se muestran unidos para contrarrestar el peligro ruso, pero es evidente que esta unión pronto se romperá bajo los embates de la competencia global. Dudamos que, más allá de la propaganda, París y Roma se sientan seguros con el giro militar de Berlín. Si la potencia económica alemana se prepara para convertirse también en una potencia militar, esto no puede dejar de preocupar a quienes hoy profesan ser sus aliados.

Según una investigación de Greenpace, en los últimos cuatro años, 2.400 millones en gastos por misiones militares en el extranjero han sido funcionales a la defensa de la actividad de un gigante de los hidrocarburos como Eni. Y el ministro de Defensa, Guerini, en julio de 2021 afirmaba para Italia la necesidad de “disponer de un instrumento militar capaz de expresar las capacidades militares avanzadas que el país necesita para proteger los intereses nacionales”.

Los intereses de la burguesía

Los intereses que defiende el gobierno Draghi no son los de los trabajadores, los jóvenes, las mujeres y los explotados en general (que son los primeros en pagar la factura de estas políticas belicistas). El gobierno tampoco tiene la intención de apoyar la resistencia del pueblo ucraniano a la agresión de Putin. Los intereses que defiende son los de la gran burguesía que quiere imponer su propia política de rapiña a los países dependientes, protegida por la fuerza del ejército, la marina y la aeronáutica.

La agenda aprobada por el Parlamento al menos tiene el mérito de exponer la hipocresía de las clases dominantes italianas. Hoy es más evidente que en el pasado que la elección de no invertir en servicios públicos, de no reducir la edad de jubilación, de no aumentar los salarios no depende de dificultades presupuestarias objetivas, sino de elecciones políticas muy concretas.

¿Cómo se puede ser creíble al afirmar que «no podemos volver al sistema de pensiones de antes de la reforma Fornero porque eso supondría un desembolso insostenible para las arcas públicas» mientras sin disparar un tiro hay 12/14 mil millones para nuevas armas (sin contar alguna eventual inversión extra)? El rearme italiano no solo impide inversiones en beneficio de las clases populares sino que impondrá nuevos sacrificios y recortes sobre lo que resta del estado del bienestar.

Las responsabilidades de las burocracias sindicales

La decisión tomada por la abrumadora mayoría de los partidos presentes en el Parlamento pone en serios aprietos al aparato burocrático que controla el mayor sindicato italiano, la CGIL. Las acciones de la Confederación de Corso Italia en los últimos años se ha basado en este esquema: por un lado, la oposición, más en la forma que en la sustancia, a las opciones económicas basadas en la austeridad, para interceptar y representar el descontento que tales decisiones suscitan entre la inmensa mayoría de los trabajadores, sean o no miembros del sindicato. Por otro lado, la dirección de CGIL siempre ha considerado, más o menos explícitamente, estas decisiones como ineluctables, evitando fomentar revueltas sociales de gran escala y haciéndose cargo del «interés nacional».

Ahora toda esta representación falsa y fraudulenta llega a su fin, de una vez por todas.

El Gobierno Draghi, que se prepara para implementar lo que pide el Parlamento sobre nueva financiación para Defensa, es el mismo que se dispone a imponer un recorte de 6.000 millones a la sanidad pública por los próximos dos años. El mismo gobierno que no garantiza aumentos salariales para los trabajadores públicos.

Ante todo esto, ¿qué harán Landini y socios? ¿Cómo podrán incluso justificar su inmovilismo ante los ojos de las masas trabajadoras? Por lo que a nosotros respecta, no nos hacemos ninguna ilusión sobre la posibilidad de que los burócratas sindicales hagan un sincero y abierto mea culpa y rompan definitivamente con la política de colaboración de clases.

Ningún hecho, por claro e incontrovertible que sea, puede convencer a los burócratas de la necesidad de un gran avance en las acciones. La voluntad de defender su situación privilegiada, aunque también cada vez más reducida por la crisis económica, les obliga a traicionar y estafar a aquellos trabajadores a los que dicen querer defender.

El desarrollo de los hechos demuestra, si aún hacía falta, la necesidad de construir una dirección alternativa, clasista y revolucionaria, a los actuales aparatos mayoritarios en el movimiento obrero, para derrotar las políticas de austeridad, militaristas, belicistas, puestas en marcha por gobiernos burgueses de cualquier color.

Artículo publicado en: https://www.partitodialternativacomunista.org, PdAC-Italia, 24/3/2022.-
Traducción: Natalia Estrada.

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