China, la potencia imperialista emergente en pugna con EE.UU.
Introducción
Marco Rubio, el flamante secretario de Estado de Trump, destacó en su toma de posesión que “China es el adversa- rio más peligroso y potente que EE.UU. haya jamás enfrentado”. En términos similares se pronunció, dos años antes, Blinken, el secretario de Estado de Bi- den, en la Universidad G. Washington:
«seguiremos enfocados en el desafío a largo plazo más serio para el orden in- ternacional, el que plantea China (…) el único país con la intención de remodelar el orden internacional y, cada vez más, con el poder económico, diplomático, militar y tecnológico para hacerlo».
Estas palabras atestiguan el antago- nismo entre EE.UU., el imperialismo que ha ostentado –y sigue haciéndo- lo– el dominio mundial desde el fin de la II Guerra Mundial y el imperialis- mo emergente chino. La irrupción de la compañía de Inteligencia Artificial (IA) china DeepSeek, desafiando los planes de los grandes monopolios tec- nológicos norteamericanos, es una viva manifestación de este antagonismo.
En verdad, desde la emergencia de China como nueva potencia imperia- lista a partir de su respuesta a la gran crisis económica de 2008, hemos entra- do en un prolongado período de con- flicto entre ambos imperialismos. Es un choque que condiciona la marcha del organismo económico mundial, glo- balmente estancado desde la crisis de 2008. Afecta de lleno la división mun- dial del trabajo (DMT) y desequilibra profundamente el Sistema de Estados, reubicando el papel de los países y re- giones del mundo. Este antagonismo se ha convertido en un eje central de la política mundial.
Putin y Xi Jinping en 2023, fuente Wikipedia..
El acceso de Trump a la presidencia norteamericana precipita la crisis del Orden Mundial, acentúa los choques comerciales, tecnológicos y geopo- líticos con China, y atiza la carrera armamentista global aumentando las tensiones y hasta el riesgo mismo de colisiones militares.
En este artículo vamos a poner el foco en el proceso de restauración del capitalismo en China, bajo la iniciativa y dirección de la burocracia del Parti- do Comunista Chino (PCCh), hasta la conversión del país en una potencia imperialista emergente. Repasaremos también el estado actual del conflicto con EE.UU. y la situación actual de China, que enfrenta la nueva ola aran- celaria de Trump en un complicado es- cenario interno.
La restauración capitalista en China
El proceso de restauración tuvo lugar en el cuadro de la reconciliación del PCCh con el imperialismo norteameri- cano. Dicha reconciliación, con gran- des implicaciones geopolíticas (como la invasión china de Vietnam), ganó su
dimensión más colosal en la restaura- ción capitalista de China, que inició un proceso de reordenamiento de la eco- nomía mundial que iba a dar lugar a la Globalización, en la que China se iba a convertir en la “fábrica del mundo”. Finalmente, la Gran Recesión de 2007- 2008 puso en cuestión la Globalización y provocó una enorme crisis que gene- ró una masiva respuesta del capitalis- mo chino, que culminó emergiendo como nueva potencia imperialista, en rivalidad con los EE.UU.
La restauración capitalista es inse- parable de su gran impulsor y beneficia- rio: el PCCh, el partido de la burocracia mao-estalinista y eje vertebrador de la dictadura china. Su peso abrumador viene de haber usufructuado la revo- lución de 1949 y de alzarse sobre ella durante 60 años como una casta buro- crática omnipotente.
Las inversiones extranjeras nunca habrían llegado, menos aún en el vo- lumen gigantesco en que lo hicieron, sin la existencia de una dictadura bu- rocrática capitalista que les garantizara férreamente las ganancias extraídas de una clase trabajadora superexplota- da y sin derechos, y que les facilitara,
asimismo, infraestructura, suministros baratos, mercado y un entorno fiscal favorable.
Una dictadura que, al mismo tiem- po, promovía activamente la acumu- lación capitalista autónoma. El PCCh siempre buscó utilizar la restauración para convertirse él mismo en el cora- zón del capitalismo chino, formando un conglomerado con la nueva burgue- sía privada, que ya emergía con fuerza al calor de las IED (inversiones extran- jeras directas) imperialistas.
Dirigida por Deng Xiaoping, la bu- rocracia mao-estalinista, a diferencia de la URSS, no se fracturó ni estalló en pedazos, sino que mantuvo su uni- dad y dirigió y controló el proceso de restauración capitalista. Preservó la independencia política del régimen y mantuvo un ritmo gradualista («cru- zar el río sintiendo las piedras bajo el agua»), asegurándose de mantener a cualquier precio su monopolio como partido-Estado.
La decisión de restaurar el capita- lismo, unos años antes que Gorbachov, fue la opción del aparato burocrático triunfante de la llamada Revolución Cultural (1966-1976). Esta, inicial- mente una pugna interburocrática ins- tigada por Mao para recuperar el poder perdido tras las consecuencias catastró- ficas del “Gran Salto Adelante”, acabó en una verdadera contrarrevolución, en la cual el aparato maoísta, con el ejér- cito al frente, acabó a sangre y fuego con una rebelión de sectores de jóvenes y de trabajadores que se le fue de las manos1.
1 El Gran Salto Adelante fue un plan impulsado por Mao en el campo entre los años 1958 y 1962. Se caracterizó por la colectivización forzosa de los campesinos, mediante el establecimiento de comunas rurales a las
que asignaron el objetivo de multiplicar la producción agrícola (con cuotas obligatorias) y por instalar de manera generalizada pequeños altos hornos rurales para fundir acero, cuya producción debía sobrepasar a la británica
en 15 años. Un aspecto central del plan era asegurar la exportación agrícola para
reembolsar la deuda contraída con la URSS. El plan, arbitrario, coercitivo y sin recursos que lo hicieran posible, se basó en una enorme sobreexplotación campesina y fracasó en todos sus objetivos: la producción agrícola no
De la «Reforma y Apertura» (1978) de Deng a la masacre de Tiananmen (1989)
La restauración capitalista comenzó en 1978-1979, coincidiendo con la visita de Deng a Washington. El eje inicial de la «Reforma y Apertura» fue el campo, donde vivía la abrumadora mayoría de la población china (80%). Las comunas y granjas colectivas fueron abolidas y se instauró el «sistema de responsabi- lidad familiar». La descolectivización avanzó muy rápido y la reforma tuvo un sorprendente éxito, ayudada por el aumento del precio del grano, créditos y mejoras técnicas.
El complemento de la descolectivi- zación fueron las «Empresas de Pueblo y Aldea» (TVEs), no agrarias, que se concentraron en las regiones costeras. En la primera década, fueron el prin- cipal motor de acumulación capitalista. De emplear a 28 millones de trabaja- dores (1978), pasaron a ocupar a 125 millones (1993) y a producir 25% del PIB. Más tarde, cuando, tras la masacre de Tiananmen (1989), se aceleró la res- tauración capitalista, la prioridad pasó a las ciudades de la costa y las TVEs entraron en crisis abierta.
Después de 1992, coincidiendo con
el acelerón restauracionista, las áreas rurales quedaron fuertemente desaten- didas, provocando una grave crisis que obligó a los campesinos a emigrar en masa. Mientras tanto, el gobierno pro- movía la compraventa de los derechos de uso de la tierra, su concentración, la usurpación de tierras por los gobiernos locales, y la creación de una burguesía agraria.
Las medidas restauracionistas en el campo fueron la pieza imprescindible para «liberar» a 200 millones de cam- pesinos y obligarlos a desplazarse a las ciudades como mano de obra migrante (nonmigong), trabajando en régimen de fábrica-cuartel, con muy bajos salarios,
aumentaba, el acero era en su mayor parte inservible y decenas de represas entonces construidas colapsaron en 1975. Dio lugar, por el contrario, a una enorme hambruna que provocó la muerte de millones de campesinos (al menos 10 millones, y hay fuentes que calculan 35 millones).
empleos precarios; sin derecho a pen- sión, a seguro médico ni a educación básica para sus hijos, por carecer del registro de residencia (hukou) urbano. Un apartheid que los convierte en ciu- dadanos de segunda, con una identidad rural hereditaria.
El secreto último del milagro eco- nómico chino de estos 40 años reside en gran medida en la plusvalía extraída a estos obreros migrantes, que compo- nen una parte sustancial de la clase tra- bajadora china.
El pack de la «Reforma y Apertu- ra» estableció también cuatro «Zonas Económicas Especiales» (ZEE), entre ellas Shenzhen, diseñadas para atraer inversión extranjera. A partir de 1984, el PCCh facilitó el acceso del capital extranjero a catorce ciudades costeras con privilegios similares, esta vez en colaboración con los gobiernos locales.
Esta fase respondió al avance de la integración china en las cadenas de producción asiáticas de las nuevas ra- mas industriales (TIC, “tecnologías de la información y la comunicación”), orientadas a la exportación y sosteni- das en las inversiones de los “Tigres Asiáticos” y Japón.
Continuó la liberalización de pre- cios de los bienes de consumo, dando lugar a una inflación rampante (21% en 1988), combinada con un fuerte au- mento de la desigualdad social y una corrupción generalizada.
Sobre estas bases, se desarrolló el levantamiento popular que, encabezado por los estudiantes, tuvo como epicen- tro la plaza de Tiananmen, extendién- dose por el país, exigiendo libertades, el fin de la corrupción, y justicia social. El 4 de junio de 1989, ante la extensión del movimiento y la creciente invo- lucración de sectores de trabajadores, conscientes de que su desarrollo llevaba a cuestionar la dictadura del PCCh, el ejército aplastó en sangre la revuelta y procedió a una salvaje represión.
Tras Tiananmen, la restauración capitalista avanzó a pasos
de gigante
Tras la masacre, durante un breve inte- rregno, el proceso quedó paralizado por las divisiones internas sobre el ritmo

Protestas de estudiantes en la plaza Tiananmen en China, en 1989. Imagen generada por Gemini.
hizo haciéndose fuerte en segmentos de los procesos de fabricación y explo- tando el inmenso mercado rural chino. El propio retraso de China le permitió, paradójicamente, saltarse etapas ente- ras de desarrollo. Así, la adopción de la alta tecnología en las telecomunicacio- nes no se hizo recorriendo cada etapa de los países capitalistas avanzados, sino instalando cables de fibra óptica en todo el país prácticamente de una vez. Algo parecido puede decirse respecto de los vehículos eléctricos o los pane- les solares, en los que China es primera potencia tecnológica y comercial.
El proceso de acumulación capi- talista autónoma, con el surgimiento de poderosos oligopolios privados, ha contado con el apoyo masivo del Esta- do, que ha mantenido en sus manos el sistema de crédito2, la energía y las in- dustrias de base y ha desarrollado las in- fraestructuras. El Estado ha aportado a los oligopolios privados, concentrados
y las modalidades de la restauración y sobre la mejor manera de preservar el monopolio del PCCh y su dictadura. El famoso «Viaje al Sur» de Deng en fe- brero de 1992, a sus 88 años, puso fin al interregno y dio paso al «Gran Com- promiso». Este unificó a las distintas fracciones del PCCh. Con Deng al fren- te, dejaron claro que, tras Tiananmen, no había marcha atrás.
Las empresas estatales (SOEs: State Owned Entreprises) «pequeñas y medianas» fueron privatizadas, ca- yendo en manos de los burócratas pro- vinciales y locales, en combinación con sus «cronies» (compinches) y los antiguos directores. Las grandes SOEs fueron profundamente reestructuradas: parte de su capital pasó a cotizar en bolsa; entre 30 y 40 millones de tra- bajadores (60%) fueron despedidos y los que quedaron sufrieron un inmenso retroceso laboral. Paralelamente, la lle- gada de capital extranjero superaba las mejores expectativas.
El salto tras la entrada en la OMC (2001)
El ingreso de China en la OMC, en 2001, aceleró las medidas de liberali- zación, mejoró las condiciones de la inversión extranjera, le abrió muchas
puertas al mercado chino, y permitió un fuerte impulso a las exportaciones. Significó un fuerte aumento de las inversiones extranjeras, esta vez pro- tagonizadas por EE.UU. y el resto de grandes países imperialistas. En 2009, 27% de las inversiones globales tuvie- ron a China como destino.
Las multinacionales occidentales pasaron a servirse masivamente de China, vía inversión directa y subcon- trataciones, para producir componentes y para su montaje final, lo que provocó, a su vez, una deslocalización industrial generalizada en sus países. Al mismo tiempo, la burguesía norteamericana forzó una intensa caída de salarios y condiciones de trabajo en su país (que se generalizó a todo el mundo). He aquí, resumida, la sustancia de la «Chi- mérica». En este proceso, en solo dos décadas, China se convirtió en la «fá- brica del mundo», superando en 2011 a EE.UU. como mayor potencia manu- facturera.
La burguesía china emergió y se fortaleció a partir de su integración en las cadenas de suministro de las facto- rías creadas por la inversión extranjera, con exportaciones masivas, a través de las obras colosales de infraestructura y de la masiva urbanización del país. Lo
en los sectores de bienes de consumo final, préstamos, ayudas, participacio- nes accionariales, así como energía y bienes de producción baratos y también una fiscalidad amiga. Al mismo tiempo, forzaba la transferencia de tecnología occidental a través de “joint ventures”, a cambio del acceso occidental a una fuerza de trabajo semiesclava y al cre- ciente mercado chino3.
El control del proceso de restaura- ción ha permitido al Estado mantener tasas de inversión de 40% del PIB du- rante décadas (con la consiguiente re- ducción del consumo de la población) y promover, en especial desde el acce- so de Xi Jinping, un poderoso desplie- gue de inversiones en el exterior. En cuanto al PIB, según la Oficina Nacio- nal de Estadística, entre 1980 y 2014 presentó una tasa media de crecimiento de 9,5%. Aunque desde entonces el ín- dice ha ido en retroceso: en 2017 era de 6,9%; en 2024 ha llegado justo a 5%, y
para 2025 prevén 4-5%.
2 AYALA, Ricardo. “El sistema bancario chino y la guerra comercial de Trump”, 24 de julio de 2019, litci.org.
3 Mediante SOEs con tasas de ganancia netamente inferiores a las empresas privadas (POEs, Private Owned Enterprises).
Entrelazamiento entre el capital estatal y el privado
El capitalismo chino se caracteriza por una amalgama entre el capital estatal y el privado4. Las grandes corporaciones privadas (Internet, high-tech, coche eléctrico, telecomunicaciones, elec- troelectrónica, farmacéuticas, robóti- ca…) se benefician de financiación y contratos masivos del Estado, que des- empeña un papel clave en su expansión exterior. Las grandes SOEs y bancos estatales tienen participación privada en su capital y cotizan en las Bolsas chinas; muchos también en Hong Kong y un número significativo en plazas ex- tranjeras. Juntas, las grandes corpora- ciones privadas y estatales conforman grandes consorcios.
Según datos oficiales de 2017, el sector privado aportaba más de 60% del PIB y mantenía el mismo porcentaje en la inversión en capital fijo y en las in- versiones exteriores. Representaba más de 70% de las compañías high-tech, más de 80% del empleo urbano y más de 90% de los nuevos empleos.
En octubre de 2020 los superricos de China alcanzaron, en el calor de la pandemia, una fortuna combinada de 4 billones de dólares, más que el PIB de Alemania. La familia de Jack Ma (Alipay) lideraba la lista macabra con una fortuna del tamaño de la economía rusa5. El Star Market, la bolsa tecnoló- gica de Shanghái (el Nasdaq chino) ha- bía “creado” en este tiempo 13 nuevos multimillonarios, entre ellos el dueño
4 Quienes estén interesados en la polémica con aquellos que sostienen que el régimen chino es “el socialismo de nuestros días» o defienden que lo que hay en China no es capitalismo sino un “régimen en transición entre capitalismo y socialismo”, ver AYALA, Ricardo y ALEGRÍA, Felipe, “China: ¿Un régimen capitalista, el
«socialismo de nuestros días» o un régimen social «intermedio»?”, 14 de diciembre de 2021, litci.org.
5 REN, Daniel. “Jack Ma leads the pack as Chinese billionaires’ 2020 fortunes grow by the size of Russia’s economy”, South China Morning Post, 20 de octubre de 2020.
https://www.scmp.com/business/money/wealth/ article/3106202/jack-ma-leads-pack-chinese- billionaires-2020-fortunes-grow
El impulso imperialista chino
Lenin, en su obra El imperialismo, fase superior del capitalismo (1916), vincu- laba la emergencia de Alemania como potencia imperialista a la respuesta del capitalismo germánico a la gran crisis económica de finales del siglo XIX y principios del XX. Análogamente, la respuesta china a la gran recesión de 2007-2008 (que cortó en seco sus ex- portaciones y provocó una desvalori- zación masiva del capital) provocó su impulso imperialista como vía para preservar y ampliar el poder de los oli- gopolios chinos y mantener la propia independencia política del régimen.
La burocracia mao-estalinista forzó la maquinaria de crédito, incrementan- do la inversión hasta 45% del PIB y planteó un «cambio de modelo de de- sarrollo”, que tomó contornos precisos con Xi Jinping (2012).
D. Harvey, en su libro Marx, el ca- pital y la locura de la razón económica (2017), señala: «En 2007 no había ni un km de ferrocarril de alta velocidad, en 2015 hay 20.000 km (…) Entre 1900 y
1999, EE.UU. consumió 4, 5 millones de toneladas de cemento. Entre 2011 y 2013, China consumió 6,5 millones de toneladas. En dos años, los chinos con- sumieron más cemento que EE.UU. en todo un siglo (…) En los últimos años, más de la mitad de la producción y el consumo de acero del mundo ha tenido lugar en China».6 Todo esto colocó en 2011 al PIB chino en el segundo puesto global.
En estos años, junto a las grandes infraestructuras, el sector inmobilia- rio saltó de 9% del PIB (2000) a 21% (2020). Se acentuó la sobreinversión en sectores como el acero o el cemento, mientras la manufactura, telecomuni- caciones y high-tech se iban quedando rezagadas, descendía la tasa de ganan- cia y la productividad del país.
La respuesta fue un pack con dos componentes combinados: el primero, el programa «Made in China 2025», lanzado por Xi en 2015. En él se con- cretaban 10 sectores prioritarios y tecnologías clave como 5G, Inteligen- cia Artificial (IA) o semiconductores
6 HARVEY, David. Marx, el capital y la locura de la razón económica, Madrid: Akal Ediciones, 2019.
(chips). Promovía «campeones nacio- nales», es decir, monopolios chinos a los que preservaba el dominio del mer- cado doméstico para, sobre esa base, afirmar su primacía global. Más tarde vino el programa «China Standards 2035», con la meta de fijar estándares mundiales de las nuevas tecnologías.
El segundo componente fue la sali- da al exterior. Si hasta entonces la ex- portación de mercancías había crecido rápidamente, ahora, con Xi Jinping, la que tomaba velocidad de vértigo era la exportación de capitales. China ocupaba en 1990 el puesto 16º en el ranking de exportadores de capital. En 2010 era el 4º y en 2018 el segundo. En 2019, su IED fue de US$117.000 mi- llones, mientras que la de EE.UU. era de US$125.000 millones. En 2020 la inversión china en el exterior superaba a la inversión extranjera en el interior del país.
La fórmula que condensó la salida china al exterior fue la BRI (Belt and Road Initiative; en español «Iniciativa del Cinturón y la Ruta de la Seda»), lanzada en 2013 y convertida por Xi en el principal mecanismo de expansión imperialista china. La BRI es una he- rramienta de control y apropiación de fuentes energéticas y materias primas, de salida de la superproducción inter- na y conquista de mercados, en parti- cular en países semicoloniales (el “Sur Global”), de expansión de los mono- polios chinos y de deslocalización de industrias chinas intensivas en mano de obra. Como una extensión “natural» de la BRI, están las grandes inversiones en Latinoamérica, asociadas a la con- versión de China en el principal socio comercial de la región.
A lo largo de los últimos años, el imperialismo chino, de la mano del Es- tado, ha invertido poderosamente en el mercado asiático y africano, donde es el primer acreedor (y el segundo en escala global). Ha afianzado intensas relacio- nes con Rusia, con la vista puesta en Asia Central y en el suministro energé- tico. Ha entrado con ímpetu en Oriente Medio, donde es el principal socio co- mercial. En África, ha desplazado a las potencias tradicionales (Francia, Gran Bretaña, Estados Unidos). Una expre-
sión concluyente es la reciente celebra- ción en Beijing (setiembre 2024) del Fórum de Cooperación China-África con la participación de jefes de Esta- do y de gobierno de más de 50 países africanos.
China se ha convertido en el pri- mer socio comercial de América Latina (donde 21 países se han adherido a la BRI y es, tras EE.UU., el segundo ex- portador de capitales a la región. Son ejemplos la fábrica de coches eléctricos (EV) de ByD en el Brasil, la inversión en Bolivia de CATL (principal produc- tora mundial de baterías) para extraer litio del salar de Uyuni, o la construc- ción de los puertos de Chancay (Perú) y Ensenada (México).
Los monopolios chinos se han convertido en fuerzas netamente be- ligerantes en la lucha global por los recursos, los mercados y las «áreas de influencia», con la BRI como punta de lanza. El notable y creciente fortale- cimiento militar de China forma parte de este movimiento, en particular de su poderío naval en el Mar del Sur de China.
Fue este impulso imperialista de China el que hizo entrar en crisis la Globalización (con su Chimérica) y el Orden Mundial, en el que hasta enton- ces EE.UU. ejercía un dominio absolu- to e indiscutible.
El conflicto China-EE.UU., hoy
A poco de la toma de posesión de Trump, grandes tecnológicas nortea- mericanas anunciaban en la Casa Blan- ca una inversión megamillonaria de US$500.000 millones. Objetivo: asegu- rar el monopolio norteamericano sobre la IA, necesario para una apropiación mundial de superganancias tecnológi- cas y para la hegemonía global nortea- mericana. La irrupción, unos días más tarde, del chat chino de IA, DeepSeek, cuestionaba estos planes y ponía en duda la primacía norteamericana en la IA y el rol que China iba a desempeñar en este terreno vital7.
7 SULLIVAN, Jake. “Remarks by National Security Advisor Jake Sullivan at the Special Competitive Studies Project Global Emerging Technologies Summit” White House Briefing, 16 de enero de 2022. En la conferencia, el
Estados Unidos continúa mante- niendo la hegemonía económica mun- dial, sostenida en una productividad de conjunto que sobrepasa claramente a la de China, a lo que hay que añadir su dominio financiero global (y, por su- puesto, geopolítico y militar). EE.UU. sigue siendo la primera potencia en re- lación con los bienes de consumo final (industria digital, electroelectrónica de punta, farmacéutica o aeroespacial). China, sin embargo, alcanza ya 12, 24% mundial en este campo y es, al mismo tiempo, el mayor productor glo- bal de medios de producción (30,83% en 2023)8. Constituye, con diferencia, “la superpotencia manufacturera mun- dial”9 y aparecía, a finales de 2024, como la primera economía mundial según paridad poder adquisitivo (ppa) de su PIB; la segunda, tras EE.UU., en dólares corrientes.
Justo unos días antes de la aparición de DeepSeek, la agencia norteameri- cana Bloomberg señalaba que China era líder mundial en coches eléctricos (EV), drones, paneles solares y trenes de alta velocidad, y que pugnaba por serlo en robots y medicamentos. El avión comercial chino C919 ya com- pite en Asia con Boeing y Airbus. Si todo ello es de gran relevancia, lo es mucho más la batalla por el liderazgo en semiconductores (hoy en manos de la norteamericana NVIDIA) y en la IA, dado que, si China llegara a sobrepasar a EE.UU. en este terreno, podría dar lugar a una onda sísmica de enormes consecuencias.
China está en evidente inferioridad ante el imperialismo norteamericano en el terreno financiero. EE.UU. es
exasesor de Biden afirmó expresamente
que no permitirían a China liderar la IA porque el dominio geopolítico del país estaba subordinado a la hegemonía en este campo.
8 Informe de ILAESE, basado en la evolución de las mayores 500 corporaciones mundiales en los últimos 20 años.
9 BALDWIN, Richard. “China is the world’s sole manufacturing superpower: A line sketch of the rise”, Center for Economic Policy Research, 17 de enero de 2024. https://cepr.org/voxeu/columns/chi-
na-worlds-sole-manufacturing-superpo- wer-line-sketch-rise (17/01-2024)
la gran superpotencia financiera, que cuenta con su sistema bancario, con las instituciones financieras internaciona- les (FMI, BM) y con el papel del dólar como moneda universal. Sin embargo, China se afana intensamente en con- vertirse, en paralelo a sus inversiones exteriores, en una potencia financiera global. En este campo, el grupo de los BRICS+10, capitaneado por China, tie- ne por objetivo dar pasos en la creación de una estructura financiera y mone- taria alternativa al dominio estadouni- dense.
El acceso de Trump a la Presidencia, con todas sus medidas extraeconómi- cas, incluidas sus amenazas y bravatas, no refleja la fortaleza del imperialismo norteamericano sino su decadencia. Durante largas décadas, desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, de la que emergió como potencia dominante in- discutida, EE.UU. no se apoyó, como norma, en medidas extraeconómicas para imponer su abrumadora hegemo- nía económica, sostenida en su mayor productividad y en su dominio finan- ciero, es decir, se asentó en su “poder blando”. La culminación (y última eta- pa) de este proceso fue la Globalización neoliberal, con el famoso “Consenso de Washington” y su plena libertad de mo- vimiento de capitales y mercancías. Por supuesto, en el trasfondo de este proce- so siempre se ha hallado el ejército nor- teamericano, con su gigantesco arsenal, sus más de 700 bases en el mundo y sus selectivas intervenciones.
Esta situación general ha ido cam- biando y hoy se manifiesta con es- tridencia su quiebra en el segundo mandato de Trump, con su “guerra arancelaria” y el resto de sus medi- das extraeconómicas, provocaciones incluidas. La nueva pauta de Trump expresa el deterioro de la primacía eco- nómica norteamericana en sectores de punta y refleja, en conjunto, la pérdida de la influencia global de EE.UU., en particular ante el ascenso chino. Trump recurre a las medidas extraeconómicas para restablecer el dominio perdido, al
10 Formado inicialmente por China, Rusia, India, Brasil y Sudáfrica, y luego ampliado a un importante número de países del llamado Sur Global.
precio de poner abiertamente en entre- dicho las maltrechas bases del Orden Mundial surgido tras la Segunda Gue- rra Mundial, renovado tras la caída de la URSS.
La disputa entre EE.UU. y China está tomando y va a tomar formas cada vez más agudas. Todo apunta a pensar que Trump, además de mantener el em- bargo tecnológico, está en los inicios de una batalla arancelaria de grandes dimensiones contra las exportaciones chinas, con repercusiones en el resto de países. La fuerza de China como superpotencia manufacturera es, asi- mismo, su debilidad ante una ofensiva arancelaria generalizada, debido a su dependencia de las exportaciones y a su actual sobreproducción. De la mis- ma manera, la economía de EE.UU. es también muy dependiente de las im- portaciones chinas11 y el cierre de estas podría tener serias consecuencias.
China, ante la ofensiva norteameri- cana, va a intensificar su expansión ex- terior, en particular hacia el Sur Global. Y lo va a tener que hacer frente a unos EE.UU. que buscan reconquistar áreas de influencia ganadas por China, impe- dir que establezca alianzas e imponerle un cerco militar regional (AUKUS…). En realidad, estamos en un proceso inédito donde se combinan elementos económicos (tecnológicos y comercia- les) y cuestiones geopolíticas y donde, además, incide la situación interna de los respectivos países. Un proceso cuyo resultado va a depender de dicha com- binación y de sus efectos en el tiempo.
Un proceso donde todo va a ser puesto a prueba.
Antes hemos mencionado el au- mento de los riesgos de colisiones mili- tares. En verdad, esta posibilidad no es algo autónomo, sino que depende del curso general del conflicto en los próxi- mos años. En su caso, el punto calien- te más probable está en el estrecho de Taiwán y el mar del Sur de China. Es donde apuntaba, en setiembre de 2024,
11 BALDWIN, Richard. “China is the world’s sole manufacturing superpower: A line sketch of the rise”. Center for Economic Policy Research, 17 de enero de 2024.
https://cepr.org/voxeu/columns/china-worlds- sole-manufacturing-superpower-line-sketch-rise
la almirante Lisa Franchetti, jefa de las fuerzas navales norteamericanas cuan- do afirmaba que los combates navales en el mar Rojo y el mar Negro les eran de gran ayuda para “prepararse para un ataque chino en Taiwán”: “Yo estoy muy enfocada en 2027”.
La difícil situación económica china
Desde el final de pandemia de la Covid, la economía china no consigue remon- tar. Hay una desaceleración del creci- miento, muy lejos del de décadas atrás, con tendencias deflacionistas, empuja- das por un consumo que no remonta y por la guerra de precios entre fabrican- tes, motivada por la sobreproducción existente, algo manifiesto en el caso de los coches eléctricos. El paro alcanza 20% entre los jóvenes, ensombreciendo sus expectativas y agravando sus pési- mas condiciones laborales. Los gobier- nos locales sufren una crisis financiera muy grave, que proviene de la explo- sión de la burbuja inmobiliaria (quie- bra de Evergrande, 2021), que les ha dejado sin su principal fuente de re- cursos, la venta de terrenos, y con una deuda de grandes proporciones. Hay lugares donde los gobiernos locales no pueden incluso pagar a sus empleados y contratistas.
La crisis inmobiliaria está lejos de haberse resuelto. Las inversiones del Estado solo lograron suavizar la crisis y ocurre lo mismo ahora, con recientes medidas como la aprobación de fondos para acabar edificios que quedaron sin finalizar. Los precios de las viviendas y las transacciones continúan bajando; en febrero de 2025 las autoridades de Shenzhen han rescatado a la inmobi- liaria Vanke y al menos una docena de promotoras, incapaces de saldar sus deudas, se enfrentan a peticiones de li- quidación. El efecto de esta crisis en el conjunto de la economía china es fran- camente depresivo.
Todo esto sucede en medio de la ofensiva arancelaria (y del embargo tecnológico) reiniciada por Trump contra una economía altamente depen- diente de las exportaciones (aunque la mitad de ellas vayan actualmente al llamado Sur Global), en una situación
mundial marcada por el estancamien- to, que la guerra de los aranceles puede agravar.
Importantes economistas del es- tablishment chino alertan del peligro de entrar en una profunda recesión de balance (“balance sheet recession”) como la que afectó gravemente a Japón en los 90’12. Sus propuestas son lanzar, al estilo de 2008, un megapaquete de gasto público con el fin de relanzar el sector privado y reanimar el consumo (aunque la deuda pública actual, de 100% del PIB, no da para tantas ale- grías). Del mismo modo, aún con más razón que en 2008, plantean dar un nuevo empujón a la expansión exterior. Hablan de un Programa de desarrollo verde del Sur Global, que –dicen– ven- dría a ser el equivalente chino al Plan Marshall norteamericano que siguió a la Segunda Guerra Mundial. Este plan responde al hecho de que el mercado doméstico no es capaz de absorber la sobreproducción vinculada a las nue- vas energías, en primer lugar, el coche eléctrico (EV). Por otro lado, centrarlo en el Sur Global serviría para eludir las trabas comerciales de EE.UU. y la UE y afianzar las áreas de influencia.
Las dificultades y temores de Xi ante la situación china se reflejan in- directamente en su campaña antico- rrupción, que está afectando a altos directivos empresariales y del Estado, incluidos algunos ministros y mili- tares de alto rango13. Una muestra de sus temores es la republicación, en el periódico del PCCh, Qiushi, de uno de sus discursos de 2023, en el que de- cía: “El menor error podría detonar un
- “Economist Huang Yiping on trade war redux under Trump and China’s stimulus ‘U-turn’”
South China Morning Post, 11 de noviembre
de 2024.
- South China Morning Post, 31 de diciembre de 2024.
efecto mariposa donde pequeños peli- gros escalan a amenazas serias, riesgos localizados se generalizan y riesgos so- cioeconómicos se transforman en ries- gos políticos”.
Esta frase de Xi refleja el temor a un deterioro grave de la situación eco- nómico-social y a que, asimismo, esto acabe provocando una entrada en es- cena de la clase trabajadora china14, pasando por encima del “sindicato” ofi- cial, un instrumento de encuadramiento contra la libre organización sindical.
La situación de los trabajadores chinos
Hasta ahora, las movilizaciones de finales de 2022 contra la brutal y hu- millante aplicación de la política Co- vid-Cero, encabezadas por obreros migrantes y los universitarios, han sido las más importantes desde la derrota de Tiananmen (1989). Reclamaban el fin del lockdown salvaje, enfrentaban la política represiva y exigían libertades democráticas. Después tuvieron lu- gar movilizaciones importantes de los jubilados en Wuhan y otras ciudades contra los recortes al subsidio médico. También hay que tener en cuenta las luchas de las nacionalidades oprimidas en el país, como lo son las de la región autónoma de Xinjian, que incluye a los uigures, o el Tíbet.
Las movilizaciones en 2024 han es- tado circunscritas a una serie de huel- gas de fábrica, ante todo en el sector de la construcción y en la producción de acero, ocasionadas por atrasos salaria- les y, en varios casos, por recolocacio- nes y despidos. Según China Labour Bulletin (CLB) las huelgas han sido 1.508, sin que hayan afectado a gran- des empresas.
- La clase trabajadora china representa entre una cuarta y una quinta parte del proletariado mundial.
En cuanto a las condiciones de trabajo, el periódico de Hong Kong, South China Morning Post (SCMP), ha informado de la existencia generali- zada del conocido régimen 996, común entre las empresas de internet y tecno- lógicas: jornadas laborales desde las 9 de la mañana hasta las 9 de la noche durante 6 días a la semana, a pesar de la legislación laboral que lo prohíbe. Cuando hubo protestas contra este ré- gimen laboral en marzo de 2019, Jack Ma, el magnate de Alibaba declaró: “El sistema 996 es una bendición (…) Si tú vienes a Alibaba has de estar dispuesto a trabajar 12 horas por día, si no ¿por qué vienes?».
SCMP ha informado también del reciente escándalo de 163 trabajadores chinos de la construcción trabajando en la edificación de la factoría ByD en Bahía (Brasil), en régimen semiescla- vo: “largas horas de trabajo, camas sin colchones, lavabo común para docenas de trabajadores”, sin día de descanso semanal y, en este caso, con los pasa- portes retenidos. SCMP revelaba que es una situación similar a la que viven en China los obreros de este sector, for- mado por migrantes rurales, donde se violan sistemáticamente los derechos legalmente reconocidos (8 horas de trabajo diarias, 44 horas a la semana, un día de descanso semanal). Es igual- mente brutal el caso de las obreras y obreros que trabajan para la marca de moda ultrarrápida Shein, también mi- grantes rurales. El barrio de Panyu, en Guangzhou, es conocido como “el pue- blo de Shein”, con unos 5.000 factorías y talleres. La mayoría de los obreras y obreros de Panyu sólo tiene un día de descanso al mes, trabajan 75 horas a la semana (10, 11 o 12 horas al día, los domingos tres horas menos) y cobran por pieza.




