Más allá de la hipocresía y el racismo de los poderosos, la solidaridad palestina
Bajo la violenta ocupación israelí y el apartheid, los palestinos ven el racismo y la hipocresía de los poderosos, sus organizaciones y sus medios capitalistas hegemónicos, así como los negros y pobres y otros oprimidos enfrentan el genocidio del Estado llevado a cabo con armas israelíes. El sentimiento de abandono, el racismo que impone dos pesos y dos medidas son denunciados masivamente en las redes sociales en medio de la criminal invasión rusa a Ucrania.
Por: Soraya Misleh
Un sentimiento legítimo y justo. Los palestinos están indignados. ¿Como no estarlo? Son 74 años de Nakba continua (catástrofe materializada con la formación del Estado de Israel el 15 de mayo de 1948 a través de una limpieza étnica planificada). Son ataques todos los días por parte de los colonos sionistas y las fuerzas de ocupación, absolutamente ignorados por los medios de comunicación al servicio de los imperialismos, cómplices de la tragedia palestina.
Y aquí vale un paréntesis: entre ellos, que nadie se engañe, además de Estados Unidos y gobiernos de todo el mundo, también está Putin, cuya proximidad con Israel es afirmada incluso por exdiplomáticos sionistas. Putin es heredero de Stalin y sus deplorables métodos, cuya contribución a la Nakba fue decisiva (leer aquí ). Zelensky, el presidente de Ucrania, es un sionista asumido: durante un capítulo más de la limpieza étnica contra el pueblo palestino en mayo de 2021, simpatizó con la potencia ocupante: Israel. En ese mes, según indica el informe del portal Middle East Monitor [Monitor do Oriente Médio], solo en la Franja de Gaza, en 11 días de bombardeos sionistas, 254 palestinos fueron asesinados, incluidos 66 niños, 39 mujeres y 17 ancianos, y más de 1.900 resultaron heridos, además de 75.000 desplazados de sus hogares. Bajo el comando de Zelensky, Ucrania se retiró en enero de 2020 del Comité para Ejercicio de los Derechos Inalienables del Pueblo Palestino en las Naciones Unidas. Nada nuevo bajo el sol: es sionista, y sin máscaras; las vidas palestinas para él no importan. Esto también lo revelan las protestas israelíes contra la invasión rusa de Ucrania en la Palestina ocupada.
Vale recordar que para la colonización por poblamiento en Palestina, que resultó en la Nakba, la inmigración de judíos de Europa del Este fue determinante, y hay miles de rusos y ucranianos (no solo) que viven en tierras de las que los palestinos han sido expulsados desde 1948. Solo en 2021, según el portal Monitor do Oriente Médio, 13.006 judíos de la región emigraron hacia las tierras ocupadas.
En los medios sionistas, incluso es posible encontrar descontento con la cuerda floja en la que se encuentra Israel en relación con la invasión rusa, en una mediación entre sus dos aliados presentada como una búsqueda para convertirse en un “interlocutor por la paz”. Este sábado 5 de marzo, Putin recibió personalmente a Naftali Bennett, primer ministro israelí, para dar un paso más en este proceso y, luego, volvió a hablar por teléfono con Zelensky. Uno de los temas de la mesa, según el portal UOL, era la “comunidad judaica en medio del conflicto”. En este delicado equilibrio, Israel –como no podía ser de otra forma–, vio ahora en la agresión militar a Ucrania una oportunidad para una criminal expansión colonial continua. Su Ministerio de “Inmigración” anunció su disposición de recibir a miles de judíos de Ucrania. Y también lo ha aprovechado para transmitir al mundo una imagen de alguien que tiene preocupaciones humanitarias y busca la paz. Un escarnio.
De una población de 43 millones, los judíos ucranianos representan aproximadamente 56.000 (0,13%, según datos de la Association of Religion Datas Archives [Asociación de Archivos de Datos Religiosos] [The Arda] relativos a 2015). Otros 200.000, bajo la ley colonial posterior a la Nakba, engañosamente apodada como la «Ley del Retorno», también pueden emigrar para ocupar tierras palestinas porque tienen un abuelo o abuela judíos y obtener ciudadanía israelí al instante. Mientras tanto, a los cinco millones de refugiados legítimos de sus tierras y miles en la diáspora –los palestinos– se les niega este derecho inalienable e innegociable. Nunca está de más recordar que bajo el comando de Stalin, la URSS burocratizada votó contra este derecho en la ONU, garantizado en la Resolución 194 del 11 de diciembre de 1948. Y ahora Putin, su discípulo, ha proporcionado a Israel la justificación ideal para este nuevo paso en la expansión colonial. Israel anunció que recibiría, en las próximas semanas, a 10.000 judíos ucranianos; hasta ahora, unos 6.000 han pedido esta “asilo”. Parece obvio que no se puede esperar que los palestinos saluden a quienes vendrán a usurpar sus tierras, a apoyar a los colonos sionistas que los matan y agreden todos los días, vengan de donde vengan. A ellos está reservada la resistencia heroica e histórica. Es obvio que tampoco hay ninguna posibilidad de apoyar al sionista burgués Zelensky. Sin embargo, no solidarizarse con el pueblo ucraniano por no hacer la distinción entre la mayoría de esa población y aquella minoría sería como no solidarizarse con los brasileños en esta misma situación porque el presidente es el también sionista Bolsonaro.
No estea de más observar que casi toda la población ucraniana, de la cual más de 60% se encuentra en la pobreza, está muy lejos de eso: más de 99% no son judíos, por lo tanto, no tienen la «solidaridad» selectiva y racista israelí, que incluso devolvió a refugiados ucranianos a Europa por no ser judíos. De estos más de 99% inclusive, más de 1% son musulmanes. También vale señalar que la comunidad árabe más grande de Ucrania es palestina: cuenta con 4.000 personas, muchas de ellas refugiadas debido a la ocupación sionista. “La guerra rusa en Ucrania no diferencia a los ucranianos de otras comunidades”, agregó Amr Amro en una entrevista con Al Monitor . Todos están bajo el bombardeo ruso y resisten como pueden ante la ofensiva de la segunda mayor potencia militar del mundo, Rusia.
De hecho, otra justa crítica fue el uso de imágenes de la resistencia palestina, como la de la joven Ahed Tamimi –que es rubia y, por lo tanto, en la visión racista y orientalista, no podría ser palestina–, enfrentándose a un militar sionista con sus puños de niña, como si fuera de la valiente resistencia ucraniana en ese momento. Algo no solo innecesario, sino un insulto: los palestinos han sido tildados de terroristas y su legítima resistencia al apartheid es criminalizada por los mismos que ahora usurpan su imagen para saludar la justa lucha del pueblo ucraniano.
La campaña central de solidaridad internacional, el BDS (boicot, desinversión y sanciones) contra Israel, también enfrenta esta descalificación y negativa, mientras los imperialismos y gobiernos correctamente imponen sanciones a Rusia. Sería importante escuchar a los árabes, palestinos y simpatizantes que denuncian la hipocresía y presionan por la igualdad de trato. Cualquier alegación infundada contraria al boicot al apartheid israelí acaba de caer por tierra.
Apoyo al oprimido, marca palestina
Parte de la sociedad palestina ha dado un ejemplo de conciencia y dignidad, honrando la tradición de estar siempre del lado de los oprimidos y explotados en todo el mundo. En un texto humorístico típico de un aspecto de la resistencia palestina, el sumud (palabra árabe que significa firmeza, combinando resiliencia y perseverancia), Doaa Alremeili, palestina de Gaza, escribió a Al Monitor : “Como palestinos, ver al pueblo ucraniano huyendo de su casas, los edificios bombardeados, el cohete que fue filmado cuando se estrelló contra la calle y no explotó, los sonidos del bombardeo, la sangre en los rostros de las personas y los niños aterrorizados fue como ver flashbacks de nuestra vieja-nueva miseria. Con las repetidas e interminables violaciones israelíes contra los palestinos en Jerusalén, Cisjordania e incluso los palestinos que viven en Israel, Gaza nunca puede quedarse quieta y ser solo un observador”. Ella continúa: “Cuando estabas en la escuela, cuando las cosas eran mucho más claras para ti y podías distinguir el bien del mal, si veías a tu hermano o hermana siendo golpeado por el valentón de la escuela, tirabas tu mochila y saltabas sobre ese niño grande y malo, ¿no es así?
También palestina de Gaza, Hayda al-Husary dijo a The New Arab que acompaña las actualizaciones sobre la guerra, minuto a minuto. “Lamentablemente, los civiles [son los] que pagan el costo de la guerra (…) Cuando veo los aviones de combate sobrevolando el edificio residencial, recuerdo los aviones israelíes cuando atacaban nuestra área y mataban a nuestro pueblo”, dijo ella, que es madre de seis hijos, al portal.
Los palestinos de Gaza, que enfrentan un criminal bloqueo israelí desde hace 14 años y frecuentes bombardeos masivos o con cuentagotas, lejos de las hipócritas cámaras del mundo, se han solidarizado e identificado con el dolor del pueblo ucraniano. Y piden, también según The New Arab, que la gente se manifieste contra la agresión rusa y lance campañas de solidaridad.
En un artículo para La Nación, el palestino Yousef Munayyer enfatizó: “Mi primer pensamiento cuando comenzó la invasión rusa a Ucrania la semana pasada fue para la población civil en Ucrania, que enfrentará la carga más pesada cuando una fuerza mucho más poderosa intenta imponerles su voluntad. ¿Cuántos deben morir? ¿Cuántos civiles serán asesinados por ‘bombas de precisión’ que son cualquier cosa menos precisas? ¿Qué tan pronto les llegará la libertad? ¿Verán esto en su vida? ¿O verán, como nosotros los palestinos, que la lucha puede durar por generaciones? Espero, por su bien, que no”. Al mismo tiempo, expresó la consternación de los palestinos al ver que «de la noche a la mañana, el derecho internacional parecía importar de nuevo». Y resaltó: “La justa manifestación de apoyo a Ucrania nos enseña que Occidente puede condenar la ocupación cuando quiere”.
La denuncia en este momento ha ido acompañada de la expresión de solidaridad con el pueblo ucraniano, contra la invasión de su país y por el derecho a la autodeterminación. En twitters, entrevistas e incluso publicaciones en redes sociales, muchos palestinos se han colocado de esta manera y repudiado la hipocresía y el racismo de los imperialismos estadounidense y europeos, que no se restringen a palestinos y palestinas, sino que afectan a los pobres y negros. A veces la hipocresía cayó por tierra, a través de declaraciones de gobernantes que saludaban la llegada de refugiados rubios y de ojos azules, muy diferentes a los que suelen cruzar sus fronteras, o a través de denuncias de árabes y africanos que estaban en Ucrania y enfrentaron el racismo de los poderosos cuando buscaban refugio en los países vecinos.
Al buscar aprovechar este momento de la masacre rusa, los poderosos se presentan como salvadores, lo cual no es más que una fachada para, a través de su criminal Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), obtener ventajas a costa de la vida del pueblo bajo ataque. Es igualmente imposible caer en el cuento del mago de que Putin invadió Ucrania por razones de seguridad: los palestinos conocen bien esta película: Israel, con la complacencia de estos mismos imperialistas y también en nombre de sus intereses geopolíticos estratégicos, siempre alega «seguridad» o “defensa” para promover nuevas masacres.
Al repudio a la hipocresía de los poderosos y la exigencia de boicot al apartheid israelí, debe sumarse la exigencia de destrucción de la OTAN, la denuncia de la criminal agresión de Putin, y la solidaridad con las víctimas de esta ofensiva. No se pueden admitir más dos pesos y dos medidas.
Traducción: Natalia Estrada.