En este 1º de Mayo: Marchemos con la resistencia ucraniana contra Putin y con la clase trabajadora francesa contra Macron
El 1º de mayo es un día de lucha, parte de la memoria del movimiento obrero mundial por el asesinato de obreros norteamericanos en 1886 que luchaban por las 8 horas de trabajo. En este día salimos a la calle en todos los continentes y demostramos que somos una única clase en todo el mundo. La LIT-CI (Liga Internacional de los Trabajadores – Cuarta Internacional) se dirige a la clase trabajadora y su vanguardia para que marchemos juntos con los trabajadores ucranianos que empuñan sus armas contra la barbarie de la guerra de Putin. Marchemos con los trabajadores franceses, y uruguayos que defienden su derecho a jubilarse. Marchemos mientras honramos la lucha de nuestros antepasados, reafirmemos más que nunca que somos una sola clase en todo mundo, los que resisten y padecen bajo las bombas de Putin y los que enfrentan la policía francesa para preservar sus conquistas, los que luchan contra los gobiernos en América Latina como Uruguay o Perú tienen un mismo enemigo, el capitalismo imperialista y sus gobiernos de turno, al servicio de nuestra explotación y muerte.
Recodemos los millones de muertos de la pandemia, esta catástrofe humana que no ha sido obra de la naturaleza, sino de la negativa de los gobiernos las potencias imperialistas de abrir las patentes de las vacunas y de los monopolios farmacéuticos. De la burguesía y sus gobiernos que priorizaron sus riquezas antes que nuestras vidas. Nuestros salarios y condiciones de existencia nunca volvieron a la situación anterior, más bien al revés, si durante la pandemia alertamos que nuestro enemigo era el sistema capitalista, hoy día, lo que ellos llaman de crisis, la merma de sus ganancias billonarias engendra igualmente el incremento por doquier de muerte, explotación, opresión y destrucción del medio ambiente.
Para mantener el capitalismo-imperialista un sistema de explotación y opresión, los “amos del mundo” lo hacen incrementando las desiguales condiciones de existencia del proletariado en todo planeta, y por ende, van contra todas las conquistas que se le hemos arrebatado con sangre de nuestras generaciones anteriores a la burguesía.
Avanzan en la destrucción del medio ambiente azuzando el calentamiento del planeta. La incapacidad del capitalismo de desvincularse de la energía fósil, que impone ahora al proletariado sacrificios inauditos, sequías, inundaciones, desplazamientos de poblaciones, desempleo y hambre.
La persecución desenfrenada a los inmigrantes fijada en la imagen de personas calcinadas en la frontera de los EEUU/México; las tumbas flotantes en el mediterráneo con niños y familias desesperadas en huir de la miseria, el derecho a trabajar, derecho cada vez más escaso en los días actuales. Y el feminicidio que quita la vida de 11 mujeres y niñas por segundo en todo en todo el mundo[1]
El imperialismo incrementa el saqueo en los países semicoloniales o el “sur global” disputado a regañadientes por las potencias mundiales, es el blanco de las potencias y sus Estados controlados por los monopolios. Y lo hacen con sus empresas, con la explotación de la mano de obra, el saqueo de los recursos naturales, con el incremento del pago de los intereses de la deuda pública y por la vía de las armas, este es el telón de fondo de los conflictos bélicos como en Sudán y en la guerra de ocupación de Putin a Ucrania.
Marchamos con los trabajadores ucranianos que no se doblegan a la segunda más grande Fuerzas Armadas del mundo
Mientras empuñan las armas, las y los trabajadores ucranianos se plantan hace más de un año a la ocupación de su país, una sórdida campaña por la “paz” intenta destruir la simpatía del proletariado mundial hacia un pueblo que resiste y no se deja esclavizar.
Dicha campaña llevada a cabo por los gobiernos imperialistas, las burocracias sindicales y sus acólitos de “izquierda” y residuos estalinistas, sin decirlo, responsabiliza a la resistencia de un pueblo y no a Putin y los monopolios petroleros imperialistas de la inflación mundial. Plantean una “paz” sin pronunciase sobre la ocupación y anexión de los territorios ucranianos por parte de Rusia.
Peor aún, le hacen el coro a la propaganda de sus gobiernos de que «están enviando armas y municiones a la resistencia», cuando en realidad, ellos sólo aumentan sus presupuestos militares, ante el incremento de las rivalidades de las potencias, y recortan pensiones responsabilizando la guerra, que todavía no termina porque la resistencia obrera y popular ucraniana ha trastocado todos los planes de Putin.
No dicen lo más importante, que la ralentización de la contraofensiva ucraniana, que impuso el retroceso de las tropas rusas, fue paralizada por la aguda carencia de armas ofensivas, permitiendo la reorganización das tropas rusas.
Ni Biden, tampoco Macron-Scholz ni Xi Jinpin, están interesados en la soberanía de Ucrania y ¡menos en la victoria de su pueblo armado! Sólo pujan por sus intereses y están dispuestos a trocear el país para lograrlo.
Luchamos junto a los trabajadores ucranianos y alertamos que Zelensky, como representante de la oligarquía y corporaciones extranjeras, está defraudando a las necesidades de los trabajadores armados que juegan sus vidas contra los ocupantes invasores, porque en medio de la guerra su gobierno sigue favoreciendo el robo y pillaje del país y lo somete al FMI.
La unidad de los trabajadores del mundo es el único apoyo confiable. Particularmente llamamos a los trabajadores del occidente europeo, que están enfrentando a planes del gran capital, a unirse con sus hermanos ucranianos, a expresar la solidaridad de clase porque estamos hermanados en los intereses comunes, que empiezan por la derrota de la ocupación militar rusa, el respeto a la integridad territorial de Ucrania y continuará en la lucha contra la colonización de la UE, el FMI, la OTAN y los EEUU, y por la construcción de una Europa de los trabajadores y los pueblos que solo podrá ser levantada sobre las ruinas de la Unión Europea.
Fuera Macron y su reforma de las pensiones
En los últimos tres meses el proletariado francés escenificó una lucha masiva en contra de la reforma de las pensiones de Macron que plantea aumentar la edad de la jubilación de los 62 a los 64 años rechazada por el 90% de los trabajadores del país. Esta ola de luchas intensas hace eco a las huelgas que llevan realizando los trabajadores británicos este último año, encabezadas primero por los trabajadores de la RMT, que de momento ganaron un aumento salarial de entre el 9% y el 14%, y que continua con la huelga nacional de funcionarios públicos (PCS), enfermeros (RNC) y trabajadores universitarios (UCU) aún en curso. Tanto en Francia como en Gran Bretaña el proletariado está saliendo a luchar, con huelgas muy significativas no vistas desde hace décadas, para defender sus condiciones de vida en un contexto de crisis, inflación desbocada y nuevos planes de austeridad de los gobiernos burgueses.
En Francia, la movilización, dirigida por una coordinadora intersindical unitaria organizó 12 días de huelga, muchas de ellas masivas y seguidas por millones de trabajadores, que se ha combinado cada vez más con acciones espontaneas contra los símbolos del estado burgués y para paralizar el funcionamiento del país. El movimiento de huelga tuvo como vanguardia a un sector del proletariado industrial (petroleros, trabajadores del sector eléctrico y gas) junto con los ferroviarios y los trabajadores de la recogida de basuras, logrando paralizar sectores clave de la economía. También logro arrastrar a la juventud, y empezó a articularse con las luchas por los derechos de las mujeres y contra la destrucción ambiental.
No obstante, el gobierno de Borne y Macron contestaron con una durísima represión y haciendo oídos sordos a los reclamos de las calles y lugares de trabajo. A mediados de marzo utilizó el mecanismo 49.3 de la constitución para imponer su reforma sin mayoría parlamentaria, una decisión que fue validada por el Consejo Constitucional un mes después, que también rechazó la posibilidad de un Referéndum de Iniciativa Compartida (RIP) sobre ésta. El resultado es que, si bien la reforma se ha validada legalmente, sigue siendo una reforma ampliamente rechazada por los sindicatos y los trabajadores. Macron y su gobierno son fuertemente detestados por los franceses, ni él ni sus ministros pueden ir a actos públicos sin protestas pitidos y cacerolazos, y el régimen de la V República quedó fragilizado al mostrar su esencia represiva, antidemocrática y antiobrera.
Este primero de mayo, los trabajadores y trabajadoras franceses vuelven a salir a las calles para protestar contra el ataque a las pensiones y por una subida de salarios, pero también para exigir que se vaya Macron. Para que esta lucha gane, no obstante, las direcciones sindicales tienen que cambiar de estrategia. Los días de huelga separados y sin plan de lucha no sirven para derrotar a Macron, sino que desmoralizan a los trabajadores que pierden días de salario sin tener una perspectiva de cómo lograr una victoria. Dada la forma que tomó el movimiento, hubiera sido necesario organizar desde el inicio una huelga general indefinida hasta la retirada de la reforma, una huelga organizada por la Intersindical, desarrollando los organismos de base, con democracia obrera, y también con medidas de autodefensa para hacer frente a la represión. Esta estrategia sigue en el orden del día para enfrentar esta reforma de Macron, y los que están por venir, e imponerle al gobierno una agenda que satisfaga las necesidades de los trabajadores.
La revolución socialista es la única salida
En este día que recordamos nuestras tradiciones internacionalistas, construida por las pasadas generaciones, hacemos nuestro su grito de guerra, la clase trabajadora no tenemos nada que perder excepto las cadenas que nos atan al capitalismo, que no tiene más que ofrecernos más que hambre, miseria, destrucción de la vida, opresión y guerras.
Sobra por doquier la disposición de lucha, demostrado por el pueblo latinoamericano con las masas indígenas peruanas, la revolución chilena y la reciente huelga en Uruguay. Demostrada por los trabajadores franceses y por los huelguistas de Gran Bretaña.
Pero esta lucha contra los ataques de los gobiernos no es suficiente, para realmente conseguir las conquistas que necesitamos, para acabar con la miseria, la depredación del medio ambiente y la opresión es necesario derrotar a la burguesía y al imperialismo. Es necesario construir gobiernos de la clase trabajadora, donde seamos quienes trabajamos quienes que tomemos todas las decisiones, donde construyamos nuestro propio Estado, utilizando todos los medios necesarios para acabar con la burguesía, su policía, su ejército y la ultraderecha.
No obstante, para romper la cadena, hace falta el martillo que se forja en esta lucha, y nuestra principal debilidad, la construcción de una organización revolucionaria, que marque nuestro blanco – el capitalismo – y la necesidad de la revolución socialista para superarlo. Por esto hacemos un llamado a unirse a las filas de la Liga Internacional de los Trabajadores y sus partidos, para juntos luchar por la creación de una alternativa socialista y revolucionaria para acabar con el capitalismo.
[1]https://www.unwomen.org/es/what-we-do/ending-violence-against-women/facts-and-figures