Vie Mar 29, 2024
29 marzo, 2024

Bajo el dominio del miedo

Quieren estudiar: este fue el gran crimen que cometieron las más de 200 jóvenes secuestradas en Nigeria. El mismo crimen que cometió Malala, la joven afgana que llevó un tiro en la cabeza, disparado por el talibán, porque defendía el derecho de las mujeres a la educación.


Esos crímenes contra las mujeres golpearon al mundo pero continúan cometiéndose sin que los gobiernos burgueses muevan un dedo para impedirlos.

La colonización de África por el imperialismo inglés durante siglos, el saqueo salvaje de sus riquezas y una economía construida para servir a los intereses del gran capital extranjero dieron el único resultado posible: millones de seres humanos sumergidos en la pobreza, de la cual sólo puede resultar la violencia, la desesperación, el vuelco de las masas a la religión y el poder cada vez mayor de las sectas fundamentalistas.

“Yo secuestré a sus hijas y voy a venderlas en el mercado, en nombre de Dios”. Palabras de Aboubakar Shekau, líder del grupo terrorista Boko Haram, sobre su última hazaña: la invasión de una escuela en Chibok, en el noroeste de Nigeria, de donde fueron raptadas 223 jóvenes de entre 17 y 18 años, el último 14 de abril. Chibok se encuentra en el Estado de Borno, lugar principal de actuación del grupo terrorista Boko Haram (que significa literalmente “la educación occidental es pecado”), que en los últimos diez años provocó más de cuatro mil muertes en decenas de ataques y atentados en Nigeria, y acaba de consumar un ataque más, dejando al menos trescientos muertos.

El crecimiento de la miseria y la falta de confianza en el futuro vienen haciendo que la proliferación de grupos radicales y sectas religiosas fanáticas ocurra en prácticamente todos los países africanos. No obstante, el Boko Haram ha sido considerado el más sanguinario de todo África hoy, con un proyecto político-religioso de transformación de Nigeria en un estado islámico, con implantación obligatoria de la sharia (ley islámica) en todo el país y el abandono definitivo de la educación occidental. Sin embargo, los habitantes de la región de Chibok, sobre todo agricultores, decidieron ignorar las amenazas terroristas y matricularon a sus hijas en la única escuela pública que existe en la ciudad.

La respuesta llegó enseguida. El Boko Haram aprovechó toda aquella reunión de jóvenes para, con la bandera de que “la educación occidental debe ser abolida, las niñas deben dejar la escuela y casarse”, raptar a todas ellas en una deliberada acción de tráfico de mujeres, para venderlas como esclavas y amantes a líderes tribales. Incluso algunas de esas jóvenes van a quedar en manos del propio Boko Haram para servir como esclavas, y serán obligadas a casarse con sus integrantes.

El alegato de la religión no islámica para el rapto ya se tornó corriente para todo tipo de crimen practicado, sobre todo contra la población femenina y los demás sectores oprimidos. Son formas de encubrir un crimen monstruoso contra las mujeres, y Shekau hizo el anuncio del rapto en un video donde aparece sonriendo, vestido de militar, en frente de un vehículo blindado y con ametralladoras, destilando todo su odio contra las mujeres, en especial contra aquellas que frecuentan las escuelas. Escoltado por otros seis terroristas, mandó un recado en tres idiomas: hausa, árabe e inglés, para que todos entendiesen, y concentró sus ataques contra la democracia, la educación occidental y contra aquellos que no siguen los preceptos del Islam.

El Boko Haram, cuyas informaciones dan cuenta de que forma parte de la red Al Qaeda, están bien armados y entrenados, muy probablemente por la propia CIA (Agencia de Inteligencia norteamericana), andan siempre vestidos como militares, en jeeps camuflados y, por lo tanto, con ametralladoras automáticas. No es de hoy que actúan en Nigeria. Ya tienen una historia de más de diez años cometiendo crímenes y genocidios, sin que el gobierno haga nada para impedirlo.

Eso viene dejando a la población indignada, acusando al gobierno de no haber sido capaz de solucionar el problema de la violencia terrorista en el norte del país y de la “inacción” en el caso de las adolescentes secuestradas, en el cual hasta ahora, aun frente a las apelaciones desesperadas de los padres de las jóvenes, se limitó a ofrecer dinero para quien descubriese sus paraderos.

La ONU, por su parte, también se limita a “hablar duro”: advirtió a los terroristas sobre que la esclavitud puede ser considerada un crimen contra la humanidad y que ellos podrían ser perseguidos por eso, según dijo Rupert Colville, portavoz de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. Pero para los fanáticos del grupo extremista islámico, esas palabras no hacen ni cosquillas.

¿Dónde están las jóvenes?
 
El principal problema que enfrentan ahora las tentativas de rescate de las jóvenes es su paradero desconocido. Pero algunas de ellas, que consiguieron huir, revelaron que un grupo podría continuar en el bosque de Sambisa, próximo de la frontera con Camerún, donde Boko Haram cuenta con varios escondites.

Hasta ahora, nada se sabe sobre sus paraderos, pero testimonios recogidos por la prensa indican que algunas ya habrían sido vendidas por doce dólares en zonas fronterizas con el Chad y Camerún. Al inicio, la policía había informado que la cifra de secuestradas era de 276, pero 53 de ellas consiguieron escapar y contaron que, después de atacar a los guardias de la escuela, los terroristas las subieron en camiones y las llevaron para un bosque cercano a Camerún, donde las obligaron a cocinar para ellos, En el primer momento, muchas de ellas pensaron que eran soldados del ejército, porque estaban vestidos como militares.

E presidente nigeriano, Goodluck Jonathan, que jamás levantó un dedo para tratar de resolver la grave situación de opresión, machismo y violencia en que viven las mujeres nigerianas, se limitó a decir que desconocía el lugar donde estaban las jóvenes, como si no fuese el presidente de la República, como si no tuviese el Ejército bajo su control, como si no tuviese todo el aparato de inteligencia a su disposición. Jonathan prefirió esconderse bajo las polleras de sus amos imperialistas y dijo que habló con “países, de los esperamos una ayuda, y los Estados Unidos fueron los primeros. Ya hablé dos veces con el presidente Obama”. El secretario de Estado norteamericano, John Kerry , dijo en entrevista al periódico The Washington Post que “haremos todo lo posible para ayudar al gobierno nigeriano a devolver esas jóvenes a sus casas y llevar a los autores ante la Justicia”.

Goodluck Jonathan cruzó los brazos y está esperando, como buen lacayo del imperialismo, que Obama resuelva el problema. Esa actitud vergonzosa, de un gobierno que en nada representa los intereses de los trabajadores y del pueblo pobre de Nigeria, es la principal causa de este secuestro, porque es un gobierno que no respeta a las mujeres, que explota y humilla a su pueblo, lo deja librado a la propia suerte en un mundo hostil y dominado por el miedo, y esos son los elementos que componen el cuadro de violencia y falta de respeto a los derechos humanos que vive Nigeria y cuyas principales víctimas son las mujeres, sobre todo las más jóvenes.

Derechos humanos en la basura
 
Los registros sobre violación de los derechos humanos en Nigeria continúan casi nulos. Lo que no significa que no exista. Por el contrario: cuanto menos registro, más violación. Es lo que muestra la historia de los países que se dicen democráticos.

En Nigeria, los abusos en relación con los derechos humanos son cometidos en su esencia por el gobierno y sus funcionarios. Los derechos humanos mínimos, que son comer, vestir y tener un techo sobre la cabeza, hace mucho fueron puestos en el lugar que la burguesía y el imperialismo colonizador conocen más: la basura.

Según el Departamento de Estado de los Estados Unidos, los problemas más significativos de los derechos humanos en Nigeria son: ejecuciones extrajudiciales y uso excesivo de la fuerza por parte de las fuerzas de seguridad; detenciones arbitrarias; prisión preventiva prolongada; corrupción judicial e influencia del poder ejecutivo sobre el poder judicial; estupros, tortura y otros tratamientos crueles, deshumanos o degradantes dados a los prisioneros, detenidos y sospechosos; condiciones adversas y de riesgo de vida en las prisiones y centros de detención; tráfico de seres humanos para fines de prostitución y trabajo forzado; violencia social y asesinatos de policías; trabajo infantil y abuso y explotación sexual de niños; mutilación genital femenina; violencia doméstica; discriminación por orientación sexual, etnia, región de nacimiento; restricciones a la libertad de reunión, de movimiento, de prensa, expresión y religión; violación del derecho a la privacidad; restricciones del derecho de los ciudadanos de cambiar el gobierno.

Además de eso, el casamiento infantil continúa siendo común en Nigeria y se estima que existen en el país 700 mil personas sometidas al régimen de esclavitud. Bajo el código penal islámico de la sharia, que se aplica a los musulmanes en doce de los estados del norte del país, actos considerados criminales, como el consumo de alcohol, la homosexualidad, la infidelidad y el robo, llevan a penas severas, como amputación, lapidación y largas penas de prisión.

Bajo una ley firmada a inicios de 2014, parejas del mismo sexo que se casan pueden pasar hasta 14 años cada uno en la prisión. Testigos o cualquier persona que ayude a parejas homosexuales a casarse serán condenados a diez años tras las rejas. El proyecto de ley también castiga “actos públicos de relaciones amorosas entre culpables que organicen, comanden o apoyen clubes, organizaciones y/o reuniones homosexuales", con una pena de diez años de prisión.

Un país sumergido en el terrorismo
 
Por lo tanto, lo que tenemos aquí no es sólo otro grupo terrorista fanático religioso secuestrando y matando a la población. Lo que tenemos es todo un país sumergido en el terrorismo, bajo la vista gorda del gobierno y del Departamento de Estado norteamericano, padrino del gobierno nigeriano.

El régimen de violación total de los derechos humanos más básicos transforma al Estado en un Estado terrorista, que niega a su población todo tipo de seguridad y condiciones elementales de vida. Es un gobierno asentado en la riqueza del petróleo (Nigeria es el octavo mayor productor de petróleo en el mundo), cuyos beneficios están restrictos a una ultra minoría, mientras la inmensa mayoría de la población vive en la más extrema pobreza. Para conservar esta situación, el gobierno, con la bendición del imperialismo, hace vista gorda a los innumerables grupos terroristas que proliferan en el territorio y que hacen el trabajo sucio de mantener a la población bajo el dominio del miedo y sujeta a masacres si acaso levanta la cabeza.

Además de hacer vista gorda, el gobierno alienta, por debajo de la mesa, las innumerables diferencias entre las religiones. Con la famosa política de “dividir para reinar”, aplicada por Winston Churchill para gobernar la India, el imperialismo alienta al gobierno nigeriano a meter una cuña entre cristianos y musulmanes, para que luchen entre sí mientras dejan “en paz” al gobierno para usufructuar solo las riquezas derivadas de la exportación petrolera, y no reclamen su parte en esta porción. Para que el gobierno continúe viviendo en suntuosos palacios, viajando en yates y rolls royce, y haciendo banquetes insultantes mientras la inmensa mayoría del pueblo es diezmada por enfermedades derivadas del hambre y de la falta de servicios públicos.

Enseguida después del secuestro de las jóvenes, un atentado islamista en la ciudad de Gamburu, cerca de la frontera con Camerún, costó la vida de por lo menos 125 personas (fuente: Reuters). Decenas de pistoleros del Boko Haram cercaron la ciudad antes del amanecer, en el momento en que el mercado de la ciudad estaba repleto, y abrieron fuego con armas automáticas; después quemaron las casas e incluso degollaron a algunas personas que no tenían nada que ver con aquello.

Talatu Sule, que testimonió el ataque, dijo que los terroristas estaban vestidos como militares. “Prendieron fuego los automóviles y varios camiones cargados con vacas y cereales en el mercado”, cuenta Sule, que consiguió esconderse en su casa durante el ataque. “Cuando salimos a la tarde, había cuerpos por todos lados, algunos degollados, otros baleados y mucha sangre en las calles”. Frente a la puerta de su casa había diez cadáveres.

Desde que la policía informó, en 2009, que había matado a su líder, Mohamed Yusuf, los radicales del Boko Haram mantienen una sangrienta campaña contra la población, contando ya con más de tres mil muertos, y no soportan ningún tipo de libertad para las mujeres, sobre todo que ellas estudien en escuelas y se tornen profesionales en alguna rama de la producción. Por eso atacan la escuela, para impedir que las mujeres estudien, porque según la sharia, ellas fueron destinadas al trabajo doméstico y a servir a los hombres.

Reacción internacional al secuestro
 
Está en marcha una amplia campaña internacional, organizada por los familiares de las jóvenes y algunas instituciones de derechos humanos exigiendo empeño del gobierno nigeriano en la búsqueda y rescate de las adolescentes. La comunidad nigeriana en Nueva York también viene organizando marchas de protesta en los Estados Unidos, para sensibilizar al gobierno norteamericano a ayudar en la búsqueda.

El rapto de las jóvenes provocó una ola de protestas en todo el país, a la cual se sumó gente famosa, como los actores Ashton Kutcher, Whoopi Goldberg, Jessica Biel, Bradley Cooper y Sean Penn. Acusado de apatía, el presidente de Nigeria, Goodluck Jonathan, se limitó a pedir ayuda a los Estados Unidos, Francia, Reino Unido y China, y la cooperación de los países vecinos como Camerún, Chad, Níger y Benin.

Obama condenó el secuestro, dijo estar indignado con el crimen y lo calificó como chocante. La primera dama de los Estados Unidos también se unió a la campaña. Michelle Obama subió en su cuenta de Twitter una foto suya con el lema de la campaña internacional: “Traigan a nuestras jóvenes de vuelta”.

El primer ministro chino, Li Keqiang, que se encuentra en Nigeria para participar del Foro Económico Mundial, ofreció su ayuda con satélites y servicios de inteligencia. Los Estados Unidos anunciaron el envío de un equipo de especialistas para ayudar a las fuerzas de seguridad y al Ejército de Nigeria. El gobierno británico también anunció el envío de un equipo de especialistas, y el presidente francés, François Hollande, anunció que hará “todo lo que sea posible” para ayudar a Nigeria.

No es la primera vez que Boko Haram secuestra jóvenes o niños. Hace un año, el propio Aboubakar Shekau anunció su intención de comenzar a raptar mujeres para vender en el mercado, como respuesta a la persecución por parte del Ejército a las esposas de los miembros de ese grupo terrorista. Solo en los dos primeros meses de este año, otras 25 mujeres fueron raptadas; rescatadas, algunas de ellas contaron que eran obligadas a casarse y a mantener relaciones sexuales con sus secuestradores.

La campaña internacional de repudio al secuestro tiende a crecer, en particular dentro de la propia Nigeria, involucrando a todo el pueblo pobre y sobre todo a los sectores más organizados de la clase trabajadora, exigiendo del gobierno que encuentre y libere a las jóvenes.

Ese es el camino: luchar hasta poner al gobierno contra la pared, para que nunca más sustente a los grupos de criminales fanáticos, que deje de usar la política del “dividir para reinar” entre cristianos y musulmanes, para que puedan vivir en paz; sobre todo, es fundamental tomar medidas urgentes contra el hambre, que en Nigeria está al alcance de las manos. Es preciso nacionalizar inmediatamente el petróleo, los bancos y el comercio exterior, rompiendo con la dependencia del imperialismo, y hacer la reforma agraria, distribuyendo la tierra para que los agricultores produzcan alimentos baratos y abundantes para la población.

Todas estas medidas exigen que los trabajadores construyan una organización política propia, independiente de la burguesía y del imperialismo, y conduzcan a Nigeria a una revolución socialista, única vía para acabar de una vez por todas con el terrorismo, la corrupción, el hambre, y el saqueo de sus recursos naturales. Y que Nigeria deje en el pasado, de forma definitiva, su legado de esclavitud y tráfico humano.

Traducción: Natalia Estrada.

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