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Brasil

G20: fuera los imperialistas, los genocidas y sus cómplices

noviembre 15, 2024

Por: Herbert Claros y Rita Souza

La reunión del G20, que se celebrará los días 18 y 19 en Río de Janeiro, con los jefes de Estado de las mayores economías del mundo, está permeada por un contexto de profunda crisis del capitalismo, con la clase trabajadora cada vez más perjudicada por planes neoliberales de austeridad. Un contexto marcado también por el avance de la ultraderecha en varios países y por varias guerras, como en Ucrania y el genocidio del Estado de Israel contra Palestina, que ahora se extiende también al Líbano.

Lula debería haber rechazado la celebración del G20 en Brasil. Es absurdo albergar una cumbre como esta, que sólo sirve a los intereses de las grandes potencias imperialistas, principalmente en un momento en que Israel cuenta con países cómplices del genocidio del pueblo palestino.

El gobierno de Lula extiende la alfombra roja a quienes nos quitan la sangre

El gobierno brasileño se vuelve cómplice del imperialismo y del genocidio en Palestina al extender la “alfombra roja” a jefes de Estado genocidas como Biden (Estados Unidos), Macron (Francia), Giorgia Meloni (Italia), Olaf Scholz (Alemania) y Sergey Lavrov (que representará al presidente ruso Putin, que no vendrá al Brasil). Estos líderes son patrocinadores directos del Estado nazi de Israel y alimentan las ganancias de las empresas armamentísticas a expensas de las vidas de palestinos y libaneses.

Además, es absurdo que esta cumbre se celebre en el Brasil, un país que sufre directamente las consecuencias del dominio imperialista. Ya sea por la crisis ambiental, la precarización del trabajo, las privatizaciones al servicio del mercado o el desmantelamiento de los servicios públicos necesarios para la calidad de vida, como la Educación y la Salud, por ejemplo.

Represión y cooptación

Pero, el PT y Lula fueron más allá en lo que respecta a la conciliación con el imperialismo. Tratando de justificar el control de la violencia en Río, en un momento de visibilidad internacional, el gobierno optó por imponer un decreto de Garantía de la Ley y el Orden (GLO), que otorga poder de policía a los militares.

La GLO, prevista en la Constitución Federal, confiere al Presidente de la República la facultad de movilizar las Fuerzas Armadas en situaciones extraordinarias de perturbación del orden público. La pregunta es simple: ¿Qué “perturbación del orden público” espera el gobierno?

Hacer un uso abusivo y arbitrario de la violencia, con grave riesgo de adoptar medidas típicas de un régimen de excepción, es incompatible con los preceptos democráticos brasileños y del Derecho Internacional.

El gobierno utiliza esta herramienta de represión estatal para garantizar la seguridad de los líderes genocidas y sus equipos. Alertamos a los movimientos sociales que incluso pueden utilizar esta medida para intentar intimidar e imponer la no realización de cualquier acto de protesta en Río de Janeiro.

«G20 Social»: una farsa al servicio de la contención de los movimientos

Sin embargo, el gobierno también está actuando para intentar controlar los movimientos sociales. Para ello, Lula creó un señuelo denominado “G20 Social”, que incluye a importantes organizaciones sociales del país. Pretendiendo ser un espacio de debate sobre temas sociales para el G20, el evento sesionará del 14 al 16 de noviembre y busca controlar a los movimientos sociales para evitar protestas en la ciudad. No existe un “G20 social” y nunca lo ha habido en ninguna de las ediciones del G20.

En el “G20 Social” se realizarán talleres y los movimientos sociales enviarán una carta con “recomendaciones” a los gobiernos reunidos en el verdadero G20. No hace falta ser un militante con un alto nivel de formación para saber que Biden (EE.UU.), Macron (Francia) u Olaf Scholz (Alemania) ni siquiera mirarán esta carta.

Al imperialismo le importan un comino los movimientos sociales. No existe el “imperialismo social”. Imperialismo es sinónimo de explotación, saqueo y guerras. Por lo tanto, cuando Lula crea el “G20 social”, en realidad está tratando de cooptar a los movimientos sociales para una trampa imperialista de pacificación de las luchas sociales en el mundo.

Lo más vergonzoso, sin embargo, es cómo la mayoría de las organizaciones sindicales y sociales se han sumado a este engaño. El llamado “G20 Social” contará con la participación de todas las centrales sindicales –a excepción de la CSP-Conlutas– y gran parte de las organizaciones de movimientos sociales que están atadas al gobierno, política o económicamente, a través de fondos públicos asignados a las ONG o a los proyectos sociales.

La izquierda rompe con la «Cumbre de los Pueblos» para proteger al gobierno y a los imperialistas del G20

Lo más destacado de esta polémica es la postura de la Central Única de los Trabajadores (CUT) y del Movimiento de los Sin Tierra (MST), que estuvieron en la construcción de la Cumbre de los Pueblos contra el G20 y rompieron con este proceso cuando el gobierno señaló que no quería ningún tipo de protesta contra el G20.

Durante algunas reuniones de preparación de la Cumbre de los Pueblos contra el G20, se destacaba ya el interés de esas organizaciones, y de algunas otras que apoyan al gobierno, de tratar siempre de transformar la Cumbre de los Pueblos, que tradicionalmente es un espacio de crítica y oposición al imperialismo, en un espacio de “colaboración” con la agenda que el gobierno presenta al G20: combate contra el hambre, desarrollo sostenible (económico, social y ambiental) y reforma de la gobernanza global.

«Marcha de los pueblos» llevará la lucha antiimperialista a las calles

Aún con algunos boicots y la ruptura de estas organizaciones, la Cumbre de los Pueblos contra el G20 tendrá una agenda de debates el jueves, a partir de las 14 horas, en el Plenario de la Asociación Brasileña de Prensa (ABI), en el centro de Río, y la manifestación, a las 8 horas, en Copacabana, en el Puesto 6, denominada “Marcha de los Pueblos: Palestina libre, de Río al Mar: ¡Fuera el imperialismo!”.

La lucha antiimperialista no es un fenómeno del pasado, sino un desafío constante y actual para la izquierda latinoamericana y brasileña, que debe seguir buscando formas de garantizar la verdadera autonomía y soberanía de la clase trabajadora frente a las presiones del imperialismo.

¡Por eso, la militancia del PSTU estará presentes en la Cumbre de los Pueblos y en las calles de Río de Janeiro, para protestar contra el G20 y la presencia de los genocidas y sus cómplices en nuestro territorio!

La historia de la lucha antiimperialista en América Latina

La lucha antiimperialista tiene sus raíces en una historia de colonización, esclavitud, genocidio de los pueblos originarios, y explotación que remonta al período colonial, contra los colonizadores españoles y portugueses.

Sin embargo, la resistencia, especialmente en el siglo XIX y en las primeras décadas del XX, se consolidó como una fuerza política central, con el surgimiento de movimientos nacionalistas, socialistas y antiimperialistas como respuesta a la dominación de las potencias europeas y, posteriormente, a los Estados Unidos.

Las décadas de 1960 y 1970, con la represión de las dictaduras militares en los países latinoamericanos, que contaban con el apoyo y patrocinio de Estados Unidos, mostraron la intensidad de la resistencia, pero también el costo humano de la lucha contra los intereses imperialistas en la región.

Desde la llegada de Cristóbal Colón hasta nuestros días, la lucha antiimperialista en nuestro continente está marcada por la sangre y la valentía de los pueblos originarios, los africanos esclavizados, los inmigrantes pobres y la clase obrera. ¡En América Latina es imposible ser socialista sin ser antiimperialista!

Adaptación: La izquierda lulista abandonó la lucha antiimperialista

En los últimos años, la izquierda brasileña ha experimentado un fuerte proceso de adaptación, vinculando su política a la lógica electoral y gubernamental. La llegada del Partido de los Trabajadores (PT) al poder significó un abandono de la histórica bandera de lucha contra el imperialismo. Hoy, la lucha antiimperialista sigue siendo un pilar central sólo para una parte de la izquierda.

Durante los gobiernos de Lula y de Dilma se profundizaron aún más las alianzas con países como Estados Unidos y se fortalecieron las relaciones con el mercado financiero internacional. Al mismo tiempo, cuestiones internas, como el fortalecimiento de la industria nacional y la defensa de la soberanía energética, comenzaron a ser tratadas de manera subordinada a los intereses de los grandes capitales internacionales, especialmente con la implementación de proyectos que involucraban la explotación de recursos naturales en asociación con multinacionales.

En síntesis, los gobiernos del PT son responsables por la profundización de la asignación del Brasil, transformado en un mero exportador de “commodities”, no sólo productos agrícolas sino también de petróleo.

Es necesario romper con la conciliación de clases y la consiguiente subordinación al imperialismo

En la práctica, el gobierno del PT y, por extensión, la izquierda brasileña que lo apoya, adoptan una estrategia de conciliación de clases que diluye las tensiones antiimperialistas en nombre de un desarrollo guiado por el mercado globalizado.

En lugar de avanzar hacia una desconexión real de los mecanismos de dependencia imperialista, el gobierno de Lula y parte de la izquierda apostaron en la integración al sistema financiero internacional, manteniendo al Brasil como un mero exportador para las grandes potencias económicas.

En un escenario global donde el imperialismo sigue siendo una fuerza hegemónica, que presiona y moldea el rumbo de las naciones periféricas, es inaceptable el alineamiento de la izquierda con un gobierno que, aunque intenta parecer progresista en muchos aspectos sociales, se posiciona como parte del sistema global de dominio económico.

El PT, al aproximarse a las potencias económicas y financiar grandes proyectos globales, no cuestionó incisivamente las estructuras de poder que garantizan la explotación de los países más pobres, incluido el Brasil.

El apoyo irrestricto al gobierno de Lula por parte de la izquierda brasileña contribuyó a que el movimiento se alejara de una crítica contundente al imperialismo. Al priorizar las cuestiones internas y sociales, la izquierda fue absorbida por una política de conciliación de clases que se subordina a los intereses del capital internacional.

La reconquista de una agenda verdaderamente antiimperialista, que incluya tanto el avance de las pautas y luchas sociales en cuanto a la afirmación de la soberanía nacional, es esencial para reorientar la izquierda en el Brasil y darle un nuevo sentido a su lucha en el siglo XXI.

Artículo publicado en www.opiniaosocialista.com.br, 14/11/2024.-

Traducción: Natalia Estrada.

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