Antivacunas: entre las fantasías reaccionarias y la desconfianza en el capitalismo
En estos momentos, en el marco de la persistencia de la pandemia de Covid-19, se manifiesta una profunda contradicción en el mundo. Por un lado, la mitad de la población mundial no ha sido vacunada y las mayores cifras se presentan en los países más pobres, donde se originan nuevas cepas que luego se expanden al resto del mundo[1]. Por el otro, en países donde sobran las vacunas, hay movimientos contra la vacunación obligatoria muy activos, especialmente en EEUU y Europa, que incluso impulsan movilizaciones, algunas de las cuales son reprimidas por los gobiernos. ¿Qué es lo que origina estos movimientos? ¿Cómo debemos actuar frente a estos y frente a la represión?
Por LIT-CI
El debate se ha vuelto más agudo ya que, por un lado, la fuerte oleada actual generada por la variante Ómicron también ha contagiado a personas completamente vacunadas; por el otro, por la repercusión que ha tenido el reciente caso del famoso tenista serbio Novak Djokovic que se niega públicamente a vacunarse y, por ello, fue impedido de jugar el torneo Abierto de Australia, y expulsado del país luego de un fallo de los tribunales australianos[2].
Los negacionistas de derecha
¿Qué es lo que lleva a estas personas de diferentes clases sociales a tener esta postura, más de 200 años después del surgimiento del concepto científico moderno de vacuna y de su incorporación al combate contra diversas enfermedades? Nuestro análisis es que, aunque terminen en una actitud similar, confluyen razonamientos y enfoques diferentes. Veamos algunos de ellos.
El primero es un sector que siempre negó la existencia de la pandemia (los “negacionistas”). Como marco más general, considera que la ciencia es una conspiración de grupos secretos para dominar al mundo. Un ejemplo extremo de este sector es la organización Q-Anon que se hizo famosa durante el asalto al congreso de EEUU, a finales de 2020.
Para este sector, la pandemia de Covid-19 fue un gran invento mediático para avanzar hacia ese objetivo. Por ejemplo, el recientemente fallecido (posiblemente de coronavirus) “filósofo” brasileño de extrema derecha Olavo de Carvalho (ideólogo del gobierno de Jair Bolsonaro) declaró, en mayo de 2020, que: «El miedo de un supuesto virus mortífero no pasa de ser una historia de terror para acobardar a la población y hacerla aceptar la esclavitud como un regalo de Papá Noel”[3].
Una variante de este negacionismo anticientífico apela a enfoques religiosos. Por ejemplo, toda una serie de iglesias evangélicas neopentecostales, con fuerte presencia en EEUU y Brasil. Por ejemplo, el pastor estadounidense Ralph Drollinger (muy cercano a Donald Trump), declaró, en 2020, que “Dios envió el virus a la humanidad porque está enojado por la homosexualidad y el pecado”. En el Brasil, el pastor Silas Malafaia (muy cercano a Bolsonaro) expresó opiniones similares. La conclusión es que las personas no debían vacunarse y “aceptar el castigo divino”[4].
Es evidente que no se puede realizar ningún debate serio con quienes promueven estos enfoques, porque sus argumentos son completamente reaccionarios y retrógrados. Sin embargo, debemos ser conscientes de que, en este y otros temas, influyen franjas de la clase obrera y del pueblo que siguen sus orientaciones (por ejemplo, en las congregaciones neopentecostales) y de que allí sí es necesario “explicar pacientemente” para combatir esa influencia negativa.
¿“Derecho democrático” de no vacunarse?
Otras personas no niegan la pandemia e, incluso, apoyan una campaña de vacunación masiva y gratuita a cargo del Estado. Pero están en contra de que sea obligatoria y defienden que negarse a tomar la vacuna es un derecho individual. Por ejemplo, en EEUU, la semana del aniversario del asesinato del líder negro por los derechos civiles Martin Luther King, cientos de personas marcharon en Washington hacia el lugar donde este pronunció su famoso discurso “Tengo un sueño” con la consigna de que no vacunarse era un derecho de “libertad médica”[5].
Para dialogar con este argumento, es necesario abordar un punto muy profundo: la vacunación obligatoria entra en el campo de la salud pública, es decir, de los intereses y las necesidades del colectivo social. Estas necesidades son superiores a la libertad de elección individual y se imponen a ella si entran en contradicción. Porque si un trabajador se niega a vacunarse, esa es una decisión que no solo lo afecta a él sino también a sus compañeros de trabajo, a quienes comparten con él un transporte público, a su familia, a sus amigos y a sus vecinos, porque es una fuente potencial de transmisión y contagio.
Salvando las distancias, el argumento del “derecho individual” aplicado a la vacunación contra el Covid-19 es muy similar al utilizado por el reaccionario y negacionista presidente del Brasil, Jair Bolsonaro: “Nadie puede obligar a nadie a tomar la vacuna… Si alguien no quiere ser tratado que no lo sea… [si no me quiero vacunar] el problema es mío”[6].
Detrás de estas posturas se esconde el problema de fondo: el verdadero derecho que no está garantizado para el conjunto de los trabajadores y pueblos del mundo es el acceso a la vacunación completa, al conjunto de las medidas de prevención, a priorizar la salud por sobre las ganancias de los capitalistas, a una salud pública de calidad, el derecho a no ser victimas de un verdadero genocidio capitalista con millones de muertos en todo el mundo como ha venido sucediendo.
La desconfianza en el capitalismo
Algunas franjas de la clase trabajadora y del pueblo expresan una muy justificada desconfianza (e incluso odio) hacia el capitalismo, pero que los lleva a ver solo una parte de la realidad. Es totalmente cierto que los gobiernos y los capitalistas han utilizado la necesidad del combate a la pandemia para avanzar en medidas represivas y de control policial de la sociedad. También es cierto que los grandes conglomerados farmacéuticos y médicos han ganado fortunas con las vacunas y la venta de los medios técnicos necesarios para atender a los contagiados, y que esas vacunas y medicamentos contra el Covid-19 se encuentran todavía en una fase de perfeccionamiento. Finalmente, también es cierto que la burguesía utilizó la excusa de la pandemia para descargar el costo de la crisis económica sobre las espaldas de los trabajadores y, más aún, para atacar el salario y los derechos laborales.
Algunas corrientes de izquierda han elevado estos elementos a nivel de un análisis político global de la realidad mundial. Desde el propio inicio de la pandemia, sostienen que la magnitud de la pandemia de coronavirus y su impacto han sido intencionalmente exagerados e “inflados” por los medios al servicio de lo que han caracterizado como “la contrarrevolución covid”, que ha sido lanzada en todos los frentes por el capitalismo imperialista, las burguesías nacionales y sus gobiernos[7]. A partir de allí, aquellas organizaciones que, como la LIT-CI, consideramos que la pandemia significa un gravísimo problema para la humanidad y la clase trabajadora y levantamos un programa de combate al capitalismo que toma, como uno de sus ejes, la lucha por un verdadero combate contra ella, somos considerados como capituladores (o cómplices) frente a esta ofensiva contrarrevolucionaria.
Los procesos que hemos enunciado hasta aquí son totalmente ciertos. Pero ellos no niegan la existencia de la pandemia como hecho objetivo y el impacto profundamente negativo que ha tenido en la salud y en el nivel de vida de los trabajadores y el pueblo, que agrava al extremo su ya dura vida cotidiana. Por eso, es imprescindible combatirla. Se trata de avanzar seriamente en este combate, a través de la vacunación masiva y gratuita, la reconstrucción y el fortalecimiento de los deteriorados sistemas de salud pública, y otras medidas que hemos propuesto en numerosos artículos. Para nosotros, la lucha contra la pandemia debe ser parte de un combate al capitalismo que la generó y la dejó crecer, y ahora utiliza de modo reaccionario la necesidad de la vacunación o de cuidados sociales y restricciones.
Aquellos que niegan la pandemia parecen ubicarse por fuera de los sufrimientos que esta ocasiona en nuestra clase. Al mismo tiempo, niegan el hecho de que el capitalismo y sus gobiernos comenzaron a impulsar (ya desde junio de 2020) la criminal política de “nueva normalidad” y ahora siembran la ilusión de que pronto acabará, transformándose en una “gripecita”. El gobierno de Dinamarca, un pequeño país imperialista europeo, ya “decretó” que, a partir de la semana, se define “el fin de la situación de pandemia en el país”[8]. Es decir, marchamos en la dinámica de que los gobiernos eliminen todas las restricciones al servicio de “normalizar” los niveles habituales de explotación y ganancias[9]. ¿Por qué los capitalistas están apurados por declarar “el fin de la pandemia” si haberla exagerado (o inventado) les ha dado tantas ventajas?
Al mismo tiempo, la burguesía y sus gobiernos aprovechan la existencia de este sector antivacunas, minoritario pero de peso, en especial en los países imperialistas, con fines políticos reaccionarios. Por un lado, les sirve para esconder los dos factores centrales de la persistencia de la pandemia (la desigualdad de la vacunación en nivel mundial, lo que origina el surgimiento de nuevas cepas, y la criminal política de nueva normalidad) y jugar el peso de la responsabilidad en los movimientos antivacunas. Por ejemplo, el presidente estadounidense, Joe Biden, lanzó en diciembre pasado algunas medidas para combatir esta nueva oleada y en su presentación hizo hincapié en la responsabilidad de los “no vacunados” y en los movimientos antivacuna[10]. Por el otro, lo utilizan para justificar medidas represivas y de control policial de la sociedad y, más profundamente, para atacar la unidad y las conquistas de los trabajadores, como intentó hacer el gobierno de Macron, en Francia, el año pasado.
Hemos visto que el movimiento antivacuna se mantiene fuerte en varios países “ricos”. En algunos de ellos, como Alemania, son la causa de que el índice de vacunación esté estancado un poco por debajo de 70% desde hace varios meses[11]. En ese marco general, es interesante ver algunas cuestiones específicas. Algunos activistas antivacuna que se contagiaron de Covid han declarado estar arrepentidos de esa posición. Es el caso de Lorenzo Damiani, uno de los líderes del movimiento No Vax en Italia. Desde el hospital donde fue atendido, declaró: “Claramente mi visión ha cambiado. Estoy listo para decirle al mundo lo importante que es seguir colectivamente la ciencia, la que te cura y te salva«[12]. Otros tomaron una actitud que resultó suicida. Fue el caso de la cantante checa Hana Horká, que se contagió a propósito (para generar anticuerpos sin vacunarse) y acabó muriendo en su casa[13].
Las vacunas: una herramienta de la ciencia contra las enfermedades
Sin embargo, la mayoría permanece en su posición. Ahora han incorporado el argumento que, dado que personas vacunadas también se han contagiado con la cepa Ómicron, esto demuestra que las vacunas no sirven porque “no inmunizan”. Esto nos obliga a detenernos un poco en qué son las vacunas y por qué representan una herramienta imprescindible contra determinadas enfermedades (las de origen bacteriano o viral).
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define que: “una vacuna es cualquier preparación destinada a generar inmunidad contra una enfermedad estimulando la producción de anticuerpos”. Existen diversos procedimientos para producir vacunas y el método más habitual para aplicarlas es la inyección, aunque algunas se administran con un vaporizador nasal o por vía oral[14].
La era de las vacunas modernas la inició el médico británico Edward Jenner en 1796, al inocular fluido de las pústulas de viruela bovina en personas y comprobar que no se contagiaban ni tenían síntomas del peligrosísimo virus de la viruela humana, productor de numerosas epidemias mortales en la historia. Algunas décadas después, el médico y biólogo francés Louis Pasteur desarrolló una segunda generación de vacunas (entre otras, contra el cólera y la rabia), e introdujo el término “vacuna” en honor a los experimentos de Jenner.
Desde entonces hasta hoy se han desarrollado numerosas vacunas (contra enfermedades “viejas” o “nuevas”) que permiten prevenir decenas de infecciones diferentes. Por ejemplo, en 1980 se declaró extinto el contagio de viruela por causas naturales; se estima que la que inmunidad contra el sarampión salvó 23 millones de vidas entre 2000 y 2018, especialmente niños. Cabe agregar también el caso de la poliomielitis (o parálisis infantil), con epidemias agudas en los siglos XIX y XX, que dejaban graves secuelas en los niños que la contraían. Gracias a las campañas con la vacuna desarrollada por el virólogo polaco Albert Sabin, el impacto de la enfermedad fue primero reducido, y esta se consideró erradicada en 2019. Desde hace décadas, se espera la vacuna contra el virus HIV (sida) que, en 2021 entró en su fase de experimentación reducida en seres humanos[15].
Veamos ahora el argumento de que las actuales vacunas contra el Covid-19 no sirven porque “no inmunizan”. En primer lugar, es necesario entender que siempre se consideró que el desarrollo completo de una vacuna, desde su inicio en laboratorio hasta que es considerada efectiva y segura para su aplicación masiva, requería no menos de 10 años[16]. Incluso cuando una vacuna ya ha sido autorizada, puede ser perfeccionada o superada por otra. Por ejemplo, antes de la vacuna desarrollada por Sabin, se utilizaba la Salk, con buenos resultados pero de menor efectividad.
Las vacunas contra el Covid-19 fueron desarrolladas en un plazo mucho menor: menos de un año. Esto significa que comprimieron y superpusieron etapas y que parte importante de la comprobación sobre sus niveles de efectividad se hicieron luego de su liberación[17].
Es evidente que la rápida liberación y la aplicación masiva de las vacunas era algo que deseaba una amplia mayoría de los trabajadores y el pueblo. Pero este “apuro” en desarrollar estas vacunas fue, en realidad, resultado de una demora de años, responsabilidad del capitalismo. Porque una vacuna contra el Covid ya podría existir hace años dado que en 2002-2003 se desarrolló un fuerte brote, focalizado en Asia, generado por un virus similar. Pero los grandes conglomerados farmacéuticos privados no la desarrollaron porque, en esos momentos, no les representaba una ganancia significativa, a pesar de que muchos especialistas alertaban sobre el riesgo de una pandemia global.
Un balance objetivo sobre el resultado de la vacunación
Por otro lado, la “carrera por la vacuna” se hizo sin un plan de desarrollo cooperativo y centralizado internacionalmente, sino en una feroz competencia entre los grandes laboratorios privados y salvaguardando sus ganancias a través del “derecho de patente”. El alto precio de las vacunas dio lugar a una profunda desigualdad en los niveles de vacunación en el mundo. En varios países con porcentajes muy bajos de vacunación surgieron nuevas cepas que se expandieron por el mundo; algo que, sumado a la política de “nueva normalidad”, generó oleadas recurrentes y, al mismo tiempo, mostró debilidades de las vacunas existentes.
Con esa consideración, en función de este debate, es necesario hacer un balance objetivo de los resultados de la vacunación en el combate contra el Covid-19. Un balance que no puede hacerse basado en consideraciones parciales sino en base a los “grandes números” y análisis profundos de los datos. Ellos indican, en primer lugar, que las nuevas variantes se originaron en países de menores niveles de vacunación, débiles sistemas de salud pública y condiciones sanitarias precarias para sectores importantes de la población (Delta en la India, Ómicron en Sudáfrica).
En segundo lugar, que las personas completamente vacunadas, aunque se contagiasen, tendían a ser asintomáticos o a desarrollar síntomas leves, mientras que los no vacunados presentaban riesgos mucho mayores. Esto ya se había evidenciado en la oleada generada por la Delta, en EEUU, el año pasado. Una nota del New York Times informaba: “Muchos de los pacientes con COVID-19 que ahora llegan al hospital no solo no están vacunados sino que son mucho menores de 50 años, una clara diferencia con respecto a los pacientes frágiles y mayores que se contagiaron cuando la pandemia surgió por primera vez el año pasado. Los médicos dicen que los pacientes no vacunados de entre 20 y 30 años se enferman más gravemente y con mayor rapidez”[18]. Ahora vuelve a manifestarse en esta fortísima oleada Ómicron. Por ejemplo, en Argentina, la subsecretaria de Salud de la provincia de Buenos Aires, Alexia Navarro, basada en los estudios de los casos de ese territorio, expresó que “las personas que no se han vacunado tienen 36 veces más riesgo de estar en terapia intensiva”[19].
Un debate final sobre la ciencia
Queremos terminar esta parte del artículo con una consideración. Para los marxistas, el desarrollo de la ciencia, sus avances y descubrimientos representan un proceso progresivo porque su aplicación puede ayudar a satisfacer necesidades y mejorar la vida de la Humanidad. Nuestros maestros (Marx, Engels, Lenin y Trotsky) siempre estudiaron y reivindicaron los avances científicos de su época y con ello enriquecieron el marxismo. No es casual que, desde Marx, nos reivindiquemos como “socialistas científicos”.
En ese marco, el capitalismo, en especial en su época imperialista, aprisiona y deforma el desarrollo científico y lo condiciona a su afán de aumentar sus ganancias. Porque los avances científicos dejan de ser un patrimonio al servicio de satisfacer las necesidades de la humanidad y pasan a ser exclusivamente una mercancía de la cual obtener lucro. Por eso, no impulsó el desarrollo de una vacuna contra el coronavirus en 2002-2003, y cuando lo hizo, en 2020, la transformó en un gran negocio para los conglomerados farmacéuticos. Habría muchos otros ejemplos en diversos campos de aplicación, como el de la telemática.
Es decir, la ciencia es una herramienta que puede ser utilizada de diversas formas, y que en el capitalismo imperialista muchas veces acaban siendo nocivas y destructivas para la Humanidad. Los sectores antivacunas “de izquierda” caen en un grave error de enfoque: centran el combate contra el capitalismo en una lucha contra la herramienta válida (la vacuna) y no contra la utilización que el sistema capitalista hace de esa herramienta. Acaban entonces en una posición retrógrada y anticientífica y, por lo tanto, ajena al marxismo. Salvando las profundas distancias, nos recuerdan a los ludistas, uno de los primeros movimientos de un sector de la clase obrera (los artesanos) que, a inicios del siglo XIX, en Inglaterra impulsaban la destrucción de los telares industriales de las nuevas fábricas que comenzaban a difundirse.
Obligatoriedad, “pase sanitario” y movilizaciones antivacuna
En numerosos artículos hemos afirmado que el capitalismo imperialista, las burguesías nacionales y sus gobiernos son los responsables del surgimiento, la expansión y la persistencia de la pandemia. Hemos defendido la necesidad de la vacunación masiva, gratuita y obligatoria y, en función de esto, la ruptura del derecho de patente, así como el fortalecimiento de los sistemas de salud pública, como medidas muy importantes (no las únicas) para un verdadero combate contra ella. En primer lugar, la “obligatoriedad” se la exigimos a los gobiernos capitalistas que no la cumplen, es decir que no garantizan el acceso del conjunto de la población mundial al esquema completo de vacunación y refuerzos. Al mismo tiempo, como ya hemos dicho, nos pronunciamos por la vacunación obligatoria rechazando los argumentos falsos de las libertades individuales por sobre el conjunto. Más recientemente, hemos denunciado y llamado a combatir la política y las medidas que se enmarcan en el “fin de la pandemia”[20]. En ese marco, consideramos que los movimientos antivacuna, considerados en su conjunto, son negativos porque van contra una necesidad imperiosa de los trabajadores y los pueblos del mundo, en especial de los países más pobres.
En ese marco, si realmente hubiera un combate global contra la pandemia, estaríamos a favor de controles sanitarios, que no solo debería contemplar la vacunación, sino también el conjunto de medidas sanitarias que los gobiernos deberían garantizar en forma gratuita como los testeos masivos y permanentes. Por otro lado, en varios países ya existen documentos que pueden considerarse equivalentes. Por ejemplo, en Argentina y Brasil, la vacunación contra determinadas enfermedades (en especial las llamadas “infantiles”) es obligatoria, debe ser garantizada gratuitamente por el Estado, y los niños no pueden inscribirse en las escuelas si sus familias no presentan el “carnet de vacunación”. También es obligatoria la aplicación de la vacuna antitetánica cuando se es atendido en un centro médico por un accidente o con heridas cortantes.
Pero este “pase sanitario” que comienzan a aplicar diversos gobiernos burgueses es, por un lado, profundamente hipócrita ya que, al mismo tiempo que se alentó el funcionamiento “normal” de las concentraciones en los centros laborales, se aceptó que los trabajadores viajen en transportes públicos colmados y vuelvan al trabajar sin constancia médica luego de haberse contagiado o con posibilidades de estarlo; se aplica en eventos deportivos, lugares de esparcimiento o viajes de mayor distancia. Es decir, es una “pase” que no garantiza la propagación de la pandemia en cuanto medida aislada (por ejemplo, en Italia el “pase base” ni siquiera exige la vacuna, solo testeo, o en Argentina donde en la realidad no es requerido en ningún lado, etc.), que es utilizado para esconder la falta de aplicación de medidas de conjunto y colocar la responsabilidad del futuro de la pandemia sobre el conjunto de los trabajadores y el pueblo, escondiendo los verdaderos responsables. Por el otro, se pretende usarlo de modo reaccionario para dividir a la clase obrera y atacar sus conquistas.
En ese contexto, debemos analizar las movilizaciones (algunas de cierta importancia) que se han producido en varios países europeos contra el “pase sanitario” y el criterio de la obligatoriedad de la vacunación. Varias de ellas fueron reprimidas por los gobiernos[21]. Frente a estas movilizaciones se nos plantea la pregunta sobre qué son. ¿Se trata de movilizaciones de sectores retrógrados y reaccionarios y, por lo tanto, deben ser repudiadas? O, por el contrario, ¿son movilizaciones que expresan el justo hartazgo de franjas de la clase trabajadora y el pueblo con el capitalismo y sus gobiernos y, en ese marco, expresan la confusión sobre la pandemia y la vacunación a que nos hemos referido? De conjunto, estas movilizaciones tienen un carácter reaccionario, capitalizadas por sectores de derecha, por lo cual las rechazamos. Esto no niega que en algunos casos ambos tipos de acción se dan de modo simultáneo, e incluso, a veces, combinando características en una misma movilización.
En Bélgica, las manifestaciones han sido convocadas por la extrema derecha. Por eso, la organización de la LIT-CI en este país no llamó a participar de ellas. Un carácter similar tendrían las movilizaciones de Holanda y Dinamarca. Por el contrario, los camaradas simpatizantes de la LIT-CI en Francia consideraron que el proceso que se dio en el país en julio y agosto de 2021, por su composición social, su ubicación geográfica y la bronca creciente al gobierno Macron, recordaban a las de los “chalecos amarillos” de enero de 2019[22]. En Italia se han dado movilizaciones de carácter contradictorio. Varias de ellas fueron organizadas directamente por los fascistas de Fuerza Nueva, con consignas de este sector. Una de ellas terminó con el ataque a la central sindical CGIL. Es evidente que movilizaciones de este tipo no pueden apoyadas ni “disputadas” y que deben ser repudiadas. Otras manifestaciones contra el pase sanitario tuvieron otro contenido, como la de los obreros portuarios de Livorno y algunas huelgas específicas, contra los intentos de dividir a los trabajadores. En estas últimas, sí tenemos la obligación de intervenir y apoyarlas.
Es importante entender que la extrema derecha más reaccionaria logra hacer pie en sectores de la clase obrera y el pueblo en la medida en que la mayoría de la izquierda no interviene en la realidad de la pandemia con una política revolucionaria de lucha contra la pandemia, en el marco de un combate al capitalismo y sus gobiernos en todos los aspectos. He aquí una tarea urgente que debemos encarar los revolucionarios para dar una salida a la crisis de la pandemia capitalista.
[1] Ver https://litci.org/es/omicron-oleada-final-o-pandemia-eterna/
[2] https://www.dw.com/es/novak-djokovic-llega-a-belgrado-tras-ser-expulsado-de-australia/a-60448427
[3] https://www.bbc.com/portuguese/brasil-60124170 (original en portugués, traducción nuestra)
[4] https://www.dw.com/es/evang%C3%A9licos-en-la-pandemia-del-coronavirus-prefieren-su-religi%C3%B3n-a-la-vacunaci%C3%B3n/a-57279612
[5] https://www.abc.com.py/internacionales/2022/01/23/los-antivacunas-de-eeuu-emulan-a-luther-king-para-reclamar-libertad-medica/
[6] https://br.investing.com/news/stock-market-news/bolsonaro-diz-que-ninguem-pode-obrigar-vacinacao-e-chama-de-imbecil-quem-o-considera-mau-exemplo-814278.
[7] Ver, por ejemplo: https://www.thecommunists.net/home/espa%C3%B1ol/la-contrarrevoluci%C3%B3n-del-covid-19-qu%C3%A9-es-y-c%C3%B3mo-combatirla/
[8] https://www.clarin.com/internacional/covid-pais-elimina-todas-restricciones-convierte-primero-decretar-fin-pandemia_0_yulanTaMyo.html
[9] Ver artículo de nota 1
[10] Ver https://www.vozdeamerica.com/a/biden-anunciara-nuevas-medidas-para-combatir-la-pandemia/6363333.html
[11] https://www.dw.com/es/covid-19-en-alemania-incidencia-r%C3%A9cord-y-vacunaci%C3%B3n-estancada/a-59763271
[12] https://www.elperiodico.com/es/internacional/20211201/lider-antivacunas-italia-arrepentido-ingresado-12930104
[13] https://cnnespanol.cnn.com/2022/01/20/hana-horka-cantante-antivacunas-muerte-covid-trax/
[14] https://www.iberdrola.com/compromiso-social/historia-de-las-vacunas
[15] https://www.huesped.org.ar/noticias/vacuna-contra-covid-personas-con-vih/?gclid=Cj0KCQiAosmPBhCPARIsAHOen-MZCILbptrRInHi_GDqEybXIAZz-7VHjc3xjsiOKjnuh86axboYLjoaAr8yEALw_wcB
[16] https://www.historyofvaccines.org/es/contenido/articulos/desarrollo-pruebas-y-reglamentos-para-las-vacunas
[17] Ver https://litci.org/es/la-carrera-por-la-vacuna-contra-el-covid-19/ y https://litci.org/es/la-carrera-por-la-vacuna-contra-el-covid-19-ii/
[18] https://www.nytimes.com/es/2021/08/04/espanol/variante-delta-contagio-jovenes.html
[19] https://www.cronica.com.ar/sociedad/Coronavirus-las-personas-no-vacunadas-tienen-36-veces-mas-riego-de-entrar-en-terapia-intensiva-20220121-0030.html
[20] Ver artículo de nota 1.
[21] Ver, por ejemplo: https://www.lavanguardia.com/internacional/20211122/7878426/protestas-la-haya-bruselas-restricciones.html
[22] Ver https://litci.org/fr/quelques-reflexions-a-propos-de-la-mobilisation-contre-le-passe-sanitaire-en-france/