Mié Oct 16, 2024
16 octubre, 2024

Biden reafirma el apoyo incondicional del imperialismo yanqui al sionismo

El presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, realizó este miércoles una visita relámpago a Tel Aviv. Su llegada ocurría no solo en el contexto de la ofensiva a gran escala del Estado de Israel contra el pueblo palestino, principalmente en Gaza, sino después del ataque sionista al hospital Al Ahli al Arabi, que dejó al menos 500 víctimas según denuncian las autoridades palestinas.

Por Daniel Sugasti

Hubo quienes dijeron que, entre las intenciones de Biden, estaba la de contener la brutalidad de la previsible invasión a la Franja y, con ello, evitar una escalada del conflicto en toda la región. Otros decían que iba a “negociar la paz”. Nada más alejado de la realidad.

Biden reiteró, como era esperado, un apoyo sin fisuras a Israel y al gobierno liderado por el primer ministro Benjamín Netanyahu, considerado de extrema derecha incluso para parámetros sionistas: “Vamos a seguir respaldando a Israel mientras defendéis a vuestro pueblo, vamos a seguir trabajando con vosotros y con los aliados en toda la región para evitar más tragedias a civiles inocentes. Hace 75 años [en 1948], los fundadores de Israel dijeron que esta nación debía basarse en la libertad, la justicia y la paz. Libertad, justicia y paz. Estados Unidos está de vuestro lado en vuestra defensa de la libertad para que consigáis la justicia y para lograr esta paz, hoy, mañana y siempre, os lo prometo”.

Sobre el ataque genocida de la víspera, incuestionable crimen de guerra, Biden no dudó en respaldar la versión sionista de que la explosión fue causada por un cohete palestino fallido: “Basándome en lo que he visto, parece que ha sido obra del otro equipo, no de vosotros [los israelíes]”.

De hecho, el impacto de la masacre en el hospital en Gaza provocó la cancelación de la cumbre en Amán, de la que participarían los gobiernos de Jordania, Egipto y de la Autoridad Palestina de Cisjordania.  Una “protesta” tibia y un tanto tardía, por parte de los gobiernos árabes que, fieles a su política genuflexa de las ultimas décadas, están dejando correr la máquina de guerra israelí. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), antes de la explosión en el Al Ahli al Arabi, habían sido documentados en Gaza otros 57 ataques contra centros sanitarios con daños a 26 hospitales y otras infraestructuras, con un saldo de 16 trabajadores muertos.

Por su parte, Netanyahu agradeció el respaldo de Biden con la conocida retórica colonialista de civilización contra barbarie: “Desde el momento en que Israel fue atacado, usted ha trazado con razón una línea clara entre las fuerzas de la civilización y las fuerzas de la barbarie”, comparando a Hamás con los nazis y el Estado Islámico (ISIS). El inquilino de la Casa Blanca secundó la segunda comparación, declarando que Hamás cometió “atrocidades que hacen al ISIS parecer algo más racional”.

Esa retórica, además de mostrar un cinismo sin límites viniendo de EEUU e Israel, no tiene más intención que la de estigmatizar la lucha del pueblo palestino, etiquetando a toda una nación con el rótulo de “terrorista”. Eso cuando no se trata a los palestinos, directamente, como “animales humanos”, como declaró el ministro de defensa israelí. Así, abonan el terreno para justificar una política de exterminio. La historia demostró, incontables veces, que la deshumanización de los oprimidos es requisito para el accionar colonialista y genocida.

En ese sentido, la visita de Biden sirvió, en términos concretos, para anunciar un paquete de ayuda a Israel “sin precedentes”.

Sobre el drama humanitario de Gaza, que está sobre cerco total israelí, EEUU se jactó de haber conseguido que Israel “no se oponga” a la entrada de alimentos y medicinas desde Egipto. Una ayuda por demás insuficiente, puesto que se trata de solo 50 camiones.

Nada fue dicho sobre el corte de agua potable, electricidad y, ante todo, acerca del incesante bombardeo –que incluye bombas de fósforo blanco– o la inminente invasión terrestre de tropas sionistas. El bloqueo, el ataque a civiles, hospitales y escuelas son considerados, incluso por el derecho internacional burgués, crímenes de guerra.

Es igualmente insignificante la promesa de Washington del envío de 100 millones de dólares de ayuda humanitaria para Gaza y Cisjordania. Esa suma es incomparable con los casi 4.000 millones de dólares que Israel recibe anualmente de EEUU.

Aliados históricos

Nada de esto es sorprendente. El Estado sionista de Israel actúa como un gendarme de los intereses imperialistas en la región. De hecho, junto con Arabia Saudita y Egipto, es uno de los pilares de la política intervencionista de EEUU en el mundo árabe. De ahí el apoyo “sólido como una roca e inquebrantable” a Tel Aviv por parte de la Casa Blanca.

Desde el 7 de octubre, cuando Hamás humilló las pretendidas defensas impenetrables de Israel, EEUU reforzó ese apoyo con el envío de dos de sus portaviones más avanzados, el USS Gerald R Ford y el USS Eisenhower, al Mediterráneo; el despliegue de escuadrones de aviones cazas F-15, F-16 y aviones de ataque A-10 en la región; además del envío de equipo adicional y municiones. Con ese despliegue militar, completamente desproporcional a las fuerzas militares del pueblo palestino, Biden, además de garantizar que Israel “tenga lo que necesita para defenderse”, mandó un mensaje de disuasión ante la eventual tentación de intervenir por parte de Hezbolá e Irán.

En el plano histórico, la alianza de Estados Unidos con el sionismo se solidifica cada año con la entrega de miles de millones de dólares en ayuda militar. Desde la Segunda Guerra Mundial, Israel ha sido el mayor receptor de ayuda exterior estadounidense. De acuerdo con datos de los departamentos de Defensa y Estado, desde 1951 hasta 2022 la ayuda militar estadounidense a Israel, ajustada a la inflación, ronda los 225.200 millones de dólares. En 2022, Washington concedió 3.300 millones de dólares en ayuda a Israel, de los cuales el 99,7% se destinaron a las fuerzas armadas sionistas[1]. Cada misil del famoso Domo de Hierro cuesta no menos de 62.000 dólares. Según fuentes israelíes, mantener ese sistema de defensa ha costado 50 millones de dólares en 2021.

Es esta ligazón umbilical con el imperialismo la que explica el enorme poder bélico de Israel. Según el Global Fire Power (GFP), Israel ocupa el lugar 18 entre las principales potencias militares del mundo. En 2022 invirtió 23.400 millones de dólares en su aparato militar, aproximadamente 4,5% de su PIB[2]. Esto le permite contar con un contingente de 646.000 soldados, 601 aviones (entre ellos, 315 de los cazas más modernos del mundo); 2.200 tanques; 67 buques de guerra y submarinos; además de cerca 90 ojivas nucleares, según estimación del Instituto de Investigación para la Paz de Estocolmo. Vale recordar que Israel es uno de los pocos Estados del mundo que no firmó el Tratado de No Proliferación de Armas Atómicas (TNP).

Biden no fue a negociar la paz ni aliviar el sufrimiento del pueblo palestino, ahora bajo asedio total. Su visita fue una aprobación de las atrocidades cometidas por los sionistas. Por este y otros motivos, la defensa de la causa palestina tiene un fuerte componente antiimperialista.

El pueblo palestino lleva adelante una guerra justa. Una guerra contra una ocupación colonialista de un Estado teocrático y genocida, creado y fortalecido por las principales potencias imperialistas, que hace más de 75 años promueve una limpieza étnica contra la nación ocupada.

Por ello, las y los revolucionarios, junto con todas las fuerzas democráticas y defensoras de los derechos humanos y la autodeterminación nacional, debemos luchar lado a lado con los palestinos hasta la destrucción de Estado de Israel y la instauración de una Palestina única, laica, democrática y no racista en todo su territorio histórico.

Hasta el 19 de octubre, según la sanidad de Gaza, 3.785 personas han muerto en la Franja por los ataques israelíes. Es probable que esa cifra sea superior y aumente drásticamente con la invasión terrestre, que se sabe inminente.

La situación explosiva en Medio Oriente provoca una justa revuelta en todo el mundo, con manifestaciones de apoyo a la causa palestina, incluso por parte de sectores de judíos no sionistas, en numerosas ciudades. También en Medio Oriente, donde la visita de Biden a Netanyahu fue respondida con un “día de furia”, con miles de manifestantes Palestina, Jordania, Líbano, Marruecos, Turquía o Túnez. Es momento de impulsar acciones de protesta, propaganda política y todo tipo de solidaridad con la causa palestina.


[1] Ver: https://www.bbc.com/mundo/articles/c2x85zgpmzlo#:~:text=Seg%C3%BAn%20datos%20de%20los%20departamentos,sido%20de%20US%24225.200%20millones.

[2] Ver: https://www.cnnbrasil.com.br/economia/israel-investe-us-234-bilhoes-em-aparato-militar-o-equivalente-a-45-do-pib-do-pais-em-2022/

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