Antisionismo no es antisemitismo
Hay una vieja narrativa sionista que presenta como antisemitismo, cualquier cuestionamiento al estado de Israel y a sus permanentes ataques sobre el pueblo palestino. Caían bombas israelíes, morían niños, mujeres, ancianos palestinos, surgían críticas internacionales y desde todas las embajadas de Israel gritaban: ¡Antisemitismo!
Por Alicia Sagra
Durante muchos años, una gran cantidad de jóvenes, de obreros, de intelectuales, que recordaban el Holocausto, los terribles crímenes del nazismo contra los judíos, se dejaban engañar por esa táctica sionista y veían a Israel como un pequeño país, de gente muy trabajadora y estudiosa, último refugio de las víctimas del holocausto, rodeados de una multitud árabe que no los aceptaban y los atacaban permanentemente.
Pero las cosas están cambiando. A pesar del boicot de la prensa internacional, no es posible ocultar el terrible genocidio de Israel, los permanente bombardeos, el cerco que no permite llegar alimentos, agua, medicamentos. Las redes sociales están inundadas de datos sobre los muertos palestinos, los heridos, los niños asesinados, mutilados.
Pero no sólo se ven los crímenes del estado de Israel, sino que también, hoy se ve que miles y miles de judíos norteamericanos y europeos, salen a las calles con banderas palestinas, gritando: ¡No en nuestro nombre!, que ocupan parlamentos, reparticiones estatales, estaciones ferroviarias, exigiendo el cese del fuego.
No se pudo ocultar, el enorme repudio hacia Israel que se manifestó en las Olimpíadas, o las manifestaciones en gran cantidad de universidades de EE.UU a favor de Palestina y en contra de Israel, que hacían recordar las movilizaciones estudiantiles durante la guerra de Vietnam.
Los trabajadores y los jóvenes del mundo, hoy ven a conocidos deportistas, atletas, que se niegan a competir en Israel o con deportistas israelíes. Así como ven multitudinarios espectáculos musicales de artistas como Rogers Waters o Calle 13, llenos de banderas palestinas. Y leen en las redes sociales, reproducciones de declaraciones de importantes actores judíos como Dustin Hoffman que dice: “Soy judío y sostengo que la humanidad comenzó a morir cuando nació Israel”. O se enteran que el director cinematográfico, ganador del Oscar por la película centrada en el Holocausto y en Auschwitz, “ Zone of interest”, donó todos las ganancias de la película para la campaña de ayuda a Gaza.
Todo esto, hace que esa vieja narrativa sionista, tenga menos credibilidad. Es decir, hoy en día está teniendo una repercusión mucho más masiva, lo que desde hace años vienen diciendo, y demostrando, importantes intelectuales judíos: Que sionismo no es sinónimo de judaísmo.
La relación del sionismo con el nazismo
Los sionistas se presentan como herederos morales de las víctimas del Holocausto. El intelectual y activista marxista, judío-norteamericano, Ralph Schoenman, recientemente fallecido, plantea que ese “es el más extendido y el más insidioso de los mitos del sionismo. Los ideólogos de este movimiento se han envuelto en el sudario colectivo de los seis millones de judíos que cayeron víctimas del asesinato masivo nazi. La cruel y amarga ironía de esta falsa reivindicación estriba en que el movimiento sionista mantuvo desde el principio una activa colusión con el nazismo. A la mayor parte de las personas les parece extraño que el movimiento sionista que siempre invoca el horror del Holocausto, haya colaborado activamente con el enemigo más acérrimo que jamás tuvieron los judíos. Sin embargo, la historia revela no sólo una comunidad de intereses sino una profunda afinidad ideológica que tiene su raíz en el extremado chovinismo que comparten.”[1]
Esa afinidad ideológica entre sionismo y nazismo tiene que ver con que los dos movimientos comparten la teoría de la “pureza de sangre”, unos son “la raza superior”, los otros “el pueblo elegido”. El líder sionista Leev Jabotinsky, enfrentando el proceso de asimilación que se desarrollaba en los judíos alemanes y defendiendo sus planteos de que la única solución a la cuestión judía era obtener un territorio propio, señala: “Es imposible que alguien se asimile a gente que tiene una sangre distinta que la suya (…) no puede haber asimilación. Nunca hemos de permitir cosas como el matrimonio mixto porque la preservación de la identidad nacional sólo es posible mediante la pureza racial y al efecto debemos tener ese territorio en el que nuestro pueblo constituirá los habitantes racialmente puros”[2]
Y esa doctrina se convirtió en política, “La Federación Sionista de Alemania envió un memorándum de apoyo al Partido Nazi el 21 de junio de 1933. El mismo señalaba: ‘…un renacimiento de la vida nacional como el que se da en la vida alemana… debe tener lugar también en el grupo nacional judío.
Sobre la base del nuevo estado (nazi) que ha establecido el principio de la raza, deseamos encajar nuestra comunidad en la estructura de conjunto de manera que también para nosotros, en la esfera a nosotros asignada, podamos desarrollar una actividad fructífera por la Patria…’
Lejos de repudiar esa política, el Congreso de la Organización Sionista Mundial de 1933, rechazó por 240 votos contra 43 una resolución que llamaba a actuar contra Hitler[3]
El movimiento sionista, cuya reivindicación central, era la construcción de un estado nacional judío, propio[4], fue durante muchos años extremadamente minoritario, ya que la mayoría de los judíos defendían la integración en los diferentes países donde vivían. Pero la situación comienza a cambiar con la persecución nazi, cuando comienzan a ganar adeptos. Schoenman plantea que la obseción por colonizar palestina y ser más que los árabes, llevó al movimiento sionista a oponerse a cualquier rescate de los judíos amenzados de exterminio en Alemania, para que no hubiese obstáculos a la desviación de una mano de obra selecta a Palestina.
En 1938, Ben Gurión en una asamblea de sionistas laborista de Gran Bretaña, planteó lo siguiente: “Si yo supiese que era posible salvar a todos los niños de Alemania llevándolos a Gran Bretaña y sólo a la mitad de ellos transportándolos para Erstz Israel, optaría por la segunda alternativa”
Y no solo fue un discurso, entre 1933 y 1935, la Organización Sionista Mundial rechazó las dos terceras partes de los judíos alemanes que pidieron un certificado de inmigración. Ellos estaban incentivando un plan de emigración de judíos hacia Palestina con el argumento de las amenazas de exterminio. Pero, había judíos alemanes demasiado viejos, sin cualificación profesional para levantar una colonia sionista, que no hablaban hebreo y que no eran sionistas. En lugar de esos judíos amenazados de exterminio, la Organización Sionista Mundial llevó a Palestina seis mil jóvenes sionistas de EE.UU y de Gran Bretaña y otros países en donde no había amenaza. Y contaban para ellos con el total apoyo de los imperialismos yanqui y europeos, que veían en ellos un brazo armado al servicio del control sobre el Medio Oriente.
Y, lo más aterrador es la indiferencia que el sionismo mostró ante lo que pasaba en los campos de concentración.
“El dirigente judío eslovaco, rabino Dov Michael Weismandel, en carta a los funcionarios sionistas encargados de las ‘organizaciones de rescate’ propuso una serie de medidas para salvar a los judíos condenados al exterminio en Auschwitz. Ofreció mapas exactos de los ferrocarriles y urgió el bombardeo de los ramales por donde transportaban a los crematorios a los judíos húngaros.
Pidió que bombardearan los hornos de Auschwitz, que lanzasen en paracaídas municiones para 80 mil prisioneros, que se lanzasen en paracaídas zapadores para volar todos los medios de aniquilación y poner fin así a la cremación diaria de 13 mil judíos.
En caso de que los aliados rechazasen la petición, Weismandel, proponía que los sionistas, que disponían de fondos y organización, se agenciasen aviones, reclutasen voluntarios judíos y realizasen el sabotaje” [5]
No hubo ninguna acción contra los campos de concentración, ni de parte de los ejércitos aliados, ni de parte de los sionistas.
En julio de 1944, Weismandel, escribió a los sionistas una carta que decía: “¿Por qué no habéis hecho nada por nosotros hasta ahora? ¿Quién es el culpable de esta terrible negligencia? ¿Nos sois culpables vosotros, hermanos judíos, que teneis la mayor suerte del mundo, la libertad?
(…) Vosotros, hermanos judíos, hijos de Israel, ¿estais locos? ¿No sabeis el infierno que nos rodea? ¿Para quién guardais vuestro dinero? ¡Asesinos! ¡Locos![6]
Sionismo no es sinónimo de judaísmo. Sionismo es sinónimo de nazi-fascismo.
Los datos anteriores, todos perfectamente documentados, muestran la afinidad ideológica entre sionismo y nazismo, la pureza de sangre. La historia desde 1948 hasta la fecha, muestra, además, una afinidad metodológica. Ellos están aplicando sobre los palestinos, los mismos métodos que Hitler aplicó durante el holocausto. Es por eso que miles y miles de judíos movilizados en diferentes partes del mundo, dicen ¡No aceptamos que se use el sufrimiento de nuestros familiares para justificar el mismo ataque contra los palestinos! Y es por eso que oponerse a esos métodos y exigir la destrucción del estado que los aplica, no es antisemitismo.
Por el contrario, el antisemitismo, que sí existe, lo propicia el propio estado de Israel, porque hay muchos que todavía creen en la falsa narrativa de que sionismo es sinónimo de judaísmo. Lo que es fuertemente ayudado por la prensa internacional, que en momentos en que se está cumpliendo un año de ataques genocidas por parte de Israel, reconocidos hasta por organismo cono la Corte de Justicia Internacional, sigue hablando del “terrorismo de Hamas”. El único terrorismo es el de Israel, la acción del 7 de octubre no fue más que la vanguardia de la resistencia palestina, ante el terrorismo de estado con objetivos colonizador, que lleva más de 75 años.
Defender la destrucción de ese estado nazi-fascista, no es antisemitismo, es una cuestión de sobrevivencia, no sólo en la Palestina histórica, porque el sionismo sigue con el proyecto de la “gran Israel”, como los prueban los actuales ataques que están realizando sobre el Líbano.
Nahuel Moreno decía “La izquierda sionista me acusa de antisemita, sobre todo porque sostengo la necesidad de la destrucción del Estado sionista.
Como marxista, parto de la base de que el proletariado de una nación que explota y oprime a otra, como Israel a los árabes y palestinos, no puede liberarse. La clase obrera judía es heredera de una gloriosa tradición en la lucha de clases: el camino del proletariado occidental, incluido el argentino, está sembrado de una multitud de heroicos luchadores judíos. Pero ese proletariado no podrá seguir hasta el fin, ni reverdecer y superar su gloriosa tradición, mientras no se ponga de parte de los palestinos y los árabes, que son reprimidos, perseguidos y esclavizados por el Estado de Israel. (…) la pregunta a responder con respecto a las relaciones entre pueblos, razas, naciones y clases, es muy sencilla: ¿quién oprime y quién es oprimido? Para un marxista revolucionario la respuesta es tan sencilla como la pregunta: estamos contra los opresores y a favor de los oprimidos. Defendemos a muerte a estos últimos, sin dejar de señalar, cuando sea necesario, los errores de su dirección (…)”[7]
Hay sectores de la izquierda que no opinan que ese planteo sea antisemita, pero que se manifiestan en contra, con el argumento de que no tiene política para la clase obrera israelí. Desde la LIT-CI, coincidimos con la repuesta de Moreno a ese planteo:
“Si el propósito decisivo y fundamental es la destrucción del Estado sionista, se trata de establecer cuáles son las fuerzas objetivas que en este momento están embarcadas en esa tarea progresiva, histórica, (…). ¿Acaso lo están haciendo los explotados y discriminados sabras y sefardíes de Israel? ¿O son los trabajadores asquenazis? En este momento, esas fuerzas son baluarte del Estado sionista y no la vanguardia de su destrucción. La aristocracia obrera asquenazi, a través del Partido Laborista, está con todo en el sionismo. Los sabras y sefardíes le dieron la base electoral a Begin y apoyan con entusiasmo sus planes de colonización de las tierras árabes. Esto deja actualmente como único sector social en lucha permanente contra Israel al movimiento árabe y musulmán, a cuya vanguardia indiscutida están los palestinos, arrojados de su patria por los sionistas.”[8] Ese planteo de 1982, no solo conserva toda su actualidad, sino que hoy cobra una mayor relevancia, y mostrando de que no es antisemita y que la causa palestina no es sólo de los palestinos, están la declaraciones del historiador judío Ilan Pappé, diciendo que estamos en el inicio del fin del proyecto sionista y debemos sumarnos al esfuerzo de acortar ese período. Coincidimos.
[1] Ralph Schoenman, La historia oculta del sionismo
[2] Jabotinsky, “Carta sobre la Autonomía”, 1904, citado en la Historia Oculta del sionismo.
[3] Schoenman, obra citada
[4] Es totalmente falso el argumento de que hay una razón hitórico-religiosa en la fndación del Estado de Israel. En el Congreso sionista se barajaron varios territorios, uno era Palestina, pero también Uganda y la Patagonia argentina. Y Joseph Otmar Hefter, creador de Nai Judá (Nueva Judea), en un panfleto de 1938, manifiesta su rechazo a la construcción del estado judío en Palestina y defiende la creación de un Estado judío en el continente americano. Publicó un mapa con 10 propuestas de «hogar» para el pueblo judío, entre ellas la Guyana Británica, Venezuela y Brasil y otra entre Brasil y Paraguay. También propuso Birobidzhan, Australia, Alaska, Canadá, una parte de Egipto, parte de la África Oriental o el sudeste de Asia como un posible Estado para el pueblo judío.
[5] Schoeman, obra citada
[6] Todos esos datos están ampliamente documentados en el libro “El sionismo en la era de los dictadores” del escritor judío-norteamericano Lenni Brenner
[7] Conversaciones con Nahuel Moreno.
[8] Respuesta de Nahuel Moreno a “Carta de un camarada chileno”, Correo Internacional, año 1, nro. 8, de septiembre de 1982