Mié Oct 09, 2024
9 octubre, 2024

Celebramos la liberación de los presos, pero ¡Que se vaya Ortega, no los luchadores!

Declaración de las secciones de Centroamérica

La dictadura de Daniel Ortega desterró a más de 200 presos políticos el jueves 9 de febrero. Sin recibir mayores explicaciones, las personas, entre las que se encuentran activistas independientes, estudiantes, dirigentes campesinos, sindicalistas y periodistas, fueron sacados de las cárceles y subidos en un avión hacia Estados Unidos.

En el país norteamericano permanecerán con asilo político durante dos años, aunque sin permisos de trabajo, debiendo incorporarse a los programas migratorios regulares con sus tarifas económicas altas y sin otro tipo de beneficio.

Por otro lado, se les remueve la nacionalidad nicaragüense y cualquier posibilidad de retornar a su país. Desde el mismo momento, la justicia de ese país los declaró “traidores de la patria” y en un comunicado oficial se afirma la decisión por considerar a estos presos políticos como culpables “por menoscabar la independencia, la soberanía y la autodeterminación del pueblo, por incitar a la violencia, al terrorismo y a la desestabilización económica”.

Lo de Ortega es una maniobra consciente y típica del estalinismo: negar su estatus de ciudadano de un país para negarle cualquier derecho político. Con esto pasan a engrosar las filas de los exiliados nicaragüenses en todo el mundo. El imperialismo y el mismo régimen pretende limpiar su imagen con esta medida, pero para nosotros continúa siendo una dictadura capitalista contra el pueblo trabajador.

Desde las secciones centroamericanas que integran la Liga Internacional de los Trabajadores celebramos la salida de la cárcel como un fruto de la denuncia permanente de los nicaragüenses en el exilio contra la dictadura. Pero al mismo tiempo, creemos que es parte de un acuerdo entre el régimen y el imperialismo gringo para maquillar la actuación del régimen contra el pueblo trabajador.

Celebrar esta salida de la cárcel no quiere decir que reivindiquemos a Ortega por esta medida. Claro que es una victoria que estén fuera, pero eso no nos debe llevar a pensar que estamos ante un cambio en la situación del régimen. Como se vio con anterioridad, lo que se trata en este caso es una expulsión, un destierro que les quita de todos sus derechos políticos a las 220 personas.

En Nicaragua hay una sanguinaria dictadura capitalista que mata y persigue cualquier disidencia. La represión no cesa en el país desde el 2018, año del histórico levantamiento popular contra la dictadura que solo pudo ser apagado por un baño de sangre con casi 700 asesinados, cientos de desaparecidos, miles de desplazados y pérdida de todas las libertades democráticas a quienes permanecen en Nicaragua.

Esta situación se mantiene hasta hoy, muestra de ello es que aún quedan 34 presos políticos en las cárceles del país. Destaca la condena a 26 años de cárcel al obispo Rolando Álvarez que iba en ese paquete de liberados, pero quien decidió permanecer en Nicaragua y a quien de igual forma se le quitó la nacionalidad.  

También señalamos la actitud hipócrita del imperialismo estadounidense, el cual aprovechó para celebrar la medida y decir que es una buena señal de Ortega. Este discurso contrasta con la realidad porque tanto el gobierno Trump y ahora Biden nunca han dejado de hacer negocios con la dictadura y se han negado a implementar sanciones contundentes. Igual actitud tienen las potencias europeas como por ejemplo el Estado Español que se subió al coro de apoyos al ofrecer asilo y nacionalidad española a los y las exiliadas.

Tanto como no hemos dejado de denunciar ni un solo minuto la dictadura de Ortega y no le debemos nada de agradecimiento por esta medida, así también lo hacemos con el imperialismo que mantiene intacta su política de expoliación y saqueo de nuestros países y además de ponerse del lado de los diferentes regímenes que les garantizan sus negocios.

El gobierno Biden es una continuidad de la política del imperialismo hacia Ortega, que es buscar una salida desde los marcos de la diplomacia mientras se sigue manteniendo la represión y la eliminación de las libertades democráticas. Biden sabe que un levantamiento similar al de 2018 podría llevar al cuestionamiento de la dominación imperialista en la región, por lo cual mantiene su política de pactar con la dictadura Orteguista.

En este contexto, la CELAC no se pronuncia sobre los problemas democráticos que existen en Nicaragua. Como todos los demás organismos del imperialismo y la burguesía regionales, se limitan a celebrar la medida y hacer saludos a la bandera, sin asumir a fondo la lucha por la liberación de todos los presos políticos, ni contra la dictadura.

Los voceros del imperialismo, los grandes medios internacionales y de la derecha mundial intentan colocarse como los defensores de los derechos humanos y la libertad y ponen todo su empeño en denunciar lo que sucede en Nicaragua, pero no vemos esa misma actitud para denunciar la persecución y la situación de los presos políticos en Chile en las movilizaciones de 2019 u Honduras con el narcogobierno de JOH. La lucha por la liberación de los presos políticos debe ser bandera de los pueblos oprimidos contra los gobiernos capitalistas, ya sean dictaduras como la de Ortega, Maduro y Díaz Canel en Cuba, como en los casos donde existen regímenes mal llamados democráticos como en Chile, donde hay un gobierno que se dice progresista pero sigue teniendo los presos políticos de Piñera.

La liberación de los presos políticos en Nicaragua nos recuerda la vigencia de esta lucha en todo el mundo. El capitalismo utiliza el estado como herramienta de represión y dominación para eliminar cualquier rastro de oposición. La mal llamada “justicia” es en realidad una justicia para los burgueses: los dueños de los medios de producción, los banqueros y los terratenientes, mientras que al pueblo que lucha lo esperan las cárceles y la criminalización de la protesta.

En Centroamérica no solo tenemos a la dictadura de Ortega, sino también un gobierno bonapartista como el de Nayib Bukele en El Salvador, que ha ejercido una enorme represión a activistas y dirigentes del movimiento sindical y popular utilizando las leyes aprobadas a su medida para apresar dirigentes sindicales y líderes comunales pues tiene controlados los poderes de la República en favor de los negocios de los grandes capitalistas nacionales y extranjeros.

En Costa Rica, ante los asesinatos de dirigentes indígenas, la justicia desarrolla procesos largos y muchas veces impunes como es el caso de Sergio Rojas, además, persigue a los luchadores y luchadoras con leyes que limitan el derecho a huelga. El estilo autoritario de Rodrigo Chaves es parte de esta tendencia regional hacia el autoritarismo que desde los sectores populares no debemos dar tregua.

En Honduras también existe una política sistemática de asesinatos y persecución a los líderes. Recordemos el asesinato de Berta Cáceres y decenas de dirigentes populares por parte de las fuerzas represivas del Estado, con la total complicidad de los gobernantes y su sistema judicial. No olvidemos a Santos Hipólito Rivas y su hijo Javier, y muchos otros activistas asesinados durante el gobierno de Xiomara.

Por eso las secciones centroamericanas de la Liga Internacional de los Trabajadores celebramos que los 220 presos políticos hayan salido de la cárcel como una victoria del movimiento por la liberación de presos políticos. Demandamos que a estas personas se les restablezcan su derecho a la ciudadanía y la posibilidad de regresar a su país; además, no olvidemos que aún quedan 34 presos políticos, por lo cual exigimos su total liberación.

Para conquistar la verdadera libertad, se debe ir Ortega, no los presos políticos. Por eso creemos que hay que luchar por la caída de la dictadura.  Los trabajadores y el pueblo nica precisan librar una batalla heroica como lo hicieron en 2018. Tal resistencia tuvo la debilidad de no llevar el enfrentamiento hasta el final, no profundizar los tranques, desarrollar la huelga general ni la autodefensa armada en los barrios. La lucha debe conducir a la victoria definitiva hasta la caída del régimen mediante los métodos revolucionarios.

Necesitamos tomar como bandera la lucha de la región contra las dictaduras, que incluya los exiliados, para destruir el Estado burgués sacar del poder a los burgueses y opresores mediante una revolución socialista, no por la vía de la diplomacia. De esta manera llevaremos a cabo la expropiación de la burguesía y mediante un gobierno de los trabajadores poner los medios de producción y las riquezas para solventar las necesidades de los sectores populares.

Para eso necesitamos construir un partido revolucionario en Nicaragua que conduzca a la derrota contra la dictadura y del capitalismo, como parte fundamental de la revolución centroamericana. Ante el apoyo de la dictadura por parte del estalinismo y la complicidad de los partidos reformistas, ahora más que nunca debemos construir una dirección revolucionaria en Centroamérica que dé una lucha sin cuartel contra las dictaduras y la dominación capitalista.

Partido de los Trabajadores – Costa Rica

Partido Socialista de los Trabajadores – Honduras

Plataforma de la Clase Trabajadora – El Salvador

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