«Con sangre escribimos a Palestina»

La frase del escritor y revolucionario marxista Ghasan Kanafani (1936-1972) –“con sangre escribimos a Palestina”– viene a la mente con el balance del primer mes de 2023 en Palestina: 35 vidas fueron arrancadas por las fuerzas de ocupación y colonos sionistas solamente en enero, seis de ellas de menores de 18 años. La resistencia heroica e histórica no se curva, por el contrario, a partir de la juventud, se eleva a otro nivel. “Si uno de nosotros es eliminado, otros diez vendrán en su lugar. Esta es la marca genuina de nuestra lucha, y ni la censura ni la simple complicidad cobarde han de apagarla”, revelaba el intelectual palestino Edward Said (1935-2003).
Por: Soraya Misleh
Son más de 75 años de resistencia, en medio de la continua Nakba (catástrofe cuya piedra angular es la formación del Estado racista de Israel el 15 de mayo de 1948 mediante limpieza étnica planificada). En este momento, a partir de los “hijos de Oslo” –jóvenes que ya nacieron bajo el signo de los desastrosos acuerdos de Oslo–, esa resistencia con tantos mártires y héroes como inspiración se ha dado incluso por la punta de un fusil, que puede también haber sido valientemente arrancado a su usurpador sionista, como sugieren algunas imágenes.
Firmados el 13 de setiembre de 1993 entre “Israel” y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), con intermediación del imperialismo estadounidense, los nefastos acuerdos de Oslo que germinaron esa resistencia armada, presentados con pompa y circunstancia al mundo como una paz gradual, no fueron más que una rendición de la dirección –el “Tratado de Versalles palestino”, en las palabras de Edward Said–. El resultado fue más libertad para que “Israel” promueva la agresiva expansión colonial sionista en curso, contando con uno de sus frutos: la Autoridad Palestina (AP), gerente de la ocupación, cuya cooperación de seguridad con el Estado sionista como consecuencia de Oslo no tiene otro fin que no sea reprimir la resistencia legítima por todos los medios. La AP forjó una nueva clase capitalista, una burguesía que lucra con la ocupación. La liberación nacional, del río al mar, jamás pasará por sus manos, como bien saben palestinos y palestinas.
Al lado de los regímenes árabes, imperialismo/sionista, la burguesía palestina compone los clásicos enemigos de la causa palestina identificados por Kanafani en su obra A revolta de 1936-1939 na Palestina (Editora Sundermann). Los primeros avanzan en la normalización con “Israel”, proyecto en curso que dio un salto a partir de Donald Trump y sus “Acuerdos de Abraham” –cuya continuidad y profundización es lo que mira ahora el primer ministro Benjamin Netanyahu, para solamente después “negociar la paz” con los palestinos sobrevivientes, que no representan a la totalidad de su pueblo y que están cada vez más desacreditados. En situaciones límite, como las que viven todos los días los palestinos, la conciencia se eleva: ellos saben que no hay paz sin justicia. Y justicia es derrotar el proyecto colonial sionista rumbo a una Palestina libre del río al mar, con el retorno de los millones de refugiados a sus históricas tierras.
De armas en mano
La muerte sigue al acecho en la continua limpieza étnica y el apartheid sionistas, y alcanza a todos (abarca también a niños y mujeres y ancianos): basta que sean palestinos. Pero hoy se depara con esa resistencia armada que, bajo el nombre “Guarida de los Leones” se concentraba inicialmente en reductos en Cisjordania, pero ahora se refleja incluso en Gaza, con jóvenes que utilizan sus símbolos y responden de inmediato a las masacres desde la estrecha franja sometida a un cerco inhumano hace 15 años y a los frecuentes bombardeos masivos o a cuentagotas.
Es decir, la “Guarida de los Leones” se extiende a todos los territorios ocupados en 1967, que engloban también la Ciudad Vieja de Jerusalén y que compone 22% del territorio histórico de Palestina tras la Nakba de 1948, en que el sionismo usurpó por la fuerza el otro 78%.
La primera aparición oficial del grupo armado se dio, conforme un reportaje de Al Jazeera, el 2 de setiembre de 2022, en un memorial en Nablus para dos de sus combatientes asesinados por las fuerzas de ocupación sionistas 40 días antes. La “Guarida de los Leones” ganó notoriedad por sus acciones directas, con ataques a los checkpoints, fuerzas de ocupación y asentamientos. “Israel” viene intentando destruirla desde entonces, pero parece que el efecto ha sido el opuesto.
Son jóvenes que no creen en las direcciones tradicionales, que dejan claro que no están vinculados a esos partidos o reciben órdenes de ellos. También afirman que quieren unir a los palestinos en resistencia. Varios, aún según el reportaje de Al Jazeera, pasaron por prisiones de la Autoridad Palestina, por “porte de armas”.
Todavía sin dirección revolucionaria, la que puede aún forjarse en la lucha, esa juventud que se amotina sabe que muchas veces su reacción al colonizador representa el martirio. Pero no hay opción. La opción es morir sin luchar o resistir para que todo su pueblo exista. Esos jóvenes dan su vida por la liberación nacional, pues todo lo que importa les fue arrancado violentamente: su tierra libre del río al mar y, con la brutal colonización, su mañana.
De los 35 asesinados por “Israel” en enero último, 16 fueron en los últimos cinco días del mes. En la noche del 25, uno de ellos fue muerto en la aldea de al-Ram, próxima a Jerusalén. El día 26, en una masacre más de las fuerzas de ocupación en campo de refugiados de Jenin, nueve palestinos perdieron la vida, incluida una mujer de 60 años, y otros 20 quedaron heridos, por los menos cuatro de ellos gravemente.
Anas Huwaisheh, corresponsal de un canal local, afirmó al portal Middle East Eye que las escenas a que asistió le recodaban la masacre de Jenin en 2002, durante la Segunda Intifada (levante popular palestino iniciado el 28 de setiembre de aquel año, luego de la provocación del carnicero sionista Ariel Sharon al invadir la Explanada de las Mezquitas, lo cual duró hasta febrero de 2005. “Los sonidos de las balas y los tiroteos eran intensos y las nueves de humo cubrían el cielo. La ocupación israelí cortó la electricidad, la internet y la red de telefonía celular durante el ataque. Eso muestra que fue planificado”, destacó Huwaisheh.
Ambulancias y paramédicos no consiguieron garantizar los primeros auxilios debido a la restricción de acceso por los mismos que promovieron la matanza, que disparaban tiros de advertencia e impedían la aproximación. El Hospital Público de Jenin fue invadido por las fuerzas de ocupación, que, según relatos, tiraron bombas de gas lacrimógeno en el ala de pediatría.
Al día siguiente, un joven palestino, Saleh Ali, de apenas 17 años de edad, abrió fuego contra un asentamiento en Nabi Yakoub, en la Ciudad Vieja de la Jerusalén ocupada. Derribó ocho colonos e hirió a otros 23, antes de ser muerto por las fuerzas sionistas. Son jóvenes que crecieron humillados, subyugados, viendo a sus familiares y amigos ser muertos, presos y torturados, sus casas y aldeas demolidas, bajo los ojos y las acciones cómplices de la llamada “comunidad internacional”. La resistencia es parte de su nacimiento hasta la muerte. Y, cuando pierden la vida, otros diez se levantan pues –parafraseando a Karl Marx en El Manifiesto Comunista– “nada tienen que perder, a no ser sus cadenas”.
En 2022, “Israel” asesinó a más de 220 palestinos, entre ellos a 53 niños solamente en Cisjordania. La ardua resistencia es forjada con lágrimas, sangre y sudor, pero mucha dignidad, determinación, firmeza y persistencia (sumud, en árabe).
Es cierto, como enseñan los padres y abuelos que vivieron la Nakba de 1948, que por Palestina pasaron muchos ocupantes a lo largo de su historia milenaria, pero nadie permaneció indefinidamente. Tierra estratégica, en el corazón de Medio Oriente y el Norte de África, rica en petróleo, para tránsito de mercaderías rumbo a Europa, Asia y África, siempre fue objeto de codicia de los imperialismos. Pero ninguno de ellos dura para siempre. El imperialismo estadounidense y su enclave militar “Israel” –a quien destina miles de millones de dólares anualmente para sus tecnologías de muerte, colonización y apartheid– no pueden derrotar a un pueblo que transmite resistencia de generación en generación, y la exhala en cada simple movimiento.
La “Guarida de los Leones” es parte de ese proceso, en las palabras del periodista palestino Ramzy Baroud, un fenómeno popular que se extiende día a día. “Aquellos que entienden la historia de la resistencia palestina saben que la Guarida de los Leones es el comienzo de algo mucho mayor y que una rebelión armada palestina en toda Palestina es ahora inminente”, declaró, según el Palestine Chronicle.
La sangre derramada todos los días en su tierra fermenta una Intifada que acecha hace años, y que tiene potencial de hacer emerger una nueva ola de revueltas en la región de un pueblo árabe oprimido y explotado que tiene también la causa palestina como suya. El escenario está abierto, mientras el sionismo se hunde cada vez más en su crisis.
Traducción: Natalia Estrada.