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Crisis climática y ambiental

COP 16 y la sexta extinción

octubre 25, 2024

En estos días se realiza en Colombia la COP 16, primera cumbre tras la firma del Marco Global de Biodiversidad Kunming-Montreal. Desde instituciones y numerosos grupos ecologistas se reivindicó como histórico un acuerdo para parar la destrucción de la biodiversidad y luchar contra la sexta extinción en masa que está en marcha[1] (Según Green Facts “en los últimos cien años, el hombre causó un ritmo de extinción al menos 100 veces superior a lo natural”).

Por Javier – Corriente Roja

Sin duda, la lucha contra la sexta extinción en masa de la biodiversidad debe ser una de las principales batallas del siglo, pues de ella depende la calidad de vida de la clase trabajadora, de los oprimidos del mundo. Pero después de la experiencia de las 28 COPS climáticas, cuyo producto fue dar falsas esperanzas en el capitalismo[2], crear cortinas de humo sobre el aumento imparable de las emisiones de carbono y desmoralizar al activismo, tenemos la obligación de denunciar esta cumbre como un mecanismo internacional de engaño .

Debemos preguntarnos si un acuerdo promovido por China (Estado donde surgió la zoonosis Covid-19, cuyo origen más probable es la destrucción de la biodiversidad y el mercantilismo de la naturaleza[3]), y celebrado en un Estado como Colombia, sumiso al imperialismo yanqui y su extractivismo salvaje, puede llegar a buenos resultados (ver artículo del PST, sección colombiana de la LITCI)[4].

Por su parte, la Unión Europea, al mismo tiempo que aprueba la ley de restauración de la naturaleza, es sede y defensora de numerosas multinacionales que basan sus ganancias en la explotación de la clase obrera y en la destrucción de la biodiversidad.

Con esto no queremos menospreciar las luchas de millones de activistas y especialmente de los pueblos indígenas, que han sido importantes promotores de esta cumbre. Por el contrario, estas luchas son esenciales para parar la destrucción y retrasar la catástrofe, pero la sexta extinción ya es un hecho, y es producto directo del capitalismo y de la responsabilidad de la burguesía.

Pero si bien la lucha diaria y la exigencia a los gobiernos de parar la destrucción y restaurar los ecosistemas es esencial, debemos tener muy claro que sólo si estas luchas tienen como objetivo estratégico la toma del poder, la planificación democrática de la economía y la destrucción del capitalismo se podrá realmente alcanzar los objetivos que todos los acuerdos sobre biodiversidad establecen y evitar la sexta extinción de la biodiversidad.

Restauración de los ecosistemas y sexta extinción

Por: Lena Souza (artículo publicado en junio de 2021)

Este año 2021, el tema del Día Mundial del Medio Ambiente fue la restauración de los ecosistemas y marcó el lanzamiento de otra Década de las Naciones Unidas por la Restauración de los Ecosistemas (2021-2030). Sabemos que la restauración no es sólo una necesidad, también es un imperativo para mantener la vida en el planeta, porque por poner sólo un ejemplo, cada tres segundos el mundo pierde una superficie de bosque que cubriría un campo de fútbol. Sólo en el Brasil, en 2020, se talaron 24 árboles por segundo[1]. Sin embargo, queda una pregunta: ¿será posible recomponer los ecosistemas considerando las condiciones de producción y reproducción del sistema capitalista?

Cada década se pierde más biodiversidad y los objetivos de restauración nunca se cumplen

Esta discusión sobre la biodiversidad del planeta comenzó en la década de 1980, cuando las Naciones Unidas comenzaron a reunir a los países para debatir este tema, su conservación y utilización. Después de más de una década de mucho debate, el Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) fue presentado en 1992 en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo (CNUMAD), celebrada en la ciudad de Río de Janeiro. En esta Conferencia, además del CDB, también se elaboraron y presentaron la Declaración de Río sobre Medio Ambiente y Desarrollo y otros tres documentos conocidos como Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, Agenda 21 y Declaración de Principios para un Consenso Global sobre Manejo, Conservación y Desarrollo Sostenible de Todo Tipo de Bosques.

El texto del CDB dice que sus disposiciones y principios  “están encaminados a alcanzar tres objetivos principales: la conservación de la biodiversidad, el uso sostenible de sus componentes y la participación justa y equitativa de los beneficios derivados de la utilización de los recursos naturales”. Es importante resaltar que “Tanto el preámbulo como los artículos de la Convención mencionan la importancia del conocimients tradicional y de los pueblos tradicionales”.[2]

Al igual que otras convenciones relacionadas con el medio ambiente, si bien utilizan bellísimas palabras y objetivos altamente humanitarios y solidarios, son orientaciones, principios y reglas no obligatorios y están hechos para distraer, es decir, para hacer de cuenta que se está haciendo algo, mientras la destrucción continúa. Así, en 1993, el CDB ya contaba con la firma de 168 países, porque así es fácil para los dirigentes de los países suscribir el documento y posar de preservacionistas.

En 2002, la cumbre ambiental (COP6) avanzó hacia la definición de un conjunto de metas para el período hasta 2010. Considerando que estos objetivos también se encuadraban en compromisos asumidos por gobiernos que sólo pretendían dejarlos en papel, cuando fueron evaluados en la COP10 (2010), realizada en la ciudad de Nagoya, provincia de Aichi en Japón, la conclusión fue que no se habían alcanzado las metas.

Una vez más, en la COP10, líderes de 196 países aprobaron un nuevo Plan Estratégico de Biodiversidad para el período 2011 a 2020. Esta vez el plan denominado Metas de Aichi para la Biodiversidad, se materializó en 20 propuestas y cinco grandes objetivos estratégicos[3]: 1- abordar las causas fundamentales de la pérdida de biodiversidad, creando conciencia entre los gobiernos y la sociedad sobre las preocupaciones con la biodiversidad; 2- reducir las presiones directas sobre la biodiversidad y promover el uso sostenible; 3- mejorar la situación de la biodiversidad, mediante la salvaguardia de los ecosistemas, las especies y la diversidad genética; 4- aumentar los beneficios de biodiversidad y servicios ecosistémicos para todos; y 5- incrementar la implementación, a través de la planificación participativa, de la gestión de conocimiento y capacitación.

Fueron 196 países los que acordaron con el plan y el establecimiento de los objetivos estratégicos para la conservación de la biodiversidad del planeta. El lector de este artículo, sin necesidad de investigar mucho, ya debe tener una conclusión previa sobre cuál fue el balance de los resultados obtenidos en el año 2020. Pero, en cualquier caso, es importante reforzar que la propia ONU, en un balance realizado el año pasado, llega a la conclusión de que ninguna de las metas fue alcanzada, por el contrario, todos los factores que presionan para la pérdida de biodiversidad se han intensificado[4].

¿A qué punto llegamos?

El 22 de mayo de este año: “El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) alertó, con motivo del Día Internacional de la Biodiversidad, sobre la destrucción del ecosistema y el impacto de las alteraciones climáticas en el Mar Mediterráneo ”.[5] Según ese artículo, la pérdida de biodiversidad, los impactos de la crisis climática, sumados a la presión de los sectores económicos, pueden provocar cambios irreversibles en el Mediterráneo.

Este tipo de advertencias las vemos todos los días en los medios de comunicación, realizadas por estudiosos, científicos y organismos gubernamentales y no gubernamentales que estudian y monitorean la destrucción y las modificaciones de los ecosistemas, pues el mundo ya está en este desequilibrio desde hace décadas. Se utilizan más recursos naturales del planeta de los que este es capaz de regenerar, considerando los recursos renovables, pero también tenemos recursos no renovables que comienzan a escasear. La vegetación, por ejemplo, se corta a tal velocidad que, incluso si se intentara plantar otras especies mientras se destruyen los bosques, el ritmo de crecimiento no sería capaz de acompañar el ritmo de tala. Así como se capturan más peces de los que la especie es capaz de reproducir… y así sucesivamente. La llamada huella ecológica[6] promedio general del planeta es 1,5, es decir, el planeta necesita 1,5 años para regenerar los recursos renovables que se consumen en 1 año.

La sexta extinción está en curso

Algunos científicos afirman que, en los últimos 500 años, se ha desencadenado, y se ha acelerado en las últimas décadas, una destrucción de la biodiversidad del planeta, con una disminución poblacional que se compara en tasa y magnitud con las cinco extinciones en masa de especies vegetales y animales ya ocurridas en la historia del planeta.

En los (estimados) 4.500 millones de años de existencia de la Tierra, el planeta pasó por varios períodos en los que casi llegó a su fin. Estas catástrofes son caracterizadas por los paleontólogos como las mayores extinciones o extinciones en masa. En los últimos 500 millones de años, según estos estudiosos, la vida en la Tierra casi se ha extinguido cinco veces[7].

Estas cinco extinciones, en resumen, fueron: la primera, hace alrededor de 443 millones de años, en el Período Ordovícico, que extinguió entre 60% y 70% de las especies del planeta; la segunda, hace aproximadamente 354 millones de años, en el Período Devónico, que incidió sobre 75% de las especies; la tercera, ocurrió hace alrededor de 248 millones de años, en el Período Pérmico y aproximadamente 95% de las especies del planeta se extinguieron; la cuarta fue hace unos 200 millones de años, al final del Triásico, en el que desaparecieron alrededor de 85% de las especies; y la quinta, hace unos 65 millones de años, al final del Período Cretácico, que acabó con los dinosaurios (no voladores) y gran parte del resto de especies que existían en la época.

Para algunos científicos, ya estamos viviendo la sexta extinción, como consecuencia de las propias actividades humanas y del calentamiento global a ellas relacionado. Según los estudios desarrollados, «un creciente cuerpo de evidencias indica que las tasas actuales de extinción de especies son más altas que la tasa de fondo prehumana…»[8]. La tasa de fondo es la tasa normal de extinción en el planeta[9].

La sexta extinción puede ser más aniquiladora que las cinco anteriores, pues no es resultado de un hecho excepcional, sino consecuencia de un proceso que se ha venido amplificando a partir de la destrucción inherente al modo de producción capitalista. Y junto con la sexta extinción está el riesgo para la especie humana, ya que la vida humana en la Tierra está completamente condicionada por la biodiversidad para su sustento, ya que es parte de ella y al mismo tiempo dependiente de ella.

La sexta extinción, según los científicos, también es más aniquiladora debido a su rapidez. Según un estudio publicado en un artículo de PNAS[10]: … según la tasa de fondo de los últimos 2 millones de años, se espera que 2 especies se extingan en un siglo por cada 10.000 especies. Por lo tanto, para las 29.400 especies de vertebrados evaluadas en nuestro estudio, se esperarían 9 extinciones en los 150 años entre 1900 y 2050. En lugar de las 9 extinciones esperadas en el escenario hipotético, 1.058 especies se extinguirían hasta 2050. Por lo tanto, la tasa de extinción en 2050 sería 117 veces mayor que la tasa de fondo. 

De las 29.400 especies de vertebrados terrestres analizadas en este estudio, 515 ya están al borde de la extinción por tener menos de 1.000 individuos, quedando alrededor de la mitad de ellas con menos de 250 individuos. El informe de las Naciones Unidas sobre biodiversidad y servicios ecosistémicos estima que 25% de todas las especies están amenazadas de extinción, y parte de ellas en apenas décadas.

Al ser bombardeados por ideas negacionistas, uno podría pensar que el veinticinco por ciento es poco, sin embargo para quienes piensan sólo matemática e individualmente, es necesario considerar que cuando una especie desaparece tiene un impacto en todo el ecosistema, lo cual puede hacer que el proceso se acelere aún más. Como indica el mismo informe cuando dice que  “Los efectos de las extinciones se agravarán en las próximas décadas, en la medida en que las pérdidas de unidades funcionales, redundancia y variabilidad genética y cultural cambian ecosistemas enteros”.

A una pregunta formulada en una entrevista a Elizabeth Colbert, autora del libro La Sexta Extinción, sobre el debate de si estamos realmente en la sexta extinción, ella responde: “Para ser honesta, este es uno de esos debates donde creo que nos estamos concentrando en lo equivocado. Cuando tengamos respuestas definitivas a esta pregunta, es posible que tres cuartas partes de todas las especies de la Tierra hayan desaparecido. Realmente no queremos llegar al punto en el que definitivamente podamos responder a esa pregunta”[11].

¿De dónde viene tal destrucción?

Esta verdadera destrucción de los ecosistemas se produce por dos vías complementarias, como consecuencia directa e inmediata de las actividades de producción y reproducción de la vida en el sistema capitalista y a través del reflejo sistémico de potencialización de impactos.

Las principales causas de este aniquilamiento del planeta son la destrucción de bosques para actividades agrícolas, ganaderas, mineras, madereras, etc., que, al mismo tiempo que privan al planeta de bosques, que son los sumideros de carbono, también emite CO2 que alimenta el calentamiento global.

A esto se suma el tráfico ilegal de especies, que también se ha convertido en un negocio lucrativo dentro del capitalismo. Es considerada la tercera actividad ilícita más grande del mundo, una de las más rentables en la actualidad. El comercio ilegal se centra en animales raros para coleccionistas, para investigación y producción de medicinas, y para uso del cuero, las plumas, las garras y los colmillos por la industria de la moda. Además, según la Red Nacional de Combate al Tráfico de Animales Silvestres (Renctas – Brasil), 9 de cada 10 animales traficados mueren antes de llegar a manos del consumidor final.

Y esta explotación y destrucción desenfrenadas en busca de ganancias no sólo son insostenibles desde el punto de vista de la destrucción de los ecosistemas en sí, sino también desde el punto de vista de las posibilidades de proximidad con virus y bacterias con los que tomamos contacto a través de la destrucción de los bosques para campos de cultivo, la cría de animales y otras actividades, en los laboratorios de investigación genética para mejoramiento de la producción, en el tráfico de animales, etc…

El aumento de la producción de aceite de palma en Guinea-Bissau, por ejemplo, no solo destruyó bosques, sino que también provocó el brote de ébola en 2013. La gripe aviar y la gripe porcina se desarrollaron a partir del proceso de industrialización intensiva en la cría de aves y cerdos. El cambio en el clima global agregado a la destrucción de los bosques para este tipo de actividades económicas son responsables también por la concentración de murciélagos, considerados reservorios de virus, en áreas pequeñas y, en general, cercanas al ser humano.

El conjunto de estos procesos y sus consecuencias han generado ya 50 brotes epidémicos de enfermedades virales o bacterianas que han afectado al ser humano en los últimos treinta años, demostrando así que los impactos son sistémicos y se retroalimentan. Para quienes pensaban que faltaba el ser humano o se preguntaban qué tenemos que ver con eso, además de perder la fuente de supervivencia con la destrucción de los ecosistemas, ser víctimas de desastres y desequilibrios ambientales provocados por el calentamiento global, también hay una aceleración en el exterminio de los propios seres humanos y la pandemia del coronavirus es prueba de ello.

Los ricos destruyen y los pobres sufren las consecuencias

Ante las consecuencias que el colapso ambiental ha estado causando y se espera que cause, tanto los gobiernos como sus patrocinadores, los ricos, quieren hacernos creer que estamos en el mismo barco y que los impactos nos afectan de la misma manera. Lamentablemente, este argumento convence a un sector de la población y también de los ecologistas.

Pero es importante resaltar que todos estos impactos, resultantes de la destrucción de los recursos naturales del planeta, como la pérdida de viviendas; de tierras fértiles, forzando migraciones y provocando hambre; las epidemias y pandemias que se cobran la vida de millones de personas, afectan de lleno al ser humano pobre. Mientras tanto, el ser humano rico, responsable de esta devastación, tiene medios para protegerse. Estos impactos agravan las vulnerabilidades y aumentan las amenazas a las poblaciones más pobres en relación con las ricas, aumentando las grandes desigualdades que ya existen entre ellas, así como también las desigualdades entre países pobres y ricos.

La pandemia que estamos sufriendo es el ejemplo global más obvio de esto, aunque tenemos muchos otros ejemplos localizados sobre impactos de desastres ambientales o epidemias que se han cobrado o impactaron las vidas de millones de seres humanos pobres.

Aquí entra el sistema de producción y reproducción al que están sometidos los trabajadores, la población pobre y los recursos naturales del planeta, donde un puñado de ricos tiene como principal y único objetivo explotar los recursos naturales y la mano de obra para transformarlos en mercaderías destinadas únicamente a la ganancia, sin ninguna preocupación con la preservación del planeta y de la vida presente en él.

Múltiples fuentes de destrucción y un único culpable: el sistema capitalista, incapaz de revertir el proceso

En el capitalismo, los alimentos, las medicinas, la vivienda y todo lo que envuelve la vida se transforman en mercadería, que necesariamente tienen que generar la ganancia, que se concentra en manos de una minoría. Esta minoría se divide entre quienes niegan cualquier posibilidad de colapso ambiental del planeta y los que predican la ilusión de que el propio sistema es capaz de revertir la tendencia hacia ese colapso. Pero los dos sectores tienen un punto en común: el mantenimiento, a cualquier precio, de este sistema que los privilegia, incluso al costo al colapso del planeta y de la vida humana.

Entre quienes se denominan de izquierda, lamentablemente hay un sector de activistas y organizaciones que difunden esta idea de que el capitalismo sostenible es posible, fortaleciendo una ilusión cuanto menos peligrosa si consideramos la realidad actual y todo el histórico sobre este tema. El capitalismo, debido a su propia anarquía de funcionamiento, no es capaz de encajar en los marcos regulatorios ambientales en nivel mundial, ya que su dinámica es depredadora. No fue por falta de marcos regulatorios que la dinámica no se revirtió, sino porque la clase que hoy está en el poder es incapaz de hacerlo, ya que sería en su propio perjuicio.

Esto no quiere decir que sectores de la burguesía mundial no aprovechen las grandes inversiones públicas en áreas que buscan otra fuente de energía, como los coches eléctricos, que gobiernos como el de Biden están fomentando e invirtiendo, con el único objetivo de sacar provecho y ganancias de un dinero que es público. Iniciativas como estas pretenden fomentar ilusiones y tratar de apaciguar el movimiento ambientalista mientras continúa, en esencia, todo como está y empeorando, ya que a largo plazo el capitalismo siempre priorizará las ganancias. Incluso el desarrollo de una tecnología que aparentemente podría permitir menores impactos ambientales, como es el coche eléctrico, ya que utiliza baterías y energía eléctrica y en consecuencia no emite gas carbónico (CO2) durante su uso, sólo puede servir para llenar los bolsillos de algunos empresarios adinerados del sector automotriz, ya que en el mundo, la mayoría de los países aún utilizan carbón, gas natural y combustibles fósiles en su matriz energética. ¿La solución debería ser entonces inundar el mercado de coches eléctricos o discutir el modelo de transporte?

Nosotros seguimos diciendo que la única solución que realmente puede resolver el problema de la destrucción de los ecosistemas, así como el calentamiento global y con él la amenaza a la vida en el planeta, será el cambio del sistema capitalista al sistema socialista. Lo que nosotros trabajadores y trabajadoras y población pobre del planeta necesitamos es organizar a nuestra clase para impedir que un puñado de ricos, total minoría en el mundo, dirija nuestras vidas y la vida en la Tierra hacia una catástrofe. No podemos decir que esto nos tomó por sorpresa. Tenemos dos posibilidades: o cambiamos el sistema por completo por un verdadero sistema socialista mundial, o iremos a la barbarie de la que ya tenemos varias muestras.

Figura 1: https://revistaamazonia.com.br/sexta-extincao-em-massa-de-animais-selvagens/

[1]  https://www.pstu.org.br/brasil-perdeu-24-arvores-por-segundo-em-2020/

[2]  Revista de Direito da Cidade, vol 5, nº2, p. 106-136. Desafíos de la Convención sobre la diversidad biológica. Rosemary de Sampaio Godinho y Maurício Jorge Pereira da Mota.

[3]  ttps://www.wwf.org.br/natureza_brasileira/especiais/biodiversidade/dialogos_biodiversidade/metas/

[4]  https://brasil.un.org/pt-br/90967-relatorio-das-nacoes-unidas-alerta-para-perda-de-biodiversidade-sem-precedentes-na-historia

[5]  https://greensavers.sapo.pt/onu-alerta-para-a-destruicao-do-ecossistema-do-mar-mediterraneo/

[6]  La Huella Ecológica es una metodología de contabilidad ambiental que evalúa la presión del consumo de las poblaciones humanas sobre los recursos naturales. Lea más en: https://www.wwf.org.br/natureza_brasileira/especiais/pegada_ecologica/o_que_e_pegada_ecologica/

[7]  https://www.nationalgeographicbrasil.com/historia/2020/01/terra-passou-por-mais-extincoes-em-massa-do-que-imaginavamos

[8]  https://advances.sciencemag.org/content/1/5/e1400253

[9]  http://ecologia.ib.usp.br/evosite/evo101/VIIB1dMassExtinctions.shtml

[10]  Publicación oficial de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos (PNAS) en: https://www.pnas.org/content/117/24/13596#sec-6

[11]  https://www.nationalgeographicbrasil.com/meio-ambiente/humanos-sobreviverao-sexta-grande-extincao


[1] Restauración de ecosistemas y la sexta extinción – Liga Internacional de Trabajadores

[2] COP26: décadas de ‘bla, bla, bla’ capitalista – Liga Internacional de los Trabajadores

[3] ¿ La mejor “vacuna” contra la próxima pandemia? Proteger los espacios naturales y su biodiversidad – Liga Internacional de los Trabajadores

[4] La COP-16 se lleva a cabo en Colombia, mientras los capitalistas continúan destruyendo la naturaleza en todo el mundo – Liga Internacional de los Trabajadores

Traducción: Natalia Estrada.

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