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Palestina

A propósito del plan de «Paz Eterna» de Trump

Multitud en protesta con una gran pancarta que dice “Blocchiamo tutto”, carteles y banderas en una calle de una ciudad italiana.
Marcha con decenas de personas en Génova sosteniendo pancartas y carteles de protesta, con la frase “Blocchiamo tutto” (“Bloqueémoslo todo”) claramente visible.
octubre 3, 2025

Quien no está con la Resistencia palestina, es cómplice del genocidio sionista

Por: Francesco Ricci

Mientras cerramos este artículo llegan las noticias del inicio del ataque de los sionistas a la Flotilla Sumud. Volveremos sobre este tema en próximos artículos.

El ignominioso «Plan de Paz» de Trump es un ultimátum a los palestinos: o renuncian a luchar o los sionistas tendrán el respaldo de Trump para continuar sin obstáculos con el genocidio, cuyo objetivo es lograr lo que desde hace un siglo es su verdadera meta, independientemente de que el gobierno de turno sea del Likud o laborista: expulsar a los palestinos incluso de las pequeñas zonas (la Franja de Gaza y Cisjordania) en las que fueron confinados en 1967, después de haber sido expulsados en 1948 de la mitad de su tierra (asignada por la ONU a «Israel») y después de que, con una nueva expansión, los sionistas, ya en 1949, se apoderaron del 80 % de Palestina, continuando (incluso ahora) con la colonización incluso de pequeños pedazos de Cisjordania que, junto con Gaza, según el otro ignominioso «Plan de Paz», el de Oslo de 1993-1995, deberían haberse convertido en un futuro indeterminado en el llamado «Estado de Palestina».

La «Paz Eterna» de Trump

El plan, presentado estos días por la pareja de criminales Trump y Netanyahu, ya está muy claro, por mucho que algunos hipócritas sostengan que hay que precisar los detalles. La esencia es que la resistencia palestina debería entregar las armas, renunciando a defenderse y a luchar, mientras que el ejército sionista (que está matando en Gaza a una media de 100 palestinos al día) se retiraría lentamente y de forma parcial (de una invasión que les ha resultado imposible, debido a la resistencia), para dejar espacio a otras tropas coloniales bajo el control de Trump y del ex primer ministro «socialista» británico Blair, que se jacta de hazañas como la agresión imperialista a Irak en 2003 (1), que causó alrededor de un millón de muertos.

En detalle, el plan de veinte puntos prevé precisamente una retirada gradual, lenta y no completa de las FDI de la Franja, a cambio de la entrega inmediata de los rehenes sionistas capturados el 7 de octubre y del desarme de los combatientes palestinos.

Los sionistas, a su vez, liberarían a unos 2000 palestinos, de los más de 10 000 que retienen y torturan en los campos de concentración, y concederían salvoconducto a los combatientes que renunciaran a luchar. Solo entonces las organizaciones humanitarias (hasta ahora bloqueadas o expulsadas) podrán acceder para llevar comida, agua y electricidad a los habitantes de Gaza.

La Franja quedará entonces ocupada por otras tropas (con la colaboración de los regímenes árabes cómplices de Estados Unidos, empezando por Jordania y Egipto), bajo el mando de Trump y Blair, que instaurarán un gobierno títere elegido por Trump y Netanyahu que se dedicará a la «reconstrucción» de Gaza (la «Nueva Gaza», la costa turística de la que delira Trump). En el futuro, la administración podría pasar (según Trump) a la Autoridad Nacional Palestina, que ya desempeña eficazmente la función de «gobierno» colaboracionista en alguna parte de Cisjordania.

Como premio final, Trump no descarta que en un futuro indeterminado pueda surgir un «Estado palestino» en algún rincón de esa tierra: pero para ganarse ese paraíso del mañana, los palestinos deben olvidar hoy que llevan un siglo oprimidos y demostrar incluso que han comprendido «los valores» que representa esa «única democracia en Oriente Medio» que los masacra. Por otra parte, sobre este último punto, Netanyahu ya prefirió precisar durante la conferencia de prensa celebrada con su cómplice que nunca existirá un Estado palestino y, de hecho, en sus giras propagandísticas por el mundo muestra los mapas de una nueva expansión sionista en los países vecinos.

En cuanto a la administración estadounidense, el autocandidato al Nobel de la Paz Trump continúa con la estrategia que tiene como objetivo mantener el control de la región «pacificando» los conflictos para poder desviar los recursos estadounidenses hacia el verdadero conflicto (por ahora solo económico) del que depende el orden mundial (hoy en crisis): el conflicto con el imperialismo chino.

Abu Mazen y la ANP han agradecido a Trump, declarándose dispuestos a servirle: algo que no sorprende a quienes, como nosotros, siempre hemos denunciado la complicidad de la ANP con el sionismo.

Algunas fuerzas de la Resistencia, en cambio, ya han rechazado acertadamente el chantaje de los dos verdugos Trump-Netanyahu. Hamás, parte fundamental de la heroica Resistencia palestina, hará oficial su posición en las próximas horas (mientras escribimos este artículo aún no lo ha hecho).

Por nuestra parte, no tenemos ninguna duda: solo los ingenuos (o los malintencionados) pueden creer que, tras una tregua más o menos larga, «Israel» no reanudará su plan genocida. Se trata, es decir, de un chantaje infame, impuesto a una población agotada y privada de comida y agua, para desarmar a los palestinos y poder luego atacarlos más fácilmente. Una historia que ya se ha repetido muchas veces en las últimas décadas.

El frente burgués filosionista se recompone

Como era de esperar, este plan criminal recibió inmediatamente el visto bueno de todos los gobiernos imperialistas porque «Israel» constituye, de hecho, su base militar en Oriente Medio y todo vale para preservarla.

Los elogios a Trump no solo han venido de los gobiernos más cercanos a él, como el de Meloni, sino también de aquellos gobiernos que (mientras armaban a «Israel» y reprimían las movilizaciones pro-Palestina) habían hecho el gesto de «reconocer a Palestina», para intentar calmar las calles de sus países, entre ellos el primer ministro «socialista» (sic) del Estado español, Sánchez.

Todos los gobiernos burgueses, en otras palabras, esperan que decapitar la resistencia palestina sirva para desmovilizar las calles de sus países, a las que temen enormemente.

El criminal Putin (que continúa la agresión imperialista a Ucrania) también muestra su pleno apoyo, y lo mismo harán los demás países principales que dirigen los llamados BRICS+ (2) que, sin que lo sepan aquellas izquierdas que difunden ilusiones sobre un «polo» alternativo a «occidente», o incluso magnifican el «socialismo chino» de Xi Jinping, (3) que nunca ha cesado sus relaciones comerciales con Israel (4).

Y, tras los enamoramientos electorales de última hora por Palestina y las invitaciones a «reconocer un Estado palestino» (expresión con la que en realidad aluden a un futuro miniestado en un pedazo de tierra), tras los elogios a la Flotilla, mezclados con llamamientos para que se detenga, como sugirió Mattarella, tras las banderas palestinas expuestas en los ayuntamientos gobernados por el centroizquierda, también las llamadas oposiciones se están realineando rápidamente. El frente filosionista del imperialismo italiano, desde Meloni hasta Schlein, se recompone. Cuando los intereses fundamentales de clase llaman, la respuesta no se hace esperar: y la existencia de la entidad sionista, que defiende los intereses económicos y militares, es indispensable para el imperialismo. Por eso Palestina debe dejar de ser devorada por el monstruo racista y supremacista.

Y así, todos ellos se alinean y, con la inevitable bendición del Santo Padre, se disponen a apoyar, más o menos críticamente, el «Plan de Paz» de Trump.

Obviamente, el llamado «campo amplio» (PD, M5S y la cola de AVS) debe hacer malabarismos lingüísticos para no romper con las exigencias del imperialismo, pero al mismo tiempo no pagar un costo en términos de consenso electoral, porque saben que en la sociedad la causa palestina y el descrédito del sionismo han crecido desde el 7 de octubre de 2023, es decir, después de la heroica acción de la Resistencia en la que participaron todas las fuerzas combatientes con el apoyo de la población.

Elly Schlein, secretaria del PD, mientras escribimos este artículo, sigue buscando las palabras para hacer digerir este plan a su electorado sin pagar un precio demasiado alto. Conte y el Movimiento Cinco Estrellas, que tratan de sacar provecho del consenso de una posición aparentemente más a la izquierda que el PD en este tema, hablan de «abrir una rendija», de la necesidad de «precisar mejor los detalles del plan», etc. La posición del Movimiento Cinco Estrellas queda aún más clara gracias al maître à penser de Conte, Marco Travaglio, que espera que «las dos organizaciones terroristas» (definición con la que equipara a los opresores sionistas y a la Resistencia) acepten el plan. Para no perder a los numerosos lectores filopalestinos de su periódico que, a falta de otra cosa, buscan allí al menos alguna noticia, Travaglio concluye afirmando que no es lo que se desearía y que se trata del «mal menor», para luego concluir refiriéndose al plan de Trump: «Si no surge otro, critiquémoslo todo lo que queramos, pero mantengámoslo» (5).

Así es como han caído en la trampa aquellos que se hacían pasar por amigos del movimiento y de Palestina.

Desarrollar un movimiento unitario y el debate interno

Tras la gran e histórica jornada de movilización del 22 de septiembre, en vísperas de la manifestación del 4 de octubre, se trata de seguir desarrollando un movimiento que se ha hecho cada vez más grande y que ya no solo involucra a los estudiantes (que durante dos años han sido la vanguardia aislada, junto con unas pocas organizaciones políticas y sindicales y las organizaciones juveniles palestinas), sino que también involucra a los trabajadores. Es ejemplar la lucha de los portuarios de Génova, Livorno y otros puertos, que están bloqueando los barcos del Estado más racista del mundo. Fundamental ha sido la participación masiva en la huelga del 22 convocada por los sindicatos de base (huelga que la burocracia de la CGIL había intentado boicotear sin éxito).

Como sosteníamos desde el 7 de octubre de 2023 (entre los pocos que defendían ese histórico día de lucha de la Resistencia palestina frente a las distinciones de gran parte de la izquierda), y como ahora es una realidad evidente, la causa palestina se ha convertido en los últimos dos años, gracias al heroísmo sin igual de los palestinos, el símbolo, para millones de trabajadores y jóvenes, de la lucha y la redención contra la barbarie del capitalismo, un sistema basado en la explotación y la opresión, en las guerras y la devastación medioambiental.

No se trata, decía un internacionalista barbudo asesinado hace unos sesenta años en Bolivia, de simpatizar platónicamente con los oprimidos de otros países: se trata de luchar a su lado porque, aunque en frentes de países diferentes, combatimos a un único enemigo y cada victoria nuestra es una victoria suya y cada victoria suya es nuestra.

Pero el crecimiento y la radicalización del movimiento —siempre lo hemos dicho y lo repetimos, sin aceptar el «no discutamos para no dividirnos» —debe significar al mismo tiempo la unidad en las plazas y en las movilizaciones, pero también un verdadero debate sobre las perspectivas de la lucha palestina, que debe convertirse en una sola con nuestra lucha contra el gobierno de Meloni y contra el rearme imperialista y, más en general, contra este sistema del que el sionismo es uno de los brazos armados.

Por eso seguiremos, como siempre hemos hecho, defendiendo nuestra posición, sabiendo que contrasta con la expresada por la mayor parte de las actuales direcciones políticas que también participan en el movimiento, desde Rifondazione hasta Pap, desde la Red de Comunistas hasta el PCR (antiguo SCR).

Ya hemos abordado este tema en muchos artículos, en particular en nuestro «¿Quién teme a una Palestina libre desde el río hasta el mar?» (6). Aquí nos limitamos a decir que luchamos por una Palestina única, laica y no racista, una Palestina devuelta íntegramente a los palestinos (no solo dentro de las fronteras anteriores a 1967), lo que implica la destrucción de la entidad sionista. Solo así se podrá constituir una Palestina que reconozca los plenos derechos de la minoría judía no sionista. Un proceso que requiere la extensión de la lucha más allá de Palestina, para derrocar los regímenes reaccionarios de la zona y llegar a construir una Federación Socialista de Oriente Medio.

Esto es muy diferente de quienes siguen hablando (y engañando o engañándose, en el mejor de los casos) de «dos pueblos, dos Estados» (reconociendo implícita o explícitamente la existencia de la entidad colonial sionista y el encierro de los palestinos en un falso mini-Estado); o de quienes utilizan la variante aparentemente más radical de un Estado federal. Todas estas variantes eliminan, de hecho, el derecho al retorno de millones de palestinos obligados a emigrar y, sobre todo, eliminan el necesario vínculo entre esta lucha y una perspectiva internacionalista y revolucionaria. Nuestra posición también es diferente de la de aquellos que, en nombre de una abstracción del «socialismo», eliminan la cuestión nacional, que es, por el contrario, parte integrante del proceso revolucionario, su detonante (7).

Por lo tanto, la movilización debe crecer de forma unitaria y son muy positivas las huelgas unitarias que se están preparando (producto indirecto de la movilización que también ha obligado a la burocracia de la CGIL a tomar posición). Pero la lucha unitaria no significa callar sobre el papel que desempeñan las direcciones de la mayoría de las organizaciones de izquierda que, al no querer enfrentarse realmente a los intereses del capitalismo —esta es la cuestión—, introducen en el movimiento posiciones erróneas y alimentan la confusión, privando a nuestra causa común (la de los palestinos y los proletarios de todo el mundo) de una salida revolucionaria real.

Huelga el 3. El 4, todos a la calle. El 7 de octubre, asamblea por Zoom

Volveremos a profundizar en estos temas en otros artículos. En estas horas estamos, como todos y todas, concentrados en lo que ocurre en el mar de Gaza (un mar de los palestinos, recordémoslo), donde ya ha llegado la Flotilla.

Sin perder de vista la masacre que no cesa en Gaza, contrarrestada por la heroica resistencia palestina que, a pesar de la desigualdad de fuerzas, sigue golpeando a los ocupantes. El 4 de octubre estaremos todos en las calles de Roma, y también el 3 para la huelga contra el ataque a la Flotilla.

Todo esto, repitámoslo, sin interrumpir dentro del movimiento el libre debate entre las diferentes posiciones. Por eso invitamos a todos y todas a participar en la asamblea zoom que organizamos para el martes 7 de octubre a las 20:45 (véase el cartel publicado en la página de inicio).

(1 de octubre de 2025)

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