Vie Mar 29, 2024
29 marzo, 2024

Breves apuntes sobre juventud desde una perspectiva marxista

Hay mucho debate sobre el significado del concepto de juventud. Cada área del conocimiento humano da una definición con su recorte metodológico y con sus delimitaciones. Así, tenemos definiciones meramente psicológicas, antropológicas/culturales, biológicas o sociológicas, etc.

Por: Júlio Anselmo, para Teoria & Revolução

A pesar de eso, un hecho inequívoco del cual podemos partir es que se trata de un concepto construido históricamente y guarda relaciones profundas con las propias condiciones económicas y sociales. A pesar de que la juventud es una faja etaria en la vida de cualquier persona, la relación que la sociedad establece con sus jóvenes es construida históricamente y a partir de las condiciones económicas y sociales existentes. En realidad, la propia noción de juventud se altera a lo largo de la historia y de las distintas formaciones socioeconómicas.

Por ejemplo, hubo épocas, como en la Edad Media, en que la juventud ni siquiera existía como categoría delimitada de la vida de un ser humano. Los que tenían la faja etaria de los que hoy denominamos jóvenes eran considerados “viejos en miniatura”.

Esto no se da por casualidad. Como afirma Marx:

“(…) una relación históricamente creada con la naturaleza y de los individuos unos con los otros que a cada generación es transmitida por su predecesora, una masa de fuerzas productivas, capitales y circunstancias que, por un lado, es de hecho modificada por la nueva generación, pero que por otro lado también les prescribe sus propias condiciones de vida y le da un determinado desarrollo, un carácter especial, muestra, por lo tanto, que las circunstancias hacen a los hombres tanto como los hombres hacen las circunstancias”.

El nivel de desarrollo de las fuerzas productivas, por lo tanto, guarda una profunda relación con la propia noción de juventud. Ya que en un modo de producción donde no había el altísimo nivel de producto excedente, cuando la economía humana se rebatía por el problema de la escasez más o menos permanente, donde las crisis económicas eran inevitablemente crisis ligadas a la subproducción, no había posibilidad para la división etaria en el sentido de existir una edad preparatoria para la vida adulta como la noción que concebimos hoy. Por ejemplo, la participación de toda la familia en la producción, en la Edad Media era una necesidad imperiosa por el nivel de las fuerzas productivas hasta entonces. Obvio que hay posiblemente excepciones en sociedades de clases donde podría hasta existir algún nivel de faja etaria preparatoria para las clases propietarias o elites, pero incluso en ese caso no tenía el mismo significado dado actualmente.

Es posible hablar de una definición psicológica de la juventud solo en el mismo sentido en que hablamos de una definición psicológica del ser humano en general. O sea, es obvio que el joven por ser joven tiene características y necesidades distintas del adulto o el anciano. Y se relaciona psicológicamente con el mundo a su alrededor de forma diferente, específica, dotado de algunas características comunes en lo general. Pero, el contenido de esta diferencia no lo define o determina por sí solo, y es también construido socialmente.

También existen aquellos teóricos que parten de los aspectos biológicos y reducen el concepto de juventud a eso, a través del estudio del mero funcionamiento fisiológico, neurológico, alteración hormonal, sexual, etc., propio de cada edad. Este tipo de razonamiento es similar a un materialismo vulgar. Quien niegue este aspecto biológico y material del desarrollo del ser humano, negará la propia realidad.

Mientras tanto, el problema es aislar este aspecto y tratarlo como la totalidad de lo que es ser joven. Cuando definimos juventud como una etapa de la vida, una faja etaria inherente a todos los seres humanos, nos apoyamos justamente en este aspecto biológico, pero el propio recorte etario es construido también socialmente.

Es evidente que decir que la juventud es construida socialmente no quiere decir que ser joven no depende de esas condiciones biológicas y psicológicas. Este tipo de interpretación lleva a idealismos del tipo de que ser joven es un “estilo de vida” o un conjunto de características independientes de la edad.

Vale mencionar que es posible considerar joven y viejo como términos relativos, que cambian en relación con el referencial, como afirma Bourdieu. O sea, alguien siempre será joven con relación a alguien. Mientras tanto, tal argumento solo es posible desconsiderando los elementos biológicos, psicológicos y la faja etaria. Y tratando la definición del joven apenas como referencial de comparación entre edades. Entonces, solo así el concepto de juventud sería propiamente solo una palabra, como defiende Bourdieu.

Pero, para nosotros, juventud no es solo una palabra. Ella nos ayuda a comprender la realidad si tomamos que juventud es una faja etaria inherente a la vida de todo ser humano, con determinaciones biológicas y psicológicas, pero que su significado y su construcción se dan sobre la base de condiciones económicas, sociales e históricas. Justamente por eso es que el próximo paso es buscar comprender la juventud por la perspectiva de su relación con las clases sociales.

Juventud y clase social

La juventud es una faja etaria peculiar, intermedia entre la infancia y la edad adulta. La concepción moderna del término fue ganando la connotación de edad transitoria donde hay una preparación para el mundo “adulto”. No en vano este sentido fue siendo desarrollado a lo largo del siglo XX sobre la base de cambios materiales importantes en el capitalismo y, por ejemplo, al mismo tiempo que se desarrollaba la noción de edad escolar. O sea, aquí la noción de juventud tiene que ver con la masificación de la enseñanza y el crecimiento, aunque mínimo, del acceso a la universidad.

Esta característica de la juventud como fase preparatoria es comúnmente idealizada. Y aquí estamos tratando de las cuestiones referentes a la relación del individuo joven con el mundo adulto. Así, dicen que es en la juventud que el propio individuo comienza a definirse y a planear lo que quiere ser. Mientras tanto, jóvenes de diferentes clases sociales tienen una preparación completamente distinta, podemos decir que hasta opuesta.

Este tipo de abordaje, generalizador, abstrayendo las contradicciones, ignora la relación de la juventud con los múltiples factores económicos y sociales que la determinan, siendo el más relevante las clases sociales. Hay diferencias entre la juventud masculina y femenina, entre la juventud del Hip Hop y la Indie, en fin, hay una diversidad de recortes que podemos distinguir. Mientras tanto, sin entender la base social, de clase, quedamos miopes para comprender la complejidad del sector que denominamos juventud.

Marx, en La ideología alemana, nos da la clave para entender esta importancia:

“Los individuos partieron siempre de sí, pero, naturalmente, de sí en el marco de sus contradicciones y relaciones históricas dadas, no del individuo “puro” en el sentido de los ideólogos. Pero en el curso del desarrollo histórico, y precisamente por la autonomía de las relaciones sociales, que es inevitable en el marco de la división del trabajo, sobresale una diferencia entre la vida de todos los individuos en cuanto ella es personal y en la medida en que ella está subordinada a cualquier rama del trabajo y a las condiciones respectivas. (Esto no debe ser entendido como si, por ejemplo, quien vive de rendimientos, el capitalista, etc., dejasen de ser personas; pero su personalidad está condicionada y determinada por relaciones de clase muy bien definidas, y la diferencia solo se hace patente en el antagonismo de cara a una u otra clase, y para ellos mismos solo cuando quedan arruinados.)”.

Entonces, hablar de juventud en abstracto se refiere apenas a una faja etaria inherente a todo ser humano y no hay ningún contenido político o social determinado. Juventud, por lo tanto, no es una clase social, sino un sector de la sociedad donde se expresan las distintas clases. Referirse a “juventud en general” parte como presupuesto de un nivel de abstracción e idealización gigantesco sobre cuál clase social de la juventud se está realmente hablando.

Por el hecho de que la definición de las clases sociales es fundamental para la comprensión de la realidad, esta precisión tienen una importancia decisiva. Y por la observación empírica podemos testificar el altísimo grado de heterogeneidad conflictiva y contradictoria entre la juventud. Es tan cierto que la juventud refleja las diferencias, que la misma es dilacerada por los conflictos de clase sin que haya una identificación ni en las necesidades o intereses más elementales. Por ejemplo, al compararse la vida y la ubicación social, así como las necesidades, de un estudiante universitario burgués y la de un trabajador obrero, se hace bien concreto todo lo que estamos afirmando.

Pero hay también dificultades en la determinación de clase del joven si utilizamos la definición marxista que es el papel que cumple en la producción social. Lenin y Krupskaia, en el inicio del siglo XX, definen como joven proletario a todo aquel que vive de la venta de su fuerza de trabajo. Mientras tanto, el propio Trotsky resalta, en otro momento, la importancia del origen social del joven. Entonces, aquí debemos cruzar dos elementos: el origen social del joven y la actividad económica que desempeña. Así, tenemos un panorama más fiel para la definición de la clase social en la juventud bajo perspectiva marxista.

Hay, por lo tanto, una infinidad de matices que cambian y mucho para precisar una definición sobre juventud. Tomando en cuenta que partimos del corte de clase podríamos decir que la juventud pasa por jóvenes que solo estudian; que estudian y trabajan; o solo trabajan; y aquellos que ni estudian ni trabajan. Entrelazamos la actividad con el origen de clase: joven burgués, proletario o pequeñoburgués. Pero para una definición más precisa aún debemos incorporar en nuestro análisis la diferencia entre los sectores oprimidos en la juventud (negros, LGBTs y mujeres), bajo la óptica también del corte de clase, por ejemplo, que se hace evidentemente expuesto cuando analizamos jóvenes LGBTs burgueses y jóvenes LGBTs proletarios, y las diferencias en que esta definición de clase los sitúa. Suscitamos estos aspectos porque estos son los puntos fundamentales en lo que hace a la inserción del joven en el capitalismo, pues está ligada al tema de la explotación y la opresión. Como afirmamos arriba, podríamos suscitar otras diferencias como las culturales, pero todas las demás son mejor comprendidas a partir de este encuadramiento.

Bourdieu, como es propio de su filosofía, transforma lo relativo en relativismo. Y frente a las distintas particularidades en la juventud niega la totalidad. Para él, por lo tanto, no hay juventud, sino “juventudes” que son un aglomerado de particularidades que podemos agrupar o desagrupar a nuestro arbitrio. La principal diferencia en relación con eso es que no recortamos la juventud a nuestro arbitrio sino que partimos de las clases sociales justamente por ser un elemento fundamental para la comprensión de la realidad social. Y es el único camino para darnos una comprensión más justa sobre cómo los revolucionarios y socialistas actúan sobre este sector tan complejo. Eso no niega el carácter relativo de varias determinaciones, apenas es un esfuerzo teórico por ubicar cada determinación en su papel y la implicancia de una a otra como trataremos abajo.

Las características de la juventud

Existen características que popularmente son tomadas como propias de la juventud. Por ejemplo, rebeldía, propensión a la explosión, pulsión, anhelo de transformación, inconformismo, y más susceptibilidad a ideas innovadoras, etc. Hay quien atribuye tales características a los elementos psicológicos o hasta neurológicos, como la explosión hormonal, la descubierta sexual, o incluso el desarrollo de áreas encefálicas.

En realidad, agregamos un aspecto más. Desde que nacemos, aprehendemos el mundo en que vivimos, no solo lo natural sino también lo social. Y las miles de generaciones anteriores a la nuestra construyeron la sociedad en que vivimos. La juventud asimila las conquistas y las derrotas de la generación anterior. Y la juventud proyecta su vida.

Varios pensadores infieren que es por esta característica de proyectar la vida, o sea, de soñar, junto con el hecho de asimilar el mundo de la generación anterior y, por lo tanto, partir de otro nivel, que los jóvenes esculpen aquellas características difundidas como propiamente suyas. Es correcto si hacemos este análisis partiendo de las diferencias en lo que hace a las clases sociales, las circunstancias históricas, económicas y sociales.

Cada joven pasa por la juventud de acuerdo con sus posibilidades, dadas por su clase social. La juventud burguesa tiene tiempo y recursos para proyectar y prepararse de la mejor manera posible para la vida. Los jóvenes de la pequeñoburguesía hacen proyectos con todas las oscilaciones características. Los jóvenes proletarios también proyectan una vida para sí con las características de las necesidades de su clase. Pero aquí hay una diferencia, muchos de los jóvenes proletarios ni siquiera tienen condiciones de proyectar nada y luchan por la subsistencia, no tienen ninguna perspectiva a no ser hacerse un trabajador lo más rápido posible. Siendo así, la propia asimilación del mundo de las generaciones anteriores es mediada por el corte de clases.

El propio derecho o noción de juventud es negado al conjunto de los jóvenes proletarios. Por ejemplo, basta citar los que desde la más tierna edad tienen responsabilidades de vida adulta o viven en situaciones degradantes de explotación infantil, etc. Para el joven proletario, el propio derecho a la juventud, como fase preparatoria e intermedia, es negado o como mínimo relativizado.

El hecho de que muchos de los jóvenes de origen proletario sean obligados a componer parte del ejército industrial de reserva, siendo marginalizados por el capitalismo, relegados a la cruel cara del trabajo infantil, seducidos al crimen o incluso a la mendicidad, solo prueba la brutalidad de la sociedad capitalista, que condena a una parte de la juventud a no tener una conquista civilizatoria asegurada como es el derecho a la juventud.

Aun cuando el conjunto de los jóvenes proletarios o los que llegan al punto de ser marginalizados tengan sus derechos a la juventud atacados, pues la fase preparatoria entra en choque con el brutal nivel de explotación y la búsqueda por la sobrevivencia, estos jóvenes en algún nivel también se identifican como jóvenes. Esta es la contradicción a ser expuesta: son jóvenes que no tienen el derecho de ser jóvenes. Lo interesante es notar que a pesar de eso consiguen crear un vínculo de identidad, por ejemplo, a través de la cultura funk o el hip hop, y hasta incluso como grupo social con características comunes en la forma de hablar sobre la percepción del mundo.

Aquí, una salvedad. No quiere decir que el trabajo quite a la juventud el derecho de ser joven. El problema es el trabajo destinado al joven en el capitalismo (que cumple ese papel por el nivel de explotación, por la alienación, por las necesidades materiales, por no contribuir para la formación del individuo). La juventud debe tener derecho al trabajo, pero con derechos sociales asegurados, ligados a sus necesidades educacionales, que ayude a su formación como ser humano y no que dilacere su cuerpo y su mente. El punto es que eso solo es posible con el socialismo. Por eso se hace tan importante la lucha por condiciones dignas de trabajo para la juventud en el capitalismo.

Por eso, Marx afirmaba lo siguiente:

“En una sociedad racional, cualquier niño debe ser un trabajador productivo a partir de los nueve años, de la misma forma que un adulto en posesión de todos sus medios no puede escapar a la ley de la naturaleza, según la cual aquel que quiere comer tiene que trabajar, no solo con su cerebro sino también con sus manos. Sin embargo, por ahora, vamos a ocuparnos solamente de los niños y de los jóvenes de la clase obrera. (…)

Sería óptimo que las escuelas elementales iniciasen la instrucción de los niños antes de los nueve años. Sin embargo, por ahora solo nos preocupamos con antídotos absolutamente indispensables para resistir a los efectos de un sistema social que degrada al obrero hasta el punto de transformarlo en un simple instrumento de acumulación de capital y que fatalmente convierte a los padres en mercaderes de esclavos de sus propios hijos. Los derechos de los niños, y de los adultos, tendrán que ser defendidos, ya no pueden hacerlo ellos mismos. De ahí el deber de la sociedad de combatir en su nombre.

Si la burguesía y la aristocracia se descuidan de los deberes con sus descendientes, esto es problema de ellos, el niño que disfruta los privilegios de esas clases está condenado a sufrir sus propios prejuicios.

El caso de la clase obrera es completamente diferente. El trabajador individual no actúa libremente. Muchas veces es demasiado ignorante para comprender el verdadero interés de su hijo en las condiciones normales del desarrollo humano. No obstante, el sector más culto de la clase obrera comprende que el futuro de su clase y, por lo tanto, de la humanidad, depende de la formación de la clase obrera que ha de venir. Comprende, antes que todo, que los niños y los adolescentes tendrán que ser preservados de los efectos destructivos del actual sistema. Eso solo será posible mediante la transformación de la razón social en fuerza social y, en las actuales circunstancias, solo podemos hacerlo a través de las leyes generales impuestas por el poder del Estado. Imponiendo tales leyes, la clase obrera no hará más fuerte el poder gubernamental. Al contrario, hará del poder dirigido contra ella, su agente. El proletariado conseguirá entonces, con una medida general, lo que intentaría en vano con muchos esfuerzos de carácter individual.

Partiendo de esto, afirmamos que la sociedad no puede permitir que padres y patrones empleen, en el trabajo, a niños y adolescentes, a menos que se combine este trabajo productivo con la educación”.

Por fin, no negamos los elementos característicos del joven tratados por la neurología, la psicología y los elementos naturales como un todo. Y comprendemos el aspecto sociológico de la inserción del joven en la sociedad. Es verdad que una parte de la juventud, bajo determinadas circunstancias históricas y sociales, expresa tales características que le son atribuidas comúnmente. Pero en tiempos distintos o sobre otras circunstancias históricas y sociales es posible expresar exactamente lo contrario y ser el lazo conservador de la sociedad. Aquí pesan más las circunstancias concretas y la definición de cuál sector de la juventud hablamos que una característica permanente e innata de la juventud.

O sea, la juventud no es revolucionaria ni reaccionaria por naturaleza. No tiene cómo transferir mecánicamente para la política o para una caracterización del papel de la juventud en la sociedad las características enunciadas como propias. Es decir, es equivocado sustituir el análisis concreto de las relaciones sociales, económicas, culturales y políticas en que están insertos los jóvenes en determinada circunstancia por una definición idealista, utilizando parámetros como el comportamiento de los jóvenes, el estilo de vida, la pulsión por esto o aquello.

Lucha generacional y lucha de clases

Bourdieu, tomando como base su definición de juventud y en la tentativa de interpretar el fenómeno vivo y dialéctico de las sucesiones de generaciones, afirma que hay intereses propios de cada generación y que estas están en lucha o en choque. Para él, hay una lucha de jóvenes contra viejos y viceversa. Y para eso, él define, arbitraria e idealmente, qué serían esos jóvenes y viejos en lucha, dejando aún en el aire el concepto de generación, que tal vez sea todavía más complejo que el de juventud.

No hay una lucha de jóvenes contra viejos, en el sentido de unificar a los jóvenes de todas las clases contra los viejos de todas las clases. Hay sí una lucha de clases encarnizada de la cual los jóvenes deben tomar parte, y cada uno la toma defendiendo sus intereses de clase. Existen jóvenes burgueses, pequeñoburgueses y proletarios que luchan con sus clases entre sí y se “enfrentan”, a partir de su clase social, también con el “mundo adulto”.

Lo central de la concepción de Bourdieu es que orientado por su filosofía plantea el conflicto entre generaciones por encima del conflicto de clase, pese a que identifique la heterogeneidad de la juventud, incluso en lo que respecta a las clases sociales. El autor toma como punto de partida el conflicto generacional y no se basa en la lucha de clases como punto nodal de cualquier conflicto.

Es evidente que para que el joven se ubique en el mundo hay una lucha generacional, hay conflictos, etc., pero esto es limitado y equivocado para la comprensión de la realidad si no se toma como base la lucha de clases. Los conflictos generacionales solo pueden ser comprendidos en este contexto.

“Esta suma de fuerzas de producción, capitales y formas de intercambio social, que todos los individuos y todas las generaciones encuentran como algo dado, es el fundamento real de aquello que los filósofos han representado como “sustancia” y “esencia del Hombre”, de aquello que han hecho apoteótico y combatido, un fundamento real que de ningún modo es afectado en sus efectos e influencias sobre el desarrollo de los hombres por el hecho de que estos filósofos se rebelaran contra él como “Conciencia de sí” y el “Único”. Estas condiciones de vida que las diferentes generaciones ya encuentran vigentes son las que deciden, también, si la conmoción revolucionaria periódicamente recurrente en la historia será suficientemente fuerte o no para tirar abajo la base de todo lo existente, y cuando estos elementos materiales de una revolución total –o sea, por un lado las fuerzas productivas existentes; por otro, la formación de una masa revolucionaria que hace la revolución no solo contra estas o aquellas condiciones de la sociedad anterior sino contra la propia “producción de la vida” vigente hasta ahora, contra la “actividad total” en que se basaba– no están presentes, entonces es completamente indiferente para el desarrollo práctico que la idea de esta transformación profunda ya haya sido expresada centenas de veces, como prueba la historia del comunismo”.

En el próximo artículo expondremos, a la luz de esta comprensión, cuál es la relación entre el partido revolucionario y el movimiento de juventud, el papel de esta en la lucha revolucionaria y su relación con la clase obrera, según Lenin, Krupskaia, y las elaboraciones de los cuatro primeros congresos de la Tercera Internacional.

Referencias bibliográficas

MARX, Karl. Instrucciones a los delegados del Consejo Central Provisorio, AIT, 1868. En: MARX, K. ; ENGELS, F. “Textos sobre educación y enseñanza”, 2° ed.

ENGELS, Friedrich; MARX, Karl. La ideología alemana, San Pablo: Boitempo, 2007.

Traducción: Natalia Estrada.

Artículo publicado originalmente en portugués para Teoria & Revolução, sección Juventud, 21 de agosto de 2017.

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