Argentina | 213 años de la Revolución de Mayo: hace falta otra revolución y otra independencia
Se cumple otro aniversario del 25 de Mayo de 1810, y nos encuentra con los políticos patronales compitiendo por ver cuál es el más vendepatria: desde Javier Milei con su dolarización, hasta el Ministro Sergio Massa permanentemente de rodillas ante el FMI. Todos demuestran la voluntad de las clases dominantes de entregar el país al capital extranjero -del cual siempre fueron socios menores-, y profundizar el saqueo brutal llevándonos de nuevo a ser colonia. Ante tal situación, los trabajadores y el pueblo debemos tomar el control del país para cambiar este destino
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Por Neto -PSTU Argentina
En 1810, los sectores que habían sufrido durante siglos la opresión española aprovecharon los conflictos europeos para sacarse de encima al yugo colonial. Que gauchos, nativos o mujeres hayan sido protagonistas de los catorce años de guerra de liberación, no es ninguna casualidad: Juana Azurduy o María Remedios del Valle no eran simples excepciones, sino la demostración de que la revolución que conquistó la independencia, así como la que nos queda por hacer, no puede hacerse sin las mujeres, los pueblos originarios, los/as afrodescendientes.
El principal sacrificio lo hicieron los sectores populares, los intelectuales y profesionales, como Moreno, Belgrano o el propio San Martín -que veían como el atraso de las instituciones del imperio y la nobleza les impedían desarrollar sus carreras- pusieron su brillantez valiente. Sin embargo, fueron los sectores más ricos los que terminaron ocupando el sitial dejado por el poder colonial.
De estos sectores, tras décadas de guerras civiles, surgió la clase dominante ya unificada que creó una Argentina productora agropecuaria y receptora de bienes e inversiones, subordinando el desarrollo del país a las necesidades del capital extranjero, primero inglés y luego yanqui, al cual se ató a perpetuidad. De ese modo, no hizo más que reproducir las condiciones que se vivían bajo el dominio español, condenando a nuestro país al atraso y a los sectores populares a vivir amenazados por el hambre y la miseria. Pero la patronal estanciera y la oligarquía agropecuaria no pudieron disfrutar mucho de su victoria, porque el desarrollo económico hizo que sus negocios necesitaran trabajadores libres que los hicieran funcionar, lo que hizo surgir un nuevo actor social: la clase obrera
Los/as trabajadores/as debemos retomar la tarea
A medida que el capital extranjero fue haciéndose fuerte en el país, las clases dominantes se fueron transformando en su apéndice, garantes de su dominio, mientras que la clase obrera fue ganando fuerza y cohesión, derrotando una y otra vez los ataques de la patronal y el imperialismo. Y aunque la explotación y el saqueo permanente del capital extranjero no han hecho más que profundizarse, avanzando sobre nuestros derechos, la fuerza política y social de la clase obrera y sus luchas hace que en la actualidad los políticos patronales no puedan gobernar el país sin tender acuerdos con sus dirigentes y organizaciones.
Precisamente, si el capital nacional y extranjero que nos dominan sigue en pie, es gracias a la traición permanente de esos dirigentes, que han hecho del monopolio de sus cargos una profesión, un modo de vida. Sale a la luz así, cómo los sectores que viven de los cargos en instituciones (sean sindicales, políticos o legislativos) se han transformado en lo opuesto que eran en 1810: de ser un sector revolucionario a ser un sector conservador.
La clase obrera tiene el deber histórico de retomar la lucha por liberar a nuestro país y nuestro continente del dominio del capital extranjero, acabando con el capitalismo y el orden patronal, del que solo se puede esperar sometimiento nacional y miseria para los/as trabajadores/as y el pueblo. Para ello, hay que recuperar nuestras organizaciones como herramientas de lucha, barriendo de ellas a los sectores ajenos a la clase que al vivir de sus cargos necesitan sostener el capitalismo colonial que nos subyuga, e imponiendo la democracia obrera para que los dirigentes sean controlados por las bases. Y, sobre todo, forjando con sus mejores luchadores una organización política cuyo programa responda a esas tareas históricas planteadas. El PSTU está entregado a la construcción de esa organización, e invita a quienes quieran acabar con el dominio del capital nacional y extranjero sobre nuestro país y nuestra clase a sumarse a la tarea.
Publicado en Avanzada Socialista del PSTU de Argentina