El “Centrão” y la extrema derecha ganaron las elecciones municipales en el primer turno
El 6 de octubre, los grandes vencedores de las elecciones fueron el Centrão y la extrema derecha bolsonarista. El Partido Liberal (PL) bolsonarista obtuvo 15,7 millones de votos, un aumento de 236% respecto a 2020, lo que le permitió saltar de 344 a 512 alcaldías. El Partido Social Democrático, el PSD, uno de los “núcleos del Centrão”, salió de la primera vuelta con 14,5 millones (36,7% más que en 2020) y el título de partido que eligió el mayor número de alcaldes (882). La mayoría de las demás siglas del Centrão también crecieron.
Por Júlio Anselmo
La elección fue una demostración de la fuerza y del crecimiento de la derecha. No sólo desde el punto de vista del resultado electoral, sino también sobre cómo transcurrió el debate político.
El Centrão, que siempre ha sido conservador y reaccionario, hoy está mucho más a la derecha. La derecha bolsonarista intenta, coyunturalmente, reinstitucionalizarse, al mismo tiempo que emerge una variante más exaltada, al “estilo” Pablo Marçal.
Mientras tanto, PT y PSOL hicieron campaña con un “Frente” en el que la presencia de sectores burgueses fue aún más amplia y Lula instaló en sus ministerios a representantes del MDB, de Ricardo Nunes; de los Republicanos, de Tarcísio de Freitas; y el PSD, liderado por Kassab, además del União Brasil y del PP.
Guilherme Boulos (PSOL/SP) viene realizando una campaña en la que renuncia a todo lo que pueda llamarse un programa mínimamente de izquierda, exigiendo, por ejemplo, Organizaciones Sociales (OS) y Parcerias [Asociaciones] Público-Privadas (PPP), además de profundizar la alianza con los multimillonarios capitalistas.
PT: derrota de su propia política
La elección expresa un momento de relativo equilibrio en el marco de la inestabilidad más estructural y generalizada de la crisis capitalista mundial, de las disputas entre los sectores de la burguesía y de la polarización política que atraviesa el país. Lo que también ayuda a explicar el gran número de candidatos reelegidos. Aunque aquí entran en juego los miles de millones de la maquinaria parlamentaria del Centrão que se vertieron justamente en estas ciudades.
El Centrão logra, al mismo tiempo, estar dentro del gobierno de Lula y servir como base fundamental de apoyo al bolsonarismo en las elecciones.
Mientras tanto, el PT salió derrotado de las elecciones, a pesar de haber ganado más alcaldías, pasando de 182 a 248, y de haber aumentado ligeramente el número de votos. Aunque, si la candidatura de Boulos a la alcaldía de São Paulo tiene éxito, podría, en parte, cambiar este equilibrio.
Pero, para un partido que está al frente del gobierno federal, al PT le fue mal, lo que también demuestra el desastre de la política capitalista y liberal aplicada por el gobierno.
Lo que vimos es que, después de dos años de gobierno de Lula, es más probable que los trabajadores y el pueblo busquen salidas individuales y apoyen el discurso liberal en defensa del capitalismo.
Hay analistas que coquetean con la idea de que, en estas elecciones, se acabó la polarización política que atraviesa el país, afirmando que el bolsonarismo fue encuadrado por la democracia burguesa.
Tarcísio y Nunes son los grandes fiadores de este proyecto de construcción de un bolsonarismo aparentemente más moderado. Ambos juegan con la posibilidad de “normalización” e “institucionalización” del bolsonarismo, que les permita ocupar cada vez más espacio de poder. Y, también, responden a los señalamientos de sectores de la burguesía, en relación con las elecciones de 2026, que miran con simpatía y expectación este bolsonarismo “más domesticado”. Aunque Pablo Marçal también encanta a la Faria Lima (la avenida símbolo de la burguesía, en São Paulo).
Pero este razonamiento ignora dos cosas. Una, que se profundizó todo un proceso de reorganización de la extrema derecha, con fenómenos ajenos a la figura de Bolsonaro. La mayor expresión de esto es el propio Marçal, que por muy poco no pasó a la segunda vuelta en São Paulo, donde logró guiar el debate y obtener muchos votos. Este fenómeno no se limitó a la capital de São Paulo. En Curitiba (PR), el segundo turno estuvo dominado por los bolsonaristas. En Fortaleza (CE) y Belo Horizonte (MG) sorprendentemente llegaron a la segunda vuelta.
La segunda cosa es que a pesar de estar más fragmentada, la ultraderecha no está necesariamente más débil. Al contrario, se hizo más fuerte de conjunto. No es que el bolsonarismo y sus variantes vayan hacia el centro; pero sí, es el Centrão el que se mueve más hacia la derecha, aunque sea fisiológicamente, a través de una especie de “semiparlamentarismo reaccionario” instalado en el país.
Un perfil distinto, pero igualmente peligroso
El escenario que surge no es menos peligroso; incluso con un sector bolsonarista más extremista de un lado y una cierta adaptación temporaria de otro sector, debido principalmente a la derrota en las elecciones de 2022 y al intento de golpe de Estado del 8 de enero. Más aún cuando el papel del PT, del PSOL y de las burocracias que dirigen innumerables organizaciones de la clase es ser una izquierda capitalista y liberal, defensora del sistema actual.
El fenómeno Marçal suscita nuevas preocupaciones en comparación con los partidarios del expresidente (más vinculados a los militares y nostálgicos de 1964), llevando el bolsonarismo a una parte de la juventud, con un perfil ultraliberal, más parecido al de Nayib Bukele (presidente de El Salvador), representante de la “supuesta prosperidad”, pero con un carácter religioso también diferente.
La supuesta domesticación de parte del bolsonarismo es la prueba de un profundo pacto reaccionario entre sectores burgueses y un régimen democrático burgués cada vez más autoritario. Se trata mucho más de la búsqueda de ganar espacios y fuerzas para su proyecto autoritario. Ignorar esto es ignorar las profundas bases sociales, económicas y políticas que sostienen a la ultraderecha, en Brasil y en el mundo.
Y esto es así porque la crisis del capitalismo impone un nivel aún mayor de explotación y sufrimiento a los trabajadores y al pueblo, provocando que un ala de la burguesía utilice estos sectores políticos e ideológicos para justificar su proyecto reaccionario contra la mayoría de la población.
El camino de la derrota: Frente Amplio y gobierno de Lula fortalecen a la derecha
En 2022, la campaña de Lula y del PT se desarrolló íntegramente en defensa del “Frente Amplio” con diversos sectores burgueses para “derrotar al bolsonarismo”.
En ese momento advertimos que hacer alianzas con la burguesía; colocar a Centrão en el gobierno; profundizar la decadencia del país, garantizando los intereses de los multimillonarios capitalistas, no serviría para imponer ninguna derrota a la ultraderecha, y mucho menos para cambiar las condiciones sociales que la alimentan.
Por el contrario, afirmamos que esto sólo serviría para desorganizar y desmoralizar a la clase trabajadora y, al final de cuentas, fortalecer a la propia ultraderecha, que es producto del capitalismo subalterno vigente en el país y moldeado a lo largo de los últimos 30 años por los gobiernos del PSDB y del PT.
Precisamente por eso, la ultraderecha bolsonarista sigue existiendo con fuerza, como lo expresaron las elecciones. Ni siquiera el PT se beneficia de la alianza que hace con la derecha, y mucho menos los trabajadores. El mayor beneficiario es la propia derecha. Mientras tanto, el bolsonarismo se multiplica y avanza.
Tomados de la mano con la derecha y de espaldas al pueblo
El PT estaba aliado con el PL de Bolsonaro en 85 ciudades. En São Luís (MA), PT y PL también apoyan juntos al candidato del PSB. En Río de Janeiro, el PT apoyó a Eduardo Paes (PSD), quien también contó con el apoyo de bolsonaristas como el pastor fundamentalista Ottoni de Paula (MDB).
En la segunda vuelta, el PT sigue la misma lógica, llamando a votar por cualquier candidato contra el bolsonarismo. Y, así, apoyarán y votarán por varios candidatos de la derecha tradicional, que retroalimentarán el propio bolsonarismo.
Mientras tanto, el país está siendo incendiado por el avance del agronegocio, que es financiado por el gobierno con más de R$ 400.000 millones; los indígenas siguen siendo asesinados a la espera de que sus tierras sean demarcadas, y el gobierno trata el Marco Fiscal que recorta los fondos para Educación y Salud, como una victoria. Los multimillonarios capitalistas celebran el crecimiento del PIB, que proporciona mayores ganancias, mientras el pueblo no experimenta ningún tipo de mejora en sus vidas.
Lecciones de la primera vuelta: por una oposición de izquierda y socialista para luchar contra todos los gobiernos
El PSTU presentó en las elecciones un programa revolucionario y socialista, explicando a los trabajadores la necesidad de enfrentar a los multimillonarios capitalistas, el sistema y la democracia de los ricos, así como los gobiernos municipales, estatales y federales controlados por ellos.
A lo largo de la campaña, discutimos que sólo así los trabajadores garantizarán sus derechos, enfrentarán las mafias del transporte y la privatización (con PPP y OS) y combatirán el dominio de las grandes empresas constructoras, que impiden la resolución del problema de la vivienda en las ciudades.
Estas elecciones también confirmaron la necesidad de que los trabajadores confíen únicamente en sus propias fuerzas, luchando por sus demandas y reafirmando la necesidad de una alternativa política independiente de los sectores burgueses, con una propuesta de sociedad que enfrente los problemas del país y de las ciudades bajo una perspectiva socialista, para garantizar empleo digno, salarios decentes y más financiación para la Salud y la Educación.
Nuestra campaña enfrentó a la ultraderecha, explicando cómo son parte del sistema capitalista y, en verdad, son su ala más radicalizada y degenerada. Sin enfrentar al capitalismo y quebrar el poder de los multimillonarios capitalistas, no hay lucha contra la ultraderecha bolsonarista que pueda salir victoriosa.
Al contrario de lo que dicen diversos sectores de la izquierda, que apoyan el gobierno Lula-Alckmin-Centrão, justificando su adhesión a una izquierda capitalista, liberal y defensora del orden, estas elecciones, a pesar del poco espacio electoral para la oposición de izquierda, de clase y socialista, reafirmaron la necesidad de construirla.
Después de todo, no tiene sentido derrotar electoralmente al bolsonarismo adoptando el programa del neoliberalismo y del capitalismo y rifando las pautas de los oprimidos, para aliarse con la propia derecha y engrosar los votos de los sectores reaccionarios, como hace el PT.
Argumentan que esta sería una victoria táctica, electoral, para el gobierno del Frente Amplio del PT, pero seguiría siendo una derrota estratégica para todos los trabajadores, si continúan confiando en este proyecto político que ha sido un obstáculo para fortalecer una alternativa de los trabajadores con independencia de la burguesía.
Fortalecer las luchas y la organización de los trabajadores
El gobierno Lula sale de estas elecciones más débil y más rehén de Centrão y de la Faria Lima, que exige aún más ataques a los trabajadores y a la soberanía del país. Limitar la lucha contra la ultraderecha a las elecciones, capitulando cada vez más a la burguesía, es el camino hacia la derrota.
Por eso es necesario seguir fortaleciendo una alternativa revolucionaria y socialista, a pesar del limitado espacio electoral, disputando a los trabajadores por un programa que sea capaz de enfrentar a los multimillonarios capitalistas. Este es el único camino para prepararnos para las batallas actuales y las venideras.
Por eso reafirmamos la necesidad de fortalecer la movilización independiente de la clase trabajadora, su independencia de clase, y una oposición de izquierda, revolucionaria y socialista, contra los gobiernos de las tres esferas, incluido el gobierno de Lula-Alckmin-Centrão. Para enfrentar al sistema e incluso enfrentar en serio a la ultraderecha.
En la segunda vuelta, nuestra pauta más general es el voto nulo. En São Paulo y Porto Alegre (RS) indicaremos el voto crítico a las candidaturas de Boulos y Maria do Rosário. Sin embargo, no tenemos un acuerdo y no apoyamos sus alianzas y programas, que se insertan en el Marco Fiscal capitalista liberal del gobierno Lula. Votaremos contra Ricardo Nunes y Melo, pero llamaremos a los trabajadores a no confiar en los gobiernos del PSOL y PT, si son elegidos. Traducción: Natalia Estrada.