«Decreto Primero de Mayo»: el gobierno de Meloni ataca, Landini ladra pero no muerde
Hay una palabra que explica mejor el “Decreto laboral 1 de Mayo” (mientras se celebraba en las plazas el día internacional de la lucha de los trabajadores, el gobierno de Meloni preparaba el enésimo ataque a la clase obrera). Esta palabra es «magheggio», que podríamos definir como el truco fraudulento e ilusorio del mago.
Por: Diego Bossi (obrero de Pirelli, Italia)
Aunque los «magos» han cambiado a lo largo de los años, el repertorio de la magia sigue siendo el mismo y por ahora no produce más estupor entre el vasto público de explotados compuesto por trabajadores, jubilados y desempleados que puebla Italia.
El recorte de la carga fiscal
El centro de nuestro “truco” se encuentra en el aspecto económico, en particular en el infame recorte de la carga fiscal, es decir, los impuestos y contribuciones que componen el paquete salarial de los trabajadores.
En primer lugar, hay que decir que estamos ante un recorte en déficit, y aquí es útil remontarse a una década atrás, cuando la Unión Europea, en 2012, con Mario Draghi como presidente del Banco Central, impuso a los Estados miembros incluir en las respectivas constituciones el requisito de un equilibrio presupuestario, implementado en la Carta italiana por iniciativa del gobierno Monti. Desde entonces, el imperialismo europeo ha disfrutado de un instrumento jurídico más para matar de hambre a millones de proletarios. Es superfluo recordarlo, pero los déficits se convierten en deudas públicas que los gobiernos tendrán que saldar: y lo harán metiendo sus manos en los bolsillos de los trabajadores. Porque así funciona el robo legalizado de la Unión Europea.
La segunda consideración es que se trata de un corte único (“una tantum”) y tendrá una vigencia de seis meses, aportando cantidades netas absolutamente irrisorias a la nómina y lejos de recuperar realmente el poder adquisitivo de los trabajadores: aquí también es útil recordar que Italia es el único país europeo que ha perdido el poder adquisitivo del salario desde 1990 hasta hoy (datos de la OCDE).
Por último, se trata de un recorte a las contribuciones previsionales que recaerá sobre las ya exiguas pensiones, diezmadas por el sistema retributivo, que se deben a los trabajadores septuagenarios tras 44 años de trabajo (otro regalo de la dupla Draghi-Monti). Además de esto, cabe precisar que el recorte contributivo aumentará la base imponible, que será renegada a través del Irpef (Impuesto sobre Renta de Personas Físicas), reduciendo aún más la «ventaja» neta para los trabajadores asalariados. Este es todo el significado de este truco del gobierno de Meloni: hoy te ofrezco pizza, come y no lo pienses… mañana te quitaré el mantel y la mesa también.
La “seguridad” en el trabajo
La inclusión en el decreto 1 de Mayo, de normas para el reforzamiento de las medidas de seguridad en el trabajo, es pura demagogia que no traerá ningún cambio concreto para la seguridad y la salud de los trabajadores. Es una operación de maquillaje sobre un texto, el decreto legislativo 81/08, que en sí mismo no ha producido ningún resultado apreciable: ¡hace décadas que en Italia tres trabajadores no vuelven a casa todos los días! Dejemos de engañarnos a nosotros mismos con interminables discusiones sobre leyes: el capitalismo no puede garantizar la seguridad en el trabajo porque antepone a esta la ganancia. En la vida real y concreta, compuesta de trabajo no declarado, precariedad, contratos, subcontratos y chantajes de todo tipo, los trabajadores, especialmente las mujeres trabajadoras y los inmigrantes, no tienen protección, no sólo en el desempeño de su trabajo, sino que tampoco pueden permitirse el lujo de llevar adelante reclamos. Sin conflicto de clases y estabilidad laboral, incluso las normas de sentido común están destinadas a permanecer como recipientes vacíos.
Formación, desocupación y precariedad
Uno de los peores aspectos de este decreto es la supuesta lucha contra la desocupación, que en realidad es una lucha contra los desocupados. El grave recorte de la ya insuficiente renta básica (559 euros en media para 26.000 menores de 25 años sobre 700.000) supondrá un duro golpe para miles de jóvenes y desocupados. El subsidio de inclusión social, además de ser inferior, sujeto a requisitos más estrictos y destinado a un público más reducido, se extinguirá en caso de no aceptación de ofertas de trabajo que en el papel deberán respetar los mínimos contractuales, pero en la realidad se caracterizan por contratos a tiempo parcial de 4 horas diarias para hacerlos trabajar 12 con tarifas por fuera del pago oficial.
Otros dos golpes muy duros a las condiciones de los trabajadores son más libertad en el uso de los contratos de duración determinada y el aumento de los techos para el uso de bonos, especialmente en el sector de turismo.
Por último, los llamados cursos de formación que pueden durar hasta 12 meses y suponen un beneficio económico de 350 euros al mes para los participantes: ¡no alcanza ni para pagar las facturas invernales de luz y gas!
Landini: la máscara que cae
Trotsky, en un texto de 1940 titulado “Los sindicatos en la época de decadencia del imperialismo”, explica muy bien un concepto importante: «los sindicatos hoy en día sólo pueden servir o, por un lado, como herramienta auxiliar en manos del capitalismo imperialista para subordinar y disciplinar a las masas obreras y obstruir el camino a la revolución, o –por el contrario– los sindicatos pueden convertirse en un instrumento del movimiento revolucionario del proletariado».
Creemos que estas palabras son más actuales que nunca y pueden dar a los trabajadores las explicaciones más eficaces: ¿qué esperan los secretarios de las centrales sindicales (¡CGIL a la cabeza!) para reaccionar después de años de continuos y masacrantes ataques contra los trabajadores? ¿Qué más tiene que pasar para que, sin demora, se llama a una huelga general de masas que bloquee el país? Landini reveló las intenciones de la dirección de CGIL al invitar a Giorgia Meloni, la «presidente» más derechista que haya tenido la Italia republicana, al congreso del mayor sindicato italiano. Ojo que hablamos de la líder de un partido que agrupa a gran parte de los principales exponentes de la era posfascista italiana, políticos que han militado en formaciones de extrema derecha desde su juventud. ¿Qué hacen que inviten a la heredera política de ese fascismo, que prohibió las organizaciones sindicales y deportó a miles de obreros a campos de exterminio, al congreso de la mayor organización sindical italiana? ¡No solo no debía ser invitada, sino que debía advertírsele que no se acercara a menos de un kilómetro! La dirección de la CGIL ha traicionado y marcado las luchas de los trabajadores, a partir de las animadas por su propia base, pasando a la historia aquellas imágenes de Giorgia Meloni que desde el púlpito pontificaba su programa con el logo de la CGIL de fondo, sumando a la ya vergonzosa conciliación social que se viene dando desde hace décadas este lazo institucional con la derecha reaccionaria.
No hay que preguntarse entonces por qué Landini, ante los ataques (incluidos los del decreto 1 de Mayo) perpetrados por el gobierno encabezado por su «invitada de honor» al congreso, no fue más allá de una indignación fingida e hipócrita y convocó sólo a tres manifestaciones sin huelga, entre otras cosas en tres sábados distintos y en tres ciudades diferentes.
Esta es la representación plástica de lo que Trotsky, hablando sobre los sindicatos, definía como «herramienta auxiliar en manos del capitalismo imperialista para subordinar y disciplinar a las masas obreras y obstruir el camino a la revolución».
La necesidad de una dirección revolucionaria
Una vez más se confirma la importancia de una dirección revolucionaria, que sepa guiar las luchas desde las reivindicaciones sindicales básicas hasta la lucha política contra la burguesía.
Si en Italia, a pesar de una de las historias más bellas y emocionantes del movimiento obrero, hoy el panorama del sindicalismo confederal es desolador y del lado del sindicalismo de base hay una incapacidad para ofrecer una alternativa de clase atractiva para los trabajadores, hay que decir que incluso en la Francia de estas jornadas de fuego, donde millones de trabajadores pararon e pusieron a hierro y fuego las principales ciudades más allá de los Alpes, las direcciones sindicales, a pesar de haber demostrado una generosa dosis de conflicto y unidad de acción, se cuidan bien de llamar a una huelga general a ultranza y profundizar el golpe contra el gobierno de Macron.
De ahí la necesidad de construir una dirección revolucionaria, activa en las luchas, que tome el timón de aquellos comandantes reformistas que los traicionan constantemente y lleve a los sindicatos –para volver a las palabras de Trotsky– a ser «un instrumento del movimiento revolucionario del proletariado», siguiendo el faro de la independencia de clase.
Creemos que esta es una de las tareas más importantes del trotskismo y de los trotskistas en el escenario de la lucha de clases mundial; y en esa dirección va el compromiso de la Internacional que queremos construir, la Liga Internacional de los Trabajadores – Cuarta Internacional, de la cual el Partido de Alternativa Comunista es la sección italiana.
Artículo publicado en www.partitodialternativacomunista.org, 6/5/2023.-
Traducción: Natalia Estrada.