Sáb Jul 27, 2024
27 julio, 2024

El «socialismo» de la burocracia del Kremlin: de la colaboración de clases a la capitulación

Para celebrar el 40° aniversario de la gran Revolución de Octubre, Kruschov reúne entre el 14 y el 16 de noviembre de 1957, en Moscú, a representantes de partidos comunistas de doce Estados obreros. En una Declaración común[1] constatan que “más de un tercio de la población mundial había tomado el camino del socialismo”. Estaban representadas las semicolonias del glacis, ocupadas al final de la Segunda Guerra Mundial[2], así como China, Vietnam, Mongolia y Corea del Norte.

Por: Jan Talpe

Confiando en “la manifiesta superioridad” del sistema socialista, los congresistas defienden “el principio leninista [¡sic!], actualizado en el 20° Congreso del PCUS, de la coexistencia pacífica de los dos sistemas”. Los dos sistemas son dos bloques de países: «los imperialistas» y «los pueblos amantes de la paz», en pacífica «competencia». Desaparece «la coalición de toda la clase obrera contra la de toda la clase burguesa«.[3]

La euforia de los congregados esconde mal el hecho de que los pueblos de esos Estados no estaban tan entusiasmados. Lo habían manifestado con fuerza ya en Berlín en 1953, y en 1956 en Polonia y en Hungría.

Veamos, entonces, la construcción de ese campo de los «Estados amantes de la paz». La lista incluye a Mongolia, un Estado obrero nacido como bolchevique en tiempos de Lenin, y que fue burocratizado recién después bajo la férula de Stalin. Los demás se integran a partir de la Segunda Guerra Mundial.

Los nuevos Estados obreros del «tercio de la humanidad»

Stalin, el aliado de Hitler

La política del «socialismo en un solo país» impidió a Stalin crear nuevos Estados obreros. En los años 1930, colaboró dócilmente con los partidos bien capitalistas del frente popular en Francia. Pero su apetito de pillaje lo va obligar a cambiar de idea.

En agosto de 1939, Stalin y Hitler se ponen de acuerdo para una cuarta partición de Polonia, dando inicio a la Segunda Guerra Mundial. Es que “una revolución triunfante en Alemania elevaría enormemente la conciencia de clase en la URSS y haría imposible la permanencia de la tiranía de Moscú. El Kremlin prefiere el statu quo, con Hitler como aliado[4] El 1 de setiembre, Hitler ocupa la parte que le tocó, y el 17, Stalin la suya. Y el 4 de abril de 1940, una enmienda del art. 23 de la Constitución de la URSS incorpora los siete departamentos de Polonia al este del río Bug como departamentos de Ucrania. Francia y el Reino Unido cumplen con el ritual de declarar la guerra al invasor sin mover un soldado, y Hitler tenía entonces la vía libre para ir ocupando Francia. Pero «amigo y aliado de Stalin, en cuanto consigue una victoria en el Frente Occidental con la ayuda de Stalin, vuelve sus armas contra la URSS”.[5] Y, en junio de 1941, a Stalin no le queda otra que cambiar de bando, lo que Churchill aceptó con gusto.

En noviembre de 1943, cuando todavía ningún soldado de sus nuevos aliados había pisado suelo alemán, Stalin discute con ellos la división de este país. Y enseguida se empeña en «introducir su sistema tan lejos como puede avanzar su ejército».[6] Nace una primera semicolonia de la URSS, con la creación, el 7 de octubre de 1949, de la República Democrática Alemana (RDA), un Estado capitalista. Al oeste queda la República Federal Alemana (RFA). Mientras, Stalin también había «introducido su sistema» en otros países del glacis.

Las semicolonias devienen Estados obreros

Solo que la propia necesidad de pillar una semicolonia lleva a imponer el régimen económico de la URSS en esos países, como ya Trotsky había previsto en vísperas de la agresión a Polonia. En una polémica contra quienes veían en la colaboración con Hitler un peligro para el régimen de Estado obrero de la URSS, respondió que “es más probable que Moscú proceda a la expropiación de los grandes terratenientes y a la estatificación de los medios de producción en los territorios ocupados”, ya que Stalin “no desea ni es capaz de compartir el poder con las viejas clases dominantes de los territorios ocupados”.[7]

En julio de 1952, Ulbricht, de la RDA, anuncia la “construcción planificada del socialismo”, reforzando el poder del Estado “según el ejemplo soviético”.[8]

La rebelión de los colonizados

En la RDA, la anunciada “construcción planificada del socialismo” no había dado los resultados esperados, y en mayo de 1953 Ulbricht impone un incremento de 10% de la cuota de producción para cada trabajador. El aumento es “voluntario”, pero el que no lo logra ve su salario reducido.

El jueves 16 de junio de 1953, los trabajadores de dos grandes obras de construcción civil entran en huelga y marchan hacia la sede de gobierno. Y cuando en el camino un ministro se sube a una mesa para tratar de calmar a la multitud, un obrero también se sube a la mesa y empuja al ministro. Se hace silencio, y el obrero dice: “No estamos aquí solo por las cuotas. Queremos que no haya castigo a los huelguistas y que se libere a los prisioneros políticos. Queremos elecciones libres y la reunificación de Alemania.”[9] El viernes, 40.000 trabajadores manifiestan en Berlín Este, y en los centros industriales de toda la RDA surgen protestas y algunos paros.

Ulbricht decide por la represión, contando con el apoyo de Kruschov. El sábado, 8.000 soldados de la Volkspolizei rodean a los manifestantes en una plaza, y 20.000 soldados del Ejército Rojo entran con tanques en Berlín, con un saldo de 51 muertos.

Joseph Stalin y Nikita Kruschov (1936)
Joseph Stalin y Nikita Kruschov (1936)

Kruschov estaba entonces en competición con Beria para la sucesión de Stalin (fallecido el 5.3.1953). Echa la culpa a su competidor y permite a Ulbricht dar concesiones; este restablece las antiguas cuotas y puede importar masivamente comida de la URSS. El Kremlin pone fin a la exigencia de pagos por reparaciones de guerra a partir del 1 de enero de 1954, y las últimas «sociedades anónimas» soviéticas pasan a propiedad de la RDA. Una primera gran victoria del proletariado alemán. Y a pesar de la burocracia, con el régimen de Estado obrero se mejoran las condiciones de vida de la población.

En Polonia también se impusieron las «cuotas». El 23 de junio de 1956, una delegación de una treintena de obreros del centro industrial de Poznan va a Varsovia y vuelve tres días después con algunas promesas, que luego no se cumplieron. Los trabajadores responden con una huelga y salen al centro de la ciudad, donde la manifestación reúne rápidamente a cien mil trabajadores bajo el eslogan: “Queremos pan y libertad”. Liberan a los presos de la cárcel y atacan el local del Partido Comunista. Los soldados acantonados en Poznan se niegan a reprimir y entablan amistosas conversaciones con los obreros. El día siguiente, 10.000 soldados y 400 tanques de otras regiones, comandados por oficiales rusos, son mandados para «reprimir a provocadores alemanes«. Y con un saldo de 57 muertos y una centena de heridos logran “pacificar” la ciudad el 30 de junio.

El 19 de octubre de 1956, Kruschov se invita sorpresivamente a un plenario del Partido comunista polaco, y Gomułka, el dirigente de la lucha secular del pueblo polaco contra «el oso ruso», se inclina. Lo recibe diciendo que “Polonia necesita de la amistad de la Unión Soviética, más que la Unión Soviética necesita la amistad de Polonia.

En el Encuentro de Moscú en 1957, «Kruschov repitió dos veces que se puede contar con Gomułka».[10]

Entretanto, la sublevación de Poznan suscitó el entusiasmo en Hungría. El 23 de octubre de 1956, miles de manifestantes inundan las calles de la capital, donde son recibidos a balazos por la Policía secreta. Pero consiguen armas de soldados húngaros y asaltan el edificio de la radio para difundir una proclama. En la noche ya hay 200.000 manifestantes delante del Parlamento, exigiendo libertad de prensa y de opinión, elecciones libres, e independencia respecto de la URSS. Y derriban una estatua de Stalin.

La rebelión se extiende a través del país. Surgen Comités Revolucionarios, “órganos de la insurrección, reuniendo a los delegados elegidos en fábricas, universidades, minas y unidades del ejército, y órganos de autogobierno popular, que gozaban de amplia confianza del pueblo armado.”[11] Se decreta la huelga general en todo el país. El 25 de octubre, Kádár, un dirigente obrero respetado por su trayectoria sindical, hace cambios formales en el aparato del Partido Comunista de Hungría y deja funcionar libremente los demás partidos políticos, entre ellos el FKgP, de los campesinos. Pero Kruschov no confía.

El 4 se noviembre 1956, más de 30.000 soldados y 1.130 tanques soviéticos invaden el país y reconstituyen el “Gobierno húngaro de obreros y campesinos”, que Kádár acepta dirigir. El FKgP vuelve a ser ilegal. Y dos semanas después triunfa «el sistema manifiestamente superior», con un saldo de 2.500 húngaros y 720 rusos muertos.

En el Encuentro de Moscú de 1957, Mao Zedong van explicar que el imperialismo “aprovechó algunos problemas en nuestro campo –en particular el incidente húngaro– para desacreditarnos. […] Pero la contrarrevolución húngara fue eliminada.[12]

Ese «imperialismo» dejó hacer. Coexistencia pacífica. Más tarde, Nixon dirá que “no podíamos, por un lado, echar en cara a los soviéticos el intervenir en Hungría, y, por otro lado, aprobar que, en ese preciso momento, los ingleses y los franceses intervinieran contra Gamal Abdel Nasser” [en la crisis del Canal de Suez].[13]

Se inicia la «era Kádár,» un reinado dictatorial de 32 años que poco a poco va a restaurar el capitalismo. Hungría será admitida como miembro del FMI el 6 de mayo de 1982.

El viento sopla del Este al Oeste

Al final del Encuentro de 1957, Mao Zedong señaló en su discurso ya citado que «el viento sopla del Este al Oeste«.

La Guerra de Corea (25.06.1950 – 27.07.1953) había creado otra oportunidad (o necesidad) para la creación de un Estado obrero. En el Norte “se expropiaba al imperialismo, a los terratenientes y al capitalismo”.[14] Y a Mao no le quedaba otra que optar por el campo de Stalin (Corea del Norte), contra el imperialismo yanqui (Corea del Sur), y debía adaptar el régimen de China al de la URSS. “Se transforma así el país más poblado de la tierra en un Estado Obrero”.[15] China representaba por si sola 63% del «tercio socialista». Y Mao apreciaba el «liderazgo colectivo de Kruschov«.

En 1954, después de la derrota de Francia en Dien Ben Phu, la República Democrática del Vietnam quedó dividida en un Norte, dirigido por el partido comunista de Ho Chi Min, y un Sur apoyado por Washington. El gran dirigente de la lucha de liberación tuvo que contar con el apoyo del Kremlin y adaptar el régimen, creando un nuevo Estado obrero. Y al terminar la guerra de Vietnam en 1975, el Estado obrero abarcará todo el país.

Los últimos Estados obreros: en América y en África

Cuando Kruschov hizo la cuenta en 1957, se cerró también la cuenta para Europa y Asia. Quedaron el continente americano y el africano, donde no había entonces ningún Estado obrero.

Un par de años después, en Cuba, una guerrilla enfrentó un régimen dictatorial. Y Washington cometió la imprudencia de apoyar al dictador Batista, por lo que a Fidel Castro no le quedó otra que buscar el apoyo de Kruschov, enfrentado al imperialismo yanqui en años de guerra fría. Y a este le encantó tener una nueva semicolonia: Cuba producía azúcar y no hacía falta industrializar (como quería el ministro de economía, Che Guevara): bastaba con contar con el COMECON.


Fidel Castro y Nikita Kruschov- 01/05/1963

Pero dos años después volvió a prevalecer la coexistencia pacífica, cuando Kruschov retiró los misiles que había estacionado en la Isla y Kennedy los suyos de Turquía. Mientras, Cuba siguió siendo miembro del FMI. Renunció recién en 1964, pero siguió pagando las deudas durante cinco años más.[16] Cuando la lucha de liberación nacional de los sandinistas contra el dictador Somosa triunfó en Nicaragua, en julio de 1979, Washington aceptó el hecho consumado, a condición que no se extendiera la Revolución a otro Estado en el continente. Y Fidel aceptó la orden de Carter, puso un término a su apoyo a la lucha en El Salvador, y decretó que no debería haber ningún Estado obrero más en América. Los distintos gobiernos «de izquierda» se van a poner de acuerdo con esa coexistencia pacífica en conversaciones en Contadora cuatro años después.

La dependencia de Cuba del Kremlin, desde su conversión misma en Estado obrero, quedará manifiesta cuando ese patrocinador deja de ser él mismo un Estado obrero. A la burocracia de Cuba no le va a quedar otra que cambiar de amo para poder conservar algo de sus privilegios. En 1993, Cuba invita un representante del FMI a La Habana para conversar[17], y en 1994, su ministro de Relaciones Exteriores asegura «facilidad de importación de capital, garantía de poder reexportar los beneficios. Los acuerdos de colaboración entre gobiernos, de protección y de promoción de las inversiones abren cada día más perspectivas[18] Poco después, cuando una «reestructuración» amenaza 800.000 empleos, el ministro del Trabajo confirma que «habrá que hacerse a la idea del desempleo«.[19] En 1996, «Fidel Castro inaugura la ‘etapa especial’, es decir la vuelta al capitalismo de la misma manera que la burocracia de Pekín (que tiene como modelo).«[20]

En el Norte de África, la coexistencia pacífica imponía al Kremlin el respeto de los intereses de Francia y del Reino Unido. En 1962, Ben Bella va a Cuba, donde se encuentra con el Che Guevara y Fidel Castro, y Cuba le agradece con el envío de equipos de asistencia médica a Argelia. Pero no pasa de esto. El compromiso de coexistencia pacífica le impidió a Kruschov comprometer los intereses de Francia en África. «Ni la guerra de liberación de Vietnam ni la de Argelia, las dos revoluciones coloniales más heroicas de esta posguerra dentro de los viejos imperios, tuvieron un apoyo incondicional y revolucionario del estalinismo y del movimiento obrero francés que este dirigía[21]

Etiopía había escapado de las conquistas coloniales de las grandes potencias europeas, y el Kremlin tenía más libertad de intervenir sin molestar a sus socios de la coexistencia pacífica. Este tendrá la oportunidad de crear ahí una semicolonia, pero sin futuro.

La burocracia entrega los países al capitalismo

Trotsky decía que si la clase obrera no derrotaba a la burocracia, despejando el camino hacia el socialismo, «la burocracia, al convertirse cada vez más en un instrumento de la burguesía mundial en el Estado obrero, terminará con las nuevas formas de propiedad y entregará de nuevo el país al capitalismo”.[22]

En la década de 1980, «las burocracias están hundiendo los Estados que gobiernan en el pantano sin fondo de la crisis capitalista mundial, y en general, los están haciendo cada vez más dependientes del capital imperialista.«[23]

Praga, 21 de junio de 1968: la Primavera de la traición

En Checoslovaquia, en 1960, «la construcción del socialismo ha sido llevado a término«. Es lo que decía una nueva Constitución.[24] Pero para los checoslovacos sigue el régimen dictatorial heredado de Gottwald. Aparecen movimientos de contestación, exigiendo la liberación de los presos políticos, libertad de prensa, etc. En un primer momento, Brézhnev deja correr. En 1968, Dubček inicia un Programa de Acción. Y se logra una relativa abertura del régimen, saludada en el mundo occidental como la «Primavera de Praga». Pero, por las dudas, en junio de 1968 Kruschov manda al país tropas del Pacto de Varsovia. Y en una noche de agosto, 250.000 soldados y 200 tanques atacan.

Primavera de Praga

El 21 de ese mes, Dubček capitula: firma un «Protocolo de Moscú» que restablece la censura, disuelve todos los grupos de oposición, y echa a algunos oficiales reformistas. Y se queda ocupando el cargo de Primer Secretario del Partido Comunista checoslovaco.

Rumanía, la puerta de entrada del imperialismo al «tercio socialista»

En el primer aniversario de la rebelión de Praga, Nixon tenía interés en que el Kremlin siguiera todavía un poco más cumpliendo con su parte para mantener “la paz social” en el mundo. En agosto de 1969, visita Rumanía, el país más pobre del glacis, en el que Ceaușescu ya había iniciado discusiones con el FMI el año anterior. El 6 de julio de 1971, el dictador hace un discurso con verborragia comunista para atacar a disidentes que se atrevían a criticar el régimen. El proletariado rumano tenía una gran tradición de lucha, y esa fuerza se dirigía ahora contra un dictador. Para Nixon, eso servía de palanca para imponer el «otro sistema». El 15 de diciembre de 1972, Rumanía es aceptada como miembro del FMI, el primero de los Estados obreros. Pasó a ser una semicolonia del imperialismo, por más que Ceaușescu siguiera reivindicando el «socialismo». Recién el 21 de noviembre de 1991, la República Popular de Rumanía, creada en 1948, va perder su adjetivo comunista.

La burocracia de Wałęsa pone fin al Estado obrero polaco

La rebelión de Praga no tarda en tener eco en Polonia. Poco antes de la Navidad de 1970, Gomułka aumenta en 38% los precios de bienes de primera necesidad. La reacción de los trabajadores no se hizo esperar. El 17 de diciembre, la represión causa 42 muertos y más de mil heridos. Los obreros de los astilleros navales de Gdansk crean un Comité de huelga animado por Anna Walentynowicz, una operadora de grúa de 41 años de edad, y Lech Wałęsa, un electricista de 27 años.

Brézhnev no quiso comprometer la coexistencia pacífica. “No podemos permitirnos cada dos años un tal espectáculo (de la intervención en Checoslovaquia) en la escena internacional.”[25] Pero podrá contar con agentes locales.

Los trabajadores obtuvieron un aumento de salario de 25%. Y se optó por sacrificar un chivo expiatorio. El 20 de diciembre de 1970, Gomułka pierde su puesto. Quedará una férrea dictadura impuesta por Jaruzelski.

Y el «otro sistema» no dispone únicamente de Jaruzelski. Cuando Wałęsa pone brutalmente fin a una huelga, aceptando un aumento de sueldo únicamente para un sector de los obreros, Alina Pienkowska le grita en la cara: “¡Traidor! Ahora nos van a aplastar como moscas.” Junto con Anna Walentynowicz logran reactivar la lucha y extenderla solidariamente a toda la costa.

El Kremlin puede permitirse que “no habrá tropas soviéticas en Polonia. […] Si Polonia pasa bajo el control de Solidarność, mala suerte. Y si los países capitalistas toman medidas contra la URSS, […] sería muy doloroso para nosotros. Tenemos que preocuparnos en primera instancia con nuestro propio país.”[26] La burguesía nacional no se conforma con esa capitulación y Jaruzelski utiliza las fobias antirrusas. Pero la Oposición contra la burocracia advierte: «Ellos no querrían pensar en lo que ocurriría si los trabajadores de ambos lados del río Bug marcharan juntos algún día y dejaran de odiarse unos a otros.[27] Los tanques de Jaruzelski bajan a las calles. Wałęsa es preso.

«El golpe pudo triunfar gracias a la política del propio Wałęsa que, […] después del golpe, luchó con todas sus fuerzas para que Solidarność en la clandestinidad se disolviera, mientras negociaba desde la cárcel con el Pinochet polaco.«[28]

El 8 de octubre de 1982, Solidarność es ilegalizado. Los 11.800 trabajadores de Gdansk cesan el trabajo y ocupan el astillero. El sindicato decreta la huelga… para dentro de un mes. Wałęsa implora a Jaruzelski «marchar a un acuerdo», y como prueba de su «buena voluntad» afirma haber suspendido varias huelgas.

Frente a la traición de Wałęsa surge una corriente antiburocrática, Oposición Obrera, que dice que «solo la clase obrera derrocará a la burocracia«. Será apoyada con entusiasmo por Anna y Alina, pero no tendrá tiempo de consolidarse frente a la ola restauracionista que propone «una sociedad pluralista en Polonia gracias al papel considerable de la Iglesia, y la existencia de una agricultura privada en que, frente a un régimen autoritario hay que oponer valores morales para evitar la explosión social«.[29] Ya, claramente, el soplo de Gorbachov.

En 1986, Polonia es admitida como miembro del FMI. El 9 de diciembre de 1990, Wałęsa sucede a Jaruzelski como Presidente de la República.

Lech Walesa

Años después, Wałęsa reivindicará el título de restaurador del capitalismo, no solo en Polonia sino en todos los países del Este. Recuerda que «es Solidarność [el] que, desde Gdansk, ha lanzado su célebre llamado a los trabajadores de Europa Central y Oriental«, y agrega: «era la necesidad de adaptar un enorme y grandioso movimiento al capitalismo«.[30]

El fin de una idea

El 27 de mayo de 1989, Bush llegó a la conclusión que «presenciamos el fin de una idea, estamos al término del capítulo de la experiencia comunista”.[31]

La «Concertación» de Gorbachov

Hemos visto cómo se restauró el capitalismo en Rumanía desde los años 1970, y en Hungría en la era Kádár. Pero «el fin de una idea» vendrá con Gorbachov, al mando del PCUS desde el 11 de marzo de 1985.

En el 27° Congreso del PCUS, en febrero de 1986, el nuevo Secretario General anuncia que para entrar en el siglo XXI como gran potencia, la URSS tenía un problema: «Ha habido un error en no percibir claramente la necesidad de cambio en algunos aspectos de las relaciones de producción [en no percibir la necesidad de superar] el estancamiento conservador de las relaciones de producción soviéticas.»[32] Y luego anuncia una política de Concertación (Glasnost). «Sin concertación, no hay, y no puede haber, democracia. Se trata de que la concertación llegue a ser un sistema que funcione sin trabas«.

Faltaba ponerla en práctica. Pero no se trataba solo de teoría. Y Gorbachov no podía contar con el apoyo del proletariado para imponer su “restructuración de las relaciones económicas” (Perestroika), muy por el contrario. Había una inflación galopante.[33] En octubre, 500 trenes con 25.000 vagones estaban detenidos en varios puntos del país por falta de mantenimiento. En la primera mitad de 1989, había en promedio 15.000 obreros en huelga por día, y en julio, una huelga minera obligó a la burocracia a ceder a las demandas. Los Estados bálticos (Estonia, Letonia, Lituania) reclamaban la independencia. El Ejército Rojo estaba derrotado en Afganistán.[34]

Pero podía contar con «el otro sistema». El 2 de diciembre de 1989, Gorbachov se encuentra con Bush en un puerto de la isla de Malta. El 16 de octubre de 1990 recibe el premio Nobel de la Paz «por su importante papel en los cambios positivos en la relación entre Oriente y Occidente«. No era para menos. Había respondido a un pedido particular formulado ya en julio 1987 por Reagan: resolver el problema del Muro de Berlín.

Berlín, el 9.11.1989 – 18:57 h – La unificación del proletariado alemán

Después del aplastamiento del alzamiento de Berlín en 1953, durante tres décadas ningún movimiento obrero organizó luchas en la RDA. El 3 de mayo de 1971, Erich Honecker sucede a Ulbricht y se inicia un período de sustanciales mejoras del nivel de vida de la población gracias al régimen de Estado obrero, a pesar de la burocracia. Entre 1970 y 1987, el poder de compra de la población aumentó 59%.

El 21 de diciembre de 1972 se formaliza la soberanía de la RDA y la RFA, dos Estados que mantendrán relaciones de buenos vecinos, de igual a igual, y “se identifican con la Carta Magna de la ONU”.

Honecker afirma cada vez más «su» Estado (obrero). No teme en apelar a la simpatía de Estados capitalistas, incluso la RFA, para independizarse de cualquier tutela del Kremlin, y las tensiones se van agudizar cuando Gorbachov sucede a Brézhnev.

El 18 de abril de 1986, el nuevo jefe del Kremlin viene personalmente a explicar sus proyectos en el 11° Congreso del SED (el partido único, Sozialistische Einheitspartei Deutschlands). Llama a la “autocrítica” y hace propuestas de desarme. Para Honecker no debe haber ninguna “concertación”. Sabe que las tropas rusas siguen estando en su territorio, pero también sabe que puede contar con el imperialismo, al cual la economía de la RDA ya está estrechamente vinculada, y que le perdona su “socialismo” en tanto mantenga la disciplina en su país.

El 12 de junio de 1987, Reagan se hace invitar a la RFA y en un discurso delante de la histórica Puerta de Brandenburgo, el punto principal de pasaje entre los sectores Este/Oeste de Berlín, frente a una inmensa multitud de habitantes de Berlín Oeste, en que se mezclan las banderillas yanquis con las tricolores alemanas (que eran las mismas de ambos lados del Muro), lanza un llamado: «Señor Gorbachov, abra esa puerta, señor Gorbachov, tire ese muro abajo«. Lo que es aplaudido frenéticamente por las masas de la RFA.

6/12/1987 Ronald Reagan frente a la Puerta de Brandeburgo en el muro de Berlín.

Entretanto, la población de la RDA empieza a rebelarse contra el dictador. Se organizan marchas de protesta, reprimidas indiscriminadamente. Se estructuran organizaciones de oposición. El lunes 2 de octubre de 1989, ya son 20.000 en las calles de Leipzig, y se inician las Montagsdemos (marchas del lunes), con el eslogan «Wir sind das Volk» (el pueblo ¡presente!). Al día siguiente, otra manifestación es reprimida y son encarcelados 1.320 manifestantes.

Para Gorbachov, llegó la hora de intervenir. En ocasión del 40° aniversario de la fundación de la RDA, se hace invitar a ese país. El viernes 6 de octubre de 1989, es aplaudido en una conferencia de prensa por una inmensa multitud que concurrió a los festejos del aniversario, con la ilusión de encontrar un aliado en su lucha antidictatorial: «Gorbi, Gorbi, hilf uns!» (ayúdanos).

Egon Krenz, la segunda autoridad después de Honecker, se acuerda de la violenta represión, cuatro meses antes, de una manifestación en la Plaza Tiananmen en China, y teme una rebelión de ese tipo en la RDA, sabiendo que no podrá contar con tropas del Ejército Rojo para «resolver la crisis». Y el 18 de octubre, el buró político del SED vota por unanimidad el reemplazo de Honecker por Krenz. El lunes siguiente son 300.000 en la Montagsdemo en Leipzig.

Honecker sirvió como chivo expiatorio y Krenz reivindica una Wende (un cambio), aplaudido por Fidel Castro, Ceaușescu, Ramiz Alia de Albania, y Wu Shuging de China.[35] Pero el Cambio es una primera victoria de las masas.

Mientras, Alemania quedó dividida, pero de ese tema se encargará el proletariado.

El 4 de noviembre de 1989, un festival convocado por artistas y legalmente autorizado reúne a un millón de personas en la Alexanderplatz, en Berlín Este. La muchedumbre aprovecha la ocasión para exigir libertad de opinión y de viaje. El día 9 estaba reunido el CC del SED, y un vocero comenta en una conferencia de prensa que se había redactado un nuevo reglamento para solicitar un permiso de viaje de carácter privado a la RFA. Y cuando un periodista pregunta cuándo el reglamento entraría en vigencia, responde: “que yo sepa, sería ahora mismo”.

Eran las 18:57 h. Una multitud de gente que lo escuchó en la radio corre a la Puerta de Brandenburgo, el monumento histórico que marcaba la frontera en Berlín, donde Reagan había hablado del otro lado dos años antes. Y los guardias no dudan en abrir las puertas, sin esperar órdenes.

En esos días, más de dos millones de alemanes de ambos «países» cruzaron la frontera en ambos sentidos. Era el fin del «Muro de Berlín». La reunificación del proletariado alemán. Se confirmaba el «Wir sind das Volk» (el pueblo ¡presente!), pero en la Montagsdemo del 13 de noviembre en Leipzig, el eslogan se complementa con «Wir sind ein Volk» (somos un único pueblo).

Solo falta formalizar la reunificación. Tanto Gorbachov como todos los dirigentes del Oeste quieren mantener a la RDA como una semicolonia más, ahora del amo del Oeste. Pero la lucha proletaria era por la reunificación.

A esa altura, la burocracia de la RDA ya había perdido todo el crédito que las mejoras iniciales del Estado obrero le habían dado. La reunificación será capitalista. Una propuesta de la Oposición formulada el 12 de febrero de 1990, de crear un holding con acciones distribuidas entre los habitantes de la RDA, fue descartada. Y el 1 de marzo de 1990, una ley crea la Treuhandanstalt, una oficina de escribano para vender las Volkseigene Betriebe (empresas propiedad del pueblo) “en conformidad con la Economía social de mercado”. Se trata de «asegurar la competitividad de las empresas, y cuando eso no es posible, de cerrarlas.» (art.8)

El 1 de julio de 1990, la banca nacional de la RFA absorbe la de la RDA. Se restaura el capitalismo “por decreto”, como diría Moreno.[36]

La absorción se acompañó de huelgas y movilizaciones, desde los 120.000 metalúrgicos en julio hasta los 250.000 ferroviarios en noviembre.[37] Y se obtuvo una victoria: la moneda de la RDA es equiparada a la de la RFA, cuando antes valía la mitad.

El fin de una Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas

Hoy no quedan de la URSS ni los Soviets ni el Socialismo, y ni siquiera todas las Repúblicas. De Unión, ni hablemos.[38]

En Malta, en diciembre 1989 quedó sellado el acuerdo para incorporar a la URSS en el sistema capitalista imperialista. Pero, ¿cómo se hace eso?

Un acuerdo Gorbachov – Yeltsin, contra las masas

Mijaíl Gorbachov y Boris Yeltsin en 1991 – reuters

El Pravda del 8.10.1990 informa que el Estado dispone un cuarto de papas y 43% de vegetales para satisfacer la demanda de comida. Hay 8 millones de desempleados y una inflación de 8% según cifras oficiales, en realidad, el triple.

¿La solución? El 1 de noviembre de 1990 arranca el Plan 500 días: al cabo de un año debe estar privatizado 70% de la industria y casi todo el comercio y la agricultura del país. Los mineros, por su parte, reunidos en la cuenca del Donetz en su segundo Congreso de toda la URSS, cinco días antes habían resuelto crear el primer sindicato independiente de envergadura nacional.[39]

El aparato del Partido se resiste al plan de 500 días porque significa la desaparición del empleo de cientos de miles de funcionarios y una drástica reducción del Complejo militar-industrial. Y encuentra una dirección en Borís Yeltsin, presidente del Soviet Supremo de Rusia.

La «Revolución Cantada» movilizaba multitudes en los países bálticos (Estonia, Letonia y Lituania) a partir de 1987, reclamando la independencia. Esos países habían sido atribuidos a Stalin en el acuerdo con Hitler en 1939 e incorporados a la URSS sobre el final de la Segunda Guerra Mundial. Gorbachov trató de apaciguar la rebelión mediante concesiones de cierta autonomía. El 11 de enero de 1991, tropas soviéticas ocuparon Lituania. Enseguida, las masas montaron barricadas de defensa en Letonia, lo que trajo la reacción violenta de la OMON (la policía secreta rusa presente en el país). En Estonia se pudo evitar que hubiera víctimas mortales.

Pero la amenaza más seria vino de los mineros rusos. El 10 de marzo de 1991 estos salen a la huelga. Una multitudinaria manifestación del pueblo en Moscú los apoya y exige la renuncia de Gorbachov. Los obreros lituanos, agradecidos por el apoyo de sus camaradas rusos contra la invasión de las tropas del Kremlin en enero, mandan una caravana de más de 30 camiones con comida.

El imperialismo, fortalecido por su triunfo político y militar en Irak,[40] estaba reunido en un G-7. Dos economistas, afines respectivamente a Gorbachov y a Yeltsin, le mandan una carta, alertando sobre «una cantidad de problemas geopolíticos muy peligrosos» y piden ayuda. Y el G-7 invita a Gorbachov a participar del encuentro.[41] Gorbachov vuelve a Moscú, asegurado del «apoyo» del FMI pero sin recibir un dólar. Y frente al peligro «de las masas», la cumbre soviética se une.

En agosto 1991, Gorbachov renuncia y deja a Borís Yeltsin al mando. El 6 de setiembre de 1991, la URSS reconoce la independencia de las tres repúblicas bálticas, que son admitidas en la ONU diez días después. El 25 de diciembre de 1991, la URSS deja de existir y nace la Federación de Rusia, reconocida como tal en la ONU, con Yeltsin como presidente. En el Kremlin, la bandera soviética es sustituida por la tricolor de la Rusia zarista.

El 1 de junio de 1992, la Federación de Rusia ingresa como miembro en el FMI. Todas las semicolonias del glacis ya eran entonces miembros de ese representante de la economía capitalista, salvo la RDA, porque había dejado de existir gracias a una gran victoria: la reunificación del proletariado alemán, brutalmente separado por Stalin medio siglo atrás.

La cárcel de los pueblos

El imperio zarista era una enorme «cárcel de pueblos» oprimidos, y una de las razones del triunfo bolchevique fue precisamente la política leninista hacia las nacionalidades.[42] En 1917, Lenin decía: «Nos dicen que Rusia será dividida, que se deshará en repúblicas separadas, pero no hay razón para que ello nos asuste. Por muchas repúblicas independientes que haya, no nos asustaremos; lo que es importante para nosotros no es por donde pase la frontera del Estado, sino que la unión de los trabajadores de todas las naciones se conserve para la lucha contra la burguesía de cualquier nación«.[43]

El 25 de febrero de 1921, el Ejercito Rojo entró a Tbilisi [Tiflis] para apoyar a los bolcheviques georgianos contra su gobierno burgués, y luego Georgia se declara República Socialista Soviética y entra en la URSS.[44] Stalin, georgiano, era entonces Comisario del Pueblo para las Nacionalidades. Y una de las primeras medidas fue la de imponer la rusificación en su país de origen. En 1922, en una alusión apenas velada a Stalin, Lenin decía que el aparato heredado del zarismo «es incapaz de defender a los no rusos de la embestida de ese hombre realmente ruso, del chovinista gran ruso, en esencia ese canalla y opresor que es el típico burócrata ruso. No hay duda de que los obreros soviéticos y sovietizados que constituyen una proporción ínfima, se ahogarán en ese océano de la canalla gran rusa chovinista como una mosca en la leche[45]

Stalin no solo reconstruye la cárcel. La agranda, incluyendo a otros pueblos, todo el glacis. En la Constitución de 1977 no se habla ya de la soberanía de las Repúblicas de la Unión. Todos los habitantes de la URSS deben aprender el ruso desde el jardín de infantes, como segunda lengua materna.

A partir de 1987 se organizan manifestaciones masivas en Tbilisi para reclamar la independencia de Georgia, y en el 19° congreso del PCUS (28.6-2.7.1988) Gorbachov explica que «la libertad de los pueblos y de los Estados» significa apenas «elegir su sistema de sociedad«, mientras sus tropas reprimen violentamente las manifestaciones independentistas en Tbilisi, con un saldo de 20 muertos. La Pravda del 11 de abril de 1989 denuncia que «dirigentes impostores – extremistas y nacionalistas […] siembran hoy las semillas de la discordia en Georgia[46] Y el 19 de abril sigue otra masacre, con 19 muertos.

Con la restauración capitalista van a cambiar los guardianes de la cárcel. Los países del glacis pasan del otro lado del muro de la cárcel. A ellos se juntan los países bálticos. A finales de 1991, los Estados capitalistas reconocen la independencia de Georgia, que entra en la ONU el 31 de junio de 1992. Pero, a partir de entonces, se suprimen en el país los idiomas y las escuelas de etnias minoritarias,[47] como en tiempos de Stalin. Y siguen disputados Ucrania y Bielorrusia, en eterna «inestabilidad». Eso, sin hablar de la problemática frontera en Asia, al sur de la Federación. En 1994, Yeltsin lanza el ejército de la Federación Rusa contra Chechenia. En juego estaban el control de la producción petrolera y el oleoducto de Bakú.

La «Unión» era la solución leninista al problema de las nacionalidades en 1917; su fin no aporta ninguna solución para la «paz» en el mundo y, mucho menos, para la unidad socialista de los pueblos. Un solo consuelo: el proletariado alemán quedó reunido.

El veredicto: ganancia para los capitalistas, un desastre para los pueblos

Después de la crisis económica mundial de los años setenta, el imperialismo logró una cierta recuperación hacia finales del siglo, gracias al pillaje de los recursos acumulados como propiedad estatal en los Estados obreros. Una suerte de acumulación primitiva particular.

Cuando se formalizó la absorción de la RDA por la RFA (1.7.1990), la Treuhandanstalt ya había adquirido 8.500 empresas (unas 45.000 fábricas), transformadas en 14.600 Sociedades Anónimas.[48] De los 4,1 millones de empleos en esa fecha quedaron solo 1,24 millones en abril 1992. Solo 5% de las empresas quedaron en manos de personas con origen en la RDA, menos de 10% en manos de inversores internacionales, y 85% en manos de burgueses de la RFA. Después de perder dos guerras mundiales, Alemania pudo volver a ser la locomotora del capitalismo europeo.

Mientras, cuando una conductora de tranvía salió de Pankov en la red de transporte unificada, al llegar a la antigua frontera en Berlín Oeste, debía dejar su vehículo en manos de un colega masculino, porque más allá, las mujeres eran consideradas como no aptas para este tipo de trabajo. La estructura de gobierno en la nueva RFA es muy descentralizada, y siguió la distinción entre neue Länder (nuevos, absorbidos de la ex RDA) y alte Länder (viejos). Los ciudadanos de los neue Länder tenían que acostumbrarse ahora a pagar por la atención médica y la enseñanza. En 1993, se prometía la equiparación salarial a 100% para 1994, pero en setiembre de 2017 los salarios en los “neue Länder” eran en promedio apenas 82% de los de los “alte Länder”. Eso sí, antes de la reunificación, Audi y Mercedes Benz, entre otros, tenían planes de inversiones en la RDA para aprovechar una “mano de obra barata”. Luego, cambiaron de idea. Audi se fue a Hungría, Mercedes Benz a México y Corea del Sur, VW a China, etc.

En Kazajistán, la fábrica Karmet era uno de los tres sitios siderúrgicos más importantes de la URSS, con más de 100.000 obreros. En 1995, Noursoultan Nazarbaev, un ex obrero de Karmet, presidente del país y Secretario General del Partido Comunista, vendió la empresa, las minas de carbón, la central eléctrica que alimentaba la fábrica y la ciudad, la empresa de tranvía, el hotel y la estación de TV por 500 millones de euros à Lakshmi Mittal, el tercer hombre más rico del planeta,[49] dueño del poderoso conglomerado siderúrgico Arcelor-Mittal.[50]

En el momento de la transacción, Mittal prometió no despedir a nadie. En 2006, no quedaban más que 50.000 asalariados, con un sueldo menor que la mitad de el de un minero ruso del Kuzbass.

En 2001, Mittal adquiere Sidex, el gigante siderúrgico de Rumanía, gracias a una carta de presentación de Tony Blair al Primer Ministro rumano, luego de una contribución generosa a las finanzas del Labour Party. En octubre de 2003, adquiere PHS, el mayor holding siderúrgico de Polonia. En una entrevista para Euronews el 2 de febrero de 2006, Mittal dice que «lo más importante son los trabajadores«. Efectivamente, son los generan la plusvalía.

Mientras, en la URSS, el crecimiento de 4,1% en 1986 había bajado a 2,3% en 1987 y a un déficit de -4% en 1988. Con el capitalismo… el PIB cae 9% en 1991; 18,9% en 1992; 12% en 1993; y 16% en 1994. En el inicio de 1994 había 1,1% de desempleo y, un año después, el doble. Bajo el significativo título de «¿La transición al capitalismo tiene efectos mortales?» la Banca Mundial informa que entre 1990 y 1994, la esperanza de vida bajó de 64 a 58 años para los hombres y de 74 a 71 para las mujeres. En 1997, la mortandad entre adultos en Rusia es 10% superior a la de la India. Es decir, «tantos muertos por restauración capitalista [como] por la Segunda Guerra mundial«.[51]

*  *  *

«Aun si se produce esa situación hipotética de un viraje de ciento ochenta grados [de la burocracia] hacia el capitalismo, el trabajo de la Oposición mantendría toda su vigencia, porque defiende la herencia del partido revolucionario. No se puede crear un partido con ayuda del Estado soviético. En cambio, con ayuda del partido revolucionario sí se puede construir un segundo Estado soviético tras el derrumbe del primero.”

L. Trotsky, Carta a los camaradas búlgaros, 4.10.1930

[1] <https://www.marxists.org/history/international/comintern/sino-soviet-split/other/1957declaration.htm>

[2] No estaba Yugoslavia, expulsada ocho años antes del Kominform, pero sí Albania, que había sostenido a Moscú contra Tito.

[3] K. Marx, Las luchas de clases en Francia de 1848 a 1850  (Neue Rheinische Zeitung, 1850).

[4] TROTSKY, León. Stalin, el comisario de Hitler (2.9.1939).

[5] Así lo había previsto Trotsky, en La URSS en guerra (1939)

[6] Como afirmaba Stalin en abril de 1945 en una discusión con Milovan Djilas, un disidente yugoslavo. http://www.maria-online.com/travel/article.php?lg=de&q=Berlin-Blockade

[7] TROTSKY, L. La URSS en guerra (1939)

[8] Segunda conferencia del SED, julio 1952.

[9] Relato, en ocasión del 50 aniversario de la rebelión, de Peter Bruhn, que estudiaba entonces en Berlín. <http://news.bbc.co.uk/1/hi/world/europe/2997736.stm>

[10] Como afirmó Mao en un discurso al final del encuentro. <http://digitalarchive.wilsoncenter.org/document/121559>

[11] Testimonio de Peter Fryer, un periodista del Daily Worker, el diario del Partido Comunista en Inglaterra que luego va a boicotear sus informes.

[12] El discurso ya citado al final del encuentro de Moscú.

[13] <https://en.wikipedia.org/wiki/Rollback#Eisenhower_and_Dulles>

[14] MORENO, Nahuel. El marco de la Revolución húngara (1957).

[15] MORENO, N. China e Indochina (1967).

[16] <https://www.weforum.org/agenda/2015/01/will-cuba-rejoin-the-imf/>

[17] Ibídem.

[18] Granma Internacional del 16.11.94.

[19] The New York Times, 13/04/95.

[20] Ricardo Napuri, Le Che vivant, en Presse Internationale oct-nov 1996 (el periódico de los militantes de la LIT-CI en Bélgica).

[21] MORENO, N. La revolución portuguesa (1975).

[22] TROTSKY, L. Programa de Transición (1938).

[23] Tesis Fundacionales de la LIT-CI (enero de 1982), Tesis III.

[24] <http://www.verfassungen.net/cssr/verf48-i.htm>

[25] Peter und Crista Hübner, Sozialismus als soziale Frage – Sozialpolitik in der DDR und Polen 1968-1976 (2008).

[26] Una decisión del 10 de diciembre de 1981.
<http://psi.ece.jhu.edu/~kaplan/IRUSS/BUK/GBARC/pdfs/poland/pl81-11b.pdf>
<https://en.wikipedia.org/wiki/Soviet_reaction_to_the_Polish_crisis_of_1980–81>

[27] Declaración del Front Robotniczy del 12.8.1984 (publicada en Correo Internacional de julio de 1986).

[28] Manifiesto de la LIT-CI (1985), cap. IX.

[29] Bronislaw Gerenmek, un asesor de Wałęsa, en Le Monde, 10.8.85.

[30] Entrevista en Le Soir, 28.08.2005.

[31] G. Bush (padre), en una declaración del 27 de mayo de 1989 (citada en una intervención de Nguyen van Linh en el Comité Central del PC de Vietnam, el 28 de agosto de 1989).
<http://www.marx.be/fr/content/études-marxistes?action=get_doc&id=6&doc_id=346>

[32] SEWERYN, Bialer; AFFERICA, Joan. The Genesis of Gorbachev’s World, Foreign Affairs 64, n.° 3 (1985).
<https://www.foreignaffairs.com/articles/russia-fsu/1986-02-01/special-supplement-genesis-gorbachevs-world>

[33] Entre 1989 y 1998, el PIB cayó a la mitad.

[34] Correo Internacional, noviembre 1989.

[35] Etudes marxistes (la revista teórica del PTB belga) de agosto de 1990.

[36] Hacemos una analogía con lo que decía Moreno sobre la expropiación: “El socialismo se hace por decreto. […] Lo que no se puede hacer por decreto es tomar el poder”. N. Moreno, Escuela de cuadros, Venezuela (1982).

[37] Correo Internacional, diciembre de 1990.

[38] La reflexión es ilustrada con una caricatura en The New York Times del 19.07.1991. Véase Correo Internacional de agosto 1991.

[39] Correo Internacional, diciembre 1990.

[40] Véase la Resolución del CEI de la LIT- CI del 3.3.1991 – Correo Internacional de marzo de 1991.

[41] Véase Correo Internacional de agosto 1991.

[42] ALEGRÍA, F. El marxismo revolucionario y la cuestión nacional, en: Correo Internacional, marzo 2013.

[43] Véase Correo Internacional de marzo 1990.

[44] Más exactamente, en la República Socialista Federativa Soviética de Rusia, creada por la Constitución del 10.07.1918, y que se convierte en URSS el 30.12.1922.

[45]  LENIN, V. I. Sobre la cuestión de las nacionalidades o sobre la autonomización (30.12.1922).

[46] Citado en Correo Internacional de mayo 1989.

[47] Le Soir 12.08.2008.

[48] Para comparar: se estima que entre 1980 y 1987 fueron privatizadas en el mundo entero solo mil empresas. Véase: <https://de.wikipedia.org/wiki/Treuhandanstalt#Gr.C3.BCndung>

[49] Después de Bill Gates y Warren Buffet.

[50] Véase Presse Internationale de marzo 2006. Mittal acababa entonces su fusión con Arcelor, pesando juntos 18.600 millones de euros y más de 11% del consumo mundial de acero.

[51] Presse Internationale de octubre 1997.

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