Ante la condena a Cristina Fernández de Kirchner

Por Partido Socialista de los Trabajadores Unificado – Argentina
Cristina Fernández de Kirchner (CFK) finalmente ha sido sentenciada por la Corte Suprema a 6 años de prisión e inhabilitación perpetua para postularse a cargos públicos, por administración fraudulenta, a raíz de 51 obras realizadas en la provincia de Santa Cruz por la constructora de Lázaro Báez.
La Justicia podrida del régimen capitalista, por la cual no tenemos el menor respeto, ha decidido sancionarla este año electoral, en base a hechos criminales del pasado y forzando los mecanismos de la causa. Repudiamos esas maniobras.
La dirigencia peronista, secundada por gran parte de los sindicatos, partidos de izquierda y organizaciones sociales han salido a denunciar una “persecución política”. Muchos compañeros peronistas, con toda honestidad, creen esto mismo, se lamentan por la sentencia y piden su libertad.
Respetamos ese honesto sentimiento, pero no pedimos la libertad de CFK. No la consideramos una perseguida política, ni respetamos a los dirigentes peronistas que, con toda hipocresía, ocultan una parte fundamental de la realidad: la corrupción de los gobiernos peronistas (al igual que los demás) es completamente cierta. Esto es una lucha de poder y dinero entre los que siempre han gobernado. Por eso, no nos sumamos a las acciones en defensa de CFK.
Castigo a todos los corruptos
Luchamos por el castigo a todos los gobiernos corruptos capitalistas. Todos. Comenzando por la dictadura militar, condenada por el pueblo argentino. Alfonsín, Menem y De la Rúa, cometieron diversos negociados y crímenes. El más grande de todos: continuar pagando una deuda ilegítima al FMI y entregando las riquezas y el esfuerzo de nuestro pueblo a las grandes empresas multinacionales que saquean a la Argentina.
Lo mismo hicieron Néstor y Cristina Kirchner, así como Mauricio Macri, Alberto Fernández y hoy Javier Milei. La corrupción es inseparable de la “democracia capitalista”.
Todos ellos deben pagar sus crímenes y negociados de cara a los trabajadores y el pueblo. Futuras luchas y rebeliones tendrán la tarea de ponerlos frente a tribunales populares para juzgarlos.
No será esta Justicia capitalista la que hará eso. Es una de las instituciones más corruptas del Estado. Y la Corte Suprema es la suprema expresión de esa corrupción.
¿Qué es la condena a Cristina?
El argumento de que “todos los políticos corruptos siguen sueltos, pero a Cristina la sancionan” no puede ser tomado en cuenta. En verdad, todos los corruptos deben ir presos.
Es cierto que hay una especulación electoral con esta sanción. Y que la Corte Suprema es manejable por parte de los poderosos. Nunca han tenido en cuenta los delitos sino las conveniencias políticas y económicas de los diferentes grupos capitalistas.
La condena a CFK no tiene nada que ver con la desaparición de militantes durante la dictadura. Ni con la prisión y persecución a luchadores por enfrentar a los capitalistas y sus gobiernos, como tantos compañeras y compañeros, entre ellos los nuestros (Sebastián Romero y Daniel Ruiz). Ni siquiera con el caso de Milagro Sala, detenida por una movilización, y a quien sí defendimos siempre.
Se trata de jugarretas políticas y jurídicas entre ellos, entre los que se suceden en el poder al servicio de los grandes capitalistas y de su propio enriquecimiento. CFK, al igual que Macri y Milei son millonarios a costa de sus negociados desde el gobierno. Ella misma ha dado los fundamentos para su condena, a partir de la corrupción de su gobierno.
De ambos lados dicen que hacen lo que hacen “en defensa de la democracia”. Es mentira. Defienden “su” democracia, es decir, sus mecanismos para continuar explotando al pueblo trabajador.
Solo se han preocupado por la “democracia” cuando enfrentaron luchas y movilizaciones obreras y populares que cuestionaron las instituciones, enfrentaron al Congreso, tiraron abajo gobiernos (como a De la Rúa) o se defienden con toneladas de piedras y con lo que tienen de la represión. Por eso aceptan y han defendido a una Justicia que, hasta hoy, ha mantenido libres a la mayor parte de los genocidas de la Dictadura.
La mentira de los dirigentes sindicales y políticos
Los mismos dirigentes peronistas que nada hacen ante el ataque de Milei a los jubilados, a los trabajadores, a la salud y a la ciencia, ahora, llaman a “movilizar”. Lo mismo la propia CFK, que viene justificando muchas de las medidas de ajuste. Nada hacen por defender a los trabajadores. Rechazamos esa hipocresía. Todos ellos son los cómplices del gobierno y de esta Justicia (a la que jamás enfrentaron en serio). Y ahora, son las víctimas de sus propias traiciones.
La mayor parte de los partidos de izquierda han entrado en la trampa de defender a Cristina, como si efectivamente fuera una “perseguida”. No lo es. Su gobierno mismo persiguió en realidad a muchos luchadores obreros y de izquierda, con el Proyecto X y la Ley Antiterrorista, que ella misma sancionó. No está condenada por luchar, como Milagro Sala. Tampoco por sus (pocas) medidas relativamente “progresivas”, como el aumento de retenciones al agro.
Continuar la lucha por una nueva dirección política para la clase obrera
Así como muchos/as trabajadores/as lamentan la condena, muchísimos otros lo ven como algo ajeno, un problema “entre los políticos”, en el que los de abajo no debemos involucrarnos. Son los mismos que ya rompieron con el peronismo. Algunos confiaron en Milei y ya se desengañaron. Con ellos compartimos esa bronca por todos los partidos de siempre, por esos políticos, empresarios, militantes y sindicalistas traidores.
Ante los hechos, no entramos en trampas ni en la defensa de una de las dirigentes que, lamentablemente, ha sido responsable de la miseria obrera y popular, de la decadencia de nuestro país. Decimos con claridad que es necesario luchar contra todos ellos, su corrupción, su Parlamento, instituciones y Justicia. Y construir juntos una nueva dirección sindical y política, nuevas organizaciones y movimientos políticos para romper con la dependencia, dejar de pagar la deuda, expropiar a los grandes capitalistas y apropiarnos de los recursos [naturales] para un proyecto al servicio de la mayoría de la sociedad.
Es preciso construir un nuevo Estado, controlado democráticamente por los trabajadores a través de sus propias instituciones, única forma de terminar con toda corrupción.