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Francia

¡Barnier se ha ido! ¿Y ahora?

diciembre 9, 2024

Al frente de un gobierno que duró 89 días, Barnier fue el primer ministro que menos duró de la V República. Dada la enorme inestabilidad política reinante en Francia, vinculada a su vez a una profunda crisis económica y social, que ya hemos subrayado ampliamente, la caída de Barnier no es ninguna sorpresa.

Por Michaël Lenoir, grupo simpatizante de la LIT-CI en Francia

Una caída previsible, pero quizá más rápida de lo esperado

Lo que sorprendió a algunos fue que el cuchillo de la censura cayera tan rápidamente. Era la RN la que tenía la llave, y optó -más rápidamente de lo que muchos habían imaginado- por vetar el presupuesto de la Seguridad Social (PLFSS). Sin duda, también podría haber ocurrido lo mismo con el otro gran texto que se debate en el Parlamento, los Presupuestos Generales del Estado 2025. El lunes 2 de diciembre, ante la Asamblea Nacional, Michel Barnier, incapaz de presentar un PLFSS aceptable para la mayoría de los diputados, optó por recurrir al artículo 49.3 de la Constitución. Este procedimiento antidemocrático ya se utilizó el año pasado para imponer sin votación la odiada reforma de las pensiones. Esta vez, el 49.3 habría permitido aprobar el PLFSS sin votación… si no se hubiera producido el voto de censura. Pero desde julio, el Parlamento está aún más fragmentado que el año pasado, y el RN ha optado por censurar a Barnier por este texto. El partido de extrema derecha presentó su propia moción de censura, pero también había anunciado que votaría a favor de la moción de censura del NFP, lo que hizo el miércoles 4 de diciembre. Por tanto, hubo 331 votos de censura, más que suficientes -288 habrían bastado- para derrocar al Gobierno.

La cuestión más importante aquí es qué llevó al RN a decidir votar a favor de la censura. En el último minuto, Barnier había cedido a muchas de las exigencias del RN, en particular con una reducción significativa de la cesta de cuidados cubiertos por el régimen de ayuda médica estatal (AME), que permite a los inmigrantes sin papeles acceder a la atención sanitaria; abandonando la idea de aumentar la fiscalidad de la electricidad; y dando marcha atrás en la supresión de los medicamentos de la lista de 2025. A pesar de todo, Marine Le Pen, que seguía exigiendo más a Barnier, consideró que el Gobierno había «puesto fin a la discusión», aunque Matignon seguía diciendo que estaba «abierto al diálogo». En realidad, lo que parece haber predominado es la presión de la base de RN para que el partido censure a Barnier (el 61% de los votantes del RN así lo deseaban a finales de noviembre[1]). Esta base, mayoritariamente popular, odia al «establishment», a la Macronía y a todos los que le sirven; pero también se ve atacada en sus intereses materiales por políticas neoliberales como la de Barnier. Para no parecer demasiado complaciente con el jefe de un gobierno que ataca duramente a las clases populares, el RN tenía que reafirmar su defensa de los intereses de «los franceses», también en materia de pensiones y poder adquisitivo, y por ello se sintió obligado a votar a favor de la censura, sin la cual la dirección de este partido podría haber decepcionado a su base social popular. También puede ser que la desventura del RN con el juicio a sus asistentes parlamentarios europeos y la sentencia de inelegibilidad de Marine Le Pen hayan impulsado al partido de extrema derecha a distanciarse un poco de la estrategia de «desdemonización» y normalización parlamentaria que tan bien le ha funcionado.

Buenas noticias para los trabajadores

La caída de este gobierno es en sí misma una buena noticia, dado que era un enemigo acérrimo de nuestra clase: un gobierno claramente de derecha, que unía en torno a una «base común» a la Macronía y al partido de derecha LR, un equipo violentamente neoliberal y autoritario, donde convivían la tecnocracia y la incompetencia, con un primer ministro elegido oficialmente por Macron porque gozaba de un a priori más favorable del RN que otros candidatos, pero que por ello era también rehén de la extrema derecha.  

Sus proyectos de presupuesto, para las finanzas públicas y el sistema de seguridad social, eran desastres antisociales. Han sido desechados, aunque otro gobierno bien podría retomar al menos parte de ellos en el futuro. Pero por el momento, y contrariamente a lo que Barnier había urdido para nosotros, el 1 de enero las pensiones seguirán estando indexadas a la inflación, y no habrá más supresiones de la asistencia sanitaria. Y de momento, como el presupuesto del Estado para 2025 no puede votarse hasta finales de 2024, será el presupuesto de 2024 -ya detestable, pero sin la destrucción masiva de empleos y servicios públicos adicionales del proyecto Barnier- el que se seguirá aplicando el año que viene. El temor a un «shutdown» al estilo estadounidense, en el que los funcionarios federales no cobran porque no hay acuerdo parlamentario sobre el presupuesto, no es un problema en Francia, a pesar de la intimidación y los temores suscitados por los políticos de la «base común» y sus vigilantes mediáticos.

Una inestabilidad que preocupa al capital extranjero, en una UE en crisis

También hay que señalar que esta mayor inestabilidad política, y sus consecuencias económicas inmediatas (ausencia de presupuesto, aumento del déficit público), se muestra a la UE y al mundo en un momento en que el declive del capitalismo europeo, y del francés en particular, se está convirtiendo en objeto de preocupación y reflexión entre los pensadores de la clase dominante. El imperialismo francés sufre reveses recurrentes, en particular en África, sobre todo frente a sus competidores chinos y rusos. Pero también es todo el proyecto de la UE el que está en las rocas, una unión apretada entre sus competidores estadounidenses y chinos, impactada por las políticas belicistas de Putin, y con el capitalismo alemán en verdaderos problemas, con despidos masivos y luchas sociales recuperando terreno, mientras que están a punto de celebrarse nuevas elecciones (anticipadas) con la (ultraderechista) AfD pareciendo cada vez más amenazante.

La caída de la frágil casa Barnier es por tanto en sí misma gratificante desde nuestro punto de vista, pero al final todo dependerá de lo que se ponga en marcha, en particular en nuestro campo social. Y esta nueva crisis política preocupa a los paladines del orden capitalista, en particular del orden financiero, en la UE y en otros lugares. La agencia de calificación Moody’s considera que la caída de Barnier «reduce la probabilidad de saneamiento de las finanzas públicas»[2]. Fitch advierte en el mismo sentido. La prensa burguesa europea también expresa su preocupación por la situación financiera y la desconocida situación política que se está instalando en Francia. En Alemania, los comentaristas burgueses están profundamente preocupados, no sólo porque el país está mal, sino también porque Francia (su mayor socio comercial) podría no ser capaz de restablecer la estabilidad a corto plazo[3]. En cuanto al Wall Street Journal, incluso se pregunta si el país se está convirtiendo en «Grecia a orillas del Sena»[4].

¿Cuáles son las perspectivas políticas en Francia?

A muy corto plazo, no hay ninguna posibilidad de que se organicen nuevas elecciones. Según la Constitución, el Presidente no puede disolver la Asamblea hasta un año después de la segunda vuelta del 7 de julio. Como muy pronto, no podrán celebrarse nuevas elecciones legislativas antes del verano de 2025, concretamente el 13 de julio.

En el pequeño mundo de la política de partidos, e incluso en el seno de la Macronía, se alzan voces que expresan hartazgo por la inestabilidad, y que contemplan la posibilidad de que Macron dimita antes de 2027[5], o incluso que se presente como candidato a las próximas elecciones presidenciales, como ya hacía el ex primer ministro de Macron, Edouard Philippe, justo antes de que Barnier fuera nombrado para Matignon. LFI propone la dimisión de Macron y elecciones presidenciales anticipadas, pero se queda aislada en este planteamiento. Además, dado que el procedimiento de destitución de Macron iniciado por los Insoumis se agotó en octubre y no fue examinado por el Parlamento, la única opción que quedaría es la dimisión de Macron. Puede dimitir desde el Elíseo, pero no existe ninguna obligación constitucional de hacerlo. Es más, el actual presidente ha mostrado su determinación a continuar, en líneas generales, la política brutalmente neoliberal aplicada desde su primer mandato. Esta continuación era la misión de Barnier, supuestamente más sostenible que otras soluciones, en el contexto político más complicado que prevalece desde julio. De hecho, el monarca presidencial muestra pocos signos de irse. Es más, si lo hiciera, su sucesor se vería obligado a cohabitar con la dividida asamblea nacional elegida el 30 de junio y el 7 de julio.

Por tanto, Macron busca un nuevo primer ministro que, a ser posible, dure al menos hasta el verano de 2025. Es muy poco probable que apueste por un gobierno del NFP dirigido por Lucie Castets, y sobre la base de esa coalición, por la preocupación de seguir sirviendo lo mejor posible a los ultrarricos y a las grandes empresas, y también porque ya se había negado este verano. Su principal estrategia hoy es intentar ampliar el «bloque central» del Parlamento, reuniendo a LR y a los elementos más afines a Macron del NFP. Por lo tanto, pretende una vez más romper el NFP, aislando a LFI y asegurándose las gracias de los elementos más derechistas de este frente, empezando por el PS. A este respecto, en el momento de escribir estas líneas, no hay nada seguro, pero Macron ya ha ganado puntos, a diferencia de sus intentos de arrebatárselos durante el verano.

Las negociaciones han comenzado y el NFP se está desmoronando.

Sin embargo, el 30 de noviembre, Libération titulaba: «Elección presidencial: Marine Tondelier y Lucie Castets defienden por turno una “candidatura común” de la izquierda», insistiendo implícitamente en la perspectiva de que el NFP continúe hasta la elección presidencial. Tanto la candidata del PS por Matignon el verano pasado como la dirigente ecologista seguían esta línea, al tiempo que intentaban combatir la candidatura anunciada por Mélenchon para unas elecciones presidenciales anticipadas.

Unos días y una moción de censura mayoritaria después, se escucha un sonido completamente diferente, más disonante. Es cierto que las diferencias entre LFI y el Partido Socialista o los ecologistas se vienen expresando públicamente desde hace tiempo. Pero la dimisión de Barnier, tras un voto de censura de todos los diputados del NFP menos una sola socialista, ha ahondado las desavenencias, hasta el punto de que está en juego la propia existencia del NFP.

Unas horas antes de la censura, Yannick Jadot, senador ecologista por París y antiguo candidato presidencial, declaró: «Debemos abrir la posibilidad de un pacto republicano de transición entre el NFP y el bloque central»[6]. Sin embargo, el programa del NFP no incluía en absoluto tal «frente republicano», ni siquiera transitorio, y si Macron había elegido finalmente a Barnier, era porque no había sido capaz de dinamitar los cimientos del NFP con tal perspectiva el verano pasado. En cuanto a Marine Tondelier, el 6 de diciembre deploró no haber sido invitada por Macron, a diferencia del PS, lamentando también que el presidente no quisiera hablar de «justicia social y ecología»[7]. ¡Qué descubrimiento! Y también se muestra partidaria de un «frente republicano» (es decir, un acuerdo con Macron y LR), mientras dice ser fiel a las «promesas» del NFP… ¿Cómo creer semejante disparate?

El PS también está más que dispuesto a ir de la mano de Macron. De hecho, es a este partido al que la Macronía pretendía arrebatarle el NFP. Olivier Faure, su primer secretario, fue invitado por Macron y propuso un «acuerdo de no censura» y un «pacto de no agresión», diciendo que estaba dispuesto a negociar sobre todos los temas, ¡incluida la reforma de las pensiones! Para decirlo claramente, el PS defiende la idea de que Macron nombre a un primer ministro «de izquierda» para un gobierno de duración determinada, pero que gobierne con el «bloque central» (Macronie y LR), es decir, un gobierno que aplique políticas de derecha.

También en el PCF se nota el cambio. El presidente de su grupo en la Asamblea, André Chassaigne, declaró: «Necesitamos un gobierno de izquierda. Un primer ministro de izquierda que se apoye en las bases del Nuevo Frente Popular y que sea capaz de reunir mayorías en la Cámara. Creo que es posible elaborar un nuevo presupuesto y aprobar proyectos de ley»[8]. ¿Un presupuesto conjunto con Macron y la derecha? ¿Pero sobre qué base? A menos que sigamos teniendo la ilusión de que los macronistas y la derecha están dispuestos a votar a favor de un presupuesto de estilo keynesiano en línea con el programa del NFP, esto sólo puede conducir a una capitulación ante las demandas del capital francés e internacional. Esto significa claramente abandonar el programa ya muy moderado del NFP para salvar a Macron y restaurar la estabilidad de la V República. Esto es lo que el PS, los ecologistas y el PCF están dispuestos a hacer ahora.

Nada bueno puede salir de las negociaciones actuales

De un modo u otro, si este planteamiento sigue adelante, sólo puede significar la muerte del NFP. A LFI le gustaría mantener esta coalición rechazando esta capitulación. Pero LFI sigue limitándose esencialmente a declaraciones y acciones institucionales, sin apostar por la potente movilización democrática y de masas que se necesita. Pues no es con propuestas puramente electorales e institucionales (como elecciones presidenciales anticipadas) como nuestra clase podrá escapar tanto a la traición abierta y rápida de una parte de la izquierda como a la tiranía cada vez más brutal del capital y del gran empresariado. En cualquier caso, si el NFP estalla, Macron habrá tenido éxito en su golpe político, al aislar a la LFI de sus socios del NFP que, de este modo, se habrán visto engullidos.

Si esto se confirma, podemos deducir que una de las novedades del NFP con respecto a los Frentes Populares anteriores es que el frente construido el pasado mes de junio ¡finalmente se autodesinfló incluso antes de entrar en el gobierno!

Esto todavía no ha sucedido, a pesar de todos los nauseabundos virajes, entre otras cosas porque una parte de la derecha es reacia a cooperar con los partidos de izquierda. Bruno Retailleau, el ministro del Interior que ahora ha dimitido, está a la cabeza de los LR más hostiles, y se opone abiertamente a una alianza con las izquierdas, incluso sin LFI[9].

También podemos imaginar que en esa «solución» política en la cúpula, Bernard Cazeneuve, un «socialista» al estilo Hollande-Valls al que Macron se acercó este verano para Matignon, podría actuar como enlace entre Macron y la «izquierda» en desbandada. Su nombre, entre otros, ha empezado a circular de nuevo.

Estas turbias negociaciones continuarán al menos unos días más, pero lo que es seguro es que el sucesor de Barnier, sea cual sea su etiqueta política, tendrá la misión de continuar los ataques contra nuestra clase, porque eso es precisamente lo que exige la dañina clase en el poder, de la que Macron es el más celoso servidor, y que está decidida a hacernos pagar la crisis de su sistema.

No confiar en las instituciones burguesas, sino en nuestras luchas y nuestra organización

¿Logrará la crisis política en la que nos encontramos abrir los ojos al mayor número posible de personas sobre el carácter atrapado de las soluciones políticas institucionales? Es cierto que el PS, los Verdes y el PCF pueden salir un poco más desacreditados de su cobardía tras su actual lealtad a Macron. Pero, a ojos de muchos, LFI parece seguir encarnando una política de izquierda a la vez «radical» e institucional. Desde nuestro punto de vista, mientras siga en manos de las fuerzas políticas en el poder, a fortiori bajo el liderazgo del actual anfitrión del Elíseo, el futuro no se ve bien para nuestra clase. Ciertamente, la caída de Macron podría ser un acontecimiento aún más delicioso y prospectivo que la de Barnier. Pero a diferencia de los diversos reformistas, y en particular de LFI, creemos que la única manera de lograrlo es que nuestra clase tome su destino en sus propias manos, alcance un mayor nivel de organización y, a través de una poderosa movilización que bloquee el país, logre expulsar a Macron del poder. Teniendo en cuenta lo que han demostrado las experiencias de las recientes luchas sociales, desde los Chalecos Amarillos hasta la reforma de las pensiones, nos parece que una pieza clave en este camino es la huelga general. Pero esta perspectiva sigue encontrando serios obstáculos.

¿Exasperación social y resurgimiento de las luchas?

Aunque el movimiento social ha estado bastante apagado, al menos desde finales de la primavera, durante el verano y en septiembre, parece que ha vuelto a repuntar desde noviembre. La legítima rabia de las clases populares vuelve a expresarse con más fuerza. El número de huelgas va en aumento, y los motivos son más numerosos: además de la cuestión salarial, también incluyen la lucha contra los numerosos despidos y planes de regulación de empleo, y la defensa de los servicios públicos demolidos por la austeridad.

El 5 de diciembre, al día siguiente de la moción de censura, hubo huelgas y manifestaciones masivas en todo el país en los tres servicios públicos -estatal, local y hospitalario-, así como en el sector energético (electricidad y gas). Los profesores fueron especialmente numerosos en las huelgas y manifestaciones. Recientemente se ha producido un recrudecimiento de las luchas en la función pública local, con municipios y departamentos devastados por la austeridad. En los últimos meses también han resurgido las huelgas en el sector hospitalario y sanitario.

Pero los trabajadores del sector privado también están luchando, a menudo con la espalda contra la pared, ante cientos de planes de despido, como en Michelin y Auchan. La CGT prevé una jornada de huelga nacional en este sector el 12 de diciembre. Pero a partir del día 11, es sobre todo la SNCF la que se declara en huelga ilimitada contra la privatización del transporte de mercancías, tan injusta socialmente como destructiva para el medio ambiente. Desgraciadamente, dos de los cuatro sindicatos de la SNCF (UNSA y CFDT), inicialmente favorables a la huelga, se han retirado de la convocatoria, y sólo la CGT Cheminots y Sud Rail (Solidaires) mantienen su convocatoria.

Pero el dominio burocrático de las centrales sindicales sigue haciendo estragos. En particular, vimos en noviembre -y este sigue siendo el patrón predominante en diciembre- una multiplicación de las convocatorias de jornadas de huelga sector por sector.

Como vemos, las direcciones sindicales no cambian de estrategia, aunque sea perdedora: sigue dominando el diálogo social con el gobierno y la patronal, por un lado, y la fragmentación de las luchas y las jornadas de acción aisladas y sin perspectivas, por otro -como la huelga del 1 de octubre, relativamente poco concurrida-.

Se oyen voces que reclaman una verdadera huelga indefinida, en la que todos actúen juntos. Es la única manera de hacer ceder a Macron y a la burguesía. Estas voces deben ser retransmitidas y amplificadas, y cada vez más sindicatos, uniones locales, etc. deben posicionarse en contra de la estrategia sistemáticamente perdedora de las direcciones sindicales.

Por nuestra parte, creemos que la única manera de despedir a Macron, al tiempo que se pone fin a las instituciones antidemocráticas de la V República y se imponen las medidas de emergencia que nuestra clase necesita, es luchar por una combinación de movilización directa de masas, autoorganización y lucha por la independencia de clase. La clave de la actual crisis política reside en el avance de los trabajadores y la juventud en la construcción de una nueva dirección revolucionaria que haga frente a los ataques y políticas reaccionarias, vengan de donde vengan. Esto requiere, en primer lugar, una ruptura con los partidos burgueses del NFP, ahora dispuestos a colaborar con Macron y la derecha.


[1] https://www.lesechos.fr/politique-societe/politique/pourquoi-marine-le-pen-fait-le-choix-de-la-censure-2135325

[2] https://www.lefigaro.fr/conjoncture/la-chute-du-gouvernement-barnier-reduit-la-probabilite-d-une-consolidation-des-finances-publiques-juge-moody-s-20241205

[3] https://www.lesechos.fr/politique-societe/gouvernement/censure-un-dangereux-saut-dans-le-vide-qui-inquiete-la-presse-europeenne-2135926

[4] https://www.lesechos.fr/monde/europe/pourquoi-lallemagne-sinquiete-de-la-chute-du-gouvernement-barnier-2135905

[5] Jean-François Copé, alcalde (LR) de Meaux (Seine-et-Marne): «Su dimisión es la única solución al problema que él mismo ha creado». https://www.mediapart.fr/journal/politique/021224/ca-ne-peut-pas-durer-jusqu-en-2027-la-demission-de-macron-gagne-les-esprits

[6] https://www.lefigaro.fr/politique/yannick-jadot-nous-devons-ouvrir-la-possibilite-d-un-pacte-republicain-transitoire-entre-le-nfp-et-le-bloc-central-20241204

[7] https://information.tv5monde.com/international/tondelier-regrette-que-la-macronie-ne-veuille-pas-parler-ecologie-et-justice-sociale

[8] https://www.francetvinfo.fr/politique/parlement-francais/assemblee-nationale/motions-de-censure-il-faut-un-premier-ministre-de-gauche-declare-le-communiste-andre-chassaigne_6936020.html

[9] https://www.lefigaro.fr/flash-actu/retailleau-oppose-au-compromis-avec-la-gauche-les-rebelles-syriens-se-rapprochent-de-damas-fermeture-de-marineland-les-3-infos-a-retenir-a-la-mi-journee-20241206#nouveau-gouvernement-la-droite-ne-pourra-faire-aucun-compromis-avec-la-gauche-affirme-bruno-retailleau

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