Vie Abr 19, 2024
19 abril, 2024

Necesidad de un partido revolucionario como alternativa para la juventud en Costa Rica y el mundo

En conmemoración de los 15 años del Partido de los Trabajadores, queremos profundizar sobre la necesidad de construir un partido revolucionario para la clase trabajadora y la juventud, que reivindique las principales lecciones de la revolución rusa, donde la clase obrera (muchos de ellos jóvenes) tomaron el poder. Las principales lecciones del partido bolchevique de 1917, son retomadas por un grupo de jóvenes quienes fundaron el Movimiento al Socialismo (hoy el PT), y que con los años han construido en conjunto con trabajadores y trabajadoras una organización al servicio de las luchas y por la revolución socialista mundial.

La Juventud no tiene futuro en el capitalismo

El mundo vive momentos muy convulsos, en medio de una pandemia, se recrudece la crisis económica en muchos países, trayendo consigo crisis políticas y sociales. El sistema económico que rige la sociedad, el capitalismo, sigue demostrando cada vez más que ha fracasado, llevando a millones de personas a la miseria y hasta a su muerte. Para nadie es un secreto que esta situación lleva a la juventud del mundo a un futuro de explotación, hambre, desempleo, endeudamiento, precarización, miseria, pandemias más frecuentes que se ligan al cambio climático y con ello además vivir en carne propia la catástrofe ambiental, y, en suma, el difícil acceso a la educación, la salud o pensión digna.

Decimos que el capitalismo es el principal enemigo de la juventud de nuestro país y del mundo, porque con sus injusticias atenta contra la vida misma, desmantelando las posibilidades de una educación de calidad, del acceso a la salud o a una jubilación digna en la vida adulta. De manera más agresiva vemos como gobiernos de derecha y otros que se autoproclaman de izquierda y anticapitalistas, garantizan los planes neoliberales contra instituciones del estado, aplicando recortes que afectan a las grandes mayorías.

Además de la explotación que vive la juventud, su vida se recrudece cuando aumenta la opresión. Las mujeres jóvenes, indígenas, migrantes, negros o comunidad LGBT llevan la peor parte de la barbarie capitalista, donde además de ser explotados en sus centros laborales, son víctimas de discriminación por su color de piel, su origen, su orientación sexual o por su género.

Por todas estas razones, es que decimos que es más que urgente, darle una salida revolucionaria a la situación que viven millones de jóvenes en el mundo entero, porque bajo el capitalismo no hay solución, al contrario, como juventud el único futuro que tenemos garantizado es la explotación, precarización laboral, endeudamiento, hambre, miseria, desempleo, pandemias, y destrucción ambiental.

La Juventud se pone al frente de las luchas

En los últimos años, países de Latinoamérica, Europa y Asia, han tenido ascenso de luchas contra toda la barbarie que ha generado el capitalismo. La defensa de los derechos más básicos de la población, la defensa de la educación o la salud han estado en el centro de masivas movilizaciones, donde el componente de jóvenes es central.

Casos como la más reciente revolución chilena, que dio inicio por el levantamiento de jóvenes de secundaria y universitarios contra el aumento del pasaje del transporte público, y que luego desencadenó en masivas movilizaciones contra un gobierno que ha saqueado por años el país, en este caso el componente de jóvenes ha sido muy importante, tal es el caso además de la “primera línea” compuesta por universitarios, secundarios o clase obrera joven precarizada, en su mayoría.

Otros ejemplos más recientes, son las grandes movilizaciones que sacuden Estados Unidos, con la consigna “Las vidas negras importan”, un importante componente de jóvenes ha salido a combatir la violencia policial y el racismo que sacuden este país a raíz de las políticas de la ultra derecha de Donald Trump.

Si vamos unos años más atrás, países como Nicaragua vivió un levantamiento que comenzó en las universidades de varias ciudades contra la dictadura de Daniel Ortega y contra las políticas de recorte a las pensiones de adultos mayores. El movimiento en su mayoría de universitarios, fue ganando a la población a salir a las calles durante cinco meses contra la represión y la dictadura del Orteguismo, resultando en más de 500 muertos y muchos exiliados a nuestro país, en su mayoría juventud nicaragüense. Para esa ocasión como partido nos colocamos del lado del pueblo nica, y defendimos el combate a la sanguinaria dictadura vivida en el vecino país.

Y así, muchos otros casos a lo largo y ancho de Latinoamérica y el mundo, donde la juventud es el motor de las luchas callejeras, combatiendo la represión más dura. Las políticas de derecha en Brasil, Argentina, Ecuador, Colombia, Costa Rica, Estado Español motivan cada vez más que la juventud salga a tratar de garantizarse un futuro mejor.

La izquierda reformista abre paso a la ultraderecha y traiciona a la juventud

En medio de todo ese ascenso de las masas, los partidos políticos tradicionales han tenido diferentes papeles. La ultra derecha en algunos países ha tenido un ascenso importante, tal es el caso de Estados Unidos y Brasil. En otros países, la derecha tradicional empezó a sostener crisis importantes, dando paso a que avanzaran los partidos más a la izquierda, o llamados neorreformistas.

Con este sector sostenemos un debate central. Creemos que los partidos reformistas, en los cuáles una gran cantidad de población ha depositado su confianza, lo único que han garantizado es llenarlos de falsas ilusiones planteándoles que dentro del capitalismo es posible mejorar las condiciones de vida. Ante esto, nosotros decimos que eso es imposible, tratar de ponerle una cara humana al sistema capitalista no es arreglar el fondo del problema. Y peor aún es, que en momentos donde hay levantamientos revolucionarios, estos partidos neorreformistas demuestran que están del lado de la defensa del orden burgués, y no precisamente de las masas que se levantan contra él.

Analicemos un caso europeo. En Grecia, un partido neorreformista como Syriza en el 2015, arrasó en votación para gobernar. El amplio apoyo con el que contó planteaba una radicalización en el gobierno griego que prometía revertir la pésima situación en que tenía al país la derecha tradicional y la aplicación del guion neoliberal. En 2014, el PIB de Grecia había caído 25%, el desempleo rondada 26%, y 23% de la población estaba en la pobreza. La inversión en salud había caído 9%. Las pensiones se redujeron entre 35 y 50%. La deuda “pública”, que en 2008 representaba 113% del PIB, había saltado a 175%.

En este pésimo panorama, las ilusiones de una gran cantidad de población, entre ellos una gran cantidad de jóvenes, planteaba muchas esperanzas en que el gobierno de Tsipras no renegociara los términos de salvataje y deuda con la UE, sino que priorizara salvar al pueblo griego. Sin embargo, después de mandar a referéndum la decisión de continuar obteniendo créditos de deuda para “salvar” a Grecia, y con un rotundo “no” del pueblo, traicionó de la peor manera a la población e hizo todo lo contrario a lo que prometió en campaña electoral, pasando a ser uno más de los partidos burgueses traidores y sumisos a la Troika, garantizando cortes salariales, aumento de impuestos, y una descarada entrega de riquezas al imperialismo tanto por la vía del pago de la “deuda” como por medio de privatizaciones de empresas estatales a precios de remate.

En el Estado Español, Pablo Iglesias, reconocido dirigente de PODEMOS, otro partido de corte neorreformista, no pudo justificar actos como el de Tsipras, aduciendo que “era lo que se podía hacer”, o en Latinoamérica, el PSOL en Brasil, salió a defender el gane de Tsipras en el 2015, catalogándolo como un gran gane de las masas luchadoras de Europa, pero no fue capaz de asumir que la traición vivida por el pueblo era digna de un partido de derecha tradicional.

Casos como el de Syryza se han vivido en otros países y le ha abierto el camino a la ultra derecha, tal es el caso del Frente Amplio co-gobernando con el PAC en Costa Rica con figuras como Patricia Mora a cargo de un ministerio, el PT de Lula en Brasil con fuertes acusaciones de corrupción en su gobierno, el partido Podemos en el Estado Español ya forma parte del gobierno del PSOE, el Kichnerismo en Argentina que volvió al poder a aplicar las mismas medidas que Macri, por medio de Alberto Fernández y Cristina Fernández. Podemos afirmar que, en ninguno de esos casos, estas opciones han saldado las necesidades básicas del pueblo, en especial de las y los jóvenes, y mucho menos un programa que combata el capitalismo. Nos podríamos atrever a garantizar que estos partidos ya ni siquiera llegan a ser reformistas, es decir que su objetivo ni si quiera es acabar con el capitalismo a través de reformas, ya están adaptados al régimen burgués, y ni por reformas luchan.

La experiencia que la juventud ha hecho con ellos ha sido de llenarse de falsas ilusiones para mejorar las condiciones de vida, en ningún caso los resultados han sido positivos. Al contrario, la confianza que se depositó en muchos de esos partidos de parte de una juventud luchadora, ha quedado empantanada en los congresos nacionales, donde esos diputados mal llamados “anticapitalistas”, se venden a cambio de permanecer en las curules, o de ser una oposición tibia. Así de traidor ha sido el papel de muchos de estos partidos.

Autonomismo: una respuesta equivocada a la traición reformista

En respuesta a la traición de los partidos reformistas, hemos visto una ruptura muy importante de muchos sectores de juventud, principalmente con las estructuras o aparatos tradicionales, entre ellos sindicatos, federaciones estudiantiles o partidos políticos reformistas, esto en principio nos parece muy progresivo. Sin embargo, esa ruptura se ha traducido a un llamado de lucha permanente “individual o autónoma”, con la cual nos parece que debemos debatir ideológica y programáticamente nuestras principales diferencias.

En este marco queremos profundizar en la ideología individualista que les caracteriza. Creemos que la corriente autónoma al no entender que el problema central de la sociedad es su división en clases sociales, y que el estado es el aparato de dominación de una clase (la burguesía, es decir lo ricos), la única salida es que la otra clase (proletariado) conduzca al pueblo a la destrucción de ese estado y construya uno nuevo, entonces termina reivindicando, como lo hace la burguesía, el individualismo como un valor superior, de hecho, de ella surge, en la revolución industrial.

En apariencia sus luchas son contrarias al estado burgués, porque se organizan y crean espacios alternativos a los comunes (economía solidaria, autogestión, trueque, etc.), pero de fondo coloca el individuo como centro, sus propias libertades, únicamente su desarrollo personal. Esto, es en concreto, uno de los pilares de la concepción burguesa, en contraposición a la concepción socialista que tiene como base la producción social de la riqueza, y la unidad del colectivo, o de la clase explotada por sobre lo que quiera cada individuo, y sobre todo a la subordinación de esa individualidad a la colectividad, y como condición necesaria para un verdadero desarrollo del individuo.

Nos referimos a que esta ideología les lleva a actitudes individuales, que no se plantean la destrucción del sistema capitalista o del estado burgués, sino que se desarrollan adentro. En ocasiones son actitudes ejemplificantes, como la auto organización, la autogestión, el bienestar comunitario, pero nada de eso, cuestiona o amenaza con la destrucción del capitalismo, y es precisamente eso lo que les sirve a los ricos para seguir sosteniendo un sistema explotador y opresor. Podrá ser muy gratificante para estos compañeros y compañeras ser parte de una forma alternativa de vida, consumiendo productos orgánicos, con redes de intercambio, etc. Pero lamentablemente, aunque esto sea posible para ellos en particular, no es posible para la clase trabajadora en conjunto como clase, y estas prácticas no suponen ninguna amenaza al orden capitalista.

La misma suerte corren las acciones ejemplificantes. Muchos de los compañeros y compañeras que se reivindican autónomos son muy combativos y luchadores. Sin embargo, están convencidos que basta con su fuerza individual y su determinación para luchar, no está preocupados por lo que haga avanzar la conciencia de las masas y su lucha. Por esto rechazan las asambleas democráticas, donde se votan las acciones y la minoría se subordina a la mayoría, porque para ellos, subordinar su voluntad a la voluntad de la mayoría es una violación a su individualidad. Es por esto que planteamos que su programa es bastante difuso, lo que causa que sus acciones recaigan en actitudes burocráticas, antidemocráticas, espontáneas, voluntaristas y en contra de organismos de base y de toma de decisión de las masas, llevando muchas veces a la desmoralización, porque la experiencia nos ha enseñado, que muchas veces irrespetan las decisiones tomadas por una amplia mayoría, en asambleas, tomas de edificios, bloqueos de ruta, entre otros espacios.

Otra diferencia es que no conciben al capitalismo y al estado burgués como los problemas de fondo de todos nuestros males, por lo que su organización espontánea o radical, responde a un programa de pequeñas reformas al sistema o de radicalización de la democracia burguesa, que prácticamente termina pareciéndose al del mismo reformismo. En esa línea, en ocasiones apoyan las iniciativas de diputados o partidos de este tipo, sin hacer una denuncia clara de que así no se gana la batalla más grande contra el estado burgués. Otra diferencia central recae en el tipo de organización que construimos. Estos grupos autónomos pregonan que debe priorizarse la libertad individual por encima de la colectividad en la lucha de clases como ya dijimos, colectividad que nosotros defendemos al organizarnos como un partido revolucionario para la clase obrera. Estos grupos defienden que su tipo de lucha individual es suficiente para conseguir los cambios que necesitamos.

Su pelea contra la organización partidaria radica en el planteamiento de que los partidos oprimen o coartan al individuo, cuando es totalmente lo contrario, decidir ser militante revolucionario es de las decisiones más libres que existen, que además se acompaña con la comprensión racional de que intentando derrotar a este enemigo, podremos pensar en nuestra plena emancipación como clase.

Esta discusión les queda muy corta a los sectores autónomos, si no entonces nos preguntamos, ¿por qué su radicalidad no tumbó ya al estado explotador y opresor? Bueno, básicamente porque el estado tiene todo un régimen para sostenerse de manera centralizada (policías, ejército, poderes ejecutivo, legislativo y judicial, entre otros) y creemos que sólo con la construcción de un partido de la clase obrera, con una amplia democracia a lo interno, pero una firme centralización hacia afuera puede hacerle frente a ese aparato centralizado de la burguesía.

El debate con este sector es central en la construcción del partido para la juventud, porque, aunque sus métodos difieren de alguna manera con el neorreformismo, su estrategia final es la misma.

La única salida para la juventud es la revolución socialista

La lucha de clases actual nos plantea un panorama que rebasó al neorreformismo y al autonomismo. Como juventud revolucionaria sostenemos que la única alternativa real para combatir nuestros problemas es organizarnos y construir un partido revolucionario de carácter socialista, clasista e internacionalista, que reivindique el centralismo democrático como método organizativo, con el cual hacemos todas las discusiones necesarias a lo interno del partido de manera democrática y salimos a golpear a nuestro enemigo como un solo puño.

Como hemos discutido en otros artículos, creemos que sólo mediante el socialismo, la juventud del mundo podremos cambiar nuestra situación. La realidad demuestra que el capitalismo es insostenible y que cada vez más nos lleva como humanidad al abismo. Creer en el socialismo y en un sistema económico donde no existan privilegios para unos pocos (empresarios) y miseria para la gran mayoría (clase trabajadora) no es una simple ilusión, es una necesidad, y es más vigente que nunca. Creemos que, teniendo el poder en manos de la juventud trabajadora, de la clase obrera explotada, se puede planificar la economía y la socialización de la riqueza, es decir la nacionalización de los medios de producción para que la apropiación de la riqueza sea social.

Esto sólo puede llevarse a cabo si construimos un partido como ya dijimos, revolucionario, socialista e internacional, compuesto por los sectores explotados de nuestra sociedad, hombres y mujeres, donde además el componente joven le dé mucho dinamismo al proceso.

Necesitamos una juventud que se ponga al frente en la ardua tarea de organizar a la clase obrera para la lucha, y para la toma del poder. Debemos apostar a toda esa juventud que hoy esta precarizada y sobreexplotada, a las y los obreros jóvenes que no tienen su futuro garantizado, a toda esa juventud secundaria y universitaria que pierde las posibilidades de tener educación pública de calidad.

A toda la juventud le llamamos a engrosar las filas del Partido de los Trabajadores y de la Liga Internacional de los Trabajadores, por medio de los partidos que construimos en más de 24 países alrededor del mundo. Y una vez más, decimos que todas las luchas que se dan a nivel mundial, necesitan de una dirección revolucionaria, de una organización donde participen todos esos jóvenes en conjunto con la clase obrera. Nuestro partido y la internacional están al servicio de esa tarea.

“La vida es hermosa. Que las futuras generaciones la libren de todo mal, opresión y violencia y la disfruten plenamente”.

León Trotsky, 1940

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