Sionismo: sangre y pillaje
Por Víctor Alay
«El sionismo es una ideología. Es una teoría de la separación que considera que judíos y no judíos no pueden vivir juntos. Es un colonialismo dirigido a expulsar al pueblo autóctono (los palestinos). Es un nacionalismo que inventó un pueblo, un idioma, la tierra. Es una manipulación gigantesca de la historia, de la memoria y de las identidades judías. Para los sionistas, los judíos han vivido 2000 años en el exilio y ahora regresan a su país. Es una historia completamente inventada.»
Pierre Stambul[1]
En verdad, como muestra el historiador israelí Slomo Sand[2], no hubo Diáspora, ni existe ningún pueblo étnico judío. La judería fue una constelación de comunidades religiosas de distintos orígenes étnicos, repartida principalmente en Europa. Incluso, lo más probable (como pensaban los primeros sionistas como Ben Gurion) es que los verdaderos descendientes de los antiguos pobladores de Judea sean los actuales palestinos. El mito del Retorno también ha sido manipulado. Hasta el sionismo, el retorno a Jerusalén era un evento religioso, asociado a la venida del Mesías, momento en que los vivos y los muertos se encontrarían en la ciudad. De ahí que las comunidades judías, a lo largo de los siglos, nunca “retornaran” a Palestina.
El debate sobre la “cuestión palestina” comprende normalmente cuatro grandes ingredientes:
- Primero: la historia de los orígenes del Estado de Israel es borrada;
- Segundo: se nos repite la cantinela de que Israel es «el único Estado democrático del Medio Oriente»;
- Tercero: se invoca el «derecho de Israel a defenderse»;
- Cuarto: se justifica todo en nombre del Holocausto y todo antisionista es definido como «antisemita».
Los orígenes ocultos de Israel
Antes de mencionar la sangrienta historia de los orígenes del Estado de Israel, conviene recordar que en su primer congreso mundial de 1897, los sionistas, además de Palestina, barajaron la posibilidad de Argentina como destino de colonización. Incluso hubo un amago de ello, financiado por el barón von Hirsch. Entre 1903 y 1905 también debatieron y finalmente rechazaron la oferta de Uganda-Kenia que les habían hecho formalmente los británicos, para adoptar oficialmente la opción de colonizar Palestina.
La historia de los orígenes de Israel es una historia sangrienta narrada así por Ilan Pappé[3]: «el 10 de marzo de 1948 (…) un grupo de once hombres, antiguos líderes sionistas acompañados de jóvenes militares judíos, dieron los toques finales al plan de limpieza étnica de Palestina. Esa misma tarde, se transmitieron órdenes a unidades sobre el terreno (…) acompañadas de una descripción detallada de los métodos a utilizar para expulsar forzosamente a la población: intimidación (…) asedio y bombardeo de pueblos y centros habitados; incendios domésticos (…); desalojos; demoliciones (…). A cada unidad se le asignó una lista de ciudades y distritos urbanos como objetivos del Plan D (…). Una vez tomada la decisión, fueron necesarios seis meses para completar la misión.”[4]
Cuando se logró este objetivo, más de la mitad de la población palestina original, casi 800.000 personas, había sido erradicada, 531 aldeas habían sido destruidas y 11 barrios urbanos habían sido vaciados de sus habitantes. La masacre de pueblos como Deir Yassin, al este de Jerusalén, fue recordada por el terror que causó: “los soldados acribillaron casas con ametralladoras y mataron a muchos residentes. Los que aún estaban vivos fueron reunidos en un lugar y asesinados a sangre fría, sus cuerpos torturados, mientras que muchas mujeres fueron violadas y luego asesinadas.”[5] El mismo método nazi de exterminio que fue aplicado más tarde en los campamentos de Sabra y Chatila, en Líbano, y actualmente en Gaza.
Israel es un “Estado” construido literalmente sobre el saqueo y el terror (que los palestinos conocen como la Nakba).
El proyecto del sionismo, buscó siempre el patrocinio de las grandes potencias, a quienes se ofreció: a los ocupantes otomanos que ocupaban Palestina, al Kaiser alemán, a la Gran Bretaña cuando Palestina pasó a ser Mandato británico tras la Iª Guerra Mundial y finalmente a la última gran superpotencia, EEUU. Sin olvidar la Alemania nazi, con la que, como vamos a ver después, colaboraron cuando aún no se sabía quién ganaría la IIª Guerra Mundial y durante el Holocausto.
El proyecto sionista se acabó concretando primero en la Declaración Balfour de 1917, en la que el gobierno británico, en acuerdo con los sionistas, se comprometía a establecer un “hogar nacional judío” en Palestina. Su materialización final vino con la partición aprobada por la ONU en noviembre de 1947, bajo impulso americano y británico, con el apoyo de todas potencias vencedoras de la II Guerra Mundial, incluida la Rusia de Stalin, que también suministró armas a los sionistas.
Biden en el discurso oficial en su reciente viaje a Israel fue transparente: “Hace tiempo que lo digo: Si Israel no existiera, tendríamos que inventarlo. Hace 75 años, solo 11 minutos después de su fundación, el presidente Harry S. Truman y los Estados Unidos de América se convirtieron en la primera nación en reconocer a Israel.”
El plan de la ONU dividió Palestina en dos, entregando el 56% a los sionistas (que poseían aproximadamente el 5% de la tierra). Sin embargo, ya en 1948, mediante la Nakba y la guerra con los países vecinos, Israel se apropió del 77% del territorio. Desde entonces, la expansión no ha cesado. Al robo originario se sumaron nuevas tierras, en particular mediante la «guerra de los seis días» de 1967, en la que ocuparon lo que le quedaba: Cisjordania, la Franja de Gaza y Jerusalén Este (además de la península egipcia del Sinaí y los sirios Altos del Golán).
Así fueron expulsados y divididos los palestinos. Hoy 2,3 millones viven (mueren) en Gaza, el mayor campo de concentración al aire libre jamás conocido; 3,5 millones viven en Cisjordania, sometidos al terror de los colonos y el ejército (sólo el año pasado fueron asesinados 150 palestinos). Otros 2 millones viven discriminados y sometidos en el territorio definido como Israel (que cuenta con diez millones de habitantes), que sólo reconoce plenos derechos a los reconocidos como “judíos”. Otros 6 millones viven como refugiados en el Líbano, Jordania, etc., sin posibilidad de retorno a la tierra de la que fueron expulsados, donde colonos judíos llegados de todo el mundo se han apropiado de sus casas y tierras en virtud de la llamada “ley de propiedades de ausentes”.
Un Estado colonial de Apartheid definido como «el único Estado democrático en Oriente Medio»
Los sionistas y las potencias occidentales ocultan cuidadosamente que Israel no es un Estado “normal” sino un “Estado judío”, en el que no existe ciudadanía israelí y donde rigen más de 60 leyes raciales que distinguen entre ciudadanos judíos y habitantes árabes (o de otras etnias). Sólo los primeros disfrutan de plenos derechos; los demás son enormemente discriminados en todos los ámbitos, políticos, laborales y sociales.
No nos dicen que se trata de un Estado confesional, teocrático y expansionista[6]; que Israel, según su Constitución, pertenece a quienes las autoridades definen como “judíos”, vivan en el país que vivan[7]. Solo un “ciudadano judío” puede beneficiarse de la tierra robada, que es vetada a los palestinos. A todo esto, hay que sumar la dramática situación en los «territorios ocupados» (Cisjordania y Franja de Gaza), donde el autoproclamado «Estado democrático» de Israel oprime y masacra de manera brutal a los palestinos. Los encarcela por miles, los tortura y humilla social y económicamente. Y ahora, en Gaza, somete a un monstruoso genocidio a la vista de todo el mundo.
El proclamado «derecho de defenderse»
Israel, EEUU, la UE y, en general, los países occidentalesjustifican y enmascaran la brutalidad y el genocidio sionista en nombre del “derecho de Israel a defenderse”, confundiendo la agresión, la barbarie y el pillaje con la defensa legítima. E ignorando olímpicamente el derecho internacionalmente reconocido a las poblaciones de países ocupados a oponerse a los ocupantes: para las potencias occidentales toda oposición palestina a Israel es considerada “terrorismo”.
En realidad, Israel es una gigantesca base militar de EEUU en Medio Oriente. Gracias a Israel el imperialismo norteamericano mantiene el control militar de un área crucial por sus riquezas naturales y su ubicación. Israel produce y exporta armas y herramientas de espionaje y control utilizadas por los gobiernos occidentales y dictaduras para la represión. Estados Unidos compensa cada año el déficit permanente de Israel con inyecciones de miles de millones de dólares, con armamento y protección. La UE es una firme aliada.
Equiparan de forma indecente antisionismo y antisemitismo
Los gobiernos han intentado prohibir y reprimir las manifestaciones propalestinas y las han calificado de antisemitas, cuando son centenares de asociaciones judías antisionistas quienes se han puesto en todo el mundo al frente de la movilización contra el genocidio en Gaza.
Para justificar sus crímenes, en un alarde de inmoralidad, apelan al Holocausto (la Shoah). Golda Meir dijo que tras la Shoah podrían hacer lo que quisieran. Jabotinsky[8], en su última obra “El frente de guerra judío”, siete años antes de la Nakba, afirmó con supremo cinismo,: “Como tenemos esta gran autoridad moral para considerar con calma el éxodo de los árabes, no tenemos que desfallecer ante la posible partida de 900.000. Recientemente Herr Hitler ha reforzado la popularidad de los traslados de población”[9]. Mientras tanto, han ocultado el secreto más infame: su alianza con los nazis antes y durante la IIª Guerra Mundial.
Para los sionistas el antisemitismo era inevitable y, más aún, justificado mientras los judíos estuvieran fuera de Israel. Era, además, el mejor mecanismo para forzar la emigración a Palestina. Es así como se expresaba Jabotinsky: “el pueblo judío es muy mal pueblo; sus vecinos lo odian, y con razón, su única salvación está en una inmigración general a la tierra de Israel”[10]. La organización juvenil sionista Hashomer Hatzair republicó en 1936 (Hitler estaba en el poder desde 1933) esta afirmación: «El judío es una caricatura de un ser humano normal, tanto física como espiritualmente. Como individuo en la sociedad, se rebela y se desentiende de sus obligaciones sociales, sin conocer orden ni disciplina.»[11]
Los sionistas siempre han buscado padrinos imperiales, entre ellos grandes antisemitas como la Rusia zarista[12] o, en particular, los nazis. Vieron a los gobernantes antisemitas como sus más fiables padrinos y protectores. Ahora mismo encuentran el apoyo de la extrema derecha de todo el mundo: EEUU, Latinoamérica y toda Europa (Francia, Alemania, Italia, Hungría, Estado español…).
Los sionistas defendieron el genocidio armenio para lograr apoyo otomano. Herzl fue un admirador del colonialista inglés Cecil Rhodes. Se convirtieron en fuerza policial de choque de los ocupantes ingleses contra la gran insurrección palestina de 1936-1939, formando la Policía Colonia. Fueron amigos de Mussolini (también lo fue Churchill), que constituyó escuadrones del movimiento Betar (dirigido por Jabotinsky), ataviados con camisas negras. Beguin, cuando se convirtió en jefe de Betar, las convirtió en camisas pardas de Hitler.
La colaboración con los nazis
El 21 de junio de 1933 la Federación Sionista de Alemania dirigió un memorándum de apoyo al congreso del partido nazi, donde señalaba: “un renacimiento de la vida nacional como el que se da en Alemania debe tener lugar también en el grupo nacional judío (…) Sobre las bases del nuevo Estado que ha establecido el principio de la raza, deseamos encajar nuestra comunidad en la estructura de conjunto de manera que también para nosotros, en la esfera a nosotros asignada, podamos desarrollar una actividad fructífera por la Patria.”[13]
El Congreso de la Organización Sionista Mundial (OSM) de 1933 rechazó (240 votos contra 43) una resolución para actuar contra el nazismo. Por el contrario, selló a través del banco Anglopalestino que controlaba, un acuerdo comercial con Hitler, rompiendo el boicot judío a la Alemania nazi y distribuyendo sus productos por todo Oriente Medio y por el norte de Europa.
En 1934 llevaron a Palestina al barón Von Mildenstein, del servicio de seguridad de las SS, en una visita de 6 meses. De ahí proviene el informe de Goebbels, ministro de propaganda de Hitler, en el periódico nazi Der Angriff en 1934 ensalzando el sionismo. Goebbels ordenó acuñar una moneda con la svástica en un lado y la estrella de David sionista en el otro. En mayo de 1935, Heydrich, jefe del servicio de seguridad de las SS, escribió un artículo donde dividía a los judíos en “dos categorías” y proclamaba que “los sionistas cuentan con nuestros mejores deseos y nuestra buena voluntad oficial”[14].Eichmann, alto jerarca nazi que luego sería uno de los mayores organizadores del Holocausto, fue invitado oficialmente como huésped de la Haganah, la organización armada de los colonos judíos. Feivel Polkes, representante de la Haganah, informó a Eichmann que “los círculos nacionalistas judíos estuvieron muy complacidos por la política radical alemana, puesto que con ella la fuerza de la población judía en Palestina crecería de modo que en un futuro posible llegue a tener superioridad numérica sobre los árabes.”[15]
Durante la IIª Guerra Mundial sabotearon los intentos de cambiar las leyes migratorias americanas y batallaron contra asilo en los territorios británicos, pues ello obstaculizaría la colonización de Palestina.[16]
Haim Weizmann, uno de los principales dirigentes sionistas, se dirigió así al congreso sionista en julio de 1937: “Me preguntaron [ante la Comisión Peel] ¿puede llevar a seis millones de judíos a Palestina? Respondí: No, de los abismos de la tragedia quiero salvar (…) a gente joven [para Palestina]. Los viejos desaparecerán, aguantarán su suerte o no. Son polvo económico y moral en un mundo cruel (…) Solo sobrevivirá la rama de los jóvenes. Tienen que aceptarlo”[17]
El rabino eslovaco Dov Michael Weismandel escribió en julio 1944 a los funcionarios de las “organizaciones de rescate” sionistas, enviando mapas precisos de las vías férreas hacia Auschwitz y urgiendo a su bombardeo y al de los hornos… “Si los aliados lo rechazan, háganlo ustedes”. Y añadía: “¿Por qué no habéis hecho nada hasta ahora? (…) Sois brutales, vosotros también sois asesinos, por la sangre fría del silencio con que miráis (…) aunque en este mismo instante podríais detener o aplazar el asesinato de judíos.”[18] Ningún dirigente sionista apoyó al rabino. Ningún gobierno aliado bombardeó.
El Dr. Rudolf Kastner, del Comité de Rescate de Budapest de la Agencia Judía, siguiendo instrucciones de los dirigentes sionistas, firmó en 1944 un pacto secreto con Eichmann. Dicho acuerdo, descubierto en 1953, selló la suerte de 800.000 judíos. A cambio, 600 judíos notables fueron salvados y enviados a Palestina. Mantuvieron el silencio sobre la suerte del resto. Un superviviente, Malchield Greenwald, lo denunció y se abrió juicio en Israel. El tribunal llegó a la siguiente conclusión: “El elemento básico del acuerdo entre Kastner y los nazis fue el sacrificio de la mayoría de los judíos para salvar a los más prominentes”. Los dirigentes sionistas, según el tribunal, se comprometieron a “no obstaculizar el exterminio” y éste añadió: “La labor de Kastner fue parte integrante de las SS. Además de los departamentos de Exterminio y Saqueo, las SS nazis abrieron un Departamento de Rescate dirigido por Kastner”[19].
Para finalizar, mencionemos la propuesta del 11 de enero de 1941 de Isaac Shamir para establecer un pacto militar formal entre la Organización Militar Nacional que él dirigía (OMN, es decir, el Irgun sionista) y el III Reich. Esta propuesta, conocida como Documento de Ankara por haberse descubierto tras la guerra en la embajada alemana de la capital turca, dice en su punto 1: “Puede haber intereses comunes entre el establecimiento de un Orden Nuevo en Europa según la concepción alemana y las auténticas aspiraciones nacionales del pueblo judío encarnadas en la OMN”. Y en su punto 3: “El establecimiento de un estado judío histórico sobre bases nacionales y totalitarias, atado por una alianza al Reich alemán, podría ser de interés para el mantenimiento y reforzamiento de una futura posición alemana de poder en Oriente Próximo”[20].
13/3/2024
ANEXO:
Autores judíos sobre el SIONISMO
Ralph Schoenman
Historia oculta del sionismo
Ilan Pappé
La limpieza étnica de Palestina
La mayor prisión del mundo
10 mitos sobre Israel
Historia de la Palestina moderna
Pierre Stambul
https://www.elsaltodiario.com/israel/BDS-historia-de-pierre-stambul-un-judio-antisionista
Lenni Brenner
The Iron Wall
51 documentos que muestran la colaboración entre el sionismo y el nazismo
El sionismo en la época de los dictadores
Shlomo Sand
La invención del pueblo judío
Israel Sahak
Historia judía, religión judía
[1] https://www.pressenza.com/es/2015/06/pierre-stambul-un-judio-frances-a-favor-de-la-paz-y-en-contra-del-sionismo/
[2] Slomo Sand, “La invención del pueblo judío”, Ed.Akal
[3] Ilan Papé es un historiador israelí, antiguo profesor de la Universidad de Haifa que actualmente ejerce en la universidad inglesa de Exeter, obligado a salir de Israel en 2008 tras sufrir campañas de intimidación y amenazas de muerte.
[4] La limpieza étnica de Palestina
[5] Ibíd.
[6] El sionismo aspira a un Estado con las fronteras del imaginado reino de David y Salomón. En 1938 Ben Gurion reivindicaba en el congreso mundial de Poale Zion el territorio entero de Palestina, el Sur de Líbano y de Siria, la actual Jordania y el Sinaí. Otros sionistas reclaman aún más territorios.
[7] Ahora mismo, hay 4.200 judíos-franceses en el ejército israelí participando en la masacre de Gaza.
[8] Líder del sionismo “revisionista”, precursor del partido Likud de Beguin y de Netanyahu
[9] Lenni Brenner, The Iron Wall
[10] Ibíd.
[11] Ibíd.
[12] Theodor Herzl y Haim Weizmann mantuvieron tratos con el conde Von Plehve, el organizador de los peores progroms antijudíos de Rusia (progromos de Kishinev)
[13] Lenni Brenner, Zionism
[14] Ibíd.
[15] Ibíd.
[16] Ibíd.
[17] Ralph Schoenman, Historia oculta del sionismo
[18] Ibíd.
[19] Juicio del 22 de junio de 1955. Protocolo de Casos Criminales 124/53 Tribunal de Distrito, Jerusalén.
[20] Texto original en David Yisraeli, The Palestine problem in German politics,1889-1945, y en L. Brenner, Zionism