Sáb Jul 27, 2024
27 julio, 2024

Un año de la rebelión contra Ortega: la Alianza quiere pactar con la dictadura

Este 19 de abril se cumple un año del inicio de la rebelión popular nicaragüenses, que paso rápidamente de una lucha contra la reforma neoliberal a las pensiones  a una verdadera rebelión popular y juvenil que logró poner en jaque a la dictadura durante varias semanas.

Por PT-Costa Rica

Los tranques de carreteras y el control  opositor de ciudades como Masaya fueron reflejo del momento más importante de la lucha durante los meses de abril y mayo. Rápidamente los autonombrados voceros estudiantiles, el empresariado del COSEP y las autoridades de la Iglesia Católica llevaron la lucha a un diálogo que solo servía para desmovilizar  y darle tiempo a la dictadura, una grave traición que hoy se paga con muertos, detenidos y miles de exiliados.

En vez de discutir seriamente la necesidad de que los tranques y ciudades en resistencia prepararan la autodefensa para hacer frente a la represión que se venía, la oposición encabezada por el COSEP impuso la salida del diálogo, llamó  a “flexibilizar los tranques” y a renunciar a cualquier tipo de armamento para defender las ciudades, impulsó la confianza en en el apoyo de países imperialistas como EE.UU y  sus respetivos organismos, como la OEA y la ONU.

Con el diálogo iniciado en mayo, el sandinismo tuvo un respiro y reaccionó como una bestia herida. Reorganizó sus fuerzas policiales y paramilitares, lanzó la operación limpieza en julio para controlar ciudades como Masaya e ir desmontando uno a uno los tranques donde encontraba la resistencia valiente pero sin mayor armamento que unos cuantos morteros.

El sandinismo, con el apoyo continental del chavismo y el Foro de Sao Paolo (Frente Amplio de Costa Rica, FMLN de EL Salvador, Libre en Honduras)  inició la masacre de su propio pueblo. Hoy se contabilizan 523 muertos y más de 800 presos políticos, miles de exiliados. Las denuncias de torturas y malos tratos son frecuentes, la dictadura ha generado sentencias ejemplarizantes: el líder campesino Medardo Mairena fue condenado a 216 años de prisión.

Ahora, a diferencia de abril y mayo, nos encontramos en un momento defensivo frente a la dictadura, la afirmación de “vamos ganando” por parte de la Alianza es una irresponsabilidad.

Hoy toda la presión de la Alianza es para negociar bajo los términos de Ortega y los grandes banqueros (El grupo Pellas Lafisse y el Banco de la Producción).  Al mejor estilo del pacto de 1971 entre conservadores  y la dictadura de Somoza Debayle, o del pacto  Ortega-Alemán del año 2008, el nuevo diálogo en el fondo lo que busca es un pacto para salvar los negocios de los banqueros y empresarios aunque el pueblo se siga hundiendo en la tiranía; solo en el sector bancario las utilidades pasaron de 14 millones de dólares en marzo de 2018 a 2 millones de dólares en diciembre de 2018. Por eso no extraña que los banqueros estén desesperados por “normalizar” la situación y los negocios.

La nueva negociación es vista con profunda desconfianza por el pueblo nicaragüense, habituado a los pactos de cúpula. Los titulares de la Alianza en la mesa de negociación son todos varones y mayoritariamente empresarios; dentro de sus demandas ya no se pide la salida inmediata de la dictadura, se negocia con los presos políticos como moneda de cambio, apuestan por unas elecciones inciertas y que el propio régimen se niega a adelantar, tampoco demandan la disolución de los cuerpos represivos (paramilitares, Policía Sandinista y el Ejercito), mucho menos el juicio, castigo y confiscación de los bienes del orteguismo.

Desde la Liga Internacional de los Trabajadores  y sus partidos en Centroamérica  hemos estado desde el primer día a favor de la rebelión contra la tiranía Ortega-Murillo. Ahora resulta indispensable  sacar las conclusiones políticas para poder retomar la lucha contra el tirano. Por eso debemos empezar por señalar que ese nuevo diálogo jefeado por los banqueros y el COSEP solo conducirá a más derrotas, al fortalecimiento de la tiranía y al aumento de la represión.

En Nicaragua urge construir una verdadera alternativa revolucionaria, que enfrente de manera consecuente a la dictadura y  que se oponga al plan traidor de la Alianza Cívica concretado en las apuestas por un nuevo diálogo inútil.  Desde la LIT-CI abogamos por construir esa alternativa política sin la cual el pueblo nicaragüense seguirá siendo presa de dos facciones enemigas de sus intereses.

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