Crisis política en el Estado de Israel
En un artículo reciente, analizamos la situación general de la ofensiva militar del Estado sionista sobre la Franja de Gaza y el Líbano[1]. En este artículo, queremos analizar lo que está ocurriendo dentro del Estado de Israel.
Alejandro Iturbe
En el artículo citado, decimos que si bien el sionismo había logrado asesinar a los principales líderes de Hamás (Gaza) y Hezbolá (Líbano), esto no significaba su “triunfo definitivo” y que tenía varios problemas para lograrlo.
Uno de ellos es que, aunque tiene una gran superioridad en armamento y tecnología militar sobre quienes lo combaten (y la aprovecha a fondo), al ejército sionista le resultan mucho más complicadas las “acciones por tierra”, destinadas a lograr una ocupación y dominio permanentes. Actualmente, a pesar de sus métodos genocidas y de “tierra arrasada”, no consigue un control estable de la Franja de Gaza ni eliminar la heroica resistencia palestina. También comienza a experimentar fuertes dificultades en esta nueva invasión a Líbano.
El gobierno de Netanyahu y los mandos militares ocultan estas dificultades a la opinión pública israelí y comienzan a recibir fuertes críticas y denuncias por ello. A inicios de noviembre, Noam Tibon, un ex general de división israelí afirmó que “el ejército mentía sobre las bajas en la guerra [en el Líbano] y que eso estaba más allá de lo que las tropas podían soportar. Estimó que le faltaban 10.000 soldados para la guerra, lo que equivale a una división completa” . Sobre los combates en el sur del Líbano, The Jerusalem Post “filtra” que, en un ataque a un “complejo” de Hezbolá, “fueron heridos dieciséis soldados y cinco reservistas cayeron en combate”.
Es llamativo que este general afirme que al ejército israelí le “faltan soldados”. El Estado sionista está altamente militarizado: todos los jóvenes israelíes (varones y mujeres) deben cumplir un largo servicio militar obligatorio, cuya duración acaba de ser extendida a tres años . Después de cumplirlo, quedan como reservistas hasta los 40 años, con la obligación de reincorporarse temporalmente a las filas si son convocados (hace poco este límite fue aumentado).
Los únicos exceptuados de esta obligación son los judíos ultraortodoxos (los háredim), que se dedican exclusivamente a estudiar la Biblia y reciben por esto un salario del Estado sionista. Este privilegio les fue concedido en el pasado. El gobierno de Netanyahu lo mantiene porque los háredim formaron un frente electoral que obtiene varios diputados y negocian su apoyo a este gobierno a cambio de que esto no se modifique.
Este es un factor de división y conflicto al interior de la sociedad israelí. Siempre ha sido muy criticado por todos los otros sectores que deben cumplir el servicio militar y quedar como reservistas.
Ahora, el conflicto se agudizó en esta situación de guerra en Gaza y Líbano. Un fallo reciente de la Corte Suprema determinó el fin de la exención, lo que afectaría a unos 63.000 jóvenes háredim. El gobierno de Netanyahu no quiere aplicar esta resolución ya que los partidos ultraortodoxos amenazaron con salir de la coalición de gobierno si lo hace. Lo que puede dejarlo en minoría en la Knesset (parlamento) y provocar la caída del gobierno[2].
Una crisis con los reservistas
En este contexto, el tema de la incorporación de los reservistas comienza a ser otro factor de crisis. El año pasado, un grupo de 42 reservistas se negó a retornar a la Franja de Gaza porque no estaba dispuesto a volver a aplicar los métodos genocidas que utiliza el ejército israelí en esa ocupación[3]. Es un número pequeño pero no deja de ser un síntoma que puede repetirse.
En realidad, muchos miles de jóvenes israelíes han dejado de ser reservistas por el camino de radicarse en Europa o EE.UU., sin perder la ciudadanía israelí, para desarrollar allí sus estudios, negocios o carreras profesionales. Es un proceso muy grande, protagonizado por profesionales y empresarios: “las élites están abandonando Israel, ya que ‘sienten que no pertenecen allí’”[4]. Es decir, que ya no están dispuestos a “matar y morir” por el Estado sionista, como sí lo estuvieron sus padres y abuelos.
Para analizar este proceso, es necesario entender los profundos cambios económicos y sociales que se han dado al interior de la sociedad israelí en las últimas décadas. Han surgido nuevos sectores burgueses, pequeñoburgueses y de trabajadores, con dinámicas sociales y políticas diferentes de las del pasado[5].
El Estado sionista mantiene plenamente su carácter de enclave imperialista, y el conjunto de la población defiende y usufructúa lo robado a los palestinos. Pero surgieron contradicciones políticas al interior de la sociedad israelí, que antes no existían, y que se expresaron varias veces en el siglo XXI. Así ocurrió con el movimiento de “Indignados”, en 2011[6]. También con las grandes movilizaciones contra la reforma judicial impulsada por Netanyahu, en julio de 2023[7].
La crisis de los rehenes
Cada vez que el gobierno de Netanyahu enfrentó estas situaciones, aumentó sus ataques a los palestinos, en especial a la Franja de Gaza, para unir a la población israelí en su apoyo, “en defensa de Israel contra el ‘enemigo común’”. Con ese objetivo, utilizó el impacto del operativo militar de Hamás en territorio israelí, el 7 de octubre pasado[8]. Lanzó la invasión y la ocupación de Gaza, que, con métodos genocidas, buscaba una “solución final” a la resistencia de los palestinos de ese territorio y su control absoluto por parte del Estado sionista. Presentó este plan como la necesidad de destruir al “enemigo terrorista” (Hamás) y liberar a los rehenes que Hamás había tomado en su operativo.
Inicialmente, consiguió su objetivo político: la inmensa mayoría de la población israelí apoyó el operativo militar en Gaza. Incluso, Benny Gantz, uno de los principales líderes de la oposición a Netanyahu, entró al gobierno, en el “gabinete de guerra”.
Sin embargo, en la medida en que la ocupación israelí de Gaza, a pesar de sus métodos genocidas, no conseguía tomar un control efectivo del territorio, destruir a Hamás ni liberar a los rehenes, las cosas comenzaron a cambiar, y a los pocos meses las contradicciones resurgieron con mucha fuerza.
Esta vez, el detonante fueron las organizaciones de familiares de los rehenes, formadas desde el 7 de octubre de 2023, que comenzaron a exigir al gobierno de Netanyahu que, para conseguir la liberación de los rehenes, firmase un acuerdo de alto el fuego inmediato con Hamás (como había propuesto Joe Biden, entonces presidente de EE.UU.). Netanyahu se negó a hacerlo, porque la aceptación de un alto el fuego, aunque fuera temporal, significaba una dura derrota para él y la posible caída de su gobierno.
En junio de 2024, las movilizaciones por el alto el fuego inmediato crecieron mucho, al recibir cada vez más apoyo en la sociedad israelí[9]. Gantz decidió renunciar a su cargo en el gobierno[10]. Las movilizaciones exigiendo un acuerdo con Hamas continuaron: en setiembre hubo una huelga general de la Histadrut (la principal central sindical israelí) con ese reclamo, que fue precedida con grandes manifestaciones. Poco después, una encuesta de opinión mostró que 53% de los israelíes apoyaban el cese de fuego y el intercambio de prisioneros, con el retiro de las tropas de Gaza[11].
Después de la invasión al Líbano
En ese marco, Netanyahu volvió a “huir hacia adelante”. Lanzó los ataques y la invasión al Líbano para “destruir a Hezbolá” y, como objetivo de fondo, ocupar y anexar el sur de ese país (algo que el Estado sionista ya había intentado en 2006 y fue derrotado)[12]. Netanyahu dijo que sería una “invasión rápida”.
Inicialmente, también consiguió su objetivo de “cerrar filas”, pero menor que la que había conseguido con la invasión de Gaza. En este caso, quien ingresó al gobierno como ministro de Guerra fue Yoav Gallant, ex militar, líder de un partido menor (Kulanu). Gallant duró poco: acaba de ser echado por Netanyahu, que alegó una “crisis de confianza” entre ellos. El motivo real es que Gallant defiende que “la prioridad del gobierno debería ser un acuerdo de liberación de rehenes con Hamás”, rechazado por el primer ministro. El despido de Gallant ya ha provocado protestas en las calles de Tel Aviv y están convocadas nuevas manifestaciones que se espera sean “más amplias”[13].
Luego de ser despedido, Gallant puso “más sal en la llaga” de un sentimiento que crece en la sociedad israelí: para Netanyahu es más importante su supervivencia política, la de su gobierno y la de sus planes que las necesidades (e incluso la vida) de los ciudadanos israelíes. Gallant expresó que una“‘oscuridad moral’ está cayendo sobre el país” porque el primer ministro se niega a hacer un acuerdo de alto el fuego que libere a los rehenes y que, habiendo logrado muy buenas condiciones militares para hacerlo, “mantenía las tropas en Gaza sin necesidad”[14]. Lo que subyace es la percepción cada vez más extendida de que Netanyahu no quiere realmente la liberación de los rehenes porque los necesita como excusa para mantener la ocupación de Gaza y la situación de guerra.
Por su parte, Haaretz (el más tradicional e influyente de los diarios sionistas) publicó un editorial en el que acusa a Netanyahu y al ejército israelí bajo su comando de que ya no se trata del combate contra Hamás ni de la liberación de los rehenes, sino que se está “conduciendo una operación de limpieza étnica [del pueblo palestino] en el norte del territorio”[15].
Al mismo tiempo, la ocupación de Gaza y los métodos genocidas utilizados por el ejército israelí generaron un gran repudio en el mundo y un aumento del aislamiento internacional de Israel. Algo que sumado a la campaña BDS se volvió como un boomerang sobre la economía israelí, le generó una fuerte crisis y, con ello, un aumento de la bronca de sectores crecientes de esa sociedad contra Netanyahu [16].
Sobre el tema de la invasión al Líbano, es evidente que Netanyahu mintió cuando afirmó que sería una “victoria rápida”. Ahora oculta la verdadera situación de esa guerra, el costo que está teniendo para el ejército israelí y las dificultades para cubrir la necesidad de soldados para sostenerla, tal como ya vimos en el reportaje a Noam Tibon, ya citado.
Algunas conclusiones
Esta acumulación de contradicciones económicas, sociales y políticas dentro del Estado sionista y la crisis política que han generado son un dato positivo de la realidad. Porque la lucha palestina contra el Estado de Israel (y toda la solidaridad y el apoyo internacional a esa lucha) no enfrenta a un enemigo sólido y sin fisuras, sino a un enemigo con grietas crecientes que lo debilitan. Por eso, algunos analistas internacionales, como Arlene Clemensha (profesora de Historia Árabe de la Universidad de San Pablo, Brasil), consideran que “Israel nunca estuvo tan presionado y acorralado”[17]. Es un debilitamiento que debe ser aprovechado.
Sin embargo, debemos ser conscientes de que esas contradicciones tienen un límite insalvable: el Estado de Israel no es un país opresor “normal” sino un enclave político-militar del imperialismo, creado por las potencias imperialistas sobre la base del robo y la usurpación del territorio palestino, la expulsión violenta de ese pueblo de sus tierras y la instalación artificial de una población judía proveniente del extranjero.
En ese territorio robado a los palestinos se fue instalando, y continúa haciéndolo, una población extranjera (judíos de origen europeo y de otros países). Las casas en que viven los israelíes (incluida su clase obrera), las escuelas donde estudian sus hijos, las fábricas y los campos en los que trabajan fueron construidos en las tierras que les robaron al pueblo palestino. La sociedad israelí (incluida su clase obrera) es consciente de ello y defiende que “lo robado a los palestinos es nuestro”.
Es decir, también defienden el carácter de enclave de Israel. En su inmensa mayoría nunca van a abandonar esa posición, aunque tengan contradicciones puntuales con Netanyahu y hagan movilizaciones contra él. Algunos sectores, como vimos, optan por irse a Europa o EE.UU. para “seguir su vida”.
Pero, salvo alguna excepción individual (como el historiador Ilán Pappé) “nadie se pasa al campo palestino”. Por eso, es equivocada la propuesta de algunas organizaciones de izquierda sobre que el principal camino para derrotar el Estado sionista es la conformación de una alianza entre el pueblo palestino y la clase obrera israelí contra el “enemigo común”. Es equivocada porque es objetivamente imposible de realizar.
Creemos que esta situación del enemigo sionista debe servir de impulso para ampliar y fortalecer la lucha contra él en todo el mundo, de todas las formas en que se desarrolla, tal como siempre expresamos en los textos de la LIT[18].
Es decir, para que el pueblo palestino recupere su territorio histórico es necesario derrotar militarmente y destruir el Estado sionista. Para lograr ese objetivo, la lucha palestina debe ser la chispa que “incendie” la región con un proceso revolucionario de los pueblos árabes y musulmanes que desarrolle una lucha militar a fondo contra ese Estado, desde “todos los frentes” y de modo simultáneo.
[1] https://litci.org/es/como-luchar-por-una-palestina-libre-del-rio-al-mar/?utm_source=copylink&utm_medium=browser
[2] https://www.pagina12.com.ar/747173-israel-la-corte-suprema-anulo-la-exencion-militar-para-los-u
[3] https://www.youtube.com/watch?v=RNtuphbe5XA
[4]https://www.hispantv.com/noticias/economia/599729/iinflacion-subida-precios-exodo-israel
[5] Sobre este tema, ver https://litci.org/es/74690-2/?utm_source=copylink&utm_medium=browser
[6] https://litci.org/es/sobre-el-movimiento-de-los-qindignadosq-en-israel/?utm_source=copylink&utm_medium=browser
[7] https://litci.org/es/74690-2/?utm_source=copylink&utm_medium=browser
[8] https://litci.org/es/palestina-el-ataque-del-7-de-octubre-y-su-lugar-en-la-historia/?utm_source=copylink&utm_medium=browser
[9] https://litci.org/es/estado-de-israel-movilizaciones-exigen-acuerdo-en-gaza/?utm_source=copylink&utm_medium=browser
[10] Ver: https://litci.org/es/la-huelga-general-amplia-la-crisis-israeli/?utm_source=copylink&utm_medium=browser y https://www.france24.com/es/medio-oriente/20240609-tras-la-salida-de-gantz-a-qué-se-enfrenta-el-gobierno-de-netanyahu
[11] https://efe.com/mundo/2024-10-07/guerra-gaza-primer-anversario/
[12] https://litci.org/es/por-el-fin-de-los-ataques-israelies-contra-el-libano-y-el-pueblo-palestino/?utm_source=copylink&utm_medium=browser
[13] https://www.bbc.com/mundo/articles/ce319338212o
[14] https://www.timesofisrael.com/after-firing-gallant-tells-hostage-families-netanyahu-needlessly-keeping-troops-in-gaza/
[15] https://www.haaretz.com/opinion/editorial/2024-11-10/ty-article-opinion/netanyahus-ethnic-cleansing-is-on-display-for-all-to-see/00000193-12ac-d3a2-a3d7-5bed1d8d0000
[16] https://litci.org/es/crisis-economica-en-el-estado-de-israel/?utm_source=copylink&utm_medium=browse
[17] ‘Israel nunca esteve tão pressionado e encurralado’, | Internacional (brasildefato.com.br) En portugués en el original (traducción nuestra).
[18] Ver, entre otros: https://litci.org/es/como-luchar-por-una-palestina-libre-del-rio-al-mar/?utm_source=copylink&utm_medium=browser